Louise Bourgeois, la PARTERA de LUIS XIII
AYUDÓ A TRAER AL MUNDO A PRÍNCIPES Y PRINCESAS, ENTRE ELLOS, EL QUE REINARÍA EN FRANCIA COMO LUIS XIII. CONTRATADA POR LA REINA MARÍA DE MÉDICI, LOUISE BOURGEOIS FUE UNA DE LAS PARTERAS MÁS SOLICITADAS DE SU TIEMPO. SU AMPLIA EXPERIENCIA, PLASMADA EN VARIOS MANUALES SOBRE EL ARTE DE PARTEAR, SENTÓ LAS BASES DE LA GINECOLOGÍA Y LA OBSTETRICIA DE LOS SIGLOS POSTERIORES. SU METEÓRICO ASCENSO EN EL ENTORNO REAL TERMINÓ CON LA MUERTE DE LA PRINCESA MARÍA DE BORBÓN-MONTPENSIER QUE FUE UTILIZADA POR LOS MÉDICOS PARA DESPRESTIGIAR SU LABOR COMO PARTERA.
LOUISE BOURGEOIS (1563-1636) nació y creció en el barrio parisino de Saint-Germain en el seno de una familia acomodada que le facilitó una buena educación. A los veintiún años se casó con el barbero y cirujano Martin Boursier con el que tuvo tres hijos. Louise sufrió los años convulsos que se sucedieron tras la lucha por el poder protagonizada por Enrique de Navarra y Carlos de Borbón, y que provocaron la marcha de su marido, miembro del ejército real. Durante su larga ausencia, Louise perdió buena parte de su riqueza, por lo que tuvo que subsistir vendiendo labores de punto y bordado. Tras el regreso de Martin, en 1594, Louise empezó a prepararse para convertirse en matrona. Para ello,
Su buen hacer y profesionalidad pronto la convirtieron en una reputada MATRONA en el París de principios del siglo XVII. Su fama se extendió entre la aristocracia y llegó hasta las puertas de palacio.
aprovechó los conocimientos médicos de su marido y del que fuera maestro de este, el reconocido cirujano francés Ambroise Paré. Durante cuatro años estudió a conciencia los libros que le facilitaban y empezó a practicar el arte de partear con las mujeres pobres de París. Hasta que se sintió preparada para presentarse al examen oficial que le permitiera adquirir el título de partera. A finales de 1598, Louise Bourgeois obtenía una licencia oficial.
EN PALACIO
Su buen hacer y profesionalidad pronto la convirtieron en una reputada matrona en el París de principios del siglo XVII. Su fama se extendió entre la aristocracia, y llegó hasta las puertas de palacio. El 17 de diciembre de 1600, Enrique IV se
había casado con María de Médici, después de conseguir la anulación de su primer matrimonio con Margarita de Valois, que fue repudiada al no tener hijos. El rey necesitaba afianzar su trono con un heredero que pusiera fin a una larga época de inestabilidad política, religiosa y social en Francia.
Cuando la reina María quedó embarazada, se dispuso todo para que el bebé naciera sano y salvo. Para ello era necesario contar con la presencia en palacio de una matrona con suficiente experiencia y reputación. Ya había llegado a oídos de María el nombre de Louise, quien fue llamada a palacio para asistir a su primer parto real, que tendría lugar en Fontainebleau, el 27 de septiembre de 1601.
A pesar de que en aquellos años disfrutó de la protección de los reyes de Francia, por los rincones de palacio se susurraban críticas hacia ella y sus prácticas con las parturientas. Críticas que provenían principalmente de los médicos y cirujanos que no veían con buenos ojos el éxito de una mujer.
EL PODER DE LA COMUNIDAD MÉDICA
Durante siglos, el conocido como ARTE DE PARTEAR era el único ámbito sanitario en el que las mujeres tenían un cierto control. Hasta que los médicos empezaron a exigir de las parteras un título oficial.
En aquella época, las matronas estaban viendo como poco a poco, su ámbito de actuación dentro de la medicina, se estaba viendo cada vez más reducido y controlado. Durante siglos, el conocido como arte de partear era el único ámbito sanitario en el que las mujeres tenían un cierto control. Hasta que los médicos empezaron a exigir de las parteras un título oficial. Con el tiempo, fueron siendo apartadas de la primera línea de actuación hasta que quedaron como ayudantes de los
ginecólogos. Fue en este contexto en el que Bourgeois se enfrentó a la comunidad médica. De hecho, la versión que escribió un médico de palacio sobre la actuación de la partera tras el nacimiento de Luis, era muy diferente a la que ella relató, situándola como simple apoyo mientras era el médico quien salvaba al delfín.
Durante los primeros años del siglo, Louise Bourgeois había permanecido en palacio ejerciendo su labor de matrona entre las mujeres de la corte.
POLÉMICA
Pero casi treinta años después, la muerte de una de sus parturientas la colocó en el centro de la polémica. Sucedió en el verano de 1627 cuando la princesa María de Borbón-Montpensier, cuñada del por aquel entonces rey Luis XIII, falleció días después de dar a luz. La reina madre, María de Médici, encargó a los médicos de la Corte una autopsia para determinar la muerte de la princesa. Tres días más tarde, Louise publicaba su propia Apología. Aunque el informe emitido por los doctores reales no aludía directamente a la partera, ella se sintió agraviada porque se hablaba de una mala praxis durante el parto, al que ella misma había atendido.
Louise Bourgeois tenía entonces más de sesenta años y simplemente podría haberse retirado de la vida pública. Pero sintió la necesidad de defender su reputación. Por aquel entonces ya había publicado un extenso manual de matronería en tres volúmenes y se había consolidado como una de las mejores parteras de París. No quería que un fracaso, fruto de la fatalidad, según su versión, fuera la causa de su declive como profesional. En su Apología, Louise argumentó con datos médicos que la muerte de la princesa no fue causada por su mala praxis, sino que falleció porque ya estaba enferma, algo que los médicos y no una partera, deberían haber diagnosticado.
Finalmente, Louise Bourgeois no pudo luchar contra el poder de la comunidad médica dominada por los hombres. Su protectora, María de Médici, ya no tenía un papel relevante en la Corte. Nadie, en fin, salió en su defensa y su caso se convirtió en el símbolo del final de una época de protagonismo de las parteras.
En palabras de Bridgette Sheridan: “No todas las matronas fueron humilladas públicamente como Bourgeois, pero la historia de su desgracia anuncia el futuro de las matronas en Europa Occidental, que siguieron practicando su profesión pero debieron hacerlo en el marco de los límites que redefinían su papel”. Unos marcos dictaminados por los médicos.