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Théroigne de Méricourt, la amazonas de la REVOLUCIÓN FRANCESA

- POR SANDRA FERRER www.mujeresenl­ahistoria.com

A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, UNA EXULTANTE SARAH BERNHARDT SALÍA AL ESCENARIO DE PARÍS PARA RECREAR LA VIDA DE UNA DE LAS HEROÍNAS MÁS CONOCIDAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA. THÉROIGNE DE MÉRICOURT PASARÍA A LA HISTORIA COMO UNA DE LAS GUERRERAS REVOLUCION­ARIAS MÁS AGUERRIDAS, SUBIDA EN SU CABALLO, CON ARMAS AL CINTO Y ARENGANDO A LAS MASAS. UNA IMAGEN QUE, SIN EMBARGO, TIENE MÁS DE MITO QUE DE REALIDAD.

LA VERDADERA HISTORIA DE THÉROIGNE DE MERICOURT SE ENCUENTRA VELADA POR UN SINFÍN DE IMÁGENES CONTRADICT­ORIAS Y POCO VERACES. A lo largo del siglo XIX, su recuerdo como una de las mujeres más activas en las calles del París revolucion­ario, se fue moldeando hasta dibujar la imagen de una amazonas que puso en jaque a los enemigos de la patria y que inspiró obras de teatro y poemas como los famosos versos que Charles Baudelaire le dedicó hacia 1861:

¿Habéis visto a Théroigne, amante de las matanzas,

excitando al asalto a un pueblo sin calzado,

con las mejillas y los ojos de fuego, representa­ndo a su personaje,

y subiendo, con el sable en la mano, las escaleras reales?

TAMBORES DE REVOLUCIÓN

Théroigne había nacido en la localidad francesa de Marcourt el 13 de agosto de 1762. Hija de un humilde campesino, su verdadero nombre era AnneJosèph­e. Su infancia estuvo rodeada de desdichas y tristeza, sobre todo cuando su madre falleció al dar a luz al segundo de sus hermanos. Cuando su padre se volvió a casar y formó una nueva familia, los pequeños iniciaron un largo periplo en busca de un nuevo hogar. Théroigne vivió en un convento y en casa de varios familiares hasta que encontró trabajo como dama de compañía de una elegante aristócrat­a con la que terminó viviendo en Londres.

Fue en Inglaterra donde conoció por primera vez el amor, y por primera vez también descubrió que tampoco los hombres iban a ser su salvación. En aquella época turbulenta de su vida, Thé

La imagen de THÉROIGNE se fue moldeando hasta dibujar a una amazonas que puso en jaque a los enemigos de la patria y que inspiró obras de teatro y poemas, como los famosos versos que Charles Baudelaire le dedicó hacia 1861.

roigne buscó la manera de ganarse el pan por sí misma aprovechan­do su talento como cantante. Tras vivir en Londres y Roma, los tambores revolucion­arios la llevaron a instalarse en París en los albores de la revolución.

En los primeros momentos revolucion­arios, Théroigne permaneció expectante observando los acontecimi­entos. A pesar de que algunas voces la situaron en la Toma de la Bastilla o liderando a las mujeres en la marcha a Versalles de principios de octubre de 1789, lo cierto es que aquel turbulento verano Théroigne se había instalado en Versalles donde sí que asistió a la frenética actividad de la Asamblea Nacional.

LOS AMIGOS DE LA LEY

En 1790, Théroigne regresó a París donde fundó un club, Los amigos de la ley, y empezó a participar activament­e en la vida política de la ciudad, dando encendidos discursos reclamando la igualdad de derechos de hombres y mujeres y reivindica­ndo el derecho de estas a poder llevar armas.

Su voz se oía cada vez más alta, por lo que empezó a forjarse una amplia lista de enemigos, llegando incluso a ser considerad­a una espía. A mediados de 1791, las fuerzas realistas la detuvieron acusándola de haber intentado atentar contra la reina María Antonieta. Trasladada a la fortaleza de Kufstein, un regio castillo situado entre el Tirol y Baviera, Théroigne permaneció prisionera hasta que fue trasladada a Viena, donde fue juzgada por alta traición.

Debilitada por su larga estancia en Kufstein en condicione­s deplorable­s, Théroigne sacó fuerzas de donde pudo para defenderse ante un tribunal que la amenazaba con condenarla a muerte. Sorprenden­temente, fue puesta en libertad.

EL NACIMIENTO DE UN MITO

A principios de 1792 volvía a estar en París, en el centro de la escena revolucion­aria donde, ataviada con un traje escarlata, con pistolas al cinto y dagas en los bolsillos, volvió a defender la libertad de todos los ciudadanos, el orden republican­o y la igualdad de hombres y mujeres.

En marzo de 1792, Théroigne pronunció uno de sus más famosos discursos en la Sociedad Fraternal de las Mínimas: “Armémonos, tenemos el mismo derecho por naturaleza y por ley; mostrémosl­es a los hombres que no somos inferiores a ellos ni en virtudes ni en coraje”. De las palabras pasó a la acción y, a pesar de la prohibició­n expresa de poder llevar armas por ser mujeres, Théroigne se dispuso a organizar un regimiento exclusivam­ente femenino y participó activament­e en el asalto al palacio de las Tullerías, que tuvo lugar en agosto de 1792.

Pero de nuevo su ímpetu y coraje le valieron las críticas de los que veían que estaba animando con demasiado fervor a las mujeres a salir de sus casas. Fueron de hecho muchas mujeres las que empezaron a criticar sus relaciones con los girondinos. Asimismo, sus críticas abiertas a los jacobinos no ayudaron a mejorar su imagen.

Pocos meses después, un grupo de mujeres la atacó brutalment­e. Théroigne sobrevivió a los golpes, pero su mente quedó perturbada para siempre.

Théroigne de Méricourt terminó sus días olvidada, en un sanatorio, considerad­a una demente. Sola, enajenada, llegó a sobrevivir muchos años. Solo la muerte, que le llegó en el verano de 1817, terminó con aquel terrible encierro. Décadas después, su figura fue rescatada del olvido y fue utilizada por los nostálgico­s de la revolución para dibujar a una amazonas que abanderó la causa revolucion­aria convirtién­dola en todo un símbolo de la Revolución francesa, una revolución que, sin embargo, terminó devorándol­a.

THÉROIGNE se dispuso a organizar un regimiento exclusivam­ente femenino y participó activament­e en el asalto al palacio de las Tullerías, que tuvo lugar en agosto de 1792.

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