El lago RITSA, el REFUGIO de STALIN
EL CÁUCASO RUSO NO SÓLO LO CONSTITUYEN ALTAS MONTAÑAS Y PROFUNDOS VALLES, SINO QUE OFRECE UNA CARA MÁS ACOGEDORA. EN LA COSTA DEL MAR NEGRO SE ENCUENTRAN UNAS PLAYAS SOLEADAS BAJO UN CLIMA SUBTROPICAL QUE GUARDAN INCREÍBLES SECRETOS. UNOS KILÓMETROS TIERRA ADENTRO, DESDE LA CIUDAD COSTERA DE PITSUNDA, NOS ENCONTRAMOS EL LAGO RITSA. UN PROFUNDO LAGO QUE NUNCA SE CONGELA Y EN CUYAS RIBERAS, EN UNA ATMÓSFERA HECHIZANTE, MORABA UNO DE LOS DICTADORES MÁS CRUELES Y PODEROSOS DE LA HISTORIA, STALIN.
LA UNIÓN SOVIÉTICA SIEMPRE FUE UN COFRE CERRADO, EN CUYO INTERIOR GUARDABA SECRETOS INCONFESABLES. El hermetismo del régimen comunista hizo que las noticias se filtrasen a Occidente por cuentagotas y, numerosas veces, las informaciones fuesen incompletas o sesgadas. En la extensa geografía del universo soviético se encontraba un lugar en especial. Un idílico lago, el Ritsa, en la actual República de Abjasia, fue elegido como el lugar de retiro y descanso predilecto de su máximo dirigiente Iósif Stalin (1879-1953). El opaco dictador soviético meditaba mientras paseaba por las orillas del lago. En su dacha particular, provista de todas las comodidades posibles, su megalómano huésped tomaba decisiones que destruyeron las vidas de tantísimas personas. ¿Por qué eligió Stalin este lago? Las leyendas ya envolvían este lugar tan insólito como poseedor de una siniestra belleza.
UN LAGO DE LEYENDA
Los lagos del mundo siempre presentan una aureola especial. Debajo de sus aguas se ocultan supuestos seres fantásticos y por sus orillas caminan personajes de leyenda. Rusia la tenemos, instintivamente, asociada al país del frío. Sin
embargo, su amplia geografía depara sorpresas. Desde la ciudad-balneario de Sochi, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, se impregna un clima muy alejado del típico bosque ruso de coníferas. La costa rusa del Mar Negro presenta un clima subtropical, cálido y húmedo, acompañado de una asombrosa riqueza vegetal. Las orillas del Mar Negro están salpicadas de vestigios procedentes de las culturas que han pasado por allí. La ciudad de Tamán, por ejemplo, en el Estrecho de Kerch (de presente actualidad por las tensiones entre Rusia y Ucrania), que separa el Mar Negro del Mar de Azov, alberga una antigua colonia griega. Los avezados navegantes helenos fundaron Fanagoria como establecimiento comercial adelantado. En sus proximidades se encuentran suaves estepas salpicadas de volcanes de lodo. Para los antiguos griegos estas tierras no les eran desconocidas puesto que en ellas se sitúa uno de sus principales mitos: el vellocino de oro. Continuamos viaje y visitamos Krasnodar y su imponente Museo de Historia que abarca todas las etapas históricas recientes (zarismo, ambas guerras mundiales…), intercalado con las ciencias naturales y gran cantidad de fósiles exhibidos. Nuestro objetivo es llegar al lago Ritsa ,el cual se encuentra en un país que no existe o, al menos, no es reconocido internacionalmente. Tras la implosión de la URSS, decenas de estados le sucedieron y los conflictos se multiplicaron. El área del Cáucaso fue testigo de sangrientas guerras étnicas, como la acaecida en Abjasia. La República de Georgia, durante la era soviética, había otorgado cierta autonomía a los abjasios pero dentro de la integridad territorial e indivisible de su estado. A principios de los años noventa del siglo XX, los abjasios, considerados por cultura, religión y etnia diferentes a los georgianos, emprendieron una guerra de independencia. La recién nacida Federación Rusa era su principal valedor y hoy en día el gobierno de Vladímir Putin es el único, junto a Nicaragua y Venezuela, que reconoce a la República de Abjasia. En Tuapse, cerca de la frontera entre Rusia y Abjasia, visitamos un dolmen. Uno más puesto que toda la costa del Mar Negro está plagada de estos impresionantes monumentos megalíticos. El cruce de la frontera es más sencillo de lo que se podría pensar a priori, pero las cicatrices de la guerra aún son palpables en Abjasia. Nuestra primera parada es Gagra. Si viéramos una postal de esta ciudad y nos omitieran el nombre deduciríamos que estábamos en el Mediterráneo. De hecho, el nombre de Mar Negro no le hace justicia, pues suele presentar unas vistosas aguas celestes. Después nos dirigimos a Pitsunda, ciudad base para llegar al lago Ritsa. Las amplias playas de arena y guijarros convirtieron a esta urbe en un
La costa rusa del MAR NEGRO está salpicada de vestigios procedentes de las culturas que han pasado por allí, como la griega.
centro turístico popular para los ciudadanos soviéticos y, en la actualidad, para los rusos. El líder soviético Nikita Kruschev (1894-1971) era un asiduo de Pitsunda y precisamente estaba veraneando allí cuando sus camaradas lo derrocaron en octubre de 1964. El predecesor de Kruschev, Stalin sentía predilección por las aguas del lago Ritsa, a unos 60 kilómetros de Pitsunda, donde se instaló una de sus dachas (casas de campo), y gobernaba con puño de hierro la inmensidad de la URSS desde su retiro vacacional.
EL REPOSO DE STALIN
Todos los autócratas del siglo XX han poseído un lugar escondido donde se retiraban con sus acólitos. Es conocido el denominado “nido de las águilas”, como gustaba a Hitler denominarlo, en Berchtesgaden , en los Alpes bávaros. Incluso se han conservado películas caseras filmadas por su amante Eva Braun en este lugar. Hitler se mostraba taciturno contemplando las montañas a lo lejos, pero también se le veía relajado e incluso cercando cuando acariciaba a su perra o juega con los hijos pequeños de sus colaboradores. El gran antagonista de Hitler fue Stalin, quien también disfrutaba de un refugio secreto para descansar y re
lajarse. Al contrario que el dictador nazi, el soviético no era muy amigo de ser filmado y el secretismo más denso impregnaba todas sus visitas a la dacha del lago Ritsa. Stalin trabajaba muchas horas al día como un burócrata, confeccionando listas de enemigos (reales o imaginarios), estableciendo los precios de los productos de primera necesidad, leyendo informes militares, etc. No era muy amante de viajar y de hecho todas las cumbres a las que asistió con los aliados durante la Segunda Guerra Mundial (Teherán, Postdam, Yalta) fueron elegidas para que pudiera regresar a territorio soviético en menos de 24 horas. Sin embargo, le gustaba la caza y las excursiones al aire libre. En la dacha del lago Ritsa, Stalin contaba con todas las comodidades domésticas: cuarto de aseo, cocina, nevera, radio, etc. Lo que más llama la atención es una gran sala, presumiblemente elegida para las cenas, al fondo de la cual se encuentra un gran piano de cola. El instrumento musical fue fabricado por la empresa F. Mühlbach, cuyo logotipo se aprecia claramente encima del teclado. Esta fábrica de pianos llegó a ser la primera en producción y calidad de toda Rusia y fue fundada por un artesano alemán oriundo del Báltico, Theodor Franz Adolf Mühlbach, afincado en San Petersburgo. Son curiosos los gustos tan burgueses (música, cine, caza, pesca, etc.) del líder del “proletariado mundial”. Durante sus estancias en Ritsa, Stalin se hacía acompañar de sus más estrechos colaboradores, aquellos que como definió una película constituían “el círculo del poder”. Estaba presente, en especial, en las estancias de la dacha del lago Ritsa el siniestro y sádico jefe de la policía secreta, Lavrenti Beria (1899-1953). Originario él mismo de Abjasia llegó a ser secretario general del Partido Comunista en el Transcáucaso. Las terribles purgas estalinistas azotaban todos los rincones de la URSS, hasta los más remotos. Fue el caso del líder del partido abjazo, Néstor Lakoba, quien murió repentinamente poco después de haber visitado a Beria en Tiflis en diciembre de 1936. No se sabe si fue envenenado pero Beria como atributo macabro de su fin lo declaró, póstumamente, enemigo del pueblo.
Durante sus estancias en Ritsa, STALIN se hacía acompañar de sus más estrechos colaboradores, aquellos que constituían "el círculo del poder".
El secretismo y la necesidad de ocultar todo lo que acontecía en el lago Ritsa, cuando Stalin estaba allí, lo prueba la presencia del NKVD, la policía secreta soviética. Hoy en día no es difícil acceder al lago Ritsa en parte conduciendo por la magnífica carretera que construyeron los alemanes hace ochenta años. Incluso resulta sorprendente la poca vigilancia que presenta la dacha de Stalin, localizable por el color verde del edificio, y su facilidad para entrar en ella. Todo indica el poco conocimiento de las generaciones actuales del tiránico inquilino que se escondía tras sus paredes. Incluso la venta de recuerdos con la efigie del dictador soviético son síntomas de que su brazo represor hace tiempo que está ya sepultado. En la zona colindante a la dacha aún se adivinan las
casetas de los guardias, los pasos de control para vehículos e incluso pequeños búnkeres para asegurar la protección del líder máximo. Otras edificaciones más amables como el embarcadero, donde Stalin paseaba con su pipa siempre encendida, se conserva en buen estado. El entorno del lago Ritsa se antoja apacible y bello. Sus aguas pueden presentar tonalidades turquesas según la hora del día. Densos bosques de boj y otros árboles que superan los 70 metros de altura, pueblan sus orillas. Los helechos crecen abundantemente nutriendo una vegetación más propia de un país tropical que de uno euroasiático. La dacha de Stalin en el lago Ritsa se convirtió en un verdadero centro de poder al que acudían mandatarios extranjeros de visita.
PACTO ENTRE NAZIS Y SOVIÉTICOS
Durante la Segunda Guerra Mundial los combates más sanguinarios y las destrucciones más masivas tuvieron lugar en el territorio de la Unión Soviética. La invasión alemana, a partir del 22 de junio de 1941, desató un verdadero infierno en la tierra. Batallas como Leningrado, Stalingrado o Kursk han quedado guardadas en la memoria colectiva. La ferocidad del conflicto germano-soviético nos hace casi imposible pensar en algún tipo de colaboración pacífica entre la Alemania nazi y la Rusia soviética pero... la hubo. El pacto germano-soviético de 1939 asombró al mundo cuando se estrecharon las manos de Ribentropp, ministro de Asuntos Exteriores nazi, y su homólogo ruso, Molotov, ante la cínica mirada de Stalin. Este tratado fue un pacto de conveniencia con cláusulas, mayormente, económicas y con un claro significado estratégico: mientras Hitler firmaba un pacto con Stalin, sus tropas podían atacar Polonia impunemente. Lo realmente sorprendente es que la colaboración entre nazis y soviéticos empezó mucho antes pero de manera encubierta y no oficial. Pocos historiadores conocen que técnicos, ingenieros y agentes alemanes trabajaron en la Unión Soviética antes de 1939. ¿Qué hacían allí? ¿Cuál era su misión en el país de los soviets? Tras firmar el Tratado de Versalles en 1919, Alemania quedó en el tablero internacional como un verdadero apestado. Amputaciones territoriales, indemnizaciones de guerra y el lastre moral de culpabilizar a los alemanes de ser los causantes de la Gran Guerra hacía crecer la desesperación del gobierno alemán. A los rusos no les iba mejor puesto que, a pesar de haber abandonado la guerra mundial, acto seguido estalló la guerra civil entre los ejércitos blancos (zaristas) y el Ejército Rojo (bolcheviques). Además, ningún gobierno occidental quería reconocer diplomáticamente a la Rusia soviética. El comunismo atemorizaba a todos ("terror rojo"). Así pues, los dos países más perjudicados de la guerra mundial, Alemania y la URSS, se abrazaron firmando un pacto de colaboración mutua: el Tratado de Rapallo (1922). Quizá el aspecto más importante de este pacto fue la secreta cooperación militar entre ambos países. Los cuadros y mandos alemanes probaban, en terreno ruso, las armas que les prohibía fabricar los aliados. La naciente aviación militar alemana (Luftwaffe) tenía su base en Lipeck, provincia entre Moscú y Voronov. Incluso la Oficina Técnica de la Luftwaffe diseñó un bombardeo pesado de largo alcance. El prototipo sería un cuatrimotor con una autonomía de 1.500 kilómetros con capacidad de carga de 1.600 kilogramos de bombas. Fue el llamado "bombardero de los Urales". La artillería alemana realizaba pruebas de tiro cerca de Kazan, junto al río Volga incluso se probaba la guerra química como testimonió el General Ernst Köstring: "Teníamos amplios terrenos, cu
El pacto GERMANO-SOVIÉTICO de 1939 asombró al mundo cuando se estrecharon las manos de Ribentropp, ministro de Asuntos Exteriores nazi y su homógolo ruso, Molotov, ante la cínica mirada de Iósif Stalin.
yos pueblos fueron evacuados, para probar agentes químicos de combate". Increíblemente con la llegada de Hitler a la cancillería alemana en 1933, y pese a su visceral anticomunismo, la colaboración con los soviéticos se redobló. En la recóndita Abjasia, en los alrededores del lago Ritsa, ingenieros alemanes empezaron a trabajar en una serie de proyectos. Especialistas de la Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación de la Herencia Ancestral Alemana) e ingenieros de la Organización Todt (organización dependiente del ejército alemán dedicada a la ingeniería y construcción de infraestructuras), comenzaron a construir un camino estratégico, derribando rocas y excavando un túnel que llevara al lago Ritsa. La carretera que conduce desde el puerto de Pitsunda hasta el lago Ritsa fue construida por los alemanes y, actualmente, se sigue utilizando. Es increíble, como pude comprobar, el buen estado y calidad de esta obra a pesar del tiempo transcurrido. Parece ser que los ingenieros de la Organización Todt construyeron la carretera y los túneles que conducen al lago Ritsa por motivos convencionales y, públicamente, por razones de cooperación internacional. ¿Los agentes de la Ahnenerbe qué hacían allí? Obviamente sus motivos e intereses eran otros. Mucho se ha escrito sobre el esoterismo nazi, pero poco sobre esta misión en concreto. Los hidrólogos de la Ahnenerbe buscaban encontrar el "agua viva" del lago Ritsa. Suponían que la composición del agua tomada de una fuente situada en una cueva bajo el lago Ritsa era ideal para la fabricación de plasma sanguíneo humano. El profesor
Aunque pueda parecer increíble, con la llegada de ADOLF HITLER a la cancillería alemana en 1933, y pese a su visceral anticomunismo, la colaboración con los soviéticos se redobló a partir de ese momento.
Bormotov, de la Universidad Tecnológica del Estado en Maikop (Rusia), afirmaba que "el agua viva de Abjasia era transportada en recipientes de plata a la costa del Mar Negro donde la embarcaban en un submarino hasta el puerto de Constanza en Rumanía donde era, finalmente, transportada en avión a Alemania. Los proyectos nazis prosiguieron e incluso se proyectó construir un túnel submarino que conectara el lago Ritsa con el mar pero la guerra lo interrumpió". Estos increíbles proyectos nazis han sido redescubiertos a raíz de los fabulosos hallazgos llevados a cabo en la República de Adigueya, en Rusia. El descubrimiento en las montañas del Cáucaso de un maletín nazi con el emblema de la Anhenerbe ha disparado todo tipo de especulaciones entre los investigadores. A esto hay que añadir los dos cráneos con aspecto desconocido encontrado en una nueva del monte Bolshoi Tjach. En Abjasia aún no terminan los enigmas, puesto que habría que proseguir la narración con los huesos de gigante hallados en el Valle de Kodori o los numerosos conjuntos dolménicos de las estribaciones caucásicas con sus creencias inherentes de energías ancestrales.