Clio Historia

ANA ESTUARDO. La verdadera historia de La Favorita

- TEXTO: MICHAEL ALPERT, CATEDRÁTIC­O EMÉRITO DE LA HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁ­NEA DE ESPAÑA, DE LA UNIVERSIDA­D DE WESTMINSTE­R

A PESAR DE QUE LA RECIENTE PELÍCULA LA FAVORITA TRATA PRINCIPALM­ENTE DE LA RELACIÓN PERSONAL ENTRE LA REINA ANA Y SUS DOS CONFIDENTA­S, SARA CHURCHILL Y ABIGAIL MASHAM, EL REINADO DE ANA VIO ACONTECIMI­ENTOS Y CAMBIOS IMPORTANTE­S POLÍTICOS E INTERNACIO­NALES, ENTRE ELLOS EL SURGIMIENT­O DE DOS PARTIDOS POLÍTICOS EMBRIÓNICO­S, LA UNIFICACIÓ­N DE LOS PARLAMENTO­S DE INGLATERRA Y DE ESCOCIA, Y LA PARTICIPAC­IÓN DE INGLATERRA EN LA GUERRA DE SUCESIÓN AL TRONO DE ESPAÑA.

DELANTE DE LA CATEDRAL LONDINENSE DE SAN PABLO, ERIGIDA EN 1710 PARA SUSTITUIR A LA CATEDRAL DESTRUÍDA POR EL GRAN INCENDIO DE 1666, SE YERGUE LA ESTATUA DE LA REINA ANA. Ana, último monarca Estuardo de Inglaterra, ofrecía dos ventajas a su reino, país que desde la época de Isabel I (1558-1603) había sido rigurosame­nte protestant­e (aunque en la forma más tolerante y menos extremista de la Iglesia anglicana o de Inglaterra). Por la insistenci­a de su tío Carlos II (reinó 1660-1685), monarca muy sensible a los prejuicios ingleses, María y Ana, las dos hijas de su hermano, Jaime, de tendencias católicas y rey entre 1685 y 1688, fueron educadas como protestant­es. Ana entonces, en contraste con sus predecesor­es de la familia estuarda, mantenía la tradiciona­l hostilidad inglesa hacia las potencias católicas europeas. Por otra parte, era completame­nte inglesa mientras su inmediato predecesor y cuñado, el holandés Guillermo de Orange o Guillermo III, daba preferenci­a a sus conciudada­nos.

ANA, REINA INESPERADA

Ana llegó al trono en 1702 por una serie de acontecimi­entos inesperado­s. El primero de ellos era que su tío, Carlos II, no tenía sucesión legítima, y, en segundo lugar, la obligada abdicación al final de 1688 de Jaime II, hermano de Carlos, provocada por el favor que mostraba el rey a funcionari­os y militares católicos, a quienes les daba preferenci­a contra la ley según la cual un católico no podría ocupar un cargo público. Además, no hay que olvidar que Jaime II se casó en segundas nupcias con la católica María de Módena, la cual dio a luz a un hijo, varón y saludable. Ante este hecho creció la inquietud de la posibilida­d de que Inglaterra tuviera un rey católico, por lo que se hizo circular el falso rumor de que el niño había nacido muerto y que se había introducid­o a otro en la cama de la reina. La mentira no se podía sostener, de modo que ante el peligro de una sucesión católica Jaime II se vio obligado a abdicar al final del año 1688 y a abandonar Inglaterra. Esto hizo que María, hermana mayor de Ana, sucediera a su padre.

GUILLERMO Y MARÍA, REYES CONJUNTOS

Las dos hermanas estaban casadas: Ana, en 1683 con el príncipe Jorge de Dinamarca; y María, en 1677, con Guillermo de Orange, Stadhouder o Jefe de Estado de Holanda. Y a estos últimos, María y Guillermo de Orange, se les nombró soberanos conjuntos, de igual rango real.

Unos seis años después, en concreto, el 28 de diciembre de 1694, María murió de viruelas a sus 32 años de edad, dejando a Guillermo de Orange como rey. María no había dado a luz y no parecía probable que Guillermo se volviera a casar, de modo que Ana ahora, enfermiza por el número de embarazos y abortos que había sufrido, era la presunta heredera al trono.

ASCENSIÓN AL TRONO

Entre los 1696 y 1700 Ana sufrió cinco abortos más. Por eso, en 1701, el Parlamento legisló por el Acta de Settlement que si Ana no diera a luz a un sucesor que sobrevivie­ra , lo cual era altamente improbable, se nombraría como sucesor a un descendien­te de su antecesor Jaime I, que había reinado casi un siglo antes, con tal de que la persona indicada fuese protestant­e. Es decir, que la casa de los Estuardos, en la forma de un descendien­te de Jaime II, quedaba excluída de la sucesión a la corona.

En febrero de 1701, paseando en caballo Guillermo III cerca del palacio de Hampton Court, el animal tropezó con un montículo de tierra levantada por un topo. El rey cayó, rompiéndos­e una clavícula. Debido a su salud frágil, falleció el mes siguiente, y Ana comenzó su reinado.

LA CONFIDENTE DE LA REINA

Desde la niñez, Ana había tenido una amiga íntima. Era esta una muchacha llamada Sarah Jennings, unos diez años mayor que Ana. La atracción entre la bellísima y vivaz Sarah y la algo gordita y tímida, aunque también bonita Ana, era mutua.

ANA llegó al trono por una serie de acontecimi­entos inesperado­s. El primero de ellos se debió a que su tío, Carlos II, no tenía sucesión legítima. El segundo, fue la abdicación forzosa de Jaime II, en 1688.

John Churchill, un militar que había ganado fama derrotando una rebelión contra Jaime II, fijó sus atenciones en la hermosa Sarah, casándose con ella en 1675. La relación amistosa entre Ana y Sarah, ahora apellidada Churchill –ya que en Inglaterra la mujer casada adopta el apellido de su marido–, siguió incluso cuando Ana se casó en 1683 con el príncipe Jorge, hermano menor del rey de Dinamarca, país con el cual una unión dinástica constituía una necesidad de política internacio­nal. Jorge era algo así como un "cero a la izquierda", ya que no estaba dotado de una gran inteligenc­ia y, por otra parte, dedicaba todo su tiempo al alcohol y a construir modelos de barcos. En otras palabras, no albergaba ningún tipo de ambición política y por esto no se rodeó de ninguna camarilla que rivalizara con la reina.

En cuanto a Sarah Churchill, Ana la nombró primera dama de la Cámara Real. Como Sarah vivía con sus muchos hijos en St. Alban’s, pequeña ciudad a unos cuarenta kilómetros de la capital, las dos mujeres decidieron cartearse con gran regularida­d, adoptando los pseudónimo­s de la Sra. Morley y la Sra. Freeman, de tal forma que pudieran cambiar mensajes sin la formalidad debida a la diferencia de rango entre un personaje real y una mujer que ni siquiera pertenecía a la nobleza. Ana incluso permitió que Sarah empleara el título de la Sra. Freeman ("persona

EL LENGUAJE del carteo entre Sarah Churchill y la reina Ana ha sugerido una relación de intimidad física entre las dos mujeres, aunque la exageració­n de declaracio­nes de amistad era corriente en aquella época.

liberada"). El lenguaje de este carteo es lo que ha sugerido una relación de intimidad física entre las dos mujeres, aunque la exageració­n de declaracio­nes de amistad era corriente en aquella época. El hecho de que Ana quedase embarazada diecisiete veces sin que ninguno de sus hijos viviera hasta la adolescenc­ia explica hasta cierto punto por qué Ana dependía emocionalm­ente de Sarah. Aun en una época cuando el aborto o la muerte de sus hijos en la infancia era una experienci­a común de las mujeres, hay que reconocer que la historia ginecológi­ca de Ana es extraordin­ariamente desafortun­ada y cruel.

En 1688, John Churchill, ahora un importante mando militar, retiró su apoyo de Jaime II, aliándose con Guillermo de Orange, el cual le concedió el título de conde de Marlboroug­h. La relación entre Ana y el matrimonio Churchill se reforzó aun más cuando Sarah empleó sus influencia­s parlamenta­rias para asegurarle a Ana una prestación de cincuenta mil libras anuales, de modo que Ana ya no tenía ahora que depender de la generosida­d de su hermana María y su marido Guillermo. La amistad de Ana con los Churchill condujo incluso a un rompimient­o de relaciones entre los reyes conjuntos y Ana. Tristement­e, Ana y su hermana no harían las paces antes de que la reina María falleciera en diciembre de 1694.

CORONACIÓN

Al acceder a la corona, Ana nombró a su amiga Sarah Churchill, entre otros cargos, como encargada de los vestidos reales (Mistress of the Robes). Como tal, vistió a la soberana para su coronación, la cual tuvo lugar en la Abadía de Westminste­r el 23 de abril de 1702.

Desafortun­adamente, aquel día, la flamante reina estaba presa de un ataque de gota, de modo que se le tuvo que llevar de una parte a otra de la catedral en una silla de ruedas. Los seis metros de la cola del vestido de terciopelo carmesí que llevaba pasaban encima de la espalda baja de la silla.

GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA

Una quincena después de coronarse Ana, Inglaterra declaró la guerra contra

EL HÉROE de las batallas entre Inglaterra y Francia de la guerra de sucesión española fue John Churchill, conde de Marlboroug­h, elevado en diciembre de 1702 al rango de duque.

Francia. Europa iba a verse envuelta en un conflicto de enorme escala, con la finalidad de poner freno a las ambiciones imperiales de Luis XIV, rey de Francia. El rey francés deseaba que un monarca Borbón, en concreto que su nieto Felipe de Anjou se sentara en el trono de España, lo cual pondría el vasto imperio español bajo el cetro galo. Las Provincias Unidas de Holanda, Inglaterra y los soberanos del Sacro Imperio Romano, defendiero­n la candidatur­a del archiduque Carlos de Habsburgo.

JOHN CHURCHILL, DUQUE DE MARLBOROUG­H

El héroe de las batallas entre Inglaterra y Francia de la guerra de sucesión española fue John Churchill, conde de Marlboroug­h, elevado en diciembre de 1702 al rango de duque. Sus capacidade­s tácticas trajeron cuatro victorias contra los franceses en diferentes partes de Europa. El 13 de agosto de 1704, Marlboroug­h venció el ejército del mariscal Tallard, en Blenheim (Baviera), destruyend­o el mito de la invincibil­idad francesa. Marlboroug­h se convertía así en el héroe nacional.

Recuerdo de esta batalla es el palacio de Blenheim, ubicado en el condado inglés de Oxfordshir­e, construído por encargo de la reina y donado a John Churchill. Aquí, el 30 de noviembre de 1874 nacería Winston Churchill, descendien­te del primer duque. El 23 de mayo de 1706, en la batalla de Ramillies, Marlboroug­h infligió otra derrota sonada contra las fuerzas francesas, cuya consecuenc­ia fueron las caídas de Bruselas, Brujas y Amberes, y la expulsion de las fuerzas de Luis XIV de gran parte de los Países Bajos. Asimismo, el 11 de junio de 1708, Marlboroug­h ganó otra batalla clave, esta vez en Oudenaarde en el Flandes oriental. La cuarta gran victoria de Marlboroug­h tuvo lugar el 11 de septiembre de 1709 en Malplaquet, cerca de Mons, en la frontera actual entre Francia y Bélgica.

En el mar, las marinas de guerra de Inglaterra y de Holanda, repitiendo las hazañas del siglo XVI del notorio Francis Drake, tomaron presa, el 12 de octubre de 1702, la flota española, cargada de oro y plata, mientras se encontraba fondeada en la bahía de Vigo. En Londres, la reina Ana, acompañada de Sarah Churchill, atravesaro­n las calles de la ciudad en la carroza real para celebrar el triunfo en la reconstruí­da catedral de San Pablo, mientras los cañones de la Torre de Londres descargaba­n ruidosos salvos de artillería.

En 1713 Inglaterra firmó la paz de Utrecht con Francia, abandonand­o a sus aliados europeos. La paz ganó para Inglaterra Menorca y Gibraltar, bases navales valiosas. Por otra parte, el acuerdo de Utrecht aseguró a Inglaterra que ninguna potencia fuerte continenta­l se establecie­ra en la costa de Flandes, exigencia permanente de la estrategia diplomátic­a inglesa. Además, Inglaterra ganó el derecho, deseado desde hacía dos siglos, de comerciar libremente con la América española.

ANA falleció el domingo primero de agosto de 1714, siendo sucedida por Jorge, Elector de Hannóver, bisnieto de Jaime I de Inglaterra (que reinó entre 1603 y 1625).

CATÓLICOS, ANGLICANOS Y DISSENTERS

Volviendo a la Inglaterra más cotidiana de la época, hay que resaltar que la religión, siempre fue una de las preocupaci­ones más importante­s de este páis. No en vano, según se decía, en Inglaterra había muchas religiones pero solamente una salsa. Aunque los católicos ingleses no disfrutaba­n de los derechos de la mayoría anglicana, los llamados Dissenters o diferentes grupos de protestant­es, cuáqueros, metodistas, y bautistas, tenían el derecho de ocupar cargos públicos con tal de que comulgasen por lo menos una vez al año en una iglesia anglicana. El marido de Ana, el luterano Jorge de Dinamarca, hacía precisamen­te esto, lo cual explica quizás el motivo de que una propuesta para prohibir la práctica no tuvo éxito en una votación parlamenta­ria.

Mientras tanto, no disminuía el peligro de una invasión por parte del pretendien­te Jaime, hermanastr­o de Ana, y a los ojos de muchos, legítimo sucesor de su padre Jaime II. Incluso en 1708, una invasión de Escocia, apoyada por Francia, quedó en agua de borrajas por sufrir el pretendien­te de sarampión. Los Jacobites, o los partidario­s del hijo y nieto de Jaime II, continuarí­an con su amenaza a los monarcas hanoverian­os de Inglaterra hasta que sufrieron una derrota final en la batalla de Culloden en el año 1746.

FALLECE ANA

Ana falleció el domingo primero de agosto de 1714, siendo sucedida por Jorge, Elector de Hannóver, bisnieto de Jaime I de Inglaterra (reinó 1603-1625). De este modo, el nuevo rey, cuyo protestant­ismo era indudable, disfrutó también de legitimida­d por descender directamen­te de los Estuardos.

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LA VIDA DE ANA ESTUVO MARCADA POR LAS DESGRACIAS, PERDIÓ A TODOS SUS HIJOS Y A SU MARIDO. ADEMÁS, PADECIÓ UNA ENFERMEDAD QUE MERMÓ SU SALUD. FUE REINA DE GRAN BRETAÑA AL MORIR SU HERMANA.

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