Clio Historia

MITOLOGÍA: HÉRCULES, el origen del héroe

- POR JAVIER MARTÍNEZ-PINNA, COAUTOR DE “EL ENIGMA TARTESSOS”

ADEMÁS DE PRESIDIR EL OLIMPO, ZEUS FUE UN DIOS QUE DESTACÓ POR SU DESBOCADA “FOGOSIDAD”. SE LE CONOCEN RELACIONES CON TODO TIPO DE MUJERES, TANTO DIOSAS COMO MORTALES, ENTRE ELLAS CON DÉMETER, PERSÉFONE, TEMIS, LETO, DÁNAE, EUROPA, LEDA O ALCMENA, CON LA QUE TUVO A HÉRCULES. FUE TANTA LA ALEGRÍA DEL DIOS DEL CIELO Y EL TRUENO POR EL PRÓXIMO ALUMBRAMIE­NTO DE SU NUEVO VÁSTAGO QUE DECIDIÓ NOMBRARLO REY DE MICENAS. SU HIJO SERÍA MÁS FUERTE QUE UN LEÓN Y MÁS SABIO QUE LA MISMÍSIMA ATENEA.

HERA, ANTE LA NUEVA INFIDELIDA­D DE SU ADÚLTERO ESPOSO, PENSÓ QUE HABÍA LLEGADO EL MOMENTO DE COBRARSE VENGANZA POR LO QUE SE DESPLAZÓ HASTA MICENAS, CIUDAD EN LA QUE REINABA ESTÉNELO, DESCENDIEN­TE DE PERSEO, QUE POR AQUEL ENTONCES ESPERABA EL NACIMIENTO DE SU PRIMER HIJO. Antes, ya había convencido a la diosa de los alumbramie­ntos para que el niño de Esténelo naciese una hora antes que Hércules, motivo este por el que al final fue el pequeño Euristeo el que fue nombrado rey. No contenta con esto, la vengativa Hera continuó durante mucho tiempo tratando de hacerle la vida imposible al hijo de Alcmena.

Una noche cuando Hércules aún no había salido de la cuna, Hera envió a dos serpientes para que diesen buena cuenta del pequeño. La sorpresa de la diosa fue mayúscula porque cuando amaneció, las dos serpientes apareciero­n muertas. Hércules las había estrangula­do con sus propias manos y las llevaba entrelazad­as alrededor del cuello.

Sin salir de su asombro, Hera decidió tomarse su tiempo, pensando que el futuro traería una nueva oportunida­d para arruinar la vida del joven héroe.

LA INFANCIA DE HÉRCULES

Durante su infancia, Hércules fue instruido por los mejores tutores: aprendió a manejar el arco, a conducir carros de guerra, a combatir con la espada, pero también a curar a los enfermos y a tocar la lira...

Físicament­e era un portento, ya que era capaz de destrozar los huesos de un hombre con un simple abrazo su lanza llegaba más lejos que la de cualquier dios, héroe o mortal– sin embargo, Hércules siempre trató de utilizar sus múltiples virtudes solo para ayudar a los más desfavorec­idos y para luchar contra el mal.

Nada parecía que pudiese enturbiar la felicidad del héroe, pero fue en estos momentos cuando la vengativa Hera decidió volver actuar.

AUNQUE FÍSICAMENT­E HÉRCULES era un portento, siempre trató de utilizar sus múltiples virtudes solo para ayudar a los más desfavorec­idos y para luchar contra el mal.

LA TRAGEDIA DEL HÉROE

La tragedia se produjo cuando la esposa de Zeus decidió provocarle un ataque de locura. Fuera de sí, sin ser consciente del despiadado crimen que estaba a punto de cometer, agarró con enorme violencia a su mujer e hijos y, uno a uno, les fue arrojando al fuego hasta que los cuatro murieron abrasados.

Cuando por fin recuperó el juicio y comprendió la atrocidad que acababa de cometer, Hércules se hundió en una profunda depresión. La tristeza, la ira y el arrepentim­iento se adueñaron de su espíritu, no lograba entender cómo él, que siempre había protegido a los más indefensos, podía haber asesinado a los que más amaba. Hera había logrado salirse con la suya: la vida del héroe era ahora una pesadilla de la que resultaba imposible despertar. Por más que lo intentaba, Hércules no lograba encontrar respuesta a todas las preguntas que se fue haciendo desde el día del fatídico crimen.

Una noche, mientras dormía, una voz le dijo en sueños que si quería expiar sus culpas debería de viajar hasta el templo de Apolo en Delfos para someterse a la voluntad del oráculo. Al despertar,

Hércules partió sin más demora hacia el santuario y tras varios días de angustioso viaje (salió descalzo y fue pisando las piedras más afiladas que encontraba en su camino) llegó hasta el templo de Apolo que se encontraba en lo más alto de un abrupto acantilado.

Aún con lágrimas en los ojos, por ser incapaz de olvidar su espantoso crimen, le pidió al oráculo que le impusiese una pena para expiar

sus faltas.

LAS DOCE PRUEBAS

Tras una larga espera, la pitonisa le anunció que debía ir hasta Micenas para ponerse al servicio de su primo Euristeo durante doce largos años. Él sería en el encargado de someterlo a doce pruebas, cada una más difícil que la anterior: si al final resultaba victorioso, la paz volvería a su corazón.

Sin saber lo que le esperaba, pero con un brillo de esperanza en sus ojos, Hércules se puso de nuevo en camino. Estaba a punto de comenzar los doce trabajos que le darían fama eterna.

LA PITONISA anunció a Hércules que debía ir hasta Micenas para ponerse al servicio de su primo Euristeo durante doce largos años.

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