Las columnas francesas
A finales del siglo xvii la estrategia que primaba en el campo de batalla era disponer a las tropas de forma que cada hombre pudiera emplear su arma de fuego con eficacia. Para lograr mejor ese objetivo, se las desplegaba en líneas de orden cerrado en las que un soldado se situaba al lado de otro para intentar mantener la posición en todo momento. se había demostrado que las formaciones con un fondo de tres individuos como máximo resultaban prácticas, mientras que, en las de más profundidad, además de prestar un blanco excelente para el adversario, los soldados de la cuarta fila y de las siguientes no podían ver al enemigo y tenían que disparar a ciegas.
Debido a estos factores, la infantería de línea se desplegaba casi siempre de esa manera, pero tal disposición variaba de acuerdo con las circunstancias. en terrenos difíciles, por ejemplo, en los que la caballería no podía actuar y su potencia cobraba menos importancia, las tropas de a pie se desplegaban en dos filas que aportaban mayor seguridad. este sistema permitía también que el batallón cubriese un frente muy grande, pero carecía de la suficiente profundidad para realizar luego una carga. además, durante los intercambios de disparos, el despliegue en dos en fondo comportaba una considerable reducción del frente, ya que, al no haber tropas de reserva por detrás, a medida que se producían las bajas los soldados tenían que desplazarse hacia el centro para mantener el orden cerrado.
la infantería napoleónica también basó siempre sus tácticas en esas referencias: el creciente poder de fuego, la extensión de los frentes y la acertada utilización del terreno. sólo que con algunas variaciones. moviéndose con velocidad dentro de un escenario bien elegido previamente, las columnas cerradas para los desplazamientos y marchas y las formaciones en línea o mixtas para el avance, caían sobre su adversario y procedían a disparar por filas a corta distancia de su enemigo, para pasar en los últimos metros al asalto a la bayoneta.
en este sentido, el ataque francés no era muy novedoso, bebía de las enseñanzas de federico ii de Prusia, que en su Instrucción militar para los generales, exponía: "El medio más seguro para conseguir la victoria es marchar ciegamente y en orden al enemigo y ganar siempre terreno. La infantería marchará al paso largo; los comandantes de los batallones procurarán romper al adversario, penetrarle, cayendo sobre él a la bayoneta; si es preciso hacer fuego, lo abrirán a 250 pasos; si los soldados empezaran a tirar sin orden, se les hará volver a poner sus armas sobre el hombro y avanzarán sin detenerse; se harán descargas por batallón cuando el contrario empiece a cejar; una batalla empeñada de este modo será prontamente decidida".
Para ese despliegue de las tropas francesas era de especial importancia la formación de columnas, que permitían una libertad de maniobra muy superior a la de las líneas. a una columna estrecha y compacta le era mucho más fácil mantenerse alineada que a una delgada barrera de hombres de cientos de metros de longitud. además, podía desplegarse sin problemas en dos líneas, mientras que variar una formación dispuesta a lo largo y con poco fondo resultaba mucho más difícil y peligroso. el problema era que para poder realizar todas esas maniobras, la instrucción de los soldados, el adiestramiento de las unidades y la férrea disciplina eran cuestiones fundamentales, y los ejércitos que con el paso de los años consiguió reunir bonaparte no siempre llegaron a cumplir esas premisas.
las formaciones en dos líneas de la infantería permitían que los batallones –con las divisiones de atrás formadas en cuadro en los flancos, o las columnas compactas de la mitad de una compañía formada por las alas–, pudieran poner 30 de sus 36 mosquetes en acción, mientras que si estaban formado en tres líneas sólo podían utilizar 24 de los 36 mosquetes. además, el frente y la retaguardia de la línea de batalla se flanqueaban con el fuego de 50 fusileros, que proporcionaban más estabilidad de la que podía ofrecer la presencia de una tercera línea. eso permitía que las alas quedaran protegidas ante un ataque de caballería inesperado, por ejemplo, que hubiera enmascarado sus movimientos detrás de una loma. Todo lo contrario que con la formación en tres líneas, pues un batallón así desplegado que fuera sorprendido en su flanco por una carga de caballería, estaba perdido.
no obstante, muchos comandantes franceses, que no siempre eran grandes estrategas, preferían no modificar sus columnas, a pesar de que presentaban una acusada inferioridad frente a las formaciones en línea adversarias desde el punto de vista de la potencia de fuego. en realidad, como estaban destinadas a la acción de choque, sólo permitían disparar a unas cuantas docenas de hombres, de los miles que a menudo la componían, mientras que todos los soldados de la línea enemiga podían intentar hacer blanco en la enorme masa que se dirigía hacia ellos. Debido a esta desigualdad de fuerzas, no es de extrañar que muchas columnas quedaran prácticamente destruidas cada vez que se enfrentaban a formaciones en línea.
De hecho, la verdadera función de las columnas era la acción de choque, no el asalto a las filas enemigas que no hubiesen sido batidas antes. lo dijo más de una vez el mismo napoleón: "Las columnas no pueden romper las líneas a menos que estén apoyadas por un fuego de artillería superior". Por tanto, era necesario debilitar al enemigo con un bombardeo previo de la artillería y un fuego constante de fusilería. sólo entonces debían enviarse las columnas al ataque. en ese momento, cuando la defensa ya estaba al borde del colapso, la simple aparición de unas formaciones tan compactas a paso de carga bastaba casi siempre para precipitar la huida. esa forma de combatir permitió a las tropas francesas romper las líneas defensivas del adversario en toda europa durante años. en Jena, por ejemplo, en 1806, dispersaron totalmente un ejército, el prusiano, que era célebre por la eficacia de sus formaciones en línea.
Únicamente lo los británicos, gracias a sus experiencias durante la guerra en españa, desarrollaron un sistema táctico para neutralizar esa modalidad de ataque. en primer lugar, ocupaban posiciones defensivas muy bien escogidas, que dominaban la zona de combate, y sólo dejaban ver una parte de sus fuerzas. así limitaban considerablemente las posibilidades de dirigir hacia ellas el fuego de artillería, al tiempo que impedían a su adversario determinar el número de fuerzas de que disponían y la extensión de su posición.