CURIOSIDADES históricas: AGUA de SENTINA. Cuando el mal olor mata
CUANDO EL MAL OLOR MATA
PODEMOS, O QUIZÁ NO SOMOS CAPACES DE HACERLO, IMAGINAR CÓMO DEBÍAN OLER LAS EMBARCACIONES DE SIGLOS PASADOS, EN LAS QUE LA LIMPIEZA DE LA MARINERÍA NO ERA HABITUAL, LOS ALIMENTOS NO ESTABAN REFRIGERADOS Y LAS RATAS PULULABAN COMO SI FORMARAN PARTE DE LA TRIPULACIÓN. NINGUNA EMBARCACIÓN SE SALVABA DEL MAL OLOR, NI LOS GALEONES, NI LAS NAOS, NI LAS GALERAS. PERO SI ALGO ERA NO SOLO MALOLIENTE, SINO MORTAL, POR LA ACUMULACIÓN DE GASES TÓXICOS ERA EL AGUA DE SENTINA.
LAS LETRINAS DEL NAVÍO OLÍAN MUY MAL, NO CABE DUDA, PERO AÚN ERA PEOR EL AROMA QUE DESPRENDÍA LA DENOMINADA SENTINA, ESA CAVIDAD INFERIOR DE LA NAVE, QUE ESTÁ SOBRE LA QUILLA, Y A LA QUE IBAN A PARAR LAS AGUAS DE TODA PROCEDENCIA, QUE QUEDABAN FINALMENTE ALLÍ ESTANCADAS. Esta zona situada bajo la bodega, recibía todas las aguas; las de lluvia, las que provenían del oleaje, los desperdicios, excrementos y orines, y cuanta suciedad se filtraba entre las maderas de la embarcación...
PELIGRO DE MUERTE
La sentina era algo parecido a la fosa séptica o pozo ciego, y las emanaciones provenientes de ella y la acumulación de gases provocados por las bacterias, especialmente en las naos y galeones, que eran las embarcaciones de mayor tamaño –las sentinas de las galeras eran más pequeñas dada su estructura–, podían provocar la muerte de quienes se adentraran a ella sin proteger su nariz y boca. Obviamente, había que limpiarla de vez en cuando, y esa era la tarea más penosa y desagradable que le podían encomendar a un marinero.
Pedro María González, en su obra de 1805 Tratado de las enfermedades de la gente del mar, hizo referencia a un navío de nombre Triunfante, atracado en el puerto de la ciudad de Cartagena, al que se había descuidado la limpieza de la sentina. Cuando los marineros se dispusieron a limpiarla ocurrió lo siguiente: “(...) apenas abrieron el escotillón, se levantó tumultuosamente una columna de vapores mefíticos, que quitó con prontitud la vida al calafate, cuyo cuerpo se precipitó al fondo de la cala; ignorante su compañero de la verdadera causa de su caída, acudió presuroso a socorrerlo; pero no bien se hubo aproximado, cuando, cayendo felizmente de espaldas, pudo libertarse del peligro medio arrastrando, y pidiendo socorro en confusas demostraciones. Percibido el funesto caso por los marineros, a pesar de la hediondez que ya se extendía por todo el buque, se arrojaron inconsideradamente a socorrer al que creían salvar del riesgo, evitando que se ahogase; pero apenas se arrimaron
LA SENTINA era algo parecido a la fosa séptica o pozo ciego, y las emanaciones provenientes de ella y la acumulación de gases provocados por las bacterias podían acarrear la muerte a quienes se adentraran en ella.
a la escotilla cayeron cinco, cual si fuesen heridos de un rayo, los cuatro al fondo, y el quinto, que por una feliz casualidad quedó atravesado sobre la boca, arrastrado de un pie fue separado de aquel funesto lugar, y recobró su sentido después de algunas horas, a beneficio de los socorros convenientes (...). Pasado algún tiempo, y con las precauciones que parecieron oportunas, se sacaron los cinco infelices que boyaban sobre el agua, y aunque se les aplicaron cuantos socorros ofrece el arte en semejantes casos, fueron todos inútiles. Más dichosos el quinto marinero y el segundo calafate, pudieron restablecerse después de una penosa convalecencia, sin que por esto volviesen a su natural color hasta después de algunos meses. Lo propio sucedió a los contramaestres y otras personas que, para contener la tripulación e impedir mayor catástrofe, se aproximaron a aquel sitio. Finalmente, cuanto utensilio de plata había en el navío apareció negro, sin que se exceptuasen de la terrible impresión de aquella atmósfera viciada los que se hallaban encerrados muy distantes del sitio (...)”.