¿ESTÁ ENTERRADO ALLÍ SAN PEDRO?

LA IGLESIA CATÓLICA DEFIENDE QUE BAJO LA ACTUAL BASÍLICA DE SAN PEDRO SE ENCUENTRA LA TUMBA EN LA QUE FUE ENTERRADO EL FAMOSO APÓSTOL SIMÓN, UN PESCADOR JUDÍO QUE TRAS UNIRSE AL MOVIMIENTO POLÍTICO-RELIGIOSO DE JESÚS DE NAZARET TOMÓ EL NOMBRE DE CEPHAS, “ROCA”. Además, la tradición defiende que Jesús le nombró como su sucesor, que ejerció como el jefe de los apóstoles tras su muerte y que, tras predicar un tiempo por Oriente Próximo, se trasladó a Roma, donde falleció durante el reinado de Nerón. La leyenda cuenta que fue crucificado al revés porque veía indigno morir del mismo modo que había muerto Jesús.

Sobra decir que no existe evidencia histórica de nada de esto. Ni en los Hechos de los Apóstoles ni en ninguna de las cartas auténticas de Pablo de Tarso se incluye referencia alguna al viaje de Pedro a Roma. La única fuente que parece afirmarlo en la Primera Carta de Pedro, aunque el consenso académico considera que no es realmente obra suya, aunque su antigüedad (principios del siglo II) permite establecer que ya en esa época estaba asentada la tradición de que Pedro pasó sus últimos años en la capital del imperio. Esta tradición

está atestiguada por la Carta a los Romanos, de San Ignacio de Antioquía, también de principios del siglo II.

En cambio, no está tan claro que fuese, como la tradición defiende, obispo de Roma durante 25 años ni que fuese el fundador de la Iglesia de Roma. Ni siquiera hay evidencia de que muriese realmente allí, aunque la Carta a los Corintios, de San Clemente de Roma, de finales del siglo I, parece atestiguar su martirio. En una obra de San Gaius, de comienzos del siglo III, se menciona que el tropaion, el “monumento” o “trofeo”, construido en honor a Pedro se encontraba en el Vaticano, aunque esto no permite aclarar si se trataba de su tumba o de algún monumento conmemorativo a su martirio. Sea como fuere, la tradición cristiana posterior defendió a pies juntillas que Pedro fue martirizado, crucificado y enterrado en el Circo de Calígula, como se lee en el Liber Pontificalis (I, 118). Cuando Constantino levantó la primera basílica se daba por hecho.

En el siglo XIX se realizaron las primeras excavaciones en las catacumbas subterráneas con el objetivo de encontrar los restos mortales de Pedro y Pablo, aunque nunca se ha encontrado evidencia suficiente, al menos para los historiadores.