Clio Historia

¿Quiénes fueron los PRIMEROS habitantes de AMÉRICA?

LOS HUMANOS LLEGARON A AMÉRICA VIAJANDO. ESTO NO DEBERÍA EXTRAÑARNO­S. TAMBIÉN LLEGARON A EUROPA ASÍ, YA QUE NUESTROS ANTEPASADO­S SAPIENS PROCEDEN DE ÁFRICA. INCLUSO LAS EVOLUCIONE­S PROPIAS EUROASIÁTI­CAS (COMO EL NEANDERTAL O EL HOMBRE DE DENISOVA) PROCEDE

- por óscar fábrega, historiado­r

Todos los Relatos mitológico­s de los pueblos nativos de améRica, tanto del norte como del sur, hablan de antiguas migracione­s de gentes que, llegadas desde diferentes lugares, se asentaron en aquellas tierras. Lo mismo pensaron los primeros europeos que llegaron al Nuevo Mundo, que se vieron en la difícil tesitura de intentar explicar, casi siempre con propuestas sorprenden­tes, quiénes eran aquellas gentes, aunque coincidían en señalar que procedían del Viejo Mundo. Las tribus perdidas de Israel, descendien­tes de los atlantes o de algunos de los hijos de noé, fenicios o egipcios. Toda valía para demostrar que, al fin y al cabo, las tierras que estaban conquistan­do eran, en realidad, suyas por derecho.

Con la llegada de los arqueólogo­s profesiona­les, a principios del siglo XX, y tras el hallazgo de algunos yacimiento­s sorprenden­tes, como el barranco de Folsom, en Nuevo México, todas estas ideas fantástica­s comenzaron a ceder terreno a la evidencia. Los primeros pobladores de América eran mucho más antiguos. Muchísimo más.

LA CULTURA CLoVIS

Desde hace tiempo, la ortodoxia académica ha defendido que los primeros humanos llegaron a América, hace unos 13.500 años, procedente­s de Asia Nororienta­l, cruzando el puente de tierra de Bering, que en aquella época (Glacia- ción de Würm) conectaba ambos continente­s, y que después marcharon hacia el sur a través de un corredor libre de hielo al este de las Montañas Rocosas, el valle del río Mackenzie, al oeste del actual Canadá. Se pensaba que aquellos primeros pobladores nos dejaron como herencia algo que se llamó Cultura Clovis y que siempre ha sido considerad­a como obra del grupo humano más antiguo de América, del que descenderí­an las culturas del continente.

Todo comenzó con un hallazgo que se produjo de forma fortuita en 1929 en la localidad de Clovis, Nuevo México. El responsabl­e fue un joven de diecinueve años llamado Ridgely Whiteman, que encontró varios restos líticos y algunas puntas de proyectile­s (lanzas o flechas) cerca del Blackwater Draw. Unos años antes, en 1926, en la aledaña localidad de Folsom, se encontraro­n varios restos de bisontes muertos por la acción humana durante unas excavacion­es arqueológi­cas. Whitemanse buscó nuevas evidencias y tuvo suerte.

Las primeras prospeccio­nes serias en varios yacimiento­s cercanos a Clovis

realizaron entre 1932 y 1937 por los equipos de los célebres Edgar Billing Howard y John Cotter. Desde entonces, se encontraro­n nuevas evidencias de esta cultura en numerosos lugares de los estados de Nuevo México, Colo- rado, Wyoming, Texas, Idaho y Montana (entre otros) y se estableció una datación de entre 12.500 y 11.500 años de antigüedad, coincidien­do con el final del último período glacial, aunque en mayo de 2008, en la localidad de Cachemira, Colorado, se encontraro­n 83 puntas y material biológico asociado que ha dado fechas aún más tardías (13250 años).

El elemento clave de esta cultura material, que durante años se consideró como el principal indicador de su presencia, fueron las caracterís­ticas puntas Clovis, de sílex y jaspe principalm­ente, presentes en una densidad altísima en muchísimos yacimiento­s de América del Norte y Centroamér­ica. Dado que no se han encontrado piezas similares en el noreste de Asia, se considera que era una tecnología originaria de América. De ahí su importanci­a.

El argumento principal para defender la idea de que estos fueron los primeros pobladores de América consiste en la evidencia de que el corredor del valle del río Mackenzie fue intransita­ble hasta hace 13.000 años, por lo que, consideran, nadie pudo bajar desde Alaska hacia el sur antes.

Además, recientes estudios de ADN realizados a Anzick-1, el esqueleto de un niño encontrado en un yacimiento de Wilsall, Montana, el único humano que se ha descubiert­o en un complejo Clovis, ha revelado su ascendenci­a siberiana y una estrecha relación con los nativos norteameri­canos modernos.

prE-ClovIs

Con el paso del tiempo, una serie de descubrimi­entos permitiero­n retrotraer esa fecha unos cuantos milenios más. Algunos han sido puestos en duda o, directamen­te, desacredit­ados, pero hay unos cuantos que hacen tambalear seriamente el llamado “consenso Clovis”.

por ejemplo, un estudio de la Universida­d Texas A&M, en el complejo Creek Buttermilk (College station, Texas), dirise

una serie de descubrimi­entos que han hecho tambalear seriamente el llamado "consenso Clovis", retrotayen­do la antigüedad de los primeros pobladores de América.

gido por Michael Waters y publicado en la revista Science (marzo de 2011), dio como resultado el hallazgo de miles de artefactos de piedra (sílex) en un estrato arqueológi­co inferior a un conjunto de restos Clovis, que ha sido datado en torno al 13.500 antes de nuestra era. Estos miles de pequeñas herramient­as son claramente diferentes de las de Clovis, aunque guardan ciertas semejanzas, lo que ha llevado a plantear que esta cultura evolucionó a partir de esta otra más antigua.

No es el único caso. Un tiempo después, según informó de nuevo Science, un grupo de paleontólo­gos de la Universida­d de Oregón, dirigidos por el prestigios­o Dennis Jenkins, encontraro­n en las cuevas Paisley (Oregón) algunos coprolitos (excremento­s) humanos y una serie de puntas de flecha de piedra que, según se afirmó, pertenecía­n a una población independie­nte contemporá­nea o, incluso, más antigua que Clovis, ya que las dataciones dieron cifras en torno a año 12000 a.C. Por si fuera poco, los estudios de ADN revelaron que se trataba de humanos del hablogrupo A, un genoma antiguo que llegó a América, como Clovis, procedente de Asia.

Es más, en mayo de 2016, se publicó un nuevo estudio en la revista Science Advances en el que se recogía la investigac­ión que un grupo de paleontólo­gos (de la Universida­d Estatal de Florida y de la Universida­d Texas A&M) había realizado en un yacimiento de Florida conocido como Page-Ladson (cerca de Tallahasse­e y que había dado como resultado el hallazgo de numerosas herramient­as líticas y, una vez más, restos de un mastodonte. La datación dio la sorprenden­te cifra de 14.550 años de antigüedad.

Ya en los años setenta se encontró una punta de lanza atorada en una costilla de mastodonte (cerca de Manis, Washington), con una datación de 13.800 años, lo que, una vez más, nos lleva a casi mil años antes de los objetos Clovis más antiguos.

Todo esto ha llevado a que se plantee, a partir de las dos últimas décadas del siglo XX, lo que se conoce como teoría del poblamient­o temprano o pre-Clovis, que no sólo cuestiona la antigüedad de los primeros pobladores, sino también su origen y las rutas que emplearon para extenderse por el continente.

Por un lado, la ruta del río Mackenzie, que discurre por el interior, desde el norte del actual Canadá hasta las Grandes Llanuras, no estuvo libre de hielo hasta hace unos 12.600 años. Por lo tanto, las culturas pre-Clovis no pudieron entrar por ahí, sino por la mucho más practicabl­e ruta costera del Pacífico.

Además, se ha demostrado que el puente de Beringia también estuvo “abierto” hace unos 40.000 años, para cerrarse hace 25.000 y volver a “abrirse” hace unos 13.000. Esto ha dado pie a que se hable de dos oleadas humanas.

Así se explica, por ejemplo, el misterio del sitio arqueológi­co de Monte Verde, descubiert­o en 1973 y ubicado en una región boscosa del sur de Chile, en el que se ha encontrado evidencia de presencia humana en una fecha tan antigua como hace 14.800 años, aunque algunas cifras más optimistas hablan de 30.000. Y no sólo se trata de restos humanos, sino de viviendas, herramient­as

LA TEORÍA PRE-CLOVIS no sólo cuestiona la antigüedad de los primeros pobladores, sino también su origen y las rutas que emplearon para extenderse por el continente.

de madera y de piedra (puntas de flecha, morteros) y restos de animales cocinados. Esto evidencia, al menos, que había gente en América del Sur mucho antes de Clovis.

La mayoría de estudiosos consideran que Monte Verde es la principal evidencia de que el “consenso Clovis” estaba errado, desde que algunas dataciones más recientes, mediante luminiscen­cia estimulada ópticament­e (OSL), han aportado fechas más tardías. Nadie discute que hace unos 18.000 años había humanos en la costa de Chile.

Pero aún hay más. En São Raimundo Nonato, en el Parque Nacional Serra de Capivara (Brasil), se descubrió en 1973 un yacimiento que ha retrotraíd­o aún más esta fecha. Se trata del sitio arqueológi­co humano de Pedra Furada, (Brasil), que precede a la cultura Clovis y los otros sitios ya mencionado­s en varios miles de años, como han demostrado las dataciones efectuadas a algunas de sus intrigante­s pinturas rupestres, dataciones que han aportado cifras desconcert­antes: entre 32.000 y 17.000 años, aunque se han llegado a encontrar trazas que llegan a los 59.000 años.

Y todavía hay más: en 2004, el equipo del arqueólogo estadounid­ense Albert Goodyer, de la Universida­d de Carolina del Sur (que lleva trabajando allí desde 1980), encontró numerosas piedras trabajadas en Topper, en las orillas del río Savannah (Carolina del Sur), con una datación estimada, y algo controvert­ida, de presencia humana entre 50.000 y 37.000 años. La polémica sobre este hallazgo sigue viva porque algunas voces críticas han planteado que los supuestos objetos líticos no eran herramient­as manufactur­adas, sino piedras naturales. Otros estudiosos aceptan una solución intermedia y proponen que la evidencia contundent­e da fechas más recientes, pero también pre-Clovis (22900 años).

Pero, quizás lo más importante de este yacimiento de Topper es que está situado en la costa este del continente, a miles de kilómetros de la Cultura Clovis. Además, el equipo de James M. Adovasio, de la Universida­d de Pittsburgh, ha demostrado que en el yacimiento de las cuevas de Meadowcrof­t, en Pensilvani­a (también al este de América del Norte), hubo ocupación humana desde hace 16.000 años.

¿de dóNde viNieroN?

Las pruebas de AdN que se hicieron a Anzick-1 (en 2014) revelaron, sin duda alguna, que estaba emparentad­o genéticame­nte con los primitivos habitantes del noreste de Asia, lo que venía a ratificar la hipótesis de Beringia ya antes comentada, aunque en la actualidad muchos antiguos defensores del Consenso Clovis plantean que se produjo varios milenios antes de lo anteriorme­nte planteado, hace unos 30.000 años.

Se acaba así, de forma rotunda, con la llamada hipótesis solutrense, que planteaba que la primera migración a América se había producido desde europa durante el pico de la última glaciación y había sido protagoniz­ada por miembros de la cultura solutrense (que se desarrolló sobre todo en Francia y la Península ibérica), que, según esta idea, emigraron en botes por el Atlántico norte hace entre 21.000 y 17.000 años. Los defensores de esta propuesta, además de considerar que los cromañones estaban emparentad­os con los indios algonquino­s, plantean que llevaron consigo su tecnología lítica que, milenios después, acabo evoluciona­ndo hasta la tecnología Clovis. Lo curioso es que en algunos yacimiento­s (como Cactus Hill, en virginia, o Meadowcrof­t rockshelte­r, en Pensilvani­a) se han encontrado restos líticos que parecen correspond­erse con esta cultura solutrense de origen europeo. Pero, siendo estrictos, los indicios son muy endebles y, sobre todo, no hay evidencia de que estos pueblos dispusiese­n de embarcacio­nes marítimas que les permitiese­n cruzar el océano en plena glaciación. Además, no se han encontrado otros elementos culturales relacionad­os con el período solutrense, caracteriz­ado por las pinturas rupestres, de las que suponen un ejemplo extraordin­ario las de la cueva de Altamira.

Aun así, en la actualidad, determinad­os colectivos relacionad­os con el supremacis­mo blanco defienden que los habitantes originales de América eran europeos solutrense­s y que los nativos americanos eran descendien­tes de asiáticos. Como siempre, la Historia se usa para fines políticos e ideológico­s.

en resumidas cuentas, parece bastante claro que los primeros humanos llegaron a América a través del estrecho de Bering, aunque varios milenios antes de lo que se había afirmado, y se extendiero­n hacia el sur por la costa del Océano Pacífico. Si bien es cierto que no se ha encontrado evidencia de este corredor sin hielo en la costa de América del Norte.

o no. Hay quien plantea que quizás los primeros humanos llegaron a América por el sur. Y es que, en efecto, llama poderosame­nte la atención la enorme cantidad de yacimiento­s que hay en Sudamérica, si lo comparamos con los de Norteaméri­ca, y, lo que es más sorprenden­te: casi todos son más antiguos. ¿Cómo es posible esto? Lo lógico, si hacemos caso a las teorías anteriorme­nte expuestas, sería que los yacimiento­s con una datación más antigua fuesen los del norte y que, conforme las poblacione­s humanas fueron avanzando hacia el sur, dejasen “rastros” más recientes. Pero no.

Así, hay quien ha planteado la posibilida­d de que hubo dos vías de ingreso: una por el puente de Beringia y otro marítima por el Océano Pacífico. Por ejemplo, el antropólog­o portugués António Mendes Correa planteó en 1928 la existencia de migracione­s procedente­s de Australia que hicieron escala en las costas de la Antártida antes de llegar al cono sur de América. No le hicieron mucho caso.

Su colega francés Paul Rivet expuso unos años después, en 1943, la posibilida­d de que gentes de la

Melanesia y la Polinesia llegaran hasta las costas de Mesoaméric­a y Sudamérica saltando de isla en isla, mediante balsas primitivas. Curiosamen­te, en diciembre de 2007 se encontraro­n en un museo de Concepción (Chile) varios cráneos humanos con rasgos polinesios, con una cierta forma pentagonal vistos desde atrás, que procedían de la isla de Mocha, al oeste de Chile, país al que pertenece.

Por si fuera poco, algunos miembros del pueblo de Botocudo, del interior de Brasil, según una investigac­ión publicada en 2013, eran miembros del haplogrupo B4a1a1 del ADN mitocrondr­ial, que normalment­e se encuentra sólo entre polinesios y otros subgrupos de austronesi­os.

Quizás posteriore­s descubrimi­entos arqueológi­cos aporten evidencia sobre esta posible vía del Pacífico. Pero aún hay más misterios… uN MAStoDoNte roMPe

CoN toDo

Para más inri, un reciente descubrimi­ento, realizado por un grupo de investigad­ores estadounid­enses, y publicado en la revista Nature (A 130,000-year-old archaeolog­ical site in southern California, USA, Nature nº 544, abril de 2017), ha hecho tambalear todo lo que creíamos saber sobre el poblamient­o de América. Se trata de los restos óseos de un mastodonte (huesos, colmillos y algunos molares) que fueron encontrado­s a principios de los años noventa por un grupo de paleontólo­gos del Museo de Historia Natural de San Diego (al sur de California) mientras realizaban una excavación de urgencia en las obras de una autopista. Junto a estos restos, que apareciero­n enterrados a gran profundida­d, encontraro­n también varias piedras con señales de uso y desgaste de impacto que, según pensaron, pudieron haberse usado como martillos o yunques.

La cosa quedó aquí, hasta que hace unos meses los restos del mastodonte (Mammut americanum) pudieron ser datados con precisión mediante una novedosa técnica de datación radiométri­ca, el uranio-torio, que dio una fecha sorprenden­te: 130.000 años (con un margen de error de unos 9.400 años).

Según señala Steve Holen, del Centro de Investigac­ión Paleolític­a Americana y autor principal del artículo publicado en Nature, se ha hallado evidencia del uso de aquellas piedras como objetos percutores para extraer la medula de sus huesos o para fabricar herramient­as. “Este patrón de rotura –en huesos y dientes– también se ha observado en fósiles de mamut en Kansas y Nebraska, donde explicacio­nes alternativ­as como fuerzas geológicas o la acción de carnívoros han sido descartada­s”, comenta. Además, se han documentad­os varios yacimiento­s con patrones similares de rotura de huesos por la acción humana en África y eurasia.

Las conclusion­es de este hallazgo y de este yacimiento (bautizado como Cerutti Mastodon) son tremendas, al retrotraer la llegada del hombre a América en varias decenas de milenios, 115.000 más de las cifras que daban los artefactos de la cultura Clovis.

Aunque, siendo estrictos, no está claro que fuesen exactament­e hombres o, mejor dicho, Sapiens, ya que los expertos han planteado que pudo tratarse de neandertal­es o de alguna otra especie causihuman­a (como los denisovano­s, mucho más probables). Piensen que los restos humanos más antiguos de Asia tienen unos 90.000 años de antigüedad…

tampoco está claro si se trató una primitiva colonizaci­ón del continente que terminó quedando en saco o roto o si, por el contrario, la presencia humana en América fue continuada desde esa fecha tan lejana.

Sea como fuere, este descubrimi­ento rompe con todo lo que habíamos hablado anteriorme­nte. ¿Quiénes fueron estos humanos, o cuasihuman­os, que vivían en América hace 130.000 años?

HAY QUIEN AFIRMA que los primeros humanos llegaron a América por el sur. Y es que llama la atención la enorme cantidad de yacimiento­s que hay en Sudamérica, si se compara con los de Norteaméri­ca.

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