Antonio ViEira
En 1640 sE produjo la ansiada sEcEsión dE portugal
dE la corona Española. Dos, tres generaciones, tal vez, nacieron marcadas por la humillación del dominio extranjero. A una de ellas perteneció el jesuita antonio Vieira, quien quiso insuflarle un aire nuevo a las profecías de Bandarra. Él añadió algún matiz al sueño mesiánico de su antecesor y llegó a aventurar que Portugal se convertiría en el Quinto Imperio, donde por fin judíos y cristianos serían representados por una misma Iglesia. A sus clarividencias le sumó el espíritu pragmático que lo animó a solicitar al gobierno que rehabilitase a los cristianos nuevos, eufemismo delicioso con que se nombraba a los judíos conversos que seguían escribiendo las hojas de la historia proscrita. y los únicos capaces, bajo cualquier buen criterio, de poner en marcha el aparato burocrático y administrativo de un país que había visto diezmado su imperio de ultramar durante los sesenta años de traspaso.
Los cuatro imperios de la antigüedad habían sido: el babilónico, persa, griego y romano. Si Vieira estaba en lo cierto, Portugal había de ser el nuevo referente de la civilización. En 1663 en Coimbra, ante el inquisidor alexandre da silva, compareció Antonio Vieira para defenderse de las acusaciones de herejía por interpretar las profecías judeizantes de Bandarra y por ser el autor del libro que revelaba las claves del Quinto Imperio. Aunque el sacerdote auguraba a Portugal un futuro prometedor, que no entraba en conflicto con el poder de la Iglesia, pues la nación estaba llamada a conquistar el mundo para convertirlo en un Imperio cristiano, aquella penetración en los sueños reveladores de Bandarra le tuvo que parecer al Santo Oficio una actitud punible como el uso de la Cábala por la que se sintió inclinado. Está de más decir que el gran crimen de Vieira fue realmente la mediana defensa que hizo de los judíos conversos, a los que se le prohibía todo ascenso social con un menosprecio a su potencial humano que no era exclusivo de aquel confín europeo.