Clio Historia

MITOLOGÍA: HERA y la esfinge de TEBAS

- POR JAVIER MARTÍNEZ-PINNA, COAUTOR DE “EL ENIGMA TARTESSOS” (EDITORIAL ACTAS)

POR TODOS ES CONOCIDO EL CARÁCTER SAÑUDO, VENGATIVO, INTRANSIGE­NTE Y ADUSTO DE LOS DIOSES OLÍMPICOS, PERO ENTRE TODOS ELLOS DESTACÓ HERA, UNA DIVINIDAD ESPECIALME­NTE CRUEL QUE DECIDIÓ CASTIGAR A LA CIUDAD DE TEBAS POR NO HABERLE MOSTRADO EL DEBIDO RESPETO. PARA ELLO SE VALIÓ DE UN SER MONSTRUOSO, UNA ESFINGE CON CABEZA Y TORSO DE MUJER, PATAS DE LEÓN, COLA DE SERPIENTE Y GRANDES ALAS DE ÁGUILA, QUE MARCHÓ HACIA LA CIUDAD GRIEGA PARA HACERLE LA VIDA IMPOSIBLE A SUS DESDICHADO­S MORADORES.

ANTES DE PARTIR HACIA SU DESTINO, HERA LE PIDIÓ A LA ESFINGE QUE SE APOSTASE EN UN DESFILADER­O POR EL QUE, NECESARIAM­ENTE, TENÍAN QUE PASAR TODOS AQUELLOS QUE DESEASEN ENTRAR EN TEBAS. Desde ese momento, todo viajero que se acercase a la ciudad debería de resolver un acertijo. Si no lo hacían, la Esfinge les castigaría por su ignorancia: “Solo tiene una voz, y anda con cuatro pies por la mañana, dos al mediodía y tres por la noche. Cuentos menos pies tiene, más veloz corre. Si lo conoces, te ama, pero si no lo conoces, lucha contra ti y te destruye”.

EL ENIGMA DE LA ESFINGE Ante la dificultad para resolver el enigma, todos aquellos que habían tenido la desdicha de encontrars­e con este ser mítico, empezaban a sudar y a temblar. El terror les impedía pensar con claridad y cuando, al final, se daban por vencidos, observaban apesadumbr­ados cómo la Esfinge estiraba sus patas y les estrangula­ba sin ningún tipo de compasión, para después devorarles ante la mirada despreocup­ada de los dioses.

Como cabía esperar, todos renunciaro­n a viajar hasta Tebas. Los campesinos ya no recorrían el camino que llegaba hasta sus puertas y los comerciant­es renunciaro­n a vender sus productos, por lo que la Esfinge, acuciada por el hambre decidió cambiar de táctica.

Algunos días, los tebanos vieron cómo el animal se posaba desafiante en lo alto de las murallas y cuando aparecía alguien despreveni­do se abalanzaba sobre él, por lo que, poco a poco, las calles y plazas de la ciudad empezaron a aparecer cubiertas de sangre. Nada parecía que pudiese salvar a la ciudad, porque nunca, nadie, había logrado resolver el oscuro acertijo.

EL HÉROE GRIEGO

Quiso la fortuna que un hombre dotado de gran inteligenc­ia llamado Edipo tomase la decisión de marchar al encuentro del monstruo para resolver el enigma. Al llegar a su destino la Esfinge le advirtió, como él ya se esperaba, que nunca pasaría si antes no encontraba la respuesta al acertijo por el

TODO VIAJERO QUE SE ACERCASE A LA CIUDAD DE TEBAS debería de resolver un acertijo. Si no lo hacían, la Esfinge les castigaría por su ignorancia. Les estrangula­ría para después devorarles ante la mirada despreocup­ada de los dioses.

que tantos habían perdido la vida. Edipo escuchó con atención. El tiempo pasaba, más rápido de lo normal, y no lograba encontrar respuesta que satisficie­sen a la bestia. A pesar de su inteligenc­ia, Edipo necesitaba más tiempo para pensar, por lo que recurrió a sus conocimien­tos sobre el mundo de la magia y trazó un círculo en el suelo con un palo que había recogido mientras iba de camino hacia Tebas. El héroe griego se metió finalmente en su interior convencido de que allí no sufriría ningún tipo de daño y, sobre todo, podría concentrar­se mejor para resolver el misterio. Al final, tras pasar una hora en el círculo, la voz de Edipo sonó clara y potente: la solución al acertijo es el hombre. El enigma había sido resuelto.

“El hombre tiene una voz con la que habla –respondió Edipo–, y por la mañana, cuando aún es un recién nacido, se desplaza a cuatro patas. Luego, cuando ya es adulto camino con sus dos pies, pero cuando el tiempo pasa y llega a la vejez se ve obligado a apoyarse en su bastón”.

LA SOLUCIÓN AL ACERTIJO

Conforme el viajero hablaba, la cara de la Esfinge fue transformá­ndose hasta reflejar un gesto de angustia y desesperac­ión por haber sido humillada por un simple mortal. Edipo, continuó con su relato: “El hombre debe de abrir los ojos de la mente para poder observarse a sí mismo. Si logra conocerse bien se convertirá en su mejor amigo. Si no lo hace y vive de espaldas a lo que realmente es, se transforma­rá en su peor enemigo y se autodestru­irá”.

Incapaz de soportar esa rabia que le consumía y le quemaba por dentro, la Esfinge perdió el control sobre sus propios movimiento­s y decidió quitarse la vida arrojándos­e desde lo alto de una montaña. Edipo, en cambio, no cabía en sí de gozo, por lo que siguió su camino hacia Tebas, ciudad en la que fue coronado rey por su impagable servicio a una comunidad que ahora, por fin, pudo mirar hacia el futuro con esperanza.

QUISO LA FORTUNA que un hombre dotado de gran inteligenc­ia llamado Edipo tomase la decisión de marchar al encuentro del monstruo para resolver el enigma. Lo logró y fue coronado rey de Tebas.

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EDIPO FRENTE A LA ESFINGE QUE CORTABA EL PASO A LA CIUDAD DE TEBAS. EN LA OTRA PÁGINA, ESTATUA DE LA DIOSA HERA.
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