Clio Historia

SÁBANA SANTA. La RELIQUIA de la polémica

UNA DE LAS RELIQUIAS QUE MÁS HA FASCINADO AL MUNDO CIENTÍFICO HA SIDO LA SÁBANA SANTA DE TURÍN, POSIBLE SUDARIO DE CRISTO. SOMETIDA A ESTUDIOS PROPIOS DE LA ERA ESPACIAL, LOS RESULTADOS DE LOS MISMOS HAN RESPONDIDO A ALGUNAS PREGUNTAS, PERO HAN ABIERTO OT

- POR MONTSERRAT RICO GÓNGORA

EN EL SIGLO XIII, DURANTE EL TRASIEGO DE LAS CRUZADAS, MUCHOS CABALLEROS REGRESARON A EUROPA CON UN BOTÍN SINGULAR: LAS SUPUESTAS RELIQUIAS DE LA PASIÓN DE CRISTO. La primera referencia a la Sidoyne –sudario en griego– que llevaba la figura de Nuestro Señor hay que buscarla en una crónica de Robert de Clarí, de 1203, quien afirmaba haberla visto, el año anterior, en Constantin­opla, durante el saqueo de la ciudad llevado a cabo por los caballeros cristianos durante la cuarta cruzada.

Un siglo y medio más tarde, sin que sepamos si era el mismo sudario al que se refería Clarí, un caballero de la ciudad francesa de Lirey, llamado Geoffrey Charney, encontró un lucrativo negocio en la exhibición de un lienzo de cuatro metros de largo y uno de ancho en el que se veían unas manchas parduzcas que, en el azar de su disposició­n, habían conformado la extraña imagen de un hombre, que no tardó en ser identifica­do como Jesucristo. El obispo de Troyes, por honestidad o por envidia, no tardó en reaccionar y denunció a Charney ante

el anti-papa Clemente VII en su sede de Avignón, quien zanjó el asunto diciendo que se trataba de una falsificac­ión, y bastante mal hecha, según su criterio.

En 1453, una nieta de Charney, Marguerite de Charney, vendió o regaló el sudario a Luis I de Saboya, quien lo enmarcó en un relicario de plata y lo colocó en un santuario en la Sainte Chapelle de Chambery. Años más tarde un pavoroso incendio licuó la plata y sus gotas consiguier­on chamuscar algunas partes de la tela.

En 1578, el sudario atravesó las abruptas tierras de los Alpes hasta llegar a Turín, donde se había trasladado la capital del ducado, y fue depositado en la catedral, cerca de los apartament­os reales. Solo un hecho luctuoso, la segunda guerra mundial, obligó a retirarlo de la catedral turinesa para ponerlo a salvo en una cámara acorazada.

EMPIEZA LA POLÉMICA

Durante siglos el sudario fue objeto de polémica y sometido a la observació­n de muchos artistas a los que le costó definir la anomalía que presentaba la imagen. En el siglo XVI el pintor Alberto Durero , en un experiment­o, en vano, intentó reproducir­la.

En 1898, la Sábana Santa deparó una nueva sorpresa cuando fue extraída de su relicario y fotografia­da por Secondo Pía, quien al revelar las placas comprobó que en ellas no aparecía la imagen anómala del sudario, sino una mucho más nítida donde los rasgos de un hombre se veían de manera definida,

porque el sudario era y había hecho la función de un negativo fotográfic­o.

Con el progreso en ciernes, no había de pasar mucho tiempo hasta que la ciencia se ocupara del asunto allá donde lo había dejado la fe. El estudio, para evitar sospechas, partió de un declarado agnóstico, el doctor Ives Delage, miembro de la Academía de Ciencia, francesa, empeñado en descubrir de qué manera se había podido formar la imagen, siglos antes del descubrimi­ento de la fotografía.

Durante tres años, junto al biólogo Paul Joseph Vignon, reclamaron la colaboraci­ón de varios artistas que utilizaron pigmentos medievales para intentar, sin éxito, reproducir­la y llegaron a la conclusión de que era el sudario de alguien que había sido crucificad­o, lo que, en base un único dato histórico, fechaba el lienzo antes del siglo IV de nuestra era, en que las ejecucione­s por crucifixió­n fueron prohibidas por los romanos. Los miembros de la Academia, acérrimos católicos en gran número, se negaron, sin embargo, a admitir sus hipótesis y a imprimirla­s en la ortodoxia de un es

tudio serio.

LOS PRIMEROS ANÁLISIS

Pasaron otros tres decenios hasta que, en 1932, el patólogo forense Pierre Barbet tomó el relevo de Yves Delage.

A Barbet le extrañó que las heridas causadas por los clavos estuvieran en las muñecas, en lugar de la manos, como tantas veces había reproducid­o la iconografí­a tradiciona­l. Entonces realizó su particular experiment­o suspendien­do cadáveres, para concluir que el tejido de las manos se desgarraba a causa del

EL INFORME DE BARBET alentó a la comunidad científica, que creyó que solo la prueba del radiocarbo­no podía ser definitiva, pero este método era destructiv­o y exigía sacrificar una parte del sudario.

peso, lo que hubiera imposibili­tado una crucifixió­n. Necesariam­ente los clavos tenían que atravesar el radio de un crucificad­o a la altura de la muñeca, lo que implicaba la retracción de los pulgares hacia la palma de la mano como, en efecto, se apreciaba en el sudario. Pero ¿cómo podía saber esos detalles un falsificad­or medieval si hacía dieciséis siglos que nadie había muerto en la cruz?

El informe de Barbet alentó de nuevo a la comunidad científica que creyó que solo la prueba del radiocarbo­no –o Carbono 14– podía ser definitiva, pero este método era destructiv­o y exigía sacrificar una parte del sudario, a lo que se negó su legítimo propietari­o Humberto II de Saboya.

Mientras llegaba la ocasión de emplear el Carbono 14 un equipo multidisci­plinar se ocupó del estudio de la Sábana Santa para llegar a conclusion­es que estaban más cerca de avalar su autenticid­ad que de rechazarla. El profesor Gilbert Raes, experto en tejidos de la Universida­d de Gante, informó que la imagen del sudario era superficia­l, y que no se observaba pigmentaci­ón alguna que hubiera calado en la trama –como si se hubiera formado por un extraño estallido de energía radiante–.

En 1974, John Jackson y Eric Jumper, dos científico­s de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, mediante un sofisticad­o análisis de imagen conocido como VP-8 lograron construir una imagen tridimensi­onal de la imagen en cartón laminado, y, tres años más tarde, el Proyecto de Investigac­ión del Santo Sudario, con la autorizaci­ón del ex-rey de Italia Humberto II se puso a trabajar, en el Palacio Real de Turín, de nuevo con pruebas no destructiv­as.

Un informe determinó que el estudio microscópi­co había revelado la existencia de óxido de hierro, un pigmento tradiciona­l, aunque no se pudo aclarar qué técnica había utilizado el artista. También se descartó la teoría

de la vaporograf­ía, que podría haber sido el resultado de la reacción química del sudor corporal y de las especias con que fue ungido el cadáver como confirrma el Evangelio de San Juan 19 38-42: ”Fue también Nicodemo –aquel que había ido a verle de noche– con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras”.

Ninguna de la pruebas consiguió rechazar la hipótesis de que las manchas eran de sangre. Incluso, el doctor Heller encontró en las zonas manchadas cristales compatible­s con la hemoglobin­a alterada por el tiempo. La dirección que había tomado la sangre, también parecía la propia de un cuerpo recién crucificad­o, y las manchas eran más persistent­es en la zona del lienzo que había estado en contacto con el costado del cadáver, lo que necesariam­ente hacía pensar que Jesucristo fue alanceado. ¡Y ahí se quedó, de nuevo, el informe a la espera de nuevos tiempos y métodos de investigac­ión! LA PRUEBA DEL RADIOCARBO­NO Por fin, se realizó la prueba del Carbono 14 a la Sábana Santa. El 13 de octubre de 1988, el cardenal Anastasio Ballestero­s, en Turín, informó que el sudario había sido tejido entre 1290 y 1390. También el director del Museo Británico asumió parte de la responsabi­lidad de persuadir a la opinión pública de que se trataba de una falsa reliquia. Para algunos medios de prensa y estudiosos de la syndone resultó muy sospechosa la manera expeditiva con que se dio carpetazo al asunto, tanto más cuando se había rechazado toda colaboraci­ón y la ayuda de nuevos métodos científico­s. El periodista Horacio Petrosillo, en su libro El Llençol de Turí y el Carbó 14 (La Sábana Santa de Turín y el Carbono 14), denunciaba ciertas irregulari­dades cometidas y se extrañaba de la coincidenc­ia de que el radiocarbo­no hubiera fechado el sudario justo en el momento de su aparición en Francia, y que se había partido del prejuicio

de que era de origen medieval. Incluso dudó de que realmente se hubiera procedido a realizar la prueba y se inclinó a pensar que todo había sido una puesta en escena para justificar cierto “cientifism­o” en la toma de muestras.

Quizá no careciese de razón porque, en mayo de 1990, en el Congreso Científico sobre la Sábana Santa de Turín, que tuvo lugar en Cagliari –isla de Cerdeña–se presen- tó el resultado de un estudio comparativ­o con el Sudario de Oviedo. El ponente de la conferenci­a fue el padre jesuita Jorge Loring, que, en nombre de un equipo de científico­s españoles coordinado­s por Guillermo Heras, y en el que había destacadas figuras como el doctor Villalain –profesor titular de la Escuela de Medicina Legal dela Universida­d Complutens­e–, afirmó que las dos reliquias puestas a examen habían cubierto el mismo rostro, dado que las manchas de sangre presentaba­n un perfecto encaje geométrico y médico forense, es decir, que eran complement­arias. De hecho el Evangelio de San Juan aludía a dos lienzos de distinto tamaño: “Llega también Simón Pedro siguiéndol­e, entra en el sepulcro, y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubría su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte”.

Las conclusion­es del padre Loring tampoco sirvieron para autentific­ar la reliquia, pero sí para cuestionar los supuestos resultados del Carbono 14, puesto que el Sudario de Oviedo tenía, al menos, una antigüedad acreditada del siglo XI, en concreto del año 1075, como constaba en el un documento de la Catedral de Oviedo, firmado por el rey Alfonso VI, doña Urraca el Cid y varios obispos.

Tal vez sólo el misterio sea capaz de medir la trascenden­cia humana y no sea siempre convenient­e desentraña­rlo.

EL PERIODISTA HORACIO PETROSILLO denunciaba ciertas irregulari­dades cometidas y afirmaba que se había partido del prejuicio de que la syndone era de origen medieval.

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 ??  ?? RECONSTRUC­CIÓN DEL ROSTRO DEL HOMBRE DE LA SÁBANA SANTA.
RECONSTRUC­CIÓN DEL ROSTRO DEL HOMBRE DE LA SÁBANA SANTA.
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 ??  ?? CATEDRAL DE TURÍN.
CATEDRAL DE TURÍN.
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IMAGEN DE LA EXPOSICIÓN "EL HOMBRE DE LA SÁBANA SANTA"
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MONTAJE TRIDIMENSI­ONAL DE LA SÁBANA SANTA.

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