IBN WAHSHIYYA TRADUJO LOS JEROGLÍFICOS EGIPCIOS ANTES QUE CHAMPOLLION
La decodificación de los jeroglíficos egipcios se atribuye a Jean-François Champollion, quien, en el siglo XIX, y gracias a la Piedra Rosetta que Napoleón se llevó consigo en una de sus expediciones en Egipto, consiguió descifrar la enigmática escritura de la cultura egipcia.
Sin embargo, siempre ha pesado sobre este hallazgo la sombra de la duda, puesto que ya en su época, se creyó que había utilizado el trabajo de algunos predecesores.
Lo cierto es que no se le puede restar mérito a su trabajo de traducción. No obstante, no se le puede considerar un pionero. Antes que él, por ejemplo, el erudito árabe Ibn Wahshiyya, había realizado una gran aportación para el desciframiento de la escritura jeroglífica.
PASIÓN POR EL ANTIGUO EGIPTO Ibn Wahshiyya era estudioso de múltiples campos científicos, desde la física a las matemáticas, pasando por la alquimia. Además, era políglota y traducía libros de otras culturas.
Junto a la ciencia, otra de sus pasiones era la Historia, especialmente la relacionada con el Antiguo Egipto. Si a esto se le suma su gusto por los códigos cifrados, era evidente que no podría resistirse a tratar de descifrar la escritura jeroglífica. Ibn Wahshiyyah hizo uso de un método comparativo recurriendo al copto, que tenía una relación con el egipcio faraónico de la última etapa (a partir del siglo II a.C.). Su alfabeto era una mezcla de caracteres griegos y demóticos.
El esfuerzo del erudito dio sus frutos en el año 985. En un texto, titulado Kitab Shawq al-Mustaham, analiza varios alfabetos antiguos. Uno de ellos era el jeroglífico, del que el autor había conseguido descifrar algunos caracteres; ocho siglos antes de que lo hiciese Champollion.
Este libro fue traducido en 1806, al inglés y publicado por Joseph von Hammer-Purgstall. Uno de cuyos ejemplares se encontraba en manos de uno de los tutores del francés. No obstante, nunca sabremos con certeza si el trabajo del árabe sirvió de base a Champollion.