¿UN OJO DE LA CARA?

Al protagonista de esta historia, sí que le costó un ojo de la cara, vaya que sí le costo. Esta expresión apareció en el siglo XVI. Se empezó a usar en el tiempo en el que españoles e incas estaban en guerra por la conquista de Perú. Diego de Almagro (1475-1538) fue el personaje elegido, considerado descubridor del territorio que hoy se conoce como Chile, fue también el primer europeo en llegar al actual territorio de Bolivia. Era uno de los militares con más renombre en este conflicto.

Así en una batalla recibió el impacto de una flecha en un ojo y lo perdió. Después de este hecho, el militar expresó que por defender los intereses de España, el coste había sido muy elevado, le había costado “un ojo de la cara”. Una frase mítica que se extendió entre sus soldados y que ha llegado hasta nuestros días. Al parecer la especiales palabras fueron pronunciadas en una entrevista que este mantuvo con el Emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1500-1558), un encuentro habitual entre el soberano y el conquistador español.

Se usa para expresar que algo tiene un precio muy alto o cuesta mucho trabajo hacerlo. Una frase muy similar con idéntico significado se produce cuando decimos que algo cuesta “un riñón”.

El protagonista nació en la ciudad de Almagro, en la actual provincia de Ciudad Real, siendo hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez. Fundó San Pedro de Riobamba, la primera ciudad española en Ecuador. Fue todo un personaje con un legado impresionante.