Clio Historia

UNA MUJER CONTRA LOS DERECHOS DE SU GÉNERO

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A PESAR DE QUE GERTRUDE BELL NO LLEVÓ UNA VIDA CONVENCION­AL y tuvo una libertad nada común en las mujeres de su tiempo, no por ello se sintió sensibiliz­ada con las reivindica­ciones feministas de la época en la que ella vivió.

Desde su juventud, cuando empezó a estudiar en Londres, fue consciente de las injusticia­s sociales que tenían que soportar las mujeres. Algo tan banal como salir a visitar un museo no podía hacerlo si no era acompañada de una carabina. "Como soy una chica, me está prohibido ver cosas bonitas", decía Gertru Bell.

Sin embargo, ella no se unió al movimiento de las sufragista­s que en Inglaterra llegó a realizar actos violentos para conseguir que las mujeres pudieran votar. Todo lo contrario, dio su apoyo a la conocida como la Liga contra el sufragio femenino.

Una de sus tesis se basaba en la incapacida­d de las mujeres trabajador­as y con poca preparació­n para poder liderar un país o para escoger a sus gobernante­s. Gertrude, aunque pudiera parecer una contradicc­ión, defendía la tradición y el orden social establecid­o y creía firmemente en los roles fijados para ambos sexos. A pesar de que ella fuera consciente de que era una excepción a esa norma.

Tampoco se sentía cómoda entre mujeres. Tuvo pocas amigas de verdad y, con su madre adoptiva, Florence, mantuvo una relación afectuosa, pese a que no siempre fue cordial. Una postura que mantuvo también con las esposas de los funcionari­os, militares y dirigentes políticos con los que trabajó a lo largo de su vida, pero con las que nunca se sintió cómoda. En cierta ocasión aseguró contundent­e:

"No quiero enfrentarm­e a todo el mundo femenino con el que ya me llevo bastante mal, ¡condenadas mujeres!".

De hecho, a Gertrude el mundo femenino no le interesó demasiado. A pesar de considerar­se una dama elegante y preocupada por su aspecto físico, nunca se sintió a gusto con las demás alumnas del Queen’s College, salvo alguna amiga concreta. Cuando se adentró en el desierto, tampoco se interesó por algo que había hecho correr ríos de tinta a lo largo de los siglos, la vida en los harenes. Lo que de verdad le interesaba de las tribus del desierto era el poder que ejercían los hombres en la zona, lo que hicieran sus mujeres poco le interesaba.

Una de las pocas cosas que hizo Gertrude en favor de las mujeres fue después de la Primera Guerra Mundial cuando, entre las distintas cuestiones que abordó acerca del nuevo estado de Irak, reclamó la creación de escuelas femeninas.

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