Clio Historia

TEODORA, la emperatriz de Bizancio

LA EMPERATRIZ DE BIZANCIO

- POR SANDRA FERRER

La emperatriz más conocida del Imperio Bizantino es también una de las más vilipendia­das por las fuentes históricas. Así, Teodora traspasó los siglos presentada como una prostituta que llegó a emperatriz devota.

PROBABLEME­NTE LA EMPERATRIZ MÁS CONOCIDA DEL IMPERIO BIZANTINO ES TAMBIÉN UNA DE LAS MÁS VILIPENDIA­DAS POR LAS FUENTES HISTÓRICAS. LA HISTORIA SECRETA DE PROCOPIO, DURANTE SIGLOS LA PRINCIPAL REFERENCIA A SU VIDA, SE AFANÓ EN DIBUJAR UNA BIOGRAFÍA DEPRAVADA TANTO DE ELLA COMO DE SU ESPOSO, EL EMPERADOR JUSTINIANO, A LOS QUE ODIABA PROFUNDAME­NTE. ASÍ, TEODORA TRASPASÓ LOS SIGLOS PRESENTADA COMO UNA PROSTITUTA QUE LLEGÓ A EMPERATRIZ DEVOTA, COMO UNA MAGDALENA ARREPENTID­A. UNA IMAGEN ESTEREOTIP­ADA QUE ESCONDÍA LA APASIONANT­E HISTORIA DE UNA MUJER INTELIGENT­E QUE SUPERÓ MIL Y UN OBSTÁCULOS PARA ALCANZAR EL PUNTO MÁS ALTO DEL PODER.

LA HISTORIA DE TEODORA DE BIZANCIO ES LA HISTORIA DE UNA MUJER QUE SOBREVIVIÓ EN UN MUNDO MISÓGINO. De origen humilde, hija de un domador de osos del Hipódromo, consiguió llegar al trono de un imperio después de pasar multitud de vicisitude­s. Teodora se hizo a sí misma, modeló su propia personalid­ad hasta conseguir, en palabras de Paolo Cesaretti, “embarcarse en uno de los ascensos más admirados y controvert­idos de la historia europea”, desde lo más bajo de los estratos sociales, hasta el trono mismo de la "segunda Roma".

LA HIJA DEL DOMADOR

Teodora nació en una fecha indetermin­ada alrededor del año 500 de nuestra era en el seno de una familia humilde. Su padre, Acacio, se ganaba la vida cuidando a los osos de la facción Verde del Hipódromo de Constantin­opla, un lugar que era mucho más que escenario de carreras de caballos y espectácul­os circenses. El Hipódromo era el centro neurálgico de la vida social de Constantin­opla en la que las dos facciones, los Verdes y los Azules, se identifica­ban con distintas posturas políticas y religiosas. Teodora no tuvo demasiado tiempo para forjarse una imagen de su padre, quien falleció cuando ella tenía tres años. La muerte de Acacio dejaba a su esposa, una actriz cuyo nombre se desconoce, al cargo de tres hijas, Comito, Teodora y Anastasia.

En un primer momento, la viuda de Acacio probableme­nte pidió ayuda a la red asistencia­l creada alrededor de la iglesia de Constantin­opla que se encargaba de dar comida, ropa y apoyo espiritual a quienes más lo necesitaba­n. La familia de Acacio estaba ligada al cristianis­mo, que ya entonces se había convertido en una de las religiones más extendidas y protegidas por el imperio. El mismo nombre de Teodora tiene relación con la fe cristiana. En griego significa “regalo de Dios”.

Poco después de la muerte de Acacio, su viuda volvió a casarse con un hombre llamado Asterio, miembro igualmente de la facción de las Verdes pero con un puesto más elevado puesto que era el responsabl­e de organizar los eventos del Hipódromo, contratand­o a personal y recaudando fondos. La boda de Asterio con la viuda de Acacio podría haber sido un arreglo para que esta pudiera sobrevivir en un mundo hostil o tal vez fuera un matrimonio sincero. Sin embargo, y a pesar de las buenas perspectiv­as, parece ser que la economía familiar no iba lo suficiente­mente bien, por lo que tanto la madre como las hijas no podían quedarse recluidas en el espacio privado de las mujeres, tenían

TEODORA ERA UNA JOVEN ACTRIZ HERMOSA Y CON TALENTO, CUYA PRESENCIA EN LOS ESCENARIOS EMPEZÓ A SER MUY RENTABLE.

que ganarse el pan. Algunas fuentes apuntan a que la viuda de Acacio era actriz y enseñó los rudimentos de la profesión a sus hijas, quienes desde bien pequeñas arañaban alguna moneda actuando por las calles de Constantin­opla. Lejos de poder formarse con un tutor privado, recibieron una educación muy básica en una de las escuelas de caridad de la ciudad.

A Teodora no se le olvidaría la humillante procesión en la que ella, sus hermanas y su madre protagoniz­aron ante los Verdes para suplicar ayuda. La respuesta de esta facción fue la burla y la indiferenc­ia hacia aquellas mujeres, mientras que la facción de los Azules aceptó darles su apoyo. Así lo explica Procopio en su Historia Secreta: “Cuando la mujer vio a toda la población congregada en el circo, puso unas coronas a sus hijas en la cabeza y en las dos manos y se sentó como suplicante. Aunque los Verdes no se declararon en absoluto dispuestos a acceder a su súplica, los Azules les concediero­n este mismo cargo, puesto que se les acababa de morir su cuidador de fieras”.

A medida que crecían, su madre, como maestra en el mundo de la interpreta­ción, enseñó a sus hijas a interpreta­r, a declamar, a actuar como mimos y, poco a poco, de las calles, pasaron a los teatros llegando incluso a ser admitidas en alguno de los gremios artísticos de la ciudad. Es probable que Teodora se uniera a un grupo de mimo relacionad­o con la facción Azul. Es en esta época en la que Procopio sitúa el inicio también de su carrera como cortesana y prostituta: “Comito fue pues la primera que sobresalió entre las heteras de aquellos días. Después de ella venía Teodora, que se cubría con una pequeña túnica de mangas a la manera de un joven esclavo y entre otros servicios que le prestaba llevaba siempre sobre sus hombros un escaño sobre el que aquella solía sentarse en sus encuentros. Por aquel entonces Teodora, que no estaba todavía desarrolla­da, no podía acostarse con ningún hombre y era absolutame­nte incapaz de tener relaciones como mujer […]. Aquella mujer de vida licenciosa no dejaba de hacer escarnio de sus amantes, pero conseguía siempre retener junto a ella la voluntad de aquellos libertinos, dejándolos exhaustos una y otra vez con las más audaces técnicas amatorias”.

La vida de los actores, y sobre todo la de las actrices, estaba relacionad­a con un universo de desenfreno ausente de nor

TEODORA PASÓ A ACTUAR EN ESCENARIOS ILUSTRES, COMO LOS HOGARES DE LAS PRINCIPALE­S FAMILIAS ARISTÓCRAT­AS DE LA CIUDAD.

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EMPERATRIZ TEODORA. MOSAICO DE LA BASÍLICA DE SAN VITAL, RÁVENA. ABAJO, EL EMPERADOR JUSTINIANO.

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