El plan de WINSTON CHURCHILL
A FINALES DE LOS AÑOS 30 DEL SIGLO XX LA DEBILIDAD DE LAS DEMOCRACIAS OCCIDENTALES PERMITIÓ A LA ALEMANIA NAZI COMENZAR UN PROCESO DE EXPANSIÓN TERRITORIAL CON LA ANEXIÓN DE PAÍSES COMO AUSTRIA Y CHECOSLOVAQUIA. SOLO UNOS POCOS FUERON CONSCIENTES DEL PELIGRO QUE SUPONÍA PARA EUROPA Y EL MUNDO ENTERO EL REARME ALEMÁN. WINSTON CHURCHILL FUE UNO DE ELLOS, PERO, DESGRACIADAMENTE, SUS PALABRAS NO FUERON ESCUCHADAS HASTA QUE YA FUE DEMASIADO TARDE.
EN WINSTON LEONARD SPENCER CHURCHILL NACIÓ EL 30 DE NOVIEMBRE DE 1875 EN EL SENO DE UNA FAMILIA ARISTOCRÁTICA Y CONSERVADORA DE TRADICIÓN VICTORIANA. Hijo del séptimo duque de Marlborough y de la estadounidense Jennie Jerome, Winston vio transcurrir su infancia en una serie de internados escolares en donde, a decir verdad, nunca destacó por su alto rendimiento académico. En el colegio de Harrow era frecuentemente castigado por su falta de dedicación y su carácter inquieto, independiente y rebelde, mientras que, por otra parte, asombraba a todos aquellos que le rodeaban por sus evidentes contrastes, ya que no resultaba extraño verle suspender varias asignaturas, al mismo tiempo que era felicitado por sus excelentes resultados en matemáticas o Historia, e incluso por proclamarse campeón de esgrima en los campeonatos organizados en su escuela.
AL SERVICIO DE SU PATRIA
Tras superar una etapa escolar llena de sobresaltos, el joven Winston se alistó en el ejército cuando contaba con 21 años de edad. Por fin su sueño se había hecho realidad, desde ese momento le esperaba una vida plagada de aventuras y emociones fuertes al servicio de su patria. Su primer destino fue en Bangalore (India), en donde sirvió como segundo teniente en el 4º Regimiento de Húsares, pero, muy
a su pesar, lo único que pudo hacer durante su estancia en la gran colonia inglesa fue jugar al polo y soñar con la posibilidad de participar en alguno de los conflictos coloniales que a finales de este convulso siglo XIX se sucedían por distintas partes del globo.
En 1895, financiado por el periódico The Daily Graphic, marchó hacia Cuba para presenciar los combates entre las tropas españolas y los rebeldes a cambio, eso sí, de escribir una serie de artículos en los que dio muestras de su genio literario. Dos años más tarde, hizo de nuevo las maletas y viajó hasta los Balcanes con la intención de ser testigo de los principales hechos acontecidos en la guerra entre turcos y griegos, pero hemos de suponer que no se tuvo que dar mucha prisa porque cuando llegó el conflicto ya había terminado. Desde allí regresó de nuevo a la India para tomar parte en la campaña contra los rebeldes pastunes, en la frontera noreste de la colonia británica, y tras seis semanas de combates, pudo regresar a Inglaterra en octubre de 1897, año en el que publicó su primer libro, The story of the Malakand Field Force, en el que narra sus vivencias durante el conflicto.
CARRERA POLÍTICA
En 1899, Winston Churchill abandonó el ejército y comenzó su carrera política, aunque esto no supuso ningún impedimento para que él, un hombre de grandes inquietudes, pasase nuevamente a la acción y protagonizase nuevas aventuras como la que llevó cabo durante la Segunda Guerra Anglo-Bóer.
El 12 de octubre de este año fue enviado como corresponsal de guerra del diario The Morning Post a Sudáfrica. Una vez en su destino, inició un viaje en un tren militar al mando de Aylmer Haldane, pero cuando este se encontraba a mitad de camino fue hecho descarrilar tras un feroz ataque de los Bóers. El pánico cundió entre los ingleses, pero fue en esos momentos críticos cuando emergió la figura estelar de Churchill que, sin dudarlo, y, aunque era un no combatiente, se puso al frente de las tropas inglesas y movilizó a todos sus hombres para arreglar la vía y posteriormente la locomotora, al igual que un buen número de vagones en donde situó a sus compatriotas heridos para llevarlos a una zona segura. A pesar del éxito de la operación, el joven Winston no tuvo tanta suerte porque al final fue capturado por los Bóers y encerrado en un campo de prisioneros de Pretoria.
Incapaz de plegarse ante su destino y verse sometido a un largo período de
EN 1899, WINSTON CHURCHILL abandonó el ejército y comenzó su carrera política, aunque esto no supuso ningún impedimento para que él pasase nuevamente a la acción y protagonizase nuevas aventuras.
reclusión, comenzó a planificar un plan de evasión que llevó a cabo muy pronto. Tras saltar la valla del recinto en donde se encontraba encerrado Churchill inició una larga marcha de 480 kilómetros hasta llegar a la colonia portuguesa de Maputo desde donde partió hacia Durban para ponerse bajo las órdenes del General Redvers Buller y participar en la batalla de Spion Kop.
De vuelta a Inglaterra, Churchill se presentó como candidato conservador en el distrito electoral de Oldham en las elecciones del año 1900, pero, a pesar de resultar elegido, decidió continuar viajando por el mundo y experimentar nuevas vivencias. En lugar de asistir a la apertura del Parlamento, marchó hacia los Estados Unidos y allí pronunció una serie de discursos y fue invitado a varias conferencias en donde llegó a conocer al famoso Mark Twain, quien afirmó de forma jocosa, pero mostrando gran simpatía hacia el joven noble británico, que "por su padre era inglés y por su madre, estadounidense. He aquí al hombre perfecto".
Este período de relativa calma tocó a su fin cuando se vio obligado a regresar a su hogar y a retomar las obligaciones en el Parlamento inglés, en donde pudo hacer gala de sus portentosas dotes oratorias, aunque para ello (y esto fue una constante durante su vida) se vio obligado a superar un grave problema, ya que Churchill era tartamudo, por lo que se vio en la necesidad de planificar sus discursos hasta con semanas de antelación. Debido a sus discrepancias con el líder del partido conservador (Joseph Chamberlain), quien propuso la existencia de importantes tarifas arancelarias, también por su negativa a incrementar el presupuesto del ejército, Churchill se unió al grupo de disidentes del partido, encabezados por Hugh Cecil. Posteriormente, fue estrechando su relación con los liberales hasta tal punto que abandonó a sus antiguos compañeros y se presentó en las elecciones de 1906 como candidato del Partido Liberal por Mánchester, en donde consiguió una holgada mayoría de votos. Sus dotes políticas no pasaron desapercibidas entre sus colegas liberales y, en 1910, fue nombrado ministro de asuntos internos, en donde siguió progresando, a
VICIOS INCONFESABLES A CHURCHILL TAMBIÉN SE LE RECONOCE POR SU AMOR A LOS PUROS Y AL WHISKY ESCOCÉS, hasta tal punto que durante la Ley Seca en los Estados Unidos, llegó a declarar que la enmienda constitucional que prohibía el alcohol era "una afrenta a toda la Historia de la Humanidad".
pesar de que alguna de sus actuaciones generasen una cierta polémica, como en aquella ocasión en la que un grupo de revolucionarios anarquistas fuertemente armados quedó atrapado en un edificio en llamas y el ministro impidió la llegada de los bomberos para forzarles a salir y deponer las armas. En 1911 alcanzó el influyente puesto de Primer Lord del Almirantazgo, desde el que impulsó importantes reformas, como el desarrollo de la aviación naval y el cambio de combustible para sus barcos que dejaron de utilizar carbón por petróleo. LA GRAN GUERRA
En 1915, un año después del estallido de la Primera Guerra Mundial, Churchill tuvo que enfrentarse nuevamente a las críticas de la oposición cuando le acusaron, al parecer injustamente, de ser responsable del hundimiento del RMS Lusitania cuando surcaba los mares sin ningún tipo de escolta, un acontecimiento que, según los enemigos del Primer Lord del Almirantazgo, había sido provocado para propiciar la entrada en la guerra de los EE.UU. Sin embargo, según los historiadores actuales, la pre- matura entrada del país americano en el conflicto impidió la llegada de convoyes a Inglaterra, por lo que el gobierno inglés nunca pudo plantearse una acción de este tipo, especialmente durante las primeras fases del mismo.
Al margen de este oscuro episodio, lo que realmente marcó la carrera de Churchill durante la Primera Guerra Mundial fue su planificación y ejecución del desastroso desembarco inglés de Galípoli en los Dardanelos, que, según estudios recientes, pudo haber causado la muerte de unos 250.000 soldados británicos y otros 50.000 franceses. La victoria turca provocó la dimisión de Churchill, hundiéndole en una profunda crisis interna y en una depresión (le acompañó el resto de su vida) que trató de superar reintegrándose en el ejército y participando en alguna de las más cruentas batallas del frente occidental.
El regreso de Churchill a la escena política se produjo en diciembre de 1916, cuando el liberal Lloyd George logró formar gobierno. Sin embargo, su vuelta a Londres se demoró unos meses hasta que, en julio de 1917, asumió el cargo de ministro de Armamento, empleándose a fondo para tratar de aumentar la productividad de la industria bélica británica y contribuir, de esta forma, a la victoria de las armas inglesas sobre los enemigos del Imperio.
EXTREMISMO IDEOLÓGICO Durante los años 30 las débiles y condescendientes democracias occidentales decidieron no hacer frente a la expansión del extremismo ideológico
y de los regímenes totalitarios que cada vez más se imponían en los estados europeos. Solo unos pocos fueron lo suficientemente sensatos para advertir sobre la necesidad de defender los valores propios del parlamentarismo y de la democracia, pero su esfuerzo fue en vano. En sus escritos Churchill nos habla sobre la frustración que sintió cuando comprendió que la política de apaciguamiento de Chamberlain no hacía sino agotar las posibilidades de evitar una guerra con un rival cada vez más poderoso. Nadie parecía dispuesto a frenar las ambiciones políticas de Hitler, tal vez por miedo a provocar el estallido de una nueva guerra, tal vez por la inestabilidad política de las democracias que impedía llevar a cabo con normalidad la acción de gobierno; más probablemente por la falta de principios de una clase política preocupada por tomar decisiones que les penalizasen electoralmente. Curiosamente, una de sus citas más aclamadas de Churchill es aquella en la que afirma que "el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones".
Aprovechando esta falta de iniciativa (visible en los Acuerdos de Múnich de septiembre del 38 por los que Francia e Inglaterra dan por buena la anexión de los Sudetes checos por Alemania) Hitler logró anexionarse Austria y después de toda Checoslovaquia. Pronto los acontecimientos se precipitaron. Checoslovaquia comprendió que Inglaterra y Francia no iban a mover ni un solo dedo para acudir en su defensa, por lo que su presidente dimitió y el ejército acabó disolviéndose (¡30 divisiones que podrían haber luchado contra los nazis, sencillamente dejaron de existir!). Para complicar aún más las cosas, la Unión Soviética asombró al mundo al llegar a un acuerdo con la Alemania nazi, entre otras cosas para repartirse el estado polaco. Poco después Hitler ordenó la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. Ante esta situación, Inglaterra y Francia ya no tenían más remedio que declarar la guerra dos días después. La Segunda Guerra Mundial había comenzado y, como se esperaba, las cosas no pintaron nada bien para las democracias occidentales. Polonia nada podía hacer para sobreponerse al fulminante ataque de la Wehrmacht y unos meses más tarde, el ejército alemán caía sobre Dinamarca y Noruega sin encontrar apenas resistencia. Como nuevo Primer Lord del Almirantazgo, la misión de Churchill fue dar seguridad a los barcos mercantes que atravesaban el Atlántico Norte para abastecer a Inglaterra, mientras que la operación para socorrer a los noruegos frente a la agresión nazi terminó con un absoluto fracaso. Ante dicha situación, el condescendiente Primer Ministro Chamberlein se vio forzado a presentar su dimisión y el rey propuso a Churchill la formación de un nuevo gobierno.
PERSONALIDAD CAUTIVADORA Desde el inicio de su primer mandato Winston Churchill destacó por su cautivadora personalidad, por ser un hombre que logró infundir ánimos a un pueblo que cada vez confiaba menos en la posibilidad de sobrevivir ante el ataque de un enemigo tan poderoso como Hitler que, en unos pocos meses, puso a media Europa bajo sus pies.
A pesar de que su comportamiento político siempre había generado controversias, Churchill fue un hombre que logró sobreponerse a sus fracasos ("El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse"), en muchos ca-
TRAS EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, Churchill se convirtió en una de las cabezas más visibles de la política inglesa: primero, dentro del Partido Liberal y, posteriormente, en 1925, como miembro del Partido Conservador.
sos recurriendo a su cara más amable, a su reconocido sentido del humor y a su gran optimismo ("Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad"). Cuando todo a su alrededor parecía desmoronarse sin remisión, el político inglés asombraba a todos por ser una inagotable fuente de ideas, por sus increíbles anécdotas y por sus alucinantes proyectos (algunos disparatados como cuando propuso tras un contundente desayuno fabricar puertos prefabricados para llevar a cabo un desembarco a gran escala en el continente). Lloyd George llegó a decir de él que tenía diez ideas al día, pero nunca sabía cuál era la más acertada.
Wiston Churchill nunca fue visto como el político perfecto, pero era, eso sí, el hombre que necesitaba su pueblo para recuperar la fe en la victoria cuando ya muchos habían decidido arrojar la toalla. Sus discursos fueron una fuente de inspiración para los ingleses cuando contemplaron con horror cómo la Alemania nazi se había desecho en pocas semanas del poderoso ejército francés: "Defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo; pelearemos en las playas, pelearemos en los sitios de desembarques, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en las colinas: nunca nos rendiremos". Tras la fulminante derrota de Francia se inició la batalla de Inglaterra, en la que la Luftwaffe alemana trató de conseguir el dominio de los cielos como paso previo a una invasión terrestre atravesando el Canal de la Mancha. La heroicidad de los pilotos ingleses de la RAF en su lucha contra la Luftwaffe, unido a las decisiones desacertadas del Alto Mando Alemán, como la de centrar la atención en el bombardeo de las grandes ciudades inglesas, supuso la primera derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En otro de sus discursos Churchill aseguró, refiriéndose a los jóvenes pilotos británicos, que: "Nunca en el campo del CONflICtO HuMANO, tANtA GENtE LE DEBIó tanto a tan pocos".
EL FINAL DE UN GRAN POLÍTICO Durante la guerra, al Primer Ministro británico se le vio constantemente evaluando en primera persona los daños sufridos por la población civil inglesa tras los bombardeos alemanes, siempre mostrando, mientras se fumaba uno de sus puros, el signo de la victoria para regocijo de sus compatriotas. También arriesgó su vida visitando a las tropas británicas cuando estas se encontraban en situaciones más que comprometidas. Uno de sus mayores logros fue, en opinión de los historiadores, ganarse el apoyo del presidente estadounidense Franklin D. Roosvelt, quien se comprometió a aprobar una nueva ley (de Préstamo y Arriendo) por la que Estados Unidos podría enviar material bélico a países considerados aliados para la defensa de los intereses americanos, y cuyo pago se realizaría después de la guerra. Existen pocas dudas por parte de los historiadores actuales al admitir
que este proyecto resultó esencial para que Gran Bretaña pudiese sobrevivir cuando se encontraba sola frente al gigante alemán entre 1940 y 1941 (la ley entró en vigor en marzo de este último año). Frente a los logros de Churchill, algunas de sus decisiones fueron, nuevamente, muy criticadas. Es el caso de su respaldo al bombardeo de Dresde, una ciudad sin ningún valor estratégico, pero que fue destrozada por las bombas aliadas poco antes del final de las hostilidades. También se le reprochó al político inglés que mirase hacia otro lado cuando los soviéticos, después de arrasar la Europa oriental en su avance hacia Berlín, sometieron a Polonia y la pusieron bajo su ámbito de influencia.
A pesar de todo, el papel de Winston Churchill es fundamental para entender el desarrollo de la guerra, ya que fue responsable, en buena medida, del éxito inglés a la hora de frenar al nazismo por impulsar el espíritu de resistencia entre sus compatriotas, compartiendo las penas con la población civil que lo había perdido todo durante la batalla de Inglaterra o las penalidades junto a sus soldados (otros líderes militares nunca pisaron un campo de batalla durante la guerra) en un esfuerzo sobrehumano que pasó factura en la salud del incombustible Primer Ministro. Pese a todo esto, y contra toda lógica, Churchill cayó derrotado frente al laborista Clement Attlee en las elecciones de 1945. Los historiadores piensan que el voto de castigo al partido Conservador no fue hacia la figura de Churchill, sino por la actuación de Chamberlain durante los años 30.
Durante la postguerra, este gigante político no se mantuvo al margen de los acontecimientos que se sucedieron en el mundo y que apuntaban hacia la creación de una nueva época. Churchill fue uno de los pioneros al defender la idea de una especie de unión de países europeos para evitar futuros conflictos que devastasen el continente. También popularizó la frase de "el telón de acero" para frenar la influencia del comunismo. En 1951 inició su segundo mandato que duraría hasta el 1955, en el que presentó su dimisión. Durante estos años su prioridad fue tratar de retrasar un fenómeno que ya era irreversible,:el desmembramiento del imperio y, por otro lado (debemos de tener en cuenta que Churchill era un victoriano miembro de una familia aristocrática nacido durante la época de esplendor imperial), frenar la inmigración de población asiática hacia Inglaterra que, según él, amenazaba con destruir la identidad británica. En 1955, el político inglés dijo a Ian Gilmour, refiriéndose a la inmigración: "Creo que es el asunto más importante al que se enfrenta este país, pero no podré lograr que ninguno de mis ministros llegue a darse cuenta". Durante este segundo mandato, en 1953, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por su excelente descripción de los hechos biográficos e históricos en su obra y por su defensa de los valores humanos.
La vida de Churchill había sido plena, pero las fuerzas y la salud empezaron a fallarle. En 1964 abandonó la Cámara de los Comunes para no regresar nunca jamás. Inglaterra se quedaba huérfana de un político que había hecho de la defensa de su patria la razón única de su existencia. Poco después, el 24 de enero de 1965, fallecía después de sufrir un segundo ataque cardiaco. Según testigos presenciales las últimas palabras que pronunció Churchill cuando ya se disponía a emprender su último viaje fueron: "Es todo tan aburrido". Algo que resulta tremendamente paradójico tratándose del que, sin duda, ha sido uno de los seres humanos con una biografía más apasionante de todo el siglo XX.
EL PAPEL DE CHURCHILL es fundamental para entender el desarrollo de la guerra, ya que fue responsable del éxito inglés a la hora de frenar al nazismo por impulsar el espíritu de resistencia entre sus compatriotas.