PEÑAESCRITA. El enigma de las PINTURAS RUPESTRES
El enigma de las pinturas rupestres
PEÑAESCRITA GUARDA UNO DE LOS TESOROS MÁS PRECIADOS DE LA ANTIGÜEDAD. Y ES QUE, PESE A LA POCA PROFUNDIDA EN LA QUE SE ENCUENTRAN, ALLÍ EXISTEN ALGUNAS DE LAS PINTURAS RUPESTRES MEJOR CONSERVADAS.
EN LA REGIÓN FORMADA POR SIERRA MADRONA Y VALLE DE LA ALCUDIA, al sur de la provincia de Ciudad Real y próxima a la de Córdoba, nos encontramos con numerosos abrigos con pinturas rupestres. Estas, que, tras su estudio han sido agrupadas en diferentes conjuntos, presentan, no obstante, caracterísiticas comunes entre sí, tales como su esquematismo (simbólicas y conceptuales), cromatismo (rojo vinoso a ocre), cronología (Calcolítico: 2500/1800 a Bronce Final: 1800/750 a.C.) y técnica (trazos contínuos, firmes, de distinto grosor).
RENOMBRE MUNDIAL
De entre todos estos enclaves llaman especialmente la atención los de Peñaescrita y la Batanera, que por su interés fueron declarados Monumento Histórico-Artístico ya en 1924. Dados a conocer por López de Cárdenas en 1783 (pensaba que eran signos fenopúnicos y egipcios), cuando estudiaba la zona para el Conde de Floridablanca. No fue hasta principios del siglo pasado que adquirieron renombre mundial, debido a la divulgación que, tras numerosas investigaciones, hicieron de ellos prehistoriadores de la talla de Breuil y Obermaier.
El abrigo de Peñaescrita se compone de ocho paneles, de los cuales algunos de ellos contienen llamativas e inquietantes pinturas, en general, muy bien conservadas. En la actualidad –desde 1980– está protegido de afecciones antrópicas por una verja, que no impide en absoluto la buena visualización de los motivos. Se ubica en un repecho de la sierra, a algo más de 900 metros de altura, vecino al arroyo que lleva su mismo nombre. Este pequeño valle es de singular belleza paisajística: el exiguo curso fluvial, que, sin duda, en otras eras geológicas contaría con mucho más caudal y volumen, ha ido encajando su cauce de suerte que, sobre todo por uno de sus lados, lo flanquea un alto farallón.
Estos roquedales moldean extrañas formas cuadradas y angulares, que, a veces, más parecen estar trabajadas por manos inteligentes que generadas por capricho de la naturaleza. Además, en este ya de por sí sugestivo entorno, nos en-
EL ABRIGO DE PEÑAESCRITA se compone de ocho paneles, de los cuales algunos de ellos contienen llamativas e inquietantes pinturas, en general, muy bien conservadas.
contramos con amplios sectores del cortado recubiertos de una substancia totalmente negra, como el betún, que realmente no es otra cosa que una capa de biofilm, es decir, una fina película biótica compuesta por microorganismos y sus secreciones, que crecen sobre las piedras adaptándose a sus superficies. Lo extraño es, además de su coloración, es su composición biológica, ya que a partir de los numerosos estudios científicos que se han realizado sobre ella, parecen ser algas unicelulares, si bien presentan características tan específi- cas, que han llevado a alguno de sus investigadores a pensar que son producto de la panspermia, es decir, que se trata de una forma de vida exoplanetaria que llegó a la Tierra viajando en un asteroide u otro cuerpo celeste.
EXTRAÑAS FIGURAS
Respecto a las representaciones de las que vamos a tratar, se sitúan sobre las paredes diédricas de una oquedad cuarcítica, cuya máxima profundidad no llega a los 3 me-
tros. Esto hace que las inclemencias meteorológicas les afectEn de pleno, no obstante lo cual, se considera uno de los mejores yacimientos de arte rupestre a nivel europeo debido, precisamente, a su excelente estado de conservación.
Entre los 8 paneles que forman este cluster se han podido reconocer un total de 104 imágenes. Los paneles principales son el número 1 (de Las Paridoras), con hasta 27 elementos, donde se pueden reconocer 7 parejas humanas –asociación hombre itifálico/mujer pariendo– y dibujos simbólicos. Y en el número 2, con motivos antropomorfos y con otras figuras de difícil adscripción, también se observan posibles animales, plantas, soliformes… Por todo ello, se le reconoce como una escena mágico-religiosa vinculada con el ciclo de la reproducción y la procreación.
Hasta aquí, la hipótesis científica y arqueológica sobre estas pinturas pero… ¿y si haciendo un ejercicio de imaginación fuéramos capaces de pergeñar otra lectura mas esotérica y anticonvencional? Digamos, una interpretación de ciencia ficción.
TEORÍAS
En el panel número 1 –Las Paridoras– hallamos solamente dos tipos de imágenes: unas las antropomorfas (supuestamente asociación de hombres macrofálicos con mujeres parturientas), que estarían relacionadas con el plano puramente físico, y otras representaciones mas abstractas, que se concretan en pectiformes/ramiformes y una especie de idolillo que nos recuerda vagamente a un cérvido, que estarían vinculadas con el plano espiritual.
Aunque no son raras en la prehistoria las figuraciones del momento del parto, lo frecuente es plasmar al recién nacido entre las piernas de la mujer acuclillada, es decir, se intenta fijar la “instantánea” del preciso momento en que el bebé sale del útero materno. Así lo hace la parturienta del abrigo de la Higuera (Cartagena), o las pinturas de Monte Borradaile, Parque Nacional Kakadu (Australia) –donde hay un curioso dimorfismo humano/artropodo–, Göbleki Tepe, numerosas cerámicas precolombinas, etc... Se trata, pues, de un tema recurrente en muchas culturas y épocas.
UNA MAGNÍFICA ESCENA PICTÓRICA de hace varios milenios muestra cómo varios hombres acompañan a sus mujeres durante el trance de dar a luz.
Sin embargo, en esta ocasión solo hay un caso –y dudoso– en el cual aparecería el supuesto niño en el suelo, bajo la madre, si bien su coloración está mucho más desvaída y puede –así lo pensó la docotra Acosta, la mayor estudiosa del arte esquemático en España– que no esté directamente relacionado con el tema central.
Por otra parte, en todas las manifestaciones rupestres, desde el Paleolítico hasta la Prehistoria Reciente, se suelen dibujar los atributos sexuales de ambos géneros: en este panel vemos a los varones claramente representados, pero en las hembras, no hay atisbo de senos, siendo lo habitual que se les resalte ex profeso: por poner ejemplos cronológicamente cercanos, las “Danzantes” de Cogul, la “Venus de la Valltorta", las mujeres del abrigo de Tirig, y muchos más.
Y, lo mas extraño de todo: las formas insectoides de las mujeres. En una terrible pareidolia, no podemos dejar de ver “retratos” de mantis religiosa en su fisonomía; incluso el tocado, sin duda, confeccionados en la realidad con vistosas plumas, pero que, en nuestro subconsciente, nos revierte a las largas antenas de muchos insectos. Y, como ellos, encontramos varios hombres con seis extremidades... ¿Se representa una escena de hibridación? Y otro acéfalo, pero ¿no devoran usualmente las mantis la cabeza de sus machos una vez efectuada la cópula?
En fin, dejando a un lado la irrealidad para alinearnos con la propuesta académica, sin género de dudas, la correcta y cuya interpretación veraz no desmerece en nada a la inventada, nos encontramos con una magnífica escena pictórica de hace varios milenios, en la que observamos cómo varios hombres acompañan a sus mujeres en el difícil trance de dar a luz, evocan un ancestral rito de fertilidad.