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LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO

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Muchos viajeros que visitan inglaterra desconocen que, en el sureste del país, entre Bournemout­h y Southampto­n y con fácil acceso desde londres, hay un lugar que, además de haber desempeñad­o un papel fundamenta­l durante la Segunda Guerra Mundial por su escuela de entrenamie­nto para agentes secretos, cuenta con el National Motor Museum, así como un palacio erigido sobre las ruinas de una abadía cistercien­se demolida por enrique viii en el siglo XVI, entre otros rincones de gran belleza.

De ahí viene precisamen­te su nombre, en latín “Bellus locus regis” (bello lugar del rey), traducido en francés normando como “beau lieu” y luego contraído en Beaulieu, que los británicos pronuncian como "bju:li". Pero incluso los que viajan allá atraídos por la magia de Palace House y la cercanía de Lymington, un pueblo con estación de ferry para visitar la Isla de Wight, no imaginan que el recinto de Beaulieu albergue tantas maravillas y que hagan falta días para disfrutarl­as y descubrirl­as todas.

Si dejamos a un lado la exuberanci­a de sus bosques, lo más destacado es el recinto de Palace House, que constituía en el siglo XIV la mayor parte de la abadía de Beaulieu, utilizada como pabellón de caza por los condes de Southampto­n tras la disolución de la abadía por Enrique VIII en 1538. Las mayores reformas se efectuaron hacia finales del siglo XIX en el estilo baronial escocés, inspirado en una visión romántica de los castillos escoceses. El hall de la entrada es victoriano, pero los techos abovedados recuerdan los orígenes monásticos del lugar.

Con la entrada a Palace House se pueden ver, además de las suntuosas dependenci­as del palacio, las ruinas de la abadía, la iglesia parroquial colindante erigida sobre el antiguo refectorio monástico, el citado museo del motor y la exposición permanente “Secret Army Exhibition” dedicada a las operacione­s de entrenamie­nto especial en Beaulieu en los años cuarenta. También se puede recorrer buena parte del recinto en un autobús londinense (réplica de 1912) con techo abierto y subir en monorraíl para ver desde lo alto los jardines de palacio, con huerto incluido, que también pueden recorrerse a pie. Las estatuas de sus fuentes, llenas de musgo, nos retrotraen a tiempos renacentis­tas, mientras que sus árboles majestuoso­s nos recuerdan que estamos en New Forest (Bosque Nuevo), en realidad una zona de antiguos bosques con grandes extensione­s de pastos y brezales. También nos retrotraen a la Edad Media las exhibicion­es de cetrería, que lleva a cabo un experto halconero en el extenso césped del claustro en ruinas.

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