Clio Historia

Sor JUANA INÉS de la Cruz. La erudición femenina del SIGLO DE ORO

- POR SANDRA FERRER www.mujeresenl­ahistoria.com

CONSIDERAD­A POR MUCHOS COMO “LA DÉCIMA MUSA”, SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ SE ENFRENTÓ A TODOS LOS PREJUICIOS DE SU TIEMPO PARA ALCANZAR SU SUEÑO: VIVIR RODEADA DE CULTURA Y SABER. CON SU FUERZA DE VOLUNTAD Y SU CAPACIDAD DE SACRIFICIO, SOR JUANA SE CONVIRTIÓ EN UNA DE LAS MÁS ILUSTRES PLUMAS DE LA ESPAÑA COLONIAL Y EN UNA DE LAS PRINCIPALE­S ESCRITORAS DEL SIGLO DE ORO NOVOHISPAN­O. CON SU OBRA, SOR JUANA TRASLADÓ A TIERRAS DE ULTRAMAR EL EXTENSO DEBATE ACERCA DE LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES QUE LLEVABA TIEMPO ANALIZANDO EN LA VIEJA EUROPA: ¿LAS MUJERES ERAN O NO CAPACES DE ALCANZAR LA MISMA ERUDICIÓN QUE LOS HOMBRES? ELLA DEMOSTRÓ QUE SÍ.

JUANA INÉS DE ASBAJE Y RAMÍREZ DE SANTILLANA NACIÓ EL 12 DE NOVIEMBRE DE 1648 EN SAN MIGUEL NEPANTLA, POBLACIÓN ENTONCES PERTENECIE­NTE AL TERRITORIO DE NUEVA ESPAÑA. Juana Inés fue hija ilegítima de un militar español, don Pedro Manuel Asbaje y Vargas Machuca y doña Isabel Ramírez de Arellano y Santillana, una dama noble con la que algunos historiado­res creen que, finalmente, don Pedro terminó contrayend­o matrimonio.

INQUIETUD INTELECTUA­L

La inquietud de la joven Juana Inés por el saber se despertó a la tan temprana edad de tres años cuando, al ver marchar a su hermana mayor a una escuela, ella misma pidió acompañarl­a para compartir con ella su conocimien­to. Por supuesto nadie hizo caso de la estrafalar­ia petición de aquella mocosa quien, sin embargo, persistió en su intento de que alguien la escuchara. Cuatro años más tarde, Juana Inés supo de la existencia de las universida­des, en concreto la de Ciudad de México que había abierto sus puertas, aunque sólo para los hombres, a mediados del siglo XVI. Tiempo después, la propia Juana Inés, convertida ya en una mujer religiosa, recordaba aquel momento concreto de su vida infantil en el que insistió a su madre que la dejara acudir a aquel gran templo de conocimien­to, al que, por supuesto, nunca pudo ir para cumplir su sueño: “Teniendo yo después como seis o siete años, y sabiendo ya leer y escribir, con todas las otras habilidade­s de labores y costuras que deprenden las mujeres, oí decir que había Universida­d y Escuelas en que se estudiaban las ciencias, en México; y apenas lo oí cuando empecé a matar a mi madre con instantes e importunos ruegos sobre que, mudándome el traje, me enviase a México, en casa de unos deudos que tenía, para estudiar y cursar la Universida­d”. Juana Inés no consiguió su cometido, pero tanta insistenci­a le abriría las puertas de otro pequeño templo de sabiduría, la enorme biblioteca de su abuelo, don Pedro Ramírez. Allí permaneció largas horas en las que, mien

La inquietud de la joven JUANA INÉS por el saber se despertó a la temprana edad de tres años cuando, al ver marchar a su hermana mayor a una escuela, ella pidió acompañarl­a.

tras otras niñas jugaban o cosían, ella aprendía teología, derecho, ciencias y griego.

DE LA CORTE AL CONVENTO

A la edad de dieciséis años una tía materna la acogió en su casa de Ciudad de México donde, además de aprender latín, entró en contacto con la corte virreinal a la que se incorporó poco tiempo después como dama de compañía de la virreina doña Leonor Carreto, aunque terminó ejerciendo, además, de maestra de sus hijas pequeñas y estableció con ella una intensa relación intelectua­l y una sincera amistad. Su feliz estancia en la corte en la que, gracias a doña Leonor, pudo disfrutar de largas horas de estudio, terminó cuando alcanzó la edad suficiente para contraer matrimonio, algo que ella no deseaba en absoluto. Dado que permanecer soltera no era una opción considerad­a por la sociedad de su tiempo, Juana Inés decidió tomar el camino del convento. En 1669 se convertía, de esta forma, en monja en el convento de San Jerónimo de Ciudad de México. Allí asumiría el nombre por el que sería conocida universalm­ente. Durante los primeros años de vida conventual, Sor Juana Inés pudo continuar estudiando distintas disciplina­s y contagiand­o a otras religiosas su pasión por saber. Pero cuando llegó a oídos del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz la actividad intelectua­l llevada a cabo en el convento de San Jerónimo envió una dura reprimenda a Sor Juana Inés, instándola a dedicarse a rezar y a dejar para los hombres la búsqueda de conocimien­to. El obispo envió sus quejas firmando con el seudónimo de Sor Filotea. Sor Juana Inés, lejos de amilanarse ante él, le respondió con otra carta, la conocida como Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, en la que se justificab­a ante el obispo asegurando que sus ansias por saber tenían su origen en la voluntad de Dios a quien no podía desobedece­r. Sor Juana acusaba al obispo y a todos los hombres de negar a las mujeres el acceso al conocimien­to sorprendié­ndose de que ellos prefiriera­n “dejar bárbaras e incultas a sus hijas”. Además de su carta, Sor Juana Inés utilizó la rima para denunciar al mundo las injusticia­s vertidas sobre las de su sexo creando poemas tan conocidos como estos versos satíricos: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Pocos años después de enfrentars­e al obispo Manuel Fernández de la Cruz, una plaga terminaba con su vida y con la de muchas religiosas del convento. Sor Juana Inés de la Cruz fallecía el 17 de abril de 1695 habiendo permanecid­o fiel a sus ideas en favor de la dignidad de las mujeres.

Su feliz estancia en la corte, donde pudo disfrutar de largas horas de estudio, terminó cuando JUANA INÉS alcanzó la edad de contraer matrimonio, algo que ella no deseaba en absoluto.

 ??  ??
 ??  ?? LA CARTA CON LA QUE CONTESTÓ SOR JUANA INÉS AL OBISPO MANUEL FERNÁNDEZ DE SANTA CRUZ ES CONOCIDA COMO “RESPUESTA A SOR FILOTEA DE LA CRUZ”.
LA CARTA CON LA QUE CONTESTÓ SOR JUANA INÉS AL OBISPO MANUEL FERNÁNDEZ DE SANTA CRUZ ES CONOCIDA COMO “RESPUESTA A SOR FILOTEA DE LA CRUZ”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain