FUNERALES SECRETOS Y SANGRIENTOS
ANTES DE MORIR, GENGHIS, ABUELO DE KUBLAI, DEJÓ BIEN CLARO QUE NADIE DEBÍA ENCONTRAR SU TUMBA, Y DE HECHO LO HICIERON TAN BIEN PARA OCULTARLA QUE POR MUCHAS EXPEDICIONES QUE PARA HALLARLA SE HAN HECHO, JAMÁS SE HA PODIDO DAR CON SU PARADERO. Claro que, en ello tuvo mucho que ver el modo en que se practicó el entierro. Su muerte se produjo el 18 de agosto de 1227, en mitad de una batalla, en Yinchuan, cerca del Tíbet, al caerse de su caballo, cosa rara en un mongol, ya que los mejores jinetes del mundo eran ellos. Sus hombres mantuvieron oculto el dato para que el enemigo no se viniera arriba al conocer que el kan había muerto. Una vez que derrotaron a sus contrincantes, los hombres del gran kan iniciaron el traslado del cuerpo.
Solamente se sabe que está enterrado en Siberia, lo cual implica que hay que buscarlo en medio continente asiático. Todos aquellos que presenciaron el paso del cortejo fúnebre fueron pasados a cuchillo; nadie quedó vivo para saber hacia dónde se dirigía. También murieron los sirvientes que trabajaron en la construcción de su tumba, unos dos mil, así como los soldados que custodiaban a los trabajadores y que fueron los encargados de matarlos. Es decir, mil soldados mataron a dos mil trabajadores y luego los soldados ejecutores fueron a su vez ejecutados. Junto a Genghis se sepultó a sus caballos, a sus doncellas y a sus criados, bajo la creencia de que todos ellos le servirían en el más allá.
Los sucesores de Genghis siguieron con esta práctica cuando morían, pero la gente, avisada de lo que ocurría cuando presenciaban el cortejo fúnebre, no se quedaba para dar el pésame, hacía lo posible por desaparecer e incluso abandonar sus hogares para salir en estampida, si tenían noticia de que por las cercanías iba a pasar el cadáver del kan de turno.