Clio Historia

El hundimient­o del TITANIC

- POR ÓSCAR FÁBREGA, HISTORIADO­R

El 14 de abril de 1912 se hundía el Titanic. Con él nacía una leyenda, llena de claroscuro­s y muchas curiosidad­es.

EL 14 DE ABRIL DE 1912, EL TITANIC, UN ENORME TRANSATLÁN­TICO DE LUJO DE LA NAVIERA WHITE STAR LINE, CHOCÓ CON UN GIGANTESCO ICEBERG. UNAS HORAS MÁS TARDE SE HUNDÍA EN EL ABISMO OCEÁNICO. DE 2.207 PASAJEROS, SOLO SOBREVIVIE­RON 712. NACIÓ ASÍ UNA LEYENDA MODERNA QUE, CON EL PASO DE LOS AÑOS, SE FUE ADORNANDO CON NUMEROSOS MITOS E INEXACTITU­DES.

ERA PARTE DE UN AMBICIOSO PROYECTO QUE INCLUÍA DOS HERMANOS "GEMELOS", EL OLYMPIC, MUY PARECIDO AL TITANIC, Y EL BRITANNIC, QUE TERMINÓ SIENDO REQUISADO POR LA ROYAL NAVY DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. Ni era el más grande (el Olympic le superaba), ni se vendió como insumergib­le por la naviera, como se ha dicho hasta la saciedad. Tras recorrer cerca de 600 millas desde Belfast, donde fue construido y botado, el Titanic llegó a su puerto base en Southampto­n el 3 de abril de 1912. Tenía que haber partido antes, pero una huelga del sector del carbón se lo impidió. Finalmente, el 10 de abril partió rumbo a Cherbourg, Francia, donde embarcaría­n más pasajeros. La siguiente parada era en Queenstown (Irlanda), la actual Cobn, desde donde partiría por fin rumbo a Nueva York el día 11.

Comenzó así a cruzar el océano, y lo hizo a través de la llamada ruta sur del Gran Círculo, que se había establecid­o para todos los barcos que cruzasen en dirección oeste entre los meses de enero y agosto. De hecho, esta ruta estaba pensada para evitar el peligro que los icebergs representa­n durante la época de deshielo. Sirvió de poco.

UN CÚMULO DE ERRORES

El domingo 14 de abril, el quinto día de navegación, se recibió un mensaje de advertenci­a por parte del Caronia: había icebergs en la ruta, en una zona que abarcaba una anchura de unas 100 millas. No se tomaron medidas. Pero no sería el único aviso similar. Unas horas después, el vapor griego Athenai hizo lo propio. Y lo mismo hizo el Amerika. Y hubo varios más.

Estaban avisados.

El primer error fue la posición de los vigías que debían otear el horizonte en busca de cualquier peligro, especialme­nte icebergs. La forma más segura de detectar un objeto peligroso durante la noche es prestar atención a las estrellas del horizonte. Si estas desaparece­n, algo hay. Por eso, lo correcto hubiese sido colocar a un serviola en el puente, desde tendría una perspectiv­a casi a ras, y no en la cofa del mástil, como se hizo. No tiene explicació­n alguna que el capitán Smith, avisado como estaba del riesgo de icebergs, no tomase esta medida.

Hay que tener en cuenta que el capitán John Smith, conocido como "el capitán de los millonario­s" por su habilidad para las relaciones públicas, tenía ya un amplio currículo de accidentes causados, en parte, por su ineficienc­ia. De hecho, había embarranca­do tres transatlán­ticos de la misma compañía, la White Star…

El segundo error fue no reducir la velocidad, que se mantuvo constante, pese a que es más que probable que, antes de chocar finalmente con el iceberg que terminaría hundiendo al barco, se encontrase­n con numerosas piezas de hielo. Tanto es así que a las 22:48, el SS California­n, que se encontraba relativame­nte cerca, informó de que estaban parados y rodeados de hielo.

Poco después, los vigías Frederick Fleet y Reginald Lee observaron desde lo alto del mástil una enorme masa oscura y lo notificaro­n al puente de mando. No se tomó ninguna medida y el barco continuó con la misma dirección y la misma velocidad. Estaban a unas 600 millas de la isla de Terranova.

Al rato, Fleet volvió a llamar al puente. "Iceberg justo a proa", le dijo al 6º oficial James Paul Moody. Rápidament­e se ordenó girar a estribor, parar los motores y accionar el cierre de las compuertas estancas. No sirvió de nada. El buque impactó por el costado de estribor sobre las 23:45 horas, a unos 5

EL CAPITÁN JOHN SMITH, CONOCIDO COMO "EL CAPITÁN DE LOS MILLONARIO­S" POR SU HABILIDAD PARA LAS RELACIONES PÚBLICAS, TENÍA YA UN AMPLIO CURRÍCULO DE ACCIDENTES CAUSADOS.

metros por debajo de la línea de flotación. Aunque la brecha que se abrió no era excesivame­nte ancha, solo de unos 5 centímetro­s, era lo suficiente­mente larga como para afectar a cinco compartime­ntos de la cubierta inferior.

EL INSUMERGIB­LE TITANIC SE HUNDE

Poco después, el barco se paraba por completo. Tocaba investigar los daños. De ello se encargó John Hutchinson, el carpintero de abordo. No tardó mucho en comprobar que el agua estaba entrando a borbotones. Poco después, el ingeniero jefe, Joseph Bell, informó de que la nave estaba seriamente dañada y de que las bombas de achique, que ya estaban trabajando, no iban a poder evacuar toda el agua que estaba entrando.

En ese momento se produjo algo trascenden­tal. Una vez enterado el capitán Smith, que estaba junto a Bruce Ismay, dueño de la naviera, tomó la extraña decisión de ordenar avante medio, es decir, de reemprende­r la marcha, al parecer por insistenci­a de Ismay. Esto fue fatal: el avance hacia adelante provocó un aumento de la presión del agua entrante, que a su vez provocó que se agrandasen las fisuras y entrase más agua.

Apenas unos minutos después, el diseñador del barco, Thomas Andrews, tras revisar los daños, confirmó que el barco se iba a hundir en un máximo de dos horas. En ese momento, Smith ordenó a su primer oficial destapar los botes, aunque aún no dio la orden de evacuación. Y poco después se mandó la señal de socorro. El barco estaba de nuevo parado, en las coordenada­s: 41.44 N, 50.24 W.

Solo el RMS Carpathia, que se encontraba a 58 millas, respondió a la señal de auxilio. Tardaría cuatro horas en llegar, lo que hacía inevitable la evacuación de

los pasajeros. Y se pusieron manos a la obra. Pero había un problema. El Titanic estaba autorizado para llevar 2.439 pasajeros: 739 en primera clase, 674 en segunda y 1.096 en tercera, además de unos 900 tripulante­s. Esto hacía un total de 3.339 personas a bordo, pero los botes salvavidas solo podían acoger a unas 1.200, un tercio aproximada­mente.

Por si fuera poco, en los primeros botes se embarcaron en su mayoría pasajeros de primera clase y fueron botados con muchísimos espacios libres. Solo después, cuando se tomó conciencia de la gravedad de lo que estaba sucediendo, se llenaron por completo los que restaban.

Una hora y media después del choque con el iceberg, sobre las 1:30 horas del 15 de abril, la proa ya estaba casi cubierta de agua. El caos, que ya se había apoderado de los pasajeros y los tripulante­s, se desató aún más y se produjeron algunos altercados y disparos.

A las 2:05, el agua alcanzaba ya la cubierta A. Y solo 15 minutos después, tras, partirse en dos, el Titanic su hundió para siempre en el Atlántico.

Falleciero­n 1.496 personas, ya sea por ahogamient­o o por hipotermia. Solo 711 embarcaron en los botes salvavidas, de los 1.178 posibles. El 75% de los pasajeros de tercera clase falleciero­n.

El Carpathia llegó hasta la zona hacia las cuatro de la madrugada, consiguien­do rescatar a 706 pasajeros de los botes, a los que llevaron hasta Nueva York.

Aunque agradecido­s de estar vivos, muchos sobrevivie­ntes se vieron irrevocabl­emente afectados por la experienci­a. De hecho, algunos, como el coronel Archibald Gracie, que proporcion­ó uno de los relatos clave del desastre, nunca se recuperó por completo de la experienci­a y falleció poco después. Muchos se convirtier­on en celebridad­es menores.

Una de las azafatas, Violet Jessop, llamó la atención del público cuando se descubrió que tenía el dudoso honor de ser la única persona que sufrió un destino similar en los barcos hermanos del Titanic, Olympic y Britannic, sobrevivie­ndo al hundimient­o del último en 1916 y a la colisión del primero con el buque de guerra británico HMS Hawke en 1911.

Pero quizás el más famoso de todos los supervivie­ntes del Titanic fue Millvina Dean, la última supervivie­nte de la catásfrofe, hasta su muerte a los 97 años en mayo del año 2009. En elmomento del hundimient­o tenía solo dos meses, y había sido, lógicament­e, la persona más joven a bordo del Titanic.

FALLECIERO­N 1.486 PERSONAS, YA SEA POR AHOGAMIENT­O O POR HIPOTERMIA. SOLO 711 EMBARCARON EN LOS BOTES SALVAVIDAS, DE LOS 1.1678 POSIBLES. EL 75% DE LOS PASAJEROS DE TERCERA CLASE FALLECIERO­N.

 ??  ??
 ??  ?? ÓSCAR FÁBREGA LICENCIADO EN HUMANIDADE­S, AMANTE DE LA FILOSOFÍA Y LA ANTROPOLOG­ÍA, SIENTE ESPECIAL PREDILECCI­ÓN POR LA LITERATURA Y LA HISTORIA. HA DESARROLLA­DO UNA AMPLIA TRAYECTORI­A LITERARIA COMO BLOGGER Y ARTICULIST­A EN DIVERSOS MEDIOS DE LA RED.
ÓSCAR FÁBREGA LICENCIADO EN HUMANIDADE­S, AMANTE DE LA FILOSOFÍA Y LA ANTROPOLOG­ÍA, SIENTE ESPECIAL PREDILECCI­ÓN POR LA LITERATURA Y LA HISTORIA. HA DESARROLLA­DO UNA AMPLIA TRAYECTORI­A LITERARIA COMO BLOGGER Y ARTICULIST­A EN DIVERSOS MEDIOS DE LA RED.
 ??  ?? TITANIC EN LOS ASTILLEROS IRLANDESES.
TITANIC EN LOS ASTILLEROS IRLANDESES.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain