GENIOS de la Historia: ALFONSO X, EL SABIO
EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS LOS HISTORIADORES HAN HECHO CORRER RÍOS DE TINTA PARA TRATAR DE COMPRENDER LA NATURALEZA DEL REINADO DE ALFONSO X EL SABIO. EN TÉRMINOS GENERALES, SUS DETRACTORES INSISTEN EN LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS QUE TUVO PARA CASTILLA EL EMPEÑO DEL REY POR ASUMIR LA CORONA IMPERIAL Y, POR SUPUESTO, LAS LUCHAS INTERNAS QUE SUFRIÓ EL REINO DURANTE SUS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA. FRENTE A ELLOS, SUS DEFENSORES ASEGURAN, NO SIN RAZÓN, QUE ESTAS LUCHAS Y CONFLICTOS CIVILES ESTUVIERON PROTAGONIZADOS POR LA ALTA NOBLEZA DESCONTENTA CON EL REY, COMO CONSECUENCIA DE SU POLÍTICA REFORMISTA E INTERÉS POR REDUCIR EL PODER DE LAS CLASES MÁS PRIVILEGIADAS PARA, DE ESTA MANERA, EVOLUCIONAR HACIA UNA FORMA DE ESTADO MÁS MODERNA, CENTRALIZADA E IGUALITARIA. ALFONSO X EL SABIO FUE UN HOMBRE CULTO Y UN IDEALISTA, POR LO QUE, MUY PROBABLEMENTE CARECIESE DE UN SENTIDO PRÁCTICO, NECESARIO, PARA ASUMIR CIERTAS RESPONSABILIDADES DE GOBIERNO, PERO, A PESAR DE TODO, NO PODEMOS OBVIAR LOS INNUMERABLES LOGROS QUE SE CONSIGUIERON DURANTE SU REINADO, COMO LA CREACIÓN DE LA MESTA, LAS NUEVAS MEDIDAS CON LAS QUE SE INTENTÓ IMPULSAR EL COMERCIO, LA CONVOCATORIA DE UNAS CORTES CON REPRESENTACIÓN DEL TERCER ESTADO, Y, MUY ESPECIALMENTE, SU PAPEL FUNDAMENTAL PARA ENTENDER EL DESARROLLO CULTURAL DE CASTILLA EN EL SIGLO XIII.
ALFONSO FUE EL HIJO PRIMOGÉNITO DEL REY CASTELLANO FERNANDO III EL SANTO Y DE BEATRIZ DE SUABIA, UNA ERUDITA QUE TRAS QUEDAR HUÉRFANA DE AMBOS PADRES SE INSTRUYÓ EN LA CORTE SICILIANA DE FEDERICO II HOHENSTAUFEN, FUTURO EMPERADOR Y UN HOMBRE CON GRANDES INQUIETUDES CULTURALES QUE FUNDÓ LA UNIVERSIDAD DE NÁPOLES EN 1224. Nació en Toledo el 23 de noviembre de 1221 y pocos meses después, el 21 de marzo de 1222, fue nombrado heredero del reino de Castilla, motivo este por el que se le intentó ofrecer la mejor educación posible, rodeado de los herederos de las principales familias nobiliarias. Debemos de suponer que, desde muy pronto, el joven Alfonso escuchó por boca de su padre todo tipo de historias sobre las mil y una batallas en las que había participado este rey que con el tiempo sería canonizado, imbuyéndose en el espíritu de cruzada que acompañó a los cristianos durante la reconquista de las tierras andaluzas y extremeñas.
LA INFANCIA DEL FUTURO REY
En 1231 Fernando III decidió enviar al infante Alfonso, cuando este aún no había cumplido los 10 años, al frente de una expedición contra las ciudades musulmanas de Córdoba y Sevilla. Para garantizar la seguridad de su primogénito, el rey dispuso que Alfonso quedase bajo la protección de los magnates Álvaro Pérez de Castro y Gil Manrique. Desde Salamanca, el ejército cristiano puso rumbo al sur hasta tierras cordobesas para someter la localidad de Palma del Río. A continuación el contingente se dirigió hacia Jerez de la Frontera, donde les esperaba un poderoso ejército al mando del emir Ibn Hud. Según cuentan las crónicas, ante la superioridad de las tropas musulmanas Pérez de Castro arengó a sus hombres y les aseguró que de esta batalla solo podían esperar la victoria o la muerte. Cuando los ánimos estaban
EL SUEÑO DE ALFONSO X era transmitir y hacer asequible para los cristianos el saber de la cultura islámica, por lo que no dudó en rodearse de un grupo de colaboradores que trabajaban para la Escuela de Traductores de Toledo.
más encendidos ordenó a su ejército avanzar lo más rápidamente posible para sorprender a las tropas musulmanas. El ataque fue tan contundente que logró abrir una brecha entre las filas de Ibn Hud, al mismo tiempo que los flancos del ejército castellano rodeaban los andalusíes que, viéndolo todo perdido, cayeron presas de pánico y emprendieron la retirada. Después de la batalla, Álvaro Pérez de Castro regresó a Castilla y entregó, como había jurado, al infante Alfonso a su padre, el rey Fernando, en la ciudad de Palencia.
Muy pronto el príncipe tuvo que encajar el primero de los golpes que le dio la vida cuando en 1235 se produjo la muerte de su madre. La huella imborrable de la reina quedó marcada en su hijo, ya que por aquellas fechas Alfonso no disimulaba su interés por la cultura y la ciencia. Su sueño era transmitir y hacer asequible para los cristianos el saber de la cultura islámica, por lo que no dudó en rodearse de un grupo de colaboradores que trabajaban para la Escuela de Traductores de Toledo.
Gracias a su buen hacer se empezaron a difundir por la Cristiandad muchas obras de los antiguos filósofos griegos, como Aristóteles, o los comentarios de Averroes y todo tipo de tratados de las más diversas disciplinas. Desgraciadamente, el infante no pudo disponer de todo el tiempo deseado para profundizar en sus estudios, pueseto que al alcanzar la mayoría de edad se vio obligado a ejercer, cada vez más, actividades de gobierno, así como a participar en diversas operaciones militares como la conquista de Sevilla en 1248 y la del reino taifa de Murcia para incorporar a Castilla (tal y como le correspondía por el Tratado de Almizra) las plazas de Villena, Alicante, Elche, Orihuela, Murcia, Lorca y Cartagena. En 1249 contrajo matrimonio con Violante de Aragón, hija de Jaime I y de Violante de Hungría, y tres años más tarde, en
1252, falleció Fernando III el Santo, por lo que Alfonso es proclamado rey de
Castilla y León.
EL SUEÑO IMPERIAL
Durante los primeros años, el nuevo rey tuvo que hacer frente al estallido de diversas rebelio
nes en alguno de los territorios que, con tanto esfuerzo, había logrado incorporar su padre. Las primeras localidades en alzarse contra la presencia castellana fueron Tejada, cerca de Sevilla, así como Lebrija, Medina-Sidonia y Jerez, a las que se le unieron, unos años más tarde, Niebla y Murcia. Ante esta situación, Alfonso X el Sabio se vio obligado a emplearse a fondo hasta acabar con la feroz resistencia de la población mudéjar que al final terminó siendo expulsada del reino, provocando el despoblamiento de importantes regiones agrarias y, como consecuencia, una fuerte crisis económica especialmente virulenta en el valle del Guadalquivir. El otro episodio polémico utilizado hasta la saciedad para criticar la figura del monarca fue el fecho del imperio, que se empezaba a gestar desde los momentos iniciales de su reinado.
En 1256 Alfonso X recibía una embajada procedente de república de Pisa. Los recién llegados venían para ofrecerle su apoyo para ser candidato a emperador, un cargo que había quedado vacante por la muerte de Guillermo II. La suerte parecía jugar a su favor, ya que su madre, Beatriz de Suabia, pertenecía a la familia alemana de los Hohenstaufen, depositaria de derechos imperiales. Al parecer, Alfonso no se lo pensó dos veces e inmediatamente aceptó la oferta y procedió a enviar diplomáticos e importantes sumas de dinero a las ciudades gibelinas de Italia con la intención de ganarse todos los apoyos posibles. Lo que en un principio tuvo que parecer un sueño, se fue tornando en una pesadilla. Los nobles castellanos empezaron a quejarse debido al terrible gasto, tanto en fondos como en hombres, que podía tener esta aventura imperial, mientras que desde Roma, el papa Gregorio X parecía empeñado
COMO LEGISLADOR, ALFONSO X continuó la política de su padre, Fernando III el Santo, cuyo deseo era unificar los diversos fueros municipales en un corpus legislativo común en beneficio de todos los habitantes del reino y de una mejor administración.
en hacerle la vida imposible al monarca castellano. En 1257 se realizaron dos votaciones (entre los siete príncipes electores con derecho a voto); en la primera, en el mes de enero, resultó vencedor el candidato inglés, pero en la de abril, la definitiva, cambiaron las tornas y la elección recayó sobre el castellano (cuatro votos frente a los tres de Ricardo de Inglaterra). No sabemos los motivos por los que Alfonso puso tanto empeño en convertirse en emperador; muy probablemente su intención era demostrar su superioridad frente al resto de reinos peninsulares, aunque otros historiadores consideran que su elección habría sido el primer paso para emprender una gran cruzada que le permitiese conquistar Tierra Santa.
Con lo que no contó Alfonso X fue con la treta pertrechada por el inglés tras la votación de abril de 1257. Cuando fue consciente de su derrota, Ricardo viajó a toda prisa hasta Aquisgrán para hacerse coronar junto a la tumba del insigne emperador Carlomagno. Ante dicha injusticia el rey castellano puso el grito en el cielo, pero de poco sirvió. Los siguientes años, Alfonso volvió a invertir una gran cantidad de recursos para hacer valer sus derechos y ganar apoyos tanto en Italia como en Alemania. Pasaron los años, y en 1271 se produjo la muerte del emperador Ricardo por lo que Alfonso decidió viajar a Italia para, al fin, obtener la corona imperial de manos del Papa, sin sospechar que, nuevamente, Gregorio X se iba a poner en su contra al reconocer como emperador a Rodolfo I de Habsburgo.
UN REY REFORMISTA
Una de las medidas económicas más relevantes que tomó Alfonso X fue la creación del Honrado Concejo de Mesta, formada por los ganaderos trashumantes de Castilla y que alcanzó una gran influencia por aportar fuertes ingresos a la Corona. Con Alfonso X se implantó un sistema común de pesos y medidas, se aprobaron nuevas ferias con la intención de favorecer el comercio y, por último, se inició una necesaria homogeneización y centralización del estado para dotarlo de mayor fortaleza frente a las pretensiones de la aristocracia local. Precisamente, la política fiscal tendió al establecimiento de nuevos impuestos que afectaron a la nobleza, el clero y las oligarquías urbanas, motivo este que provoca su descontento.
Como legislador, Alfonso continuó la política de su padre, Fernando III el Santo, cuyo deseo
era unificar los diversos fueros municipales en un corpus legislativo común en beneficio de todos los habitantes del reino y de una mejor administración. Su obra legislativa alcanzó cotas difícilmente superables con El libro de las Leyes o Las Siete Partidas, redactadas entre los años 1256 y 1265, que incorporó lo más sustancial del Derecho Romano junto a las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, conformando un vasto mosaico de consideraciones jurídicas, morales y religiosas que por su calidad y transcendencia, han sido consideradas como un testimonio histórico de enorme interés. Alfonso X no solo promulgó nuevas leyes, también creó
nuevos cargos como el de Almirante, fiel reflejo de la creciente importancia de la flota castellana, mientras que, por otra parte, convocó Cortes a la que acudieron los tres estamentos: nobleza, clero y tercer estado.
FLORECIMIENTO CULTURAL
Por encima de todo, este gran monarca castellano destacó por su interés por las artes, la literatura, la ciencia e, incluso, por el mundo de la magia y el saber oculto. Sabemos que incrementó el número de colaboradores desde el mismo momento en el que fue proclamado rey. En la corte no resultaba extraño encontrarse con todo tipo de juglares, poetas, historiadores y hombres de leyes de diversa procedencia, tanto hispanos como de otras tierras, y de distintas religiones (cristianos, judíos y musulmanes). Con ellos formó su scriptorium real o Escuela de Traductores de Toledo que hacía referencia al conjunto de sabios que desde este siglo XIII tradujeron textos de la Antigüedad Clásica a las lenguas romances, principalmente al castellano. Este trabajo permitió afianzar el cas
ESTE GRAN MONARCA CASTELLANO destacó por su interés por las artes, la literatura, la ciencia e, incluso, por el mundo de la magia y del saber oculto.
tellano hasta convertirlo en la lengua oficial de la administración, al mismo tiempo que se empezó a considerar como una lengua con un alto valor literario y científico.
Al mismo tiempo el rey sabio se embarcó en un nuevo proyecto, este si cabe más ambicioso, el de desarrollar una historia universal en la que se contasen todos los hechos del pasado, desde tiempos bíblicos hasta el siglo XIII. Pero, mientras el libro iba tomando forma, el monarca y sus colaboradores entendieron que la propia historia de España era tan rica que se desbordaba hasta adquirir una naturaleza universal, por lo que ambos proyectos se solaparon para dar lugar a la General e grand estoria.
Si bien Alfonso el Sabio escogió el castellano para sus trabajos historiográficos y científicos, consideró que la utilización del galaicoportugués, desde su punto de vista más musical y poético, era más apropiado para el cultivo de la lírica, por eso fue la lengua utilizada al redactar las Cantigas de Santa María, su obra más personal y una de las grandes joyas de la literatura universal de todos los tiempos, fiel reflejo de la influencia que la poesía trovadoresca tuvo sobre el rey y sus colaboradores.
EL OCASO DE SU REINADO
Los últimos años del reinado de Alfonso X estuvieron marcados por la guerra. La muerte de su primogénito Fernando de la Cerda en 1275, llamado a sucederlo, fue un duro golpe para él, aunque afortunadamente aún podía contar con sus nietos y con su segundo hijo, el infante Sancho, que en los años previos había destacado en las luchas contra los musulmanes. En un primer momento, el rey vaciló pero terminó decantándose por Sancho para sucederle en el trono, pero pronto se vio obligado a echarse atrás debido a las presiones del rey francés, Enrique III, partidario de los infantes de la Cerda. La decisión del rey no le tuvo que hacer mucha gracia a su segundo hijo, por lo que terminó alzándose con el apoyo de Pedro el Grande de Aragón y de una buena parte de la nobleza castellana, descontenta con Alfonso X a causa de sus intentos de centralización para reducir los poderes de los más privilegiados. Casi sin apoyos, Alfonso se encontraba en una situación más que comprometida, pero, al menos, conservó el favor del Papa. Para colmo de males, el rey padeció una fuerte enfermedad de la que solo pudo reponerse en 1282, momento este en el que decidió repudiar a su hijo. Poco a poco el rey Alfonso fue ganando posiciones y el favor de un número cada vez mayor de nobles y ciudades, pero cuando más cerca estaba de recuperar su antiguo poder se produjo su muerte, acontecida el 4 de abril de 1284 en la ciudad de Sevilla, por lo que su hijo Sancho fue finalmente coronado rey el Toledo el día 30 de abril de ese mismo año.