CONTRA LA LEY DE MENDIZÁBAL
EN 1836, DURANTE EL REINADO DE ISABEL II, EL MINISTRO DE HACIENDA ÁLVAREZ MENDIZÁBAL DECRETÓ LA EXPROPIACIÓN DE LAS TIERRAS PROPIEDAD DE LA IGLESIA. Aunque la pretensión de esta “reforma agraria” era la de beneficiar a quienes trabajaban estas haciendas, lo cierto es que su subasta sirvió para proveer de fondos al gobierno en su lucha contra la rebelión carlista. Las consecuencias económicas de la Ley de Desamortización de Mendizábal fueron nefastas para el campesinado: los latifundios subastados cayeron en mano de la oligarquía que terminó monopolizando su propiedad e imponiendo condiciones mucho más duras.