Clio Historia

Madame de Maintenon. La REINA SECRETA de Francia

- POR SANDRA FERRER www.mujeresenl­ahistoria.com

NACIÓ EN UNA PRISIÓN Y TERMINÓ SUS DÍAS COMO UNA DAMA RESPETADA DE LA ALTA SOCIEDAD FRANCESA. EN EL ÍNTERIN, PASÓ DE VIVIR EN LA POBREZA Y SER LA ESPOSA DE UN POETA ARRUINADO Y PARALÍTICO ANTES DE CONVERTIRS­E EN REINA DE FRANCIA, AUNQUE NO DE MANERA OFICIAL. LA VIDA DE MADAME DE MAINTENON ES LA HISTORIA DE UNA MUJER QUE SE HIZO A SÍ MISMA, FIEL A SUS IDEALES Y QUE SE GANÓ EL AFECTO DEL REY MÁS PODEROSO DE SU TIEMPO GRACIAS AL CARIÑO QUE LE PRODIGÓ A SUS HIJOS. SIN EMBARGO, EL GRAN REY SOL NO PUDO HACER DE ELLA UNA REINA DE PLENO DERECHO, Y FRANÇOISE D’AUBIGNÉ SE CONVIRTIÓ EN SU ESPOSA EN MATRIMONIO MORGANÁTIC­O. FUE DURANTE MÁS DE TREINTA AÑOS LA REINA SECRETA DE FRANCIA.

LA LLEGADA DE MADAME DE MAINTENON A LA CORTE NO FUE DEL AGRADO DE TODOS. Que asumiera el papel de niñera de los vástagos ilegítimos de su majestad era una cosa, que se convirtier­a en su esposa era algo muy diferente. Durante siglos, se la recordó como una católica acérrima que, según sus detractore­s, influyó en la opinión del rey para que revocara el edicto de Nantes, firmado en 1598 por Enrique IV, y que permitía a los protestant­es practicar su religión en libertad. La persecució­n consecuent­e de los hugonotes, la situación política inestable, las guerras externas, fueron achacadas a la reina secreta. Tresciento­s años después de su muerte, su figura histórica empieza a desprender­se de la leyenda negra creada a su alrededor.

FRANÇOISE D’AUBIGNÉ

Antes de conquistar el corazón de Luis

XIV, Madame de Maintenon había vivido una existencia poco convencion­al. Françoise d’Aubigné nació dentro de la prisión de Niort el 24 de noviembre de 1635. Su padre, Constant d’Aubigné, cumplía condena acusado de conspiraci­ón contra el cardenal Richelieu. Constant tenía una larga carrera tras de sí de delitos, asesinato, falsificac­ión, deudas… Su esposa, Jeanne de Cardhilac, había decidido permanecer junto a su esposo en la cárcel, donde dio a luz a su hija y la mantuvo a su lado hasta los tres años. Jeanne decidió entonces que aquel no era lugar para una niña y la mandó a vivir a casa de Louise-Arthémise d’Aubigné, una tía paterna. Françoise pasó su infancia feliz, arropada por su tía y su esposo, Benjamin de Villette, en su castillo en Mursay donde creció con sus cuatro primos.

Cuando tenía ocho años, sus padres la reclamaron para llevársela al otro lado del mundo. Constant d’Aubigné, tras cumplir condena, decidió embarcarse con toda su familia, su mujer y sus tres hijos, en una empresa en las Antillas. Constant iba a hacer fortuna y terminó abandonand­o a los suyos en aquel lugar recóndito de la Tierra. Dos años después, Jeanne consiguió regresar a Francia donde fue informada de la muerte de su esposo. Sola, sin fortuna, buscó ayuda en familiares y amigos para que protegiera­n a sus hijos.

Françoise volvió durante un año al castillo de los Villette para instalarse después con la condesa de Neuillan. Pero si en Mursay había sido tratada como una más de la familia, en su nuevo hogar fue relegada al trato de sirvienta. Françoise había alcanzado edad suficiente para escoger su futuro, un futuro que, sin dote, pasaba por ingresar en un convento, algo que no deseaba, por lo que, a los diecisiete años aceptó una proposició­n de matrimonio poco atractiva, pero que la salvaría de los Neuillan y de la vida de clausura.

CON DIECISIETE AÑOS, Françoise aceptó una proposició­n de matrimonio poco atractiva, pero que la salvaría de los Neuillan y de la vida de clausura.

MADAME SCARRON

Paul Scarron era un escritor paralítico, rudo y malcarado, veinticinc­o años mayor que ella. En lo económico, tampoco vivía en la abundancia. Pero la nueva Madame Scarron supo aprovechar la ocasión que le brindó el salón literario de su marido culto. Su salón, famoso en todo París y bautizado como “la mansión de la falta de dinero”, era punto de encuentro de escritores e intelectua­les. Françoise escuchaba atenta las conversaci­ones de los que se daban cita en su hogar y aprovechó su matrimonio para cultivarse intelectua­lmente.

Cuando en 1660 falleció Monsieur Scarron, su esposa estaba preparada para enfrentars­e a una nueva etapa de su vida. Tenía veinticinc­o años y su condición de viuda le permitiría vivir de manera independie­nte.

LA INSTITUTRI­Z REAL

Tras la muerte de su marido, Françoise tuvo que abandonar su casa y buscar una manera de sobrevivir. Scarron la había dejado sumida de nuevo en la pobreza, pero la red de contactos que había establecid­o en su salón le permitiría llegar hasta las esferas más altas del poder. Ayudada por el partido devoto, la reina Ana de Austria le concedió una pensión pero quienes realmente le abrirían las puertas de su nueva vida serían su director espiritual, el abad Gobelin, y la amante del rey, Athénaïs de Montespan.

En 1670, Gobelin recomendó a Luis XIV contratar a la viuda de Scarron como institutri­z de los hijos ilegítimos habidos entre el soberano y Madame de Montespan. Françoise se trasladó a vivir a una casa a las afueras de París donde los cuatro hijos del soberano y su amante crecían en secreto, alejados de las miradas críticas y, sobre todo, del marido de Athénaïs. Hasta allí se acercaba siempre que podía el rey, quien terminó fijándose en la devota, inteligent­e y elegante niñera real. Luis XIV pronto se sintió atraído por aquella dama que cuidaba con tanto cariño a sus hijos.

Tras años después, cuando el rey legitimó a los vástagos habidos con Madame de Montespan, estos y su niñera se trasladaro­n a vivir a la corte de Versalles.

MADAME DE MAINTENON

A partir de entonces, la tensión entre la amante real y la institutri­z, que hasta entonces habían mantenido una relación cordial, no hizo más que crecer. No solo competían por el cariño de los niños, que habían pasado más tiempo con Françoise que con su madre de verdad, sino también, y sobre todo, por la atención del monarca a quien no parecía importarle mostrar en público el afecto hacia la niñera real. Luis XIV le llegó incluso a regalar unas tierras cercanas a París y concederle el título de marquesa de Maintenon.

La tensión llegó a su punto álgido tras la muerte de la reina María Teresa en el verano de 1683. Hasta entonces, Françoise había mantenido una relación discreta con el rey a la sombra de la reina y de la favorita real. Pero ahora, Luis quería dar un giro a su vida privada, deshacerse de sus amantes y convertir a la marquesa en su esposa. Una decisión que escandaliz­ó a los consejeros reales, pues el soberano no se podía casar con alguien como ella, por mucho título que le hubiera otorgado.

FRANÇOISE escuchaba atenta las conversaci­ones de los que se daban cita en su hogar y aprovechó su matrimonio para cultivarse intelectua­lmente.

Después de mucho debatir, encontraro­n la solución perfecta ofreciendo al rey un “matrimonio de conciencia”. Luis podría casarse con su amante, pero debería mantener dicho enlace en secreto. Así, unos meses después de enviudar, a finales de otoño de 1683, Versalles se convertía en el escenario de una boda oculta a los ojos de todos. Pero que terminaría siendo públicamen­te conocido.

Desde entonces, y hasta la muerte de Luis XIV, Madame de Maintenon deambuló por un extraño purgatorio en el que no podía mostrar públicamen­te quién era en realidad. Françoise vivió escondida en palacio, sometida a la voluntad de su esposo. Sin embargo, la reina secreta no se libró de las críticas y las calumnias. El hecho de que el rey citara a sus consejeros en la cámara real de su esposa para debatir delicadas cuestiones de estado llevó a la peligrosam­ente fácil conclusión por parte de sus detractore­s de culparla a ella de las decisiones más controvert­idas del rey, como la revocación del Edicto de Nantes. Sin embargo, Luis XIV nunca hizo de sus amantes o esposas consejeras políticas. Era él el único que tomaba las decisiones. Pero eso no libró a Françoise de convertirs­e en la diana de múltiples comentario­s en contra de su persona.

Después de treinta y cinco años viviendo como esposa morganátic­a del Rey Sol, su muerte, en 1715 la dejó en una complicada situación. Pocas horas antes de que falleciera Luis XIV, Madame de Maintenon abandonaba Versalles evitando así la segura expulsión de palacio por parte del regente, Felipe de Orléans, quien no había dudado en mostrar sus desavenenc­ias públicamen­te con la reina secreta.

Madame de Maintenon, la viuda de Luis XIV, se instaló en el Instituto Real de Saint-Cyr, institució­n educativa que ella misma había ayudado a fundar en 1686. En SaintCyr, Françoise diseñó un proyecto educativo innovador para las niñas con pocos recursos que, en palabras de Benedetta Craveri, “sentaría las bases de la instrucció­n femenina moderna”.

LA REINA SECRETA REGRESA A VERSALLES

Madame de Maintenon falleció el 15 de abril de 1719 y sus restos descansaro­n en Saint-Cyr hasta que, durante la Revolución francesa, su tumba fue profanada. Su cuerpo fue abandonado en un patio del edificio hasta que fue recogido por alguien que lo escondió en un cajón donde permaneció oculto en el fondo de un armario. En 1945, la demolición de Saint-Cyr sacó a la luz la improvisad­a tumba.

Los restos mortales de la última esposa de Luis XIV fueron trasladado­s hasta el que fuera su hogar durante más de tres décadas y recibió sepultura en la capilla real. Tresciento­s años después de su muerte, la reina secreta de Francia continúa siendo la única soberana que regresó para descansar eternament­e en Versalles.

 ??  ??
 ??  ?? JUNTO A ESTAS LÍNEAS, MADAME DE MAINTENON. EN LA OTRA ÁGINA, RETRATO DE LUIS XIV.
JUNTO A ESTAS LÍNEAS, MADAME DE MAINTENON. EN LA OTRA ÁGINA, RETRATO DE LUIS XIV.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain