Hotel RITZ, el “capricho” de ALFONSO XIII
EL REY ALFONSO XIII FUE EL MOTOR QUE PUSO EN MARCHA LA PROYECCIÓN Y POSTERIOR CONSTRUCCIÓN DEL RITZ, UN HOTEL QUE PUDIERA ALBERGAR SIN PROBLEMA A LAS ESFERAS MÁS ALTAS DE LA NOBLEZA. SU CÓDIGO DE CONDUCTA Y VESTIMENTA ERAN MUY ESTRICTOS. SIN EMBARGO, ESO NO IMPIDIÓ QUE DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA SE CONVIRTIERA EN UN HOSPITAL DE SANGRE.
APRINCIPIOS DEL SIGLO XX, EL REY DE ESPAÑA, ALFONSO XIII, REGRESABA DE SUS VIAJES POR EUROPA FASCINADO POR LAS GRANDIOSAS CIUDADES QUE VISITABA. Por aquel entonces, Madrid se había convertido en una urbe de intensa vitalidad, con edificios soberbios, amplias plazas y deliciosos jardines. Sin embargo, le faltaba algo. Y el rey fue el primero en ser consciente de cuánto ganaría la ciudad a partir de que pudiera contar con un gran hotel de lujo, a imagen y semejanza del Ritz de París o el Carlton de Londres.
Teniendo en cuenta que su propia boda con la reina Victoria Eugenia de Battenberg, que se celebró en mayo de 1906, ya generó un auténtico problema a la hora de albergar a los miembros de las realezas europeas invitados al enlace, debido a la escasez de alojamiento de lujo en Madrid, cada vez parecía más imperiosa la necesidad de acometer el proyecto de erigir un gran y exclusivo hotel en la capital de España. Por tal motivo, el rey se vio obligado a ubicar a sus invitados en los palacios que la nobleza puso a su disposición. Todo ello coincidía con un momento en el que los turistas adinerados de Europa del Norte y América comenzaban a viajar a los climas más cálidos y cielos más azules de la Europa meridional. Madrid se estaba convirtiendo en uno de sus destinos favoritos con el Museo del Prado, el Barrio de los Austrias y su cercanía con otros enclaves de interés, como Toledo o El Escorial. Era el momento de remediar aquella significativa carencia urbanística.
PROYECTO REAL
Entusiasmado con la idea, el monarca se puso manos a la obra de inmediato. Madrid debía ofrecer a sus visitantes un establecimiento realmente extraordinario. Él mismo aportó parte del capital y encargó su construcción a la Ritz Development Company, siendo diseñado y construido bajo la supervisión del famoso hotelero César Ritz, de quien tomó el nombre. Este, a su vez, contrató a Charles Fréderic Mewes, el brillante arquitecto del Ritz parisino, que contó con la inestimable ayuda de los arquitectos españoles Luis de Landecho y Lorenzo Gallego.
DEBIDO A LA ESCASEZ de alojamiento de lujo en Madrid, cada vez parecía más imperiosa la necesidad de acometer el proyecto de erigir un gran y exclusivo hotel en la capital de España.
obras (1908-1910), cuya inversión ascendió a seis millones de pesetas, concluyeron el 14 de mayo, tratándose de uno de los primeros edificios madrileños en los que se empleaba para su construcción el hormigón armado.
Los periódicos de la época calificaron el lugar elegido para su construcción como el más sano y tranquilo de Madrid. Se trataba de unos terrenos baldíos que habían pertenecido en su día a los jardines del Buen Retiro. Sin embargo, y a pesar de la implicación real, algunos políticos de la época mostraron una fuerte oposición al proyecto, entre ellos, el concejal del Ayunta- miento de Madrid Francisco Largo Caballero, alegando que la altura del edificio sobrepasaba lo permitido por las leyes de urbanismo estipuladas para esta zona. Finalmente, superados los escollos, el proyecto consiguió salir adelante.
Y, el 2 de octubre de 1910, el hotel Ritz de Madrid abrió sus puertas, por vez primera, deslumbrando a sus visitantes con sus 137 habitaciones y sus 30 suites, todas con balcones a la Plaza de la Lealtad. La fiesta de inauguración estuvo presidida por el mismísimo rey Alfonso XIII, mientras sonaba de fondo la orquesta Cíngaros, ubicada en el hall.
LA INAUGURACIÓN
El día de la inauguración, pasar la noche en una "habitación iluminada, con baño y calefacción" costaba 7 pesetas. Y si se optaba por la pensión completa, el importe ascendía a 20 pesetas, un auténtico dineral para la época. Porque, por aquel entonces, lo último en comodidad era contar con cuatro o cinco cuartos de baño en cada planta. Con instalaciones como aquellas, el Ritz se convirtió de inmediato en uno de los establecimientos hoteleros más lujosos del mundo. Otra auténtica novedad tuvo que ver con la instalación de un teléfono por planta, junto al ascensor, el cual también estaba considerado como muestra del lujo más vanguardista.
La Primera Guerra Mundial y la neutralidad de España atrajeron a numerosos personajes de la aristocracia que necesitaban de los servicios de un establecimiento hotelero y de sus salones, que muchos emplearon como base de operaLas
PESE A LA IMPLATANCIÓN REAL DEL HOTEL RITZ, algunos políticos de la época mostraron una fuerte oposición al proyecto, alegando que la altura del edificio sobrepasaba lo permitido por las leyes de urbanismo estipuladas para esta zona.
ciones. Entre estos visitantes, cabe citar el desembarco, en octubre de 1916, de la espía internacional, en calidad de agente doble, la holandesa Margaretha Geertruida Zelle, conocida como Mata Hari. En su segundo viaje a Madrid, se instaló en el Ritz bajo el nombre de Condesa Masslov, operando desde el hotel hasta enero de 1917, poco antes de su fallecimiento.
Por otra parte, la aparición del Ritz transformó algunas de las costumbres populares habituales en la sociedad madrileña desde hacía siglos, instaurando nuevas modas. Por ejemplo, se desterraron las meriendas con chocolate, que fue- ron sustituidas por la costumbre de tomar el té en los salones de té del Ritz. Se hicieron igualmente famosas las comidas de los lunes, así como las inolvidables tardes del Ritz, en las que se bailaba el ritmo de moda: el fox-trot.
NO TIPO RITZ
En 1932, una familia belga, los Marquet, se hizo con la dirección de la Compañía de Desarrollo Ritz, de cuyo comité formaba parte el patriarca George Marquet. Durante los años en los que perteneció a esta familia, la dirección impuso una serie de normas extraordinariamente estrictas, con
SE PUSO EN PRÁCTICA UN CÓDIGO INTERNO que utilizaban los empleados del hotel para seleccionar a sus potenciales clientes y sugerirles, como alternativa, su estancia en el Palace, en caso de no cumplir con el perfil adecuado para alojarse en el Ritz.
el fin de salvaguardar la intimidad, el confort y la tranquilidad de los distinguidos clientes, en la mayoría de los casos pertenecientes a la más alta sociedad de la época. Porque, para los Marquet, no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz, valoración que no dependía en su totalidad del nivel adquisitivo, sino más bien de otros aspectos que tenían que ver con el origen familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. Recapitulando: ni artistas, ni toreros ni mujeres en pantalones. La cosa llegó a tal punto que durante aquella etapa, se puso en práctica un código interno que utilizaban los empleados del hotel para seleccionar a sus potenciales clientes y sugerirles, como alternativa, su estancia en el Palace, en caso de no cumplir con el perfil adecuado para alojarse en el Ritz. A ese código se le denominó con las siglas: NTR (No Tipo Ritz), que acabó por convertirse en auténtica leyenda.
Tanto fue así que, durante los años dorados de Hollywood, los actores no estaban bien vistos en el Ritz. A los Marquet les horrorizaban sus escandalosos atuendos y huían de los ruidosos fans que merodeaban constantemente alrededor del establecimiento. Por tal motivo, para algunos, el hotel siempre "estaba completo". De hecho, algunos artistas, como Laurence Olivier, tuvieron que tirar de su título de lord para alojarse. En el mismo caso se encontró el actor James Stewart, quien indignado por el rechazo de su alojamiento, se fue directamente a la Embajada de los Estados Unidos a poner una queja. Poco después, regresó enfundado en su traje militar argumentando su condición de héroe de guerra. Y fue aceptado.
DURANTE LA GUERRA CIVIL
Pero, a lo largo de su historia, también llegarían días aciagos para el establecimiento. Durante la Guerra Civil, el edificio se convirtió en hospital de sangre.
Cuando, tras tres años de asedio, los republicanos abandonaron la ciudad, el hotel era un lugar prácticamente arrasado. Ni rastro quedaba de sus elegantes elementos de decoración, de su lujoso mobiliario o de sus exquisitas alfombras. Todo estaba perdido. "Había camas donde hoy está el restau-
TRAS TRES AÑOS DE ASEDIO, los republicanos abandonaron la ciudad, el hotel Ritz estaba prácticamente arrasado. Ni rastro quedaba de sus elegantes elementos de decoración, de su lujoso mobiliario o de sus exquisitas alfombras.
rante y una sala de operaciones en el Salón Real Academia", cuenta José Castex, uno de los más antiguos conserjes. Aun así, una parte del hotel continuó funcionando con la normalidad que permitían las circunstancias, hasta el punto de que al menos 35 del total de sus habitaciones estuvieron permanentemente ocupadas durante la contienda. Pocos podían sospechar que, apenas cuatro años después, el comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler, llevaría las esvásticas y las cruces gamadas a ese mismo escenario.
DECLIVE Y RESURRECCIÓN
Hasta finales de los 70, el Ritz continuó en poder de los Marquet, cuyos representantes convirtieron el alojamiento en uno de los más exclusivos de Europa. Sin embargo, las nuevas generaciones de la saga hotelera no mostraron el mismo interés, por lo que comenzó un lento declive que concluyó con la venta del establecimiento en 1978.
Fue Enric Masó, ex alcalde de Barcelona, quien lo adquirió por un importe de 400 millones de pesetas. Tres años después, el empresario catalán decidió vender el emblemático hotel al grupo británico Trusthouse Forte, por la cantidad de 1.000 millones de pesetas; un negocio redondo. Tras un breve período en manos del Grupo Hoteles Meridian, el Ritz fue adquirido por el Mandarin Oriental Hotel Group, al que pertenece en la actualidad.
El cierre temporal, iniciado a principios de 2018, para acometer una serie de reformas, cuya duración está prevista para dos años aproximadamente, intriga a los fans de toda la vida, que se acercan curiosos a recabar información. "Cada día viene gente a preguntar qué se va a hacer, si pueden comprar un trozo de alfombra, un plato, una cortina... Incluso, hace unos días, una señora de 94 años me mostró apesadumbrada una foto de su primera comunión, cuya fiesta posterior se celebró aquí", comenta Javier Caballero, maître del hotel.
Por otra parte, el objetivo de la renovación en curso es restaurar muchos de los elementos arquitectónicos del edificio, enmarcados en el estilo Belle Époque y reinstalar algunos ya desaparecidos, como la cubierta de cristal del hall, que permitirá que la luz inunde el salón de la manera en que lo hacía cuando se inauguró.
Igualmente, se acometerá la incorporación de un spa, además de nuevos espacios de restauración y una sensible mejora de los servicios y la calidad de las habitaciones y suites. El arquitecto español Javier de la Hoz, y los diseñadores franceses Gilles & Boissier son los encargados de la profunda reforma.
Más de un siglo después de su apertura, el hotel Ritz forma parte de la historia de Madrid por derecho propio y la plaza de La Lealtad bien puede considerarse el epicentro de la crónica social, política y cultural de la España del siglo XX. Porque, tal y como cantaba el famoso cuplé: "Aunque cien años llegase a vivir, no podría olvidar las tardes del Ritz".