¿UNA CÁRCEL IMAGINARIA?
EN ARGAMASILLA DE ALBA (CIUDAD REAL), UNA TRADICIÓN ORAL ASEGURA QUE, ENTRE 1602 Y 1603, MIGUEL DE CERVANTES SUFRIÓ CAUTIVERIO EN LA CONOCIDA CUEVA DE MEDRANO, CONVERTIDA HOY EN RECLAMO TURÍSTICO. Tal rumor adquiriría pátina de credibilidad cuando el dramaturgo Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), conocido por su obra Los amantes de Teruel, rubricara esta leyenda en la edición del Quijote impresa en Argamasilla en 1863, sugiriendo que fue en este subterráneo donde las musas de Cervantes concibieron el Quijote. Esta misma crónica imaginada deja sin encorsetar las causas que determinaron dicho presidio. Unos alegan que fue consecuencia de un posible delito de prevaricación, al cobrar sin permiso tributos para la Orden militar de San Juan. Otros prefieren aceptar la versión más romántica de una prisión ordenada por el alcalde –o un marqués de la localidad–, después de que el escritor dedicara un requiebro de galantería, algo subido de tono, a una sobrina suya. Voces no faltan, por supuesto, esgrimiendo la existencia de un documento que respaldaría esta leyenda: la carta que, supuestamente, Cervantes escribió a un tío suyo, solicitándole el amparo de que mediase para liberarle de la cárcel. “Luengos días y menguadas noches me fatigan en esta cárcel, o mejor dicho caverna”. Pero dicha carta, si es que existió, nunca se ha encontrado… Lo único cierto es que, desde 1585 hasta 1604, no existe ninguna documentación que sitúe a Cervantes ni en Argamasilla de Alba ni en La Mancha.