FRANCISCO DE VITORIA. El padre del Derecho Internacional y la Economía Moral
A PESAR DE NO SER TAN MEDIÁTICO COMO OTROS PERSONAJES DE LA TALLA DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, LA BIOGRAFÍA DE FRANCISCO DE VITORIA, MÁS COMEDIDO Y OBJETIVO QUE EL ANTERIOR, RESULTA FUNDAMENTAL PARA COMPRENDER EL PROCESO DE CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA POR PARTE DE LOS ESPAÑOLES. ESTE ILUSTRE CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA PARTICIPÓ EN EL ASESORAMIENTO A CARLOS I PARA LA REDACCIÓN DE LAS LEYES NUEVAS DE INDIAS, ABOGANDO POR LA NECESIDAD DE RESPETAR LOS DERECHOS Y EL BUEN TRATO HACIA LOS INDÍGENAS. ESTA ES SU HISTORIA.
Podemos considerar como uno de los máximos exponentes del humanismo español a un gran intelectual de su tiempo como fue el fraile dominico francisco de Vitoria, que vivió entre 1483 y 1546 y que realizó aportaciones de un valor incalculable a la sabiduría humana universal, especialmente al derecho, la filosofía, la teología y la economía.
Nació en Burgos en 1483, e inició sus estudios a los veinte años como novicio en la Orden de Predicadores, más conocida como de los Dominicos, fundada por Santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII y que contaba entre sus miembros más ilustres a santo tomás de aquino y a san alfonso magno. Entre 1508 y 1523 estudió y enseñó en el Colegio de Saint Jaques, en París (Francia), unos de los que formaban parte de la Universidad de la Sorbona. Entre 1509 y 1513 cursó los estudios de bachiller en Teología; posteriormente, entre 1513 y 1516 dio clases de arte y filosofía; finalmente, en 1522 obtuvo la licencia en Sagrada Teología y la laurea o doctorado. Allí entró en contacto con el círculo próximo a erasmo de rotterdam, atraído por sus ideas propiamente humanistas.
doctrina y enseñanzas
A la edad de cuarenta años, Franciso de Vitoria se trasladó al Colegio de San Gregorio, de la Universidad de Valladolid, donde impartió sus enseñanzas tomando como base la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino, en sustitución de las Sentencias, de Pedro lombardo. Allí recibió el grado de Magister en Sagrada Teología que otorgaba la Orden Dominica. Posteriormente ganaría la Cátedra Prima de Teología de la Universidad de Salamanca, donde prosiguió su actividad docente hasta su muerte. En esta ciudad dio un impulso importante a un tipo de lecciones magistrales que hasta su llegada no habían suscitado especial interés, las denominadas relecciones, que habían de darse ante toda la comunidad universitaria reunida. Llegó a pronunciar quince, de las que conservamos todas menos dos, y gracias a ellas conocemos gran parte de su doctrina.
El fraile dominico fundó la Escuela de Salamanca, de la cual formarían parte ilustres personajes como melchor cano, domingo Báñez, domingo de soto, francisco suárez o Juan de mariana y que se puede considerar como la primera escuela económica de Occidente. Figuró entre los asuntos centrales de esta escuela el debate en torno al componente moral de la economía, pues en la época surgían dudas por parte de algunos teólogos sobre el carácter pecaminoso del afán de lucro propio de la actividad comercial. De esta Escuela surgirían interesantes teorías económicas, muy avanzadas para la época, en torno a temas como el precio justo de las mercancías en base a la oferta y la demanda, o el concepto de propiedad privada, muy cuestionada moralmente hasta entonces y que, siguiendo la estela marcada tiempo atrás por Tomás de Aquino, se consideró no sólo legítima, sino necesaria para el desarrollo del comercio.
legado humanista
En muchos campos del saber humano realizó fray Francisco aportaciones de un gran valor, que conocemos fundamentalmente gracias a los apuntes que sus alumnos tomaban en clase. Uno de estos campos fue la ciencia jurídica. Es considerado como el padre del Derecho Internacional moderno y uno de los primeros y más destacados defensores del concepto de guerra justa, así como de la dignidad como seres humanos de los indios del Nuevo Continente.
Escribió una obra, De Indis, en la que defendió la igualdad en derechos y en dignidad de estas personas, incluido el de propiedad de sus tierras, todo ello en base a los excesos que se podrían cometer o se cometieron en las tierras conquistadas (sin llegar nunca a producirse un genocidio como algunos pretenden). Sus aportaciones en esta materia le llevaron incluso a ser consultado
francisco de vitoria es considerado el padre del Derecho Internacional moderno y uno de los primeros defensores del concepto de guerra justa, así como de la dignidad como seres humanos de los indios del Nuevo Continente.
como teólogo imperial por el rey Carlos V, que, por encargo del obispo de México, le planteó las dudas que había presentado al Consejo de Indias el agustino Juan de Oseguera y que hacían referencia a la conversión de los nativos de la Nueva España al catolicismo. Sería consultado nuevamente por el Emperador sobre las cuestiones suscitadas por Bartolomé de las Casas al citado Consejo de Indias en lo referente al bautismo de los indios adultos. Su testimonio y aportaciones tuvieron un papel relevante en lo que serían las Leyes de Indias, promulgadas en 1542, que situarían a los indios americanos bajo la protección de la Corona.
En la relección ya citada De Indis, tras defender que los indios eran verdaderos dueños de sus tierras debido a su condición de personas (no admitida por todo el mundo en la época), sienta doctrina sobre la cuestión de los “justos títulos”, sistematizando por primera vez el debate surgido a partir de finales del siglo XV acerca de la justicia de la dominación de las tierras americanas por parte de la Corona de Castilla. Tal justicia había sido puesta en duda por primera vez en 1511 por un fraile, Montesinos, en su famoso sermón de Adviento: “Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacíficas?” .
derecho de guerra
Francisco de Vitoria dedicó parte importante de su obra al Derecho de Guerra, que basaba decididamente en el concepto cristiano de guerra justa, otorgándole una dimensión jurídica a lo que hasta entonces era el concepto de moral cristiana del amor al prójimo representada en las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña.
Merece mención su De Iure Belli, en la que trata los límites morales en el uso de la fuerza militar. Sostiene como principal idea que esta sólo será lícita si se produce como respuesta y en defensa proporcional a una injuria y, en cualquier caso, nunca con la finalidad de extender el dominio territorial o imponer la religión, ni tampoco buscando obtener la gloria personal del gobernante o dejándose llevar por el mero afán de obtención de riquezas. A este respecto, establecen las “tres reglas de oro” en relación a la guerra, en las que define lo que de debe ser la actitud del gobernante antes, durante y después de la toma de las armas. La primera, amar la paz y buscarla, yendo a la guerra sólo en caso de estricta necesidad; la segunda, no buscar la aniquilación de enemigo, sino el establecimiento de la justicia y la paz; la tercera, practicar la humildad en la victoria, evitando humillaciones. Nótese la enorme importancia de estas ideas para la mentalidad de la época.
En De Potestate Civili, considerada base del Derecho internacional moderno, del que es fundador junto a Hugo Grocio, expone el concepto de una comunidad de los pueblos –lo que podríamos considerar un primitivo antecedente de la Sociedad de Naciones o Naciones Unidas– fundada sobre la base del derecho natural, y no del uso de la fuerza. Es decir, concibe fray Francisco por primera vez el concepto de “comunidad internacional”, absolutamente novedoso, en el seno de la cual se adoptarían decisiones en base a intereses globales, esto es, por “consenso de la mayor parte de todo el orbe”. Estas resoluciones tendrían fuerza de ley para todos los Estados miembros y se fundamentarían en la cooperación internacional a la que se refería como “amistad y sociedad humana” y en el principio de “paz y seguridad” internacional. Se aprecia cómo transforma Vitoria lo que hasta entonces era el Ius Gentium como conjunto de normas inconexas entre Estados en lo que hoy conocemos como Derecho Internacional.
pensamiento naturalista
Toda su doctrina jurídica se inspira en la doctrina cristiana, en el Derecho Natural y en el Derecho Romano, y tiene también influencias de la filosofía moral de Séneca, Cicerón y Aristóteles. Para fray Francisco, todos los hombres nacen libres y nadie es superior a los demás. Es pionero, como en tantas otras cosas, en la consideración de que existen derechos humanos universales, que él definía como “derechos naturales” de la persona.
Predomina así en su pensamiento una tendencia iusnaturalista frente a otra iuspositivista de épocas posteriores, especialmente en la Ilustración. Es decir, defiende la Ley Natural como fuente principal del Derecho, y no la mera voluntad del legislador. Y, así, el hombre tiene dignidad propia consecuentemente a su con-
la civilización occidental debe sus valores a la tradición humanista cristiana, de la cual Francisco de Vitoria es uno de sus máximos exponentes, aportando ideas tan avanzadas para su época que sentaron doctrina.
dición de creado por Dios a su imagen. El poder proviene de él, pues es el creador de todo y el fin último, pero reside en el pueblo y a su vez tiene sus límites, que no son otros que los derechos de las personas, entre ellos la vida y la libertad. Es necesario un equilibrio entre el poder del gobernante y la libertad del ciudadano; en caso contrario, por un lado iríamos a la tiranía y, por el otro a la anarquía.
Fray Francisco de Vitoria lanza ideas realmente novedosas en la mentalidad de su época. Es preferible, por ejemplo, renunciar al derecho propio antes que violentar el ajeno. La propiedad privada es legítima, pero en caso de extrema necesidad todo debe compartirse. No considera lícita la confesión del reo obtenida bajo tortura, y si esto se produjera el juez no podrá emitir sentencia condenatoria. Nadie puede ser condenado a muerte, si no es previa celebración de un juicio. Asimismo, el poder del Rey procede de la nación, que es libre.
Estando ya muy enfermo, al final de su vida, Francisco de Vitoria sería invitado en calidad de teólogo imperial por Carlos V para participar en el Concilio Ecuménico de Trento. Postrado ya en su lecho de muerte respondería al príncipe Felipe: “Cierto que yo desearía mucho hallarme en esta congregación, donde tanto servicio a Dios se espera que se hará y tanto remedio y provecho para toda la cristiandad; pero, bendito nuestro Señor por todo, yo estoy más para caminar para el otro mundo que para ninguna parte de este”.
Sería imposible abarcar en tan poco espacio la gigantesca aportación de este gran hombre a la historia del pensamiento, del derecho, de la teología y de la economía universales. Pero con lo dicho es suficiente para ver en qué medida debemos reconocer que nuestra civilización occidental debe sus valores a la tradición humanista cristiana, de la cual podríamos considerar uno de los máximos exponentes a este fraile dominico, que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI, pero que aportó ideas tan avanzadas para su época que sentó doctrina hasta nuestros días.