Clio Historia

Batalla del Cabo Espartel El final de la Repúblican­a española

- POR IVÁN MOURIN

NADIE PODÍA PREVER, TAN SOLO DOS MESES DESPUÉS DEL INTENTO FALLIDO DE GOLPE DE ESTADO DEL EJÉRCITO CONTRA LA SEGUNDA REPÚBLICA DEL 17 DE JULIO DE 1936, QUE DESEMBOCAR­ÍA EN EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL, QUE UNA DECISIÓN ERRÓNEA PODRÍA CONDUCIR A QUE LAS TROPAS SUBLEVADAS PROVENIENT­ES DE ÁFRICA Y CANARIAS PUDIESEN ACCEDER CON TOTAL LIBERTAD A LA PENÍNSULA, FACILITAND­O SU FUTURA VICTORIA.

LA CAMPAÑA DE GUIPÚZCOA, DONDE LAS TROPAS SUBLEVADAS DEL GENERAL EMILIO MOLA (RIVAL DE FRANCISCO FRANCO) ESTABAN TOMANDO EL NORTE DE LA PENÍNSULA, había logrado el bloqueo portuario en el Cantábrico, por lo que el acceso a suministro­s se hacía imposible para la población. Tan solo dos semanas más tarde de que Indalecio Prieto tomara posesión del cargo de ministro de Marina y Aire, el 21 de septiembre de 1936 decidió enviar buena parte de la flota de las fuerzas navales de la Marina de Guerra de la República española para romper el bloqueo, ya que los cinco submarinos presentes, desde agosto, en la zona no habían logrado impedir el asalto de la Armada de sublevació­n.

Fue un error tomar una decisión tan apresurada. Al hacer esto, el Estrecho de Gibraltar, defendido hasta entonces para evitar el acceso de las tropas de ocupación que provenían de África y Canarias, dirigidas por Francisco Franco, quedó indefenso, dejando tan solo como vigilancia a los destructor­es “Almirante Ferrándiz” y “Gravina”, mientras se enviaban al norte de la Península a tres submarinos Clase C, los destructor­es “Almirante Antequera”, “Almirante Miranda”, “Alsedo”, “José Luis Díez”, “Lazaga” y “Lepanto”, el acorazado “Jaime I”, y los cruceros “Lepanto” y “Lazaga”, dirigidas por el jefe de la Armada, Miguel Buiza Fernández-Palacios.

EL ESTRECHO DE GIBRALTAR, defendido hasta entonces para evitar el acceso de las tropas de ocupación que provenían de África y Canarias, dirigidas por Francisco Franco, quedó indefenso.

Tres días después, el 24 de septiembre, la Flota Republican­a ya había alcanzado tierras vascas y roto el bloqueo de la armada sublevada. Habían viajado con las bodegas provistas de armamento y munición para dotar de previsione­s al ejército republican­o y de bombas a la aviación del mismo bando, mejorando la defensa en el punto norte.

EL "CANARIAS", EN FUNCIONAMI­ENTO

Además de por la amenaza, Prieto envió a la Flota Republican­a a aguas cantábrica­s porque no esperaba que los sublevados contasen con más barcos pesados para combatir en el Estrecho. Por ejemplo, el crucero “Canarias” estaba siendo reparado en los astilleros de Ferrol, tras recibir el im- pacto de una bomba aérea el 22 de agosto.

O eso fue lo que hicieron creer a los republican­os. No en vano, la bomba realmente había caído al mar, sin dañar al barco que estaba en construcci­ón.

De ahí que, ante un movimiento estratégic­o, consciente­s de que la zona del Estrecho de Gibraltar quedaría descubiert­a en breve, tanto el “Canarias”, bajo el mando del capitán de navío, Francisco Bastarrech­e, como su hermano menor, el crucero ligero “Almirante Cervera”, dirigido por el capitán de fragata, Salvador Moreno Fernández, zarparan el 20 de septiembre hacia el sur.

El “Canarias” supondría un problema, al ser más rápido que otros barcos de la Marina Republican­a y con un armamento más potente.

CON LA DERROTA de los dos destructor­es republican­os, los barcos sublevados podían partir hacia el sur de España con total libertad. En pocos días, unos ocho mil soldados, al mando de Franco, entraban en España.

EL ATAQUE DEL 29 DE SEPTIEMBRE

Era el 29 de septiembre de 1936, a las cinco y treinta de la mañana, en el Cabo Espartel, al norte de Marruecos. El “Canarias”, cuya construcci­ón no había sido finalizada, localizó al destructor “Almirante Ferrándiz” a unos kilómetros de distancia. Los ocho cañones de 203 mm ya estaban preparados para el primer disparo, siendo con el segundo, a unos 16 kilómetros de distancia entre sí, cuando el destructor recibió los primeros impactos.

En un intento de retirada, el “Almirante Ferrándiz”, que no había logrado contraatac­ar, sufrió más impactos de los cañones, aun habiendo ganado 4 kilómetros extras (20, en total) de distancia. Seis agujeros fueron los que hundieron al barco, en llamas, a 18 millas náuticas al sur de la Punta de Calaburras.

Mientras, el crucero “Almirante Cervera” había descargado más

EN UN INTENTO TORPE DE REMEDIARLO, Indalecio Prieto, ordenó a la Flota Republican­a que regresara a aguas mediterrán­eas, dejando en el norte al destructor "José Luis Diez", dos submarinos Clase C y un torpedo.

de tresciento­s disparos contra el otro rival, el destructor “Gravina”, que pudo escapar hacia el puerto de Casablanca con tan solo dos impactos de cañón.

Cincuenta y seis fueron los supervivie­ntes del “Almirante Ferrándiz”; los otros ciento cuatro perecieron en el mar. El “Canarias” rescató a treinta y uno de ellos, dando permiso a un mercante francés que estaba en la zona a que salvara a otros veinticinc­o, encontránd­ose entre el alférez de navío José Luis Barbastro, comandante del “Almirante Ferrándiz”.

PASO ABIERTO

Con la derrota de los dos destructor­es republican­os, los barcos sublevados podían partir hacia el sur de España con total libertad, escoltados por el “Canarias” y el “Almirante Cervera”. En pocos días, unos ocho mil soldados, al mando de Franco, entraban en España.

En un intento torpe de remediar esta situación, Indalecio Prieto, ordenó a toda la Flota Republican­a que regresara a aguas mediterrán­eas, dejando en el norte únicamente al destructor “José Luis Díez”, dos submarinos Clase C y un torpedero.

Nada pudieron hacer. El Estrecho pertenecía al bando franquista, además de contar con una ayuda extra: la de los Submarinos Legionario­s italianos y la Kriegsmari­ne alemana, que formaría parte de la Operación Úrsula, en los meses de noviembre y diciembre de 1936. El paso de las tropas sublevadas continuó hacia la Península sin que nadie pudiera detenerlos.

CON LA DERROTA de los dos destructor­es republican­os, los barcos sublevados podían partir hacia el sur de España con total libertad, escoltados por el "Canarias" y el "Almirante Cervera".

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EL CRUCERO RÁPIDO ALMIRANTE CERVERAY D. SALVADOR MORENO FERNÁNDEZ.
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