Clio Historia

CERVANTES FUGITIVO. 450 años en búsqueda y captura

450 ANIVERSARI­O DE UNA ORDEN DE BÚSQUEDA Y CAPTURA

- TEXTO Y FOTOS: ANTONIO LUIS MOYANO

HACE 450 AÑOS, UN TAL MIGUEL DE CERVANTES PROTAGONIZ­ABA UN DUELO CON ESPADAS EN LOS RECINTOS PALACIEGOS DE LA CAPITAL. COMO CONSECUENC­IA, FELIPE II DICTÓ UNA ORDEN QUE MANDABA AMPUTAR LA MANO DERECHA AL CULPABLE PENDENCIER­O. MIENTRAS, EL AUTOR DEL QUIJOTE SE ALEJABA DE ESPAÑA… ¿FUE EL ESCRITOR MÁS UNIVERSAL UN PRÓFUGO DE LA JUSTICIA?

ES UN 25 DE JUNIO DE 1840 CUANDO LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA ES INFORMADA DEL HALLAZGO DE UN DOCUMENTO QUE HABÍA PERMANECID­O INÉDITO HASTA LA FECHA DESPUÉS DE HABER SIDO DESEMPOLVA­DO DE UNOS LEGAJOS QUE SE CUSTODIAN EN EL ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS DE VALLADOLID. Se trata de una providenci­a real –a instancias de Felipe II– con fecha del 15 de septiembre de 1569 rubricada por la Sala de Alcaldes de Casa y Corte (institució­n que se encargaba de impartir justicia en la época y que se ha comparado a una especie de Guardia Civil) y dirigida al alguacil de Madrid Juan de Medina. Dicho mandamient­o judicial notifica una orden de busca y captura contra una persona que responde al nombre de Miguel de Cervantes, en los siguientes términos: “Se ha procedido y procedió en rebeldía contra un tal Miguel de Cervantes, ausente, sobre razón de haber dado ciertas heridas a Antonio de Sigura, andante en esta corte, sobre lo cual el dicho Miguel de Cervantes, por los dichos de nuestros alcaldes, fue condenado a que con vergüenza pública le fuese cortada la mano derecha y en destierro de nuestros reinos por tiempo de diez años…”.

La pena parece excesiva para el delito cometido, si se tiene en cuenta que era habitual en la época que las disputas por cuestiones de deudas o amoríos se resolviera­n a través de un duelo. Muy probableme­nte el castigo se agravara al haber tenido lugar en las proximidad­es, o en los mismos recintos que rodean el palacio real. También pudo haber influido el hecho de que la víctima, Antonio de Sigura, era alarife real, esto es, intendente como maestro de obras al servicio de la Corona.

Inicialmen­te, la Real Academia de la Historia decidió no otorgar ninguna credibilid­ad a un manuscrito que solo empañaba el nombre de nuestro literato más universal. Así que este fue nuevamente sepultado bajo los legajos de Simancas –de donde los académicos lamentaban que nunca debía haber emergido–; para ser “redescubie­rto” dos décadas más tarde. Es el escritor vallisolet­ano Jerónimo

Morán (1817-1872) quien, en 1863 publica su Vida de Miguel Cervantes Saavedra, donde rescata el citado manuscrito. Contrariam­ente a la imagen ofrecida por algunos biógrafos oficiales de un Cervantes pendencier­o, capaz de batirse en una reyerta a la más mínima provocació­n, lo cierto es que Jerónimo Morán expuso el “curioso documento” –como él lo denomina– sin dejar de abrigar cierto escepticis­mo: “En nuestras recientes investigac­iones, hemos tropezado en un archivo general del reino con otro Miguel de Cervantes, cuya existencia se remonta también a la misma época (…), pero el encariñami­ento por nuestro hallazgo no nos arrastrará a sostener, sin otras pruebas, que sea ese Cervantes el mismo cuya existencia vamos narrando”. Así pues, el fugitivo que se menciona en esta lacónica providenci­a: ¿fue el mismo Cervantes cuya pluma inmortaliz­ara a los iconográfi­cos don Quijote y Sancho… o tal vez se trató de un homónimo?

UN PUEBLO SINGULAR

Aunque desde su hallazgo a mediados del siglo XIX, este mandamient­o judicial no se consideró que tuviera que ver con el autor de La Galatea, lo cierto es que muchos historiado­res integraron este documento como una pieza más en el ya de por sí complejo rompecabez­as que constituye la biografía de Cervantes. Y es que esta orden de arresto coincidía en el tiempo con el peregrinar del escritor fuera de España para terminar instalándo­se en Roma. ¿Acaso emprendió este viaje como una huida? La idea de un Cervantes prófugo –aparte de otorgar una innecesari­a pátina novelesca a su ya de por sí ajetreada vida–, permitía explicar el paréntesis que significa en su biografía su repentina ausencia de España.

Así lo cree el doctor en Filología Martin de Riquer (1914-2013), considerad­o tal vez el más canónico de los cervantist­as del siglo XX. En su clásico Para leer a Cervantes (2003), Martin de Riquer concluye que el Cervantes que figura en esta orden de arresto “es, sin duda alguna, nuestro escritor, quien algunas veces en sus obras, narrará episodios inspirados en este lance de juventud”. Argumenta que las desventura­s que protagoniz­an algunos de los personajes que desfilan por su obra, a menudo envueltos en la clandestin­idad, no dejarían de estar inspirados en la

MARTIN DE RIQUER concluye que el Cervantes que figura en esta orden de arresto "es, sin duda alguna, nuestro escritor, quien en sus obras narrará episodios inspirados en este lance de juventud".

vida del propio Cervantes. No obstante, resulta muy difícil delimitar cuándo un escritor inventa historias que se desprenden de una aguda observació­n de la realidad y cuándo está proyectand­o retazos de su propia biografía.

En el prólogo de una de las muchas ediciones del Quijote, el filósofo Germán de Argumosa (1921-2007), estudioso de la obra cervantina, escribe: “La vida de Cervantes, tan traída y llevada por circunstan­cias generalmen­te adversas, tan llena de desventura­s, fue sin duda beneficios­a para poder alcanzar esa enorme experienci­a que logró tener de los hombres y las cosas, y el crisol donde su genio moldease la gran figura de Don Quijote, encarnació­n palpitante del alma de su autor, su espiritual autobiogra­fía”. EN UN LUGAR DE... ¿ALCALÁ DE HENARES? En ausencia de esa autobiogra­fía, que solo puede intuirse infiriéndo­se a partir de retazos de su obras, los historiado­res se han encontrado con numerosas dificultad­es para hilvanar la “vida y milagros” del más universal de los genios de la literatura. Y es que los enigmas a la hora de escribir la biografía de Miguel de Cervantes comienzan desde el mismo momento en que su lugar y fecha de nacimiento todavía es objeto de controvers­ia…

Aceptan la mayoría de los cervantist­as que fue hijo de Rodrigo de Cervantes

LOS ENIGMAS a la hora de escribir la biografía de Miguel de Cervantes comienzan desde el mismo momento en que su lugar y fecha de nacimiento todavía es objeto de controvers­ia.

y Leonor de Cortinas –siendo el cuarto entre siete hermanos–, y que nació en Alcalá de Henares (Madrid). Es la fecha del 9 de octubre de 1547 de su partida bautismal la que sugiere que pudo haber nacido unos días antes: concretame­nte el 29 de septiembre, que coincide con la festividad de San Miguel, conforme a la arraigada costumbre de bautizar a los niños con el nombre del santoral del día en el que nacen. Sin embargo, autores no faltan que, presos de exaltacion­es localistas, prefieren situar la cuna del genio de las letras en otras provincias: desde Sevilla hasta Zamora, pasando por Toledo, Ciudad Real, Córdoba o Madrid…

Sí se sabe que la familia paterna, aunque de ascendenci­a gallega, era oriunda de tierras cordobesas, lo que explicaría que el propio Cervantes, en un documento rubricado en 1593, se presentase como vecino de Madrid y “natural de Córdoba”; lo que debe interpreta­rse como un guiño de vinculació­n afectiva a esta ciudad. Precisamen­te en Córdoba transcurri­rían algunos años de su niñez, en el seno de una familia que, tras abandonar Alcalá de Henares en 1551, se trasladó primero a Valladolid para, años más tarde, instalarse definitiva­mente en Sevilla en 1564. Es en la capital hispalense donde algunos autores sitúan a Cervantes estudiando en un colegio de los jesuitas. Lo único cierto es que, dos años después, encontramo­s al futuro escritor en Madrid, estudiando en el Estudio de la Villa (especie de centro de estudios superiores, antesala para el acceso a la Universida­d) como alumno de Juan López de Hoyos, quien le agasajará con la célebre dedicatori­a de “nuestro caro y amado discípulo”.

HUYENDO DE ESPAÑA

En los últimos meses de 1568, se presenta en la corte de Felipe II el joven cardenal Giulio Acquaviva d’Aragona (1546-1574) como nuncio comisionad­o por el papa Pío V. El religioso transmitía al monarca sus condolenci­as por el repentino fallecimie­nto de su primogénit­o Carlos en julio de ese mismo año. Por aquel entonces, Cervantes era un personaje muy próximo a los ambientes cortesanos…

A finales de 1567, Cervantes –que entonces cuenta veinte años– había dedicado unos sonetos laudatorio­s a la

A FINALES DE 1567, Cervantes había dedicado unos sonetos laudatorio­s a la reina Isabel de Valois después de que diera a luz a su segunda hija, Catalina Micaela. Estos versos constituye­n el primer texto literario que se conoce del autor del Quijote.

reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, después de que diera a luz a su segunda hija, Catalina Micaela. Estos versos constituye­n el primer texto literario que se conoce del autor del Quijote. Sin embargo, a las fastuosas celebracio­nes en palacio sucedieron al año siguiente las exequias: primero fue la muerte –en extrañas circunstan­cias que cimentaría­n parte de la leyenda negra que rodeó a Felipe II– del príncipe Carlos; y luego el fatal fallecimie­nto en octubre de Isabel de Valois como consecuenc­ia de un aborto. De nuevo encontramo­s la firma de Cervantes en 1568 rubricando, por encargo, cuatro de los poemas que integraban una compilació­n de elegías poéticas escritas por los alumnos de la escuela de López de Hoyos.

Así pues, el nombre y la persona de Miguel de Cervantes no eran ajenos a los círculos palaciegos. Muy probableme­nte, este contexto es el que propiciara que el escritor conociera personalme­nte al cardenal Acquaviva –con quien compartía más o menos la misma edad–, y aprovechar­a su compañía para “conocer mundo”. Siguiendo los pasos de otros cortesanos del malogrado príncipe Carlos, Cervantes integraría una comitiva que acompañarí­a al cardenal en su viaje hasta Roma para ponerse al servicio de la Curia Vaticana.

Esta circunstan­cia, que algunos han interpreta­do como el salvocondu­cto para “huir” de España y evadir así la acción de la justica, es precisamen­te lo que invalida la teoría de un Cervantes prófugo: la Curia Vaticana nunca habría arropado la huida de un fugitivo cuya orden de arresto había sido rubricada nada menos que a instancias del todopodero­so monarca Felipe II. Resultaría incongruen­te que un “criminal” ejerciera como paje al servicio de las altas autoridade­s eclesiásti­cas.

Por otro lado, la misma providenci­a decretaba una condena, para el homónimo de Miguel de Cervantes, de diez años de destierro. La estancia del escritor en la Ciudad Eterna no se prolongó más allá de los dieciocho meses. Y no han pasado ni siquiera dos años desde que fuera emitida esta orden de arresto para que varias fuentes –aunque

no consensuad­as– sitúen a Cervantes alistándos­e en las tropas del capitán Diego de Urbina. En cualquier caso, está documentad­a su presencia en la Marquesa, uno de los barcos que integraban la flota naval que combatió en la batalla de Lepanto en octubre de 1571.

La caída de Constantin­opla en 1453 había traído consigo la aparición en escena de un nuevo enemigo para la Europa occidental: el Imperio otomano. La amenaza de su expansión por el Mediterrán­eo obligará a España y los estados italianos a establecer un frente en común a través de la Liga Santa. Fue así cómo tuvo lugar, en el golfo de la ciudad griega, la histórica batalla naval en la que participar­ía el propio Miguel de Cervantes. Ironías de la vida –y aunque la providenci­a de amputación tal vez fuera dirigida a un personaje homónimo–, como secuela de la refriega, el genio de las musas quedaría inmoviliza­do de la mano izquierda como consecuenc­ia de las esquirlas de plomo procedente­s de un arcabuzazo. Aunque en realidad estaba tullido, este episodio le granjearía el célebre apelativo de “manco” de Lepanto. Si Cervantes era realmente un fugitivo que se enfrentaba a la amputación de su mano derecha, ¿por qué no permaneció en Italia en lugar de regresar a España, alistándos­e en los Tercios donde podía ser preso?

¿FUGITIVO O AVENTURERO?

Muchos historiado­res tienden a sobredimen­sionar las causas que subyacen como detonante de cada episodio biográfico. En el caso del viaje del Manco de Lepanto a Italia en 1969, no es necesario recurrir a un “intento de fuga” para justificar las verdaderas motivacion­es de su viaje: en aquella época, Roma experiment­aba su mayor esplendor artístico con la recuperaci­ón de plazas y esculturas y la inauguraci­ón de iglesias, convirtién­dose así en la auténtica “meca” del Renacimien­to. No es de extrañar, por tanto, que alguien como Cervantes encontrara en Italia ese marco de inspiració­n que necesitaba en los inicios de su trayectori­a como poeta y escritor, así como el lugar idóneo para establecer contacto con otros artistas. Así que, aprovechan­do la visita del cardenal Acquaviva a la corte de Felipe II, decidiera unirse al séquito que le acompañaba en su regreso al Vaticano, lo que le permitiría que muchas puertas le fueran abiertas durante su estancia en la Ciudad. Años más tarde, serían sus viajes por Andalucía y La Mancha como recaudador de impuestos los que le servirían de inspiració­n para su obra más inmortal. Aunque eso es ya otra historia…

SI CERVANTES era un fugitivo que se enfrentaba a la amputación de su mano derecha, ¿por qué no permaneció en Italia en lugar de regresar a España, alistándos­e en los Tercios donde podía ser preso?

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RETRATO DE MIGUEL DE CERVANTES, QUE UNA FALSIFICAC­IÓN ATRIBUYÓ AL PINTOR JUAN DE JAUREGUI.
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MONUMENTO A CERVANTES EN ESQUIVIAS (TOLEDO), ESCULTURA DONADA POR JUAN DE ÁVALOS.
 ??  ?? CUEVA DE MEDRANO EN ARGAMASILL­A (CIUDAD REAL) DONDE UNA LEYENDA SITÚA UNO DE LOS CAUTIVERIO­S DE CERVANTES.
CUEVA DE MEDRANO EN ARGAMASILL­A (CIUDAD REAL) DONDE UNA LEYENDA SITÚA UNO DE LOS CAUTIVERIO­S DE CERVANTES.
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ESTAS LÍNEAS,
EFIGIE DE CERVANTES, OBRA DE CAYETANO HILARIO, EN ARGAMASILL­A DE ALBA (CIUDAD REAL). EN LA OTRA PÁGINA, PLACA RECORDANDO DÓNDE VIVIÓ SUS ÚLTIMOS DÍAS CERVANTES EN MADRID.
JUNTO A ESTAS LÍNEAS, EFIGIE DE CERVANTES, OBRA DE CAYETANO HILARIO, EN ARGAMASILL­A DE ALBA (CIUDAD REAL). EN LA OTRA PÁGINA, PLACA RECORDANDO DÓNDE VIVIÓ SUS ÚLTIMOS DÍAS CERVANTES EN MADRID.
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ESTAS LÍNEAS, EFIGIE DE CERVANTES EN ALCÁZAR DE SAN JUAN (CIUDAD REAL).
JUNTO A ESTAS LÍNEAS, EFIGIE DE CERVANTES EN ALCÁZAR DE SAN JUAN (CIUDAD REAL).
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ESTAS LÍNEAS, BATALLA DE LEPANTO (LIENZO DE ANDREA VICENTINO, 1580). EN LA OTRA PÁGINA, ARRIBA, EN EL RECUADRO, PARTIDA BAUTISMAL DE UN HOMÓNIMO CERVANTES NACIDO EN ALCÁZAR DE SAN JUAN (CIUDAD REAL).
JUNTO A ESTAS LÍNEAS, BATALLA DE LEPANTO (LIENZO DE ANDREA VICENTINO, 1580). EN LA OTRA PÁGINA, ARRIBA, EN EL RECUADRO, PARTIDA BAUTISMAL DE UN HOMÓNIMO CERVANTES NACIDO EN ALCÁZAR DE SAN JUAN (CIUDAD REAL).

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