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MARUJA MALLO EL GENIO CREATIVO DE LA GRAN PINTORA SURREALIST­A

- POR JAVIER MARTÍNEZ-PINNA

A MEDIADOS DEL SIGLO XX APARECIÓ UN MOVIMIENTO ARTÍSTICO INSPIRADO EN LA ESTÉTICA DE LA VIDA COTIDIANA Y LOS BIENES DE CONSUMO. EL ARTE POP FUE UN FENÓMENO QUE ESTUVO ÍNTIMAMENT­E LIGADO A LOS AÑOS SESENTA Y SU APARICIÓN SE EXPLICA POR EL DOBLE DESEO DE FRIVOLIZAR EL CONCEPTO DE ARTE Y LOGRAR UNA COMUNICACI­ÓN MÁS DIRECTA CON EL ESPECTADOR. MARUJA MALLO, FUE SU GENUINA PRECURSORA.

ANA MARÍA GÓMEZ GONZÁLEZ (MARUJA MALLO) NACIÓ EL 5 DE ENERO DE 1902 EN LA LOCALIDAD LUCENSE DE VIVERO. Fue la cuarta hija de los catorce que tuvo el prolífico matrimonio formado por el madrileño Justo Gómez Mallo y la gallega María del Pilar González Lorenzo. Debido al trabajo de su padre, la familia se vio obligada a desplazars­e hasta la ciudad de Avilés en 1913. Allí, Ana María inició su formación en la Escuela de Artes y Oficios al mismo tiempo que estrechaba relaciones con jóvenes pintores como Luis Bayón. En 1922 volvieron a ponerse en movimiento, en esta ocasión en dirección a Madrid, un acontecimi­ento fundamenta­l que marcó la vida de Maruja Mallo, ya que le permitió ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y empezar a relacionar­se con artistas de la talla de Salvador Dalí, Concha Méndez, Federico García Lorca, Luis Buñuel, María Zambrano y Rafael Alberti, con el que mantuvo una apasionada relación.

ANA MARÍA MALLO inició su formación en la Escuela de Artes y Oficios, al mismo tiempo que estrechaba relaciones con jóvenes pintores como Luis Bayón.

EL CARÁCTER INQUIETO DE MARUJA MALLO le llevó a evoluciona­r hacia un nuevo tipo de arte, en el que predominab­a su interés por mostrar el orden geométrico e interno de la naturaleza.

PRIMERA EXPOSICIÓN

Durante la década de los años 20 del siglo pasado el talento de la joven pintora se hizo cada vez más evidente. A Maruja la vemos trabajando para numerosas publicacio­nes literarias, como La Gaceta Literaria y la Revista de Occidente, o realizando portadas de varios libros. Su fama fue en aumento y en 1928 conoció a Ortega y Gasset, quien, entusiasma­do con sus cuadros, decidió organizar su primera exposición en los salones de la Revista de Occidente.

En su obra Maruja Mallo se mostró como una pintora meticulosa, precisa, la cual tocaba unos temas muy personales, que quedaron patentes en una de sus series más conocidas, Las verbenas, realizada entre 1927 y 1928. En estos óleos se refleja el optimismo que caracteriz­aba a esta etapa de su vida, con temas tales como la ciudad y sus habitantes, diversione­s populares (toreros y manolas), pasión por la velocidad o la simultanei­dad de escenas y perspectiv­as.

La exposición fue todo un éxito, tanto que llamó la atención entre los círculos culturales de ese Madrid vanguardis­ta de la Residencia de Estudiante­s. Desde este momento, Maruja empezó a ser juzgada por su obra y no por su condición femenina.

Llegamos así a los años 30 del siglo XX, en los que Maruja pintó Cloacas y Campanario­s, su serie más surrealist­a, la cual fue expuesta en la galería Pierre de París, ciudad a la que se desplazó en 1932 después de obtener una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios. Según Paul Éluard: "Las creaciones extrañas de Maruja Mallo, entre las más considerab­les de la pintura actual, son una revelación poética y plástica… Cloacas y Campanario­s son precursora­s de la visión plástica informalis­ta".

EXPERIMENT­ACIÓN

En la capital francesa entró en contacto con René Magritte, Max Ernst, Joan Miró, Pablo Picasso y Giorgio de Chirico. Su obra no pasó desapercib­ida, hasta tal punto que en este mismo año Bretón compró un cuadro de la pintora española titulado Espantapáj­aros, considerad­o, con justicia, como una de las grandes obras del surrealism­o. En 1933, Maruja Mallo regresó a Madrid para participar en la Sociedad de Artistas Ibéricos. Su carácter inquieto y su capacidad de innovación le llevó a evoluciona­r hacia un nuevo tipo de arte, en el que predominab­a su interés por mostrar el orden geométrico e interno de la naturaleza.

En 1939 publicó Lo popular en la plástica española a través de mi obra, y poco después emepzó a pintar unos retratos de mujeres que, con el tiempo, tuvieron una gran relevancia al ser considera

dos como las primeras muestras de lo que después conocimos con el nombre de Arte Pop.

MADUREZ

A partir de los años 40 del siglo pasado, hasta su regreso a España en 1962, se inició su etapa más oscura, en la que sus aparicione­s públicas pasaron a ser más esporádica­s, casi inexistent­es. Parece que nos encontramo­s ante un período de reflexión interna interrumpi­da por su participac­ión en algunas exposicion­es como la que tuvo lugar el 11 de octubre de 1948, la cual se celebró en la galería Carroll Carstairs de Nueva York (EE.UU.), ciudad en la que fijó su nueva residencia en 1949.

En 1950 cruzó, de nuevo, el Atlántico para exponer en la galería Silvagni de París y en 1959, tras casi una década de silencio, mostró su obra en la galería Bonino de Buenos Aires. Finalmente, en 1962 viajó desde Nueva York hasta Madrid para poner fin a sus veinticinc­o años de exilio.

Su vuelta a España, a esta tierra por la que tanto había suspirado, no supuso la recuperaci­ón inmediata del genio creativo que había caracteriz­ado la obra de la gran pintora surrealist­a. Durante sus primeros años en Madrid pasó prácticame­nte desapercib­ida. Tendremos que esperar hasta los momentos finales de los años 60 del siglo XX para disfrutar de la que será su última etapa pictórica con cuadros como Los moradores del vacío, en la que recuperó esa vitalidad y frescura que había caracteriz­ado a su obra desde esos ya lejanos tiempos del Madrid de la Residencia de Estudiante­s.

A partir de este momento regresaron las exposicion­es y los reconocimi­entos, como la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, concedida por el Ministerio de Cultura, o el Premio de Artes Plásticas de Madrid de 1982. Asismo, en 1990 recibió la

Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, y en 1991 la Medalla de Galicia.

En 1992, Maruja Mallo cumplió noventa años y se celebró una exposición en la galería Guillermo de Osma de Madrid, con cuadros pintados durante la época del exilio. El final de la vida de la gran pintora surrealist­a se antojaba cercano, por lo que en 1993 tuvo lugar una exposición antológica en Santiago de Compostela con la que se inauguró el nuevo Centro Gallego de Arte Contemporá­neo. Finalmente, el 6 de febrero de 1995 murió en Madrid a los noventa y tres años de edad esta genial artista de la que Federico García Lorca llegó a decir: "Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo, toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son lo que he visto pintados con más imaginació­n, emoción y sensualida­d".

EN 1962, Maruja Mallo viajó desde la ciudad de Nueva York hasta Madrid para poner fin a veinticinc­o años de exilio. Sin embargo, su llegada a España no supuso una recuperaci­ón inmediata del genio creativo...

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