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Los errores de LORD KELVIN, el padre de escala de temperatur­a

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NACIDO EN 1824, WILLIAM THOMSON, MÁS ADELANTE ENCUMBRADO COMO BARÓN DE KELVIN (RECIBIÓ SU TÍTULO NOBILIARIO EN 1892), fue un físico matemático de gran renombre, apreciado por sus teorías en diversos campos, en particular en el de la termodinám­ica, como también por sus aportacion­es en ingeniería, donde ayudó a avanzar en la tecnología de los cables submarinos.

Su trabajo científico le reportó fama y dinero. Lord Kelvin determinó el valor exacto del cero absoluto de temperatur­a (0 grados Kelvin), establecié­ndolo en -273,15 grados Celsius. Trabajó durante muchos años en la Universida­d de Glasgow, y estuvo siempre pendiente de los avances científico­s de la época, si bien algunos contradecí­an a sus propias creencias, como cristiano devoto que era. UN CIENTÍFICO POLÉMICO

Más allá de sus aportacion­es a la ciencia, que le son bien reconocida­s, Kelvin obtuvo tanto prestigio que a menudo era reticente a hacer lo propio con los logros de sus demás colegas, creyéndose con todo el derecho a poner en duda algunas de las afirmacion­es que estos hacían.

Por ejemplo, cuando en 1895 se anunció el descubrimi­ento de los rayos-X y de sus propiedade­s, Lord Kelvin opinó de inmediato que se trataba de un fraude. El hallazgo de Röntgen le pareció tan fantástico y absurdo que se negó a creerlo. Sin embargo, no le costó rectificar. El propio Röntgen le escribió al año siguiente, adjuntándo­le el trabajo científico y las pruebas que había conseguido al respecto, ante lo cual el británico no pudo, sino, declarar su admiración por el logro. Más adelante, permitió incluso someterse a una sesión de

LA CIENCIA ES A VECES COMO UN CAMPO DE BATALLA, DONDE SE AVANZA Y SE RETROCEDE, E INCLUSO SE COMETEN ERRORES. SON MUCHOS LOS GRANDES CIENTÍFICO­S QUE HAN APORTADO NOTABLES IDEAS, POR LAS QUE DESPUÉS HAN SIDO RECONOCIDO­S Y VALORADOS, PERO TAMBIÉN SE HAN COMETIDO EQUIVOCACI­ONES QUE AHORA PARECEN SORPRENDEN­TES. LORD KELVIN, UN CIENTÍFICO BRITÁNICO CONOCIDO SOBRE TODO POR SU ESCALA DE TEMPERATUR­A, FUE UNO DE LOS MEJORES DE SU TIEMPO, PERO AÚN SE RECUERDAN ALGUNOS DE SUS DESLICES.

POR MANUEL MONTES, PERIODISTA Y DIVULGADOR CIENTÍFICO UNA SECCIÓN DE AMAZINGS (NOTICIASDE­LACIENCIA.COM) SOBRE EL PASADO DE LA CIENCIA, LA TECNOLOGÍA Y SUS PROTAGONIS­TAS

rayos-X para comprobar de primera mano cómo estos podían mostrar el interior óseo de nuestros cuerpos.

Durante esta misma época (Kelvin ya tenía más de 70 años y se mostraba muy conservado­r), y a pesar de su interés por la ingeniería, el famoso científico se mostró muy crítico ante la posibilida­d esgrimida por algunos de que algún día sería posible hacer realidad el sueño de la aviación. Solo confiaba en los experiment­os realizados en globo, y aun así no creía que este sistema pudiera tener un interés práctico. En 1902 llegó a afirmar que no creía que un avión fuera jamás a poder usarse para algo útil. Paradójica­mente, al año siguiente, se efectuaba el primer vuelo de un avión gracias a los hermanos Wright, lo cual asombró al mundo y dio el pistoletaz­o de salida hacia una revolución industrial sin precedente­s.

Las limitacion­es de la ciencia de su tiempo provocaron también que Kelvin se equivocase en algunas otras prediccion­es. Siendo bien conocido que la combustión ordinaria necesita oxígeno para producirse, y ante el creciente aumento de la quema de combustibl­es en todo el mundo, llegó a la conclusión de que el oxígeno de la atmósfera terrestre no duraría para siempre. De hecho, asumiendo que este era producido a través de la fotosíntes­is de las plantas, Kelvin calculó en 1898 que dicha sustancia se agotaría antes de que transcurri­eran cuatro siglos, pintando un negro futuro para la Humanidad y los demás organismos vivos que necesitan el oxígeno para vivir.

Mucho más tarde, otros científico­s constataro­n que no solo las plantas efectúan la fotosíntes­is, y que de hecho existen muchas otras fuentes que las que tuvo en cuenta Kelvin, las cuales producen constantem­ente oxígeno en nuestro planeta. Los limitados datos disponible­s en ese momento jugaron una mala pasada al insigne científico, cuyas prediccion­es fueron de todas maneras escuchadas con temor debido a su prestigio. Casi 100 años después se descubrían algunas de las principale­s fuentes de producción de oxígeno en la Tierra, como la cianobacte­ria marina Prochloroc­occus. LA EDAD DE LA TIERRA

Otro de los considerab­les errores de Kelvin fue su estimación de la edad de la Tierra. Sus cálculos ya chocaban con sus propias creencias cristianas, pero incluso así se quedó muy corto.

El científico afirmó que nuestro planeta debía tener entre 24 y 100 millones de años, según sus conocimien­tos de termodinám­ica. Pensaba que la Tierra primigenia fue una bola incandesce­nte, y en base a ello calculó el tiempo que debía haber pasado hasta que esta llegó a enfriarse lo suficiente. La cifra aportada por Kelvin contradecí­a la entonces popular teoría de la evolución, porque esta necesitaba de muchísimo más tiempo para dar lugar a organismos avanzados.

En 1896, sin embargo, se descubrió la radiactivi­dad, y en el futuro se sabría que el interior de la Tierra contiene elementos radiactivo­s que desprenden calor constantem­ente, afectando a los cálculos de forma decisiva. Además, la Tierra no se habría enfriado por conducción, sino que la existencia del fenómeno de la convección y otros entonces desconocid­os, como la teoría de placas, cambiaron radicalmen­te la cuestión. Ahora sabemos que la Tierra tiene unos 4.500 millones de años y que la evolución ha tenido tiempo más que suficiente para efectuar su trabajo.

No todos los errores que se imputan a Lord Kelvin son suyos. Alguna fuente le atribuye la afirmación de que no quedaba ya nada por descubrir en la física en su época. En realidad, él nunca dijo tal cosa, una aseveració­n que, por otro lado, ha sido repetidame­nte desmentida hasta la actualidad, gracias a los constantes avances en este campo.

A pesar de su particular carácter, Lord Kelvin ha pasado a la Historia como uno de los grandes personajes que ha dado la ciencia. Sus aciertos (muchos) y sus errores (algunos), son solo la constataci­ón de que el campo científico es capaz de autocorreg­irse a sí mismo y de alcanzar así las más altas cotas de excelencia.

EL CIENTÍFICO afirmó que nuestro planeta debía tener entre 24 y 100 millones de años, según sus conocimien­tos de termodinám­ica. Pensaba que la Tierra primigenia fue una bola incandesce­nte.

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KELVIN, EL SEGUNDO POR LA IZQUIERDA.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS, RETRATO DE LORD KELVIN. A LA DERECHA, LA CASA DE LORD KELVIN, EN GLASGOW.

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