Clio Historia

El ascenso y caída del DUQUE DE LERMA

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AUNQUE PUEDA PARECER LO CONTRARIO, LAS CLASES BAJAS NO FUERON LAS ÚNICAS EN UTILIZAR A BRUJOS Y HECHICEROS PARA CONSEGUIR SUS PROPÓSITOS. Muy al contrario, la hechicería era una práctica a la que también acudían los poderosos. Y pocas personas en la Historia han sido más poderosas que Francisco de Sandoval, I Duque de Lerma.

A este personaje le dediqué una de mis novelas, El trono de barro, en la que narro su ascenso y caída. No en vano, pasó de estar en la ruina más absoluta a amasar una fortuna que rivalizaba con la del propio rey. Es por ello que la palabra del Duque de Lerma se convirtió en Ley en medio mundo. A principios del siglo XVII, Francisco de Sandoval dictaba las leyes, por encima de Felipe III, en el Imperio.

Junto con el poder que amasó, también ganó un buen número de enemigos. El principal fue Baltasar de Zúñiga, tío y mentor del que llegaría a ser el muy famoso Conde-Duque de Olivares. Baltasar formó parte de la facción que logró derrocar a Francisco de Sandoval y expulsarlo de la Corte, si bien no logró eliminarlo en un proceso judicial porque el Duque de Lerma tuvo la previsión de hacerse investir cardenal. Y fue precisamen­te una vez que Francisco estuvo exiliado en Valladolid cuando se le relacionó con un caso de brujería…

Unos años antes, su secretario y mano derecha, Rodrigo Calderón, un joven belga que había entrado a su servicio siendo un muchacho, coqueteó con asuntos peligrosos cuando intentó conseguir, gracias a los servicios de un alquimista, el secreto de la Piedra Filosofal. Solo que el alquimista resultó ser un estafador que estuvo sacándole oro durante una buena temporada, antes de salir huyendo cuando se olió que estaban a punto de descubrir su patraña.

El juego político entre la facción del Duque de Lerma y la de sus enemigos era tan oscuro, que cuando murió la reina, principal enemiga de Francisco de Sandoval, se relacionó a Rodrigo Calderón con un posible asesinato real.

Este tira y afloja político se desarrolló durante varios años, en los que Baltasar fue ganando influencia y Francisco perdiendo partidario­s, muchos de ellos acusados de corrupción. Finalmente, viendo que su situación en la Corte peligraba, el Duque de Lerma logró que el Papa lo nombrara Cardenal de San Sixto; de este modo no se le podría juzgar si finalmente se producía su caída.

Baltasar ganó la partida, y el Duque tuvo que exiliarse. Se le embargaron prácticame­nte todos sus bienes. Pero todavía podía jugar una última mano…

Francisco seguía teniendo algún personaje que le era leal. Uno de ellos era su confesor, Fray José de Santa María. Este fraile se vio envuelto en una causa criminal junto a un tal Antonio de Beaufort. La investigac­ión la dirigió el Inquisidor General, Andrés Pacheco.

Algunas fuentes hablan de Antonio de Beaufort llamándole Marqués de Camarasa, sin embargo, otras indican que este personaje nunca obtuvo semejante distinción, aunque sí aparece como hombre de armas y Teniente de la época.

La investigac­ión se llevó a cabo porque el fraile y Beaufort pretendían traer de vuelta a la Corte a Francisco de Sandoval. Y no solo eso, sino también apartar al Conde-Duque de Olivares del servicio del rey. Por supuesto, todos esos movimiento­s pretendían hacerse con malas artes.

El informe, que se envió al rey, desvelaba que Beaufort y Santa María habían recibido de Francisco de Sandoval la nada despreciab­le cifra de cincuenta y cuatro mil ducados. Y eso a pesar de que poco antes el ahora cardenal se había declarado en la ruina. Esos dineros se habrían pagado con la intención de que el fraile y Beaufort dieran muerte al Conde-Duque. Para ello se servirían de hechizos y venenos que Beaufort ya había probado previament­e en un criado al que provocó la muerte.

La investigac­ión parece mostrar que Beaufort era un meigo reconocido, al que se detuvo cuando volvía a Santiago, tal vez huyendo de la Corte. Cuando se le detuvo, se encontraro­n diversos libros de astrología y una medalla cabalístic­a que se incluyó en el archivo sobre su proceso.

Beaufort no fue enviado a las cárceles de la Inquisició­n, sino que estuvo en arresto domiciliar­io. Durante el proceso, confesó que había actuado hechizado ¡por el propio Duque de Lerma! El resultado para él fue que terminó siendo expulsado de la guardia a la que pertenecía y exiliado a Flandes.

Y es que, nunca se ha podido gran cosa contra los poderosos.

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Autor de Hijos de Herchales
(Edhasa), La Predicción del Astrólogo (Ediciones B), El Trono de Barro (Edhasa) y Muerte y cenizas (Edhasa).
Escritor de novela histórica. Autor de Hijos de Herchales (Edhasa), La Predicción del Astrólogo (Ediciones B), El Trono de Barro (Edhasa) y Muerte y cenizas (Edhasa).

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