La GUERRA de la luz: EDISON y TESLA
A FINALES DEL SIGLO XIX, EL MUNDO PRESENCIÓ ATÓNITO LA FEROZ LUCHA ENTRE THOMAS A. EDISON, CREADOR DE LA PRIMERA BOMBILLA FUNCIONAL Y ECONÓMICA, Y GEORGE WESTINGHOUSE, EL INVENTOR DEL FRENO DE AIRE DE LOS FERROCARRILES, PARA VER QUIÉN CONSEGUÍA EL SISTEMA MÁS EFICAZ PARA TRANSPORTAR LA ELECTRICIDAD E IMPLANTAR MASIVAMENTE LA ILUMINACIÓN ARTIFICIAL. IRÓNICAMENTE, AUNQUE EDISON TENÍA TODO PARA GANAR, TERMINÓ PERDIENDO LA GUERRA POR CULPA, ENTRE OTROS FACTORES, DE UN VISIONARIO LLAMADO NIKOLA TESLA.
EL 1 DE MAYO DE 1893 SE INAUGURÓ LA WORLD'S FAIR: COLUMBIAN EXPOSITION (FERIA MUNDIAL: EXPOSICIÓN COLOMBINA) DE CHICAGO, EL PARTICULAR HOMENAJE DE ESTADOS UNIDOS A LOS 400 AÑOS DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. La exposición, que concluyó el 30 de octubre de aquel mismo año, contó con más de 27 millones de visitas y con la participación de 51 países, y pasó a la Historia porque supuso el triunfo definitivo del sistema de corriente alterna de la compañía Westinghouse Electric, de George Westinghouse, que contó con la ayuda de Nikola Tesla, sobre el modelo de corriente continua ideado por la compañía de Thomas Alva Edison, la Edison General Electric. Fue un momento épico. Grover Cleveland, el vigésimo cuarto presidente de Estados Unidos, el primer demócrata tras la Guerra de Secesión –y el único que se ha casado en la Casa Blanca–, fue el encargado de inaugurar el magno evento la noche del 1 de mayo. Y se hizo de noche precisamente porque, tras pronunciar unas palabras a la multitud allí reunida, apretó un botón de oro y se encendieron las cientos de miles de bombillas que la Westinghouse Electric había colocado por todas las calles y edificios de la exposición. Nunca se había visto nada igual. Aquello simbolizó el comienzo de una nueva era, una revolución tecnológica que marcó e impulsó el desarrollo de la Humanidad.
Pero, sobre todo, aquello dictaminó el ganador de la larga batalla entre los dos sistemas eléctricos competidores que había comenzado varios años antes. Ganaron Tesla y Westinghouse, y ganaron contra el hombre del momento, Edison, un personaje tan extraordinario como polémico que representaba como pocos al hombre made in América.
LA BOMBILLA
Mucho antes de que esta batalla empezase, Edison, nacido en Ohio en 1847, ya era un tipo tremendamente popular en Estados Unidos. Su primera patente, del 1 de junio de 1869, tenía que ver con la electricidad: inventó un registrador de votos eléctrico, aunque no consiguió comercializarlo. Ese mismo año fundó su primera empresa y comenzó a desarrollar su tremenda capacidad inventiva. En 1874 empezó a ganar dinero gracias a un sistema de telégrafo que permitía enviar cuatro mensajes a la vez, el Quadruplex Telegraph, que poco después vendió por diez mil dólares a la Western Union. Con ese dinero, dos años más tarde, en 1876, construyó en Menlo Park, Nueva Jersey, su laboratorio de investigación tecnológica.
Aquello supuso toda una revolución. Edison ideó algunos artefactos sensacionales, aunque se llevó la palma el fonógrafo, un dispositivo que patentó en 1877 y que permitía grabar y reproducir sonidos. Además, contrató a las mejores mentes que pudo encontrar, lo que le permitió registrar cientos de patentes; entre todos aquellos ingenieros que se sumaron a Edison cabe destacar a William Joseph Hammer, encargado de desarrollar uno de los principales inventos de la empresa, la lámpara eléctrica incandescente.
Edison llevaba trabajando desde 1878 en un sistema de iluminación eléctrica que terminase de una vez por todas con las lámparas de gas y petróleo. Ese mismo año, con el apoyo del banquero J. P. Morgan y la familia Vanberbilt, fundó la Edison Electric Light Company.
El principal problema, por aquel entonces, consistía en idear una lámpara eléctrica que fuese lo suficientemente renta
ble, duradera y barata para que pudiese comercializarse. Por esta época, Edison dijo aquello de "haremos que la electricidad sea tan barata que solo los ricos quemarán velas".
Desde principios del siglo XIX se habían planteado varios modelos –Alessandro Volta, por ejemplo, patentó un cable incandescente en 1800, el mismo año que inventó la batería eléctrica–, pero todos pecaban de los mismos problemas: duraban muy poco, consumían mucha corriente y eran carísimos. Edison, decidido a superarlos, tenía claro que tenía que crear algún tipo de filamento que ofreciese mucha resistencia y que, por lo tanto, consumiera poco. Y lo consiguió tras cientos de experimentos… y tras comprar una patente a Henry Woodward y Mathew Evans. El 22 de octubre de 1879 encendió una lámpara con un filamento de carbono conectado a los cables de contacto de una platina que aguantó casi 14 horas. El 4 de noviembre, tras varias pruebas más, lo patentó. A lo largo de los siguientes meses, Edison y sus ingenieros descubrieron que un filamento de bambú carbonizado podía durar 1.200 horas.
En 1880, bajo la batuta de William Joseph Hammer, se comenzaron a construir decenas de miles de bombillas. El Columbia, un barco de vapor de la Oregon Railroad and Navigation Company, fue el primero que las usó, en junio de 1880.
EDISON llevaba trabajando desde 1878 en un sistema de iluminación eléctrica que terminase de una vez por todas con las lámparas de gas y de petróleo.
su patente (registrada en 1879) de una lámpara incandescente de inducción, que contenía una bobina de alambre que se acoplaba con una bobina en el portalámparas, lo que permitía que la corriente fluyese a través de la lámpara sin cables de entrada. La transacción se tasó en 25.000 dólares, toda una fortuna para la época. En realidad, fue un fracaso para Westinghouse, ya que resultaba muy cara y nada competitiva, pero obligó a Edison a rebajar el precio que cobraba por el derecho a usar su patente y el de su lámpara eléctrica.
Fue así cómo comenzó la guerra.
Ese mismo año, se inauguró el primer edificio público del mundo con iluminación eléctrica, el Teatro Mahen de Brno (en la actual República Checa), en el que se instalaron las bombillas de Edison.
Estaba claro que el futuro de la iluminación pasaba por el desarrollo de estas tecnologías. Pero la guerra se centró en cómo distribuir la electricidad. También en 1882, Edison patentó un sistema de distribución basado en la corriente continua. En septiembre de ese mismo año realizó la primera instalación: una estación generadora de electricidad, situada en Pearl Street, en la ciudad de Nueva York, que proporcionaría corriente a 59 clientes de Manhattan. Unos meses después, en enero de 1893, comenzó a funcionar la primera red de cables eléctricos aéreos, de corriente continua, en Roselle, Nueva Jersey, muy cerca de Menlo Park.
Antes de continuar es necesario explicar qué es la corriente continua (CC) – en inglés, direct current–. En resumidas cuentas, se trata de un flujo eléctrico que se mueve entre dos puntos, con distinto potencial y carga, a través de un conductor sin que cambie de dirección, es decir, sin que cambie la polaridad. La corriente alterna (CA) –alternating current–, por el contrario, se caracteriza en que la magnitud y el sentido varían cíclicamente (50 o 60 veces por segundo), lo que permite que la energía se distribuya de forma más eficiente.
EDISON comenzó a expandir su sistema de distribución de electricidad mediante corriente continua, mientras que Westinghouse Electric hizo lo propio con su modelo de corriente alterna.
LA GUERRA DE LAS CORRIENTES
En torno a estas dos variedades se desarrolló lo que pasó a la Historia con el nombre de la guerra de las corrientes. Edison comenzó a expandir su sistema de distribución de electricidad mediante corriente continua, mientras que
Westinghouse Electric hizo lo propio con su modelo de corriente alterna.
La CC de Edison era muy eficaz en ciudades con alta densidad de población, pero se encontraba con problemas a la hora de suministrar electricidad a lugares alejados de las plantas de producción de energía, ya que se perdía mucha electricidad en el camino, lo que implicaba que gran parte del mercado, las poblaciones pequeñas y las zonas rurales, no pudiesen usarlo.
Ahí fue donde encontró su hueco la CA de Westinghouse, que permitía transmitir electricidad a largas distancias mediante cables más delgados y económicos, aunque para ello se tenía que elevar muchísimo el voltaje. El problema inicial de este segundo método era reducir el voltaje final que llegaba a los consumidores. Se solucionó con un invento clave para el desarrollo de la CA, el transformador.
Por aquella época entró en acción un extravagante inventor llamado Nikola Tesla, nacido en 1856 en la aldea de Smiljan, en la actual Croacia (aunque por entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro). Pese a que nunca se graduó en la universidad, entre otros motivos por su afición al juego, recibió unas calificaciones extraordinarias y en 1882 consiguió un trabajo en la Compañía Continental de Edison, con sede en París, centrada en desarrollar la iluminación en la ciudad. Dos años después, en junio de 1884, tras ser reconocido como un genio sin igual, fue trasladado a Estados Unidos. Pero solo estuvo 6 meses trabajando para Edison. No se conoce el motivo exacto ni si fue despedido o se marchó por su propio pie, aunque se cree que se debe a una bonificación que debía haber recibido y que el propio Edison se negó a pagarle.
Posteriormente, montó su propia compañía, la Tesla Electric Light & Manufacturing, que terminó perdiendo por culpa de sus socios accionistas. Por aquel entonces desarrolló un modelo de transformador, tomando como punto de partida varios estudios de ingenieros europeos, que permitía aumentar la
salida del generador a miles de voltios, para una transmisión de la energía sin apenas pérdida a través de largas distancias, y reducir el voltaje a valores seguros cuando la electricidad llegaba a su destino, el consumidor.
Cuando Westinghouse comenzó a instalar sus primeros sistemas de CA, en 1886, Edison contraatacó argumentando que los altos voltajes de este método (de hasta 6000 voltios), necesarios para lanzar la electricidad a grandes distancias, lo hacían extremadamente peligroso. Fue el mejor argumento para vencer a su rival, que le estaba comiendo terreno a pasos de gigante.
En apenas un año se construyeron más de 50 centrales eléctricas basadas en la CA, frente a las 120 basadas en la CC de Edison. Por si fuera poco, una compañía de Massachusetts que también trabajaba con la CA, la Thomson-Houston Electric
Company, entró en la guerra y creció con fuerza en Nueva Inglaterra.
Pronto llegaron las primeras muertes ocasionadas por las líneas de corriente alterna, y Edison, avispado como siempre, no dudó en utilizar su popularidad y su dominio de la prensa para provocar una oleada popular en contra. Entre otras cosas, se alió con Harold P. Brown, un ingeniero prácticamente desconocido que en el verano de 1888 se convirtió en el principal detractor de la CA. Para ello, con la connivencia de Edison, se dedicó a realizar demostraciones públicas electrocutando a animales. El objetivo era conseguir que se limitasen los voltajes de las redes CA a 300 voltios, lo que, en la práctica, hundiría a las empresas que la empleaban. No tuvo éxito, pero sí consiguió que se aprobase una normativa en la ciudad de Nueva York que obligaba a que las líneas de CA se instalasen únicamente bajo tierra.
LA VICTORIA
CUANDO WESTINGHOUSE comenzó a instalar sus primeros sistemas de CA, en 1886, Edison contraatacó argumentando que los altos voltajes de este método lo hacía extremadamente peligroso.
Por otro lado, la CC contaba con un punto a su favor: Edison y los suyos iban por delante en el desarrollo de motores eléctricos que funcionasen con esa corriente, lo que, a priori, expandía las posibilidades comerciales de este sistema eléctrico concreto, al permitir integrarse en máquinas, fábricas y aparatos caseros.
Y aquí, de nuevo, entró Tesla en acción, desarrollando el primer motor que funcionada con CA. Lo paradójico
es que en el año 1884, cuando Tesla estuvo trabajando en el laboratorio de Edison, le propuso desarrollar esta misma idea. Cuatro años más tarde, en mayo de 1888, Tesla patentó su motor de CA y Westinghouse le contrató, tras comprar el invento, para que lo desarrollase para su compañía. Esto se trató de un descomunal paso adelante para la CA.
Así, pese a que todo parecía apuntar a que Edison ganaría la guerra de las corrientes, no fue así. Sus propios accionistas comenzaron a criticar sus tejemanejes, alertados porque en realidad sus rivales, que empleaban la CA, estaban ganando mucho más dinero.
De este modo, en el año 1892 Edison se vio obligado a renunciar a su propia compañía, la Edison General Electric. J. P. Morgan, su principal accionista, se encargó de virar el timón y organizó la fusión entre esta empresa y la Thomson-Houston. Así nació la General Electric, centrada desde entonces en competir contra Westinghouse en el mercado de la CA.
Un año más tarde se celebró la Exposición Colombina de Chicago, que supuso, como hemos visto en este artículo, un gran éxito para Westinghouse. Y es que allí brilló con luz propia Nikola Tesla, el cual contaba con un espacio reservado para su trabajo en el Edificio de la Electricidad. No en vano, entre otras cosas, en este lugar el inventor pudo demostrar a los asistentes que su teoría del motor de inducción funcionaba, colocando un huevo de cobre en un campo magnético giratorio y haciendo que girase sobre su propio eje. Además, mostró sus experimentos sobre iluminación inalámbrica.
Por otro lado, este sensacional éxito le brindó la oportunidad a Westinghouse para construir una planta hidroeléctrica en las Cataratas del Niágara, que comenzó a funcionar tres años después, el 16 de noviembre de 1896, generando energía suficiente para abastecer el alumbrado público de la ciudad de Buffalo, situada a unos treinta kilómetros. Fue el punto final de la guerra de las corrientes y el triunfo definitivo de la corriente alterna. Y una vez más, fue gracias a Tesla, que ayudó en el desarrollo de todo el proceso.
Si Edison se hubiese proclamado vencedor, “tendríamos una gran planta generadora de carbón cada milla o dos, por la corriente continua no podría viajar ninguna distancia”, como plantea Jill Jones, autor del libro Empires of light, dedicado a la guerra de las corrientes.
Ahora bien, si nos atenemos a los avances actuales, todo parece indicar que la ruleta está girando de nuevo a favor de la CC. Nuestros ordenadores, las bombillas LED o los coches eléctricos funcionan con este sistema. Además, los ingenieros han ideado nuevos transformadores que operan en CC y que, por si fuera poco, facilitan la integración de la electricidad eólica y solar. Si Edison levantara la cabeza…