LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO
SIN DUDA, SE TRATA DE UNA DE LAS BORAS CUMBRE DEL ARTE UNIVERSAL. ¿QUÉ HISTORIA SE ESCONDE TRAS CADA UNO DE SUS SÍMBOLOS?
LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 MAYO DE 1808 DE GOYA CONSTITUYE UNA DE LAS OBRAS CUMBRE DEL ARTE UNIVERSAL. SIN EMBARGO, EL PINTOR ARAGONÉS NUNCA FUE TESTIGO PRESENCIAL DE LOS SUCESOS QUE, CON TAN GENIAL DRAMATISMO, INMORTALIZARON SUS PINCELES. EN LA COMPOSICIÓN DE SU LIENZO, ES PROBABLE QUE SE INSPIRARA EN VARIAS LITOGRAFÍAS QUE CIRCULABAN EN AQUELLA ÉPOCA. ¿CUÁLES SON LAS FUENTES QUE UTILIZÓ GOYA PARA ILUSTRAR LOS DRAMAS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA?
PROBABLEMENTE NO EXISTA MEJOR TESTIMONIO GRÁFICO DE LO QUE SIGNIFICÓ LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814) QUE ENFRENTARA A LOS ESPAÑOLES CONTRA LAS TROPAS NAPOLEÓNICAS QUE EL LIENZO DE LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO. Cualquier libro de texto sobre Historia de España estaría incompleto si en su apartado ilustrativo no se acompañara de esta iconográfica imagen. En una época donde aún no existía la fotografía, eran los pintores quienes, con sus pinceles, hacían de improvisados cronistas de una época. Antes de conocer el origen de esta pintura, será necesario conocer cuál fue su marco histórico…
MARCO PARA UNA PINTURA
Las consecuencias de la Revolución francesa (1789) –con el derrocamiento de Luis XVI (1754-1793)– habían obligado al monarca Carlos IV (1748-1819) –que tan solo llevaba un año en el trono– a desplegar un “cordón sanitario” que impermeabilizara a España de las ideas revolucionarias. Máxime teniendo en cuenta que Luis XVI y Carlos IV eran primos, perteneciendo a la misma Casa de Borbón. Para evitar que esta propaganda traspasara los Pirineos, se prohibió incluso el estudio de la lengua gala, lo que condujo a un inevitable aislamiento del país. Sin embargo, esto no impediría que la estabilidad de la monarquía española se viera seriamente comprometida…
En la primavera de 1793, las tropas francesas ya estaban acantonadas en el norte de España declarando la guerra. Sin embargo, las tornas del conflicto cambiaron en un breve espacio de tiempo: en 1795 España y Francia firmaron la Paz de Basilea rubricando, un año más tarde, una alianza (Tratado de San Ildefonso) para combatir el monopolio comercial desplegado por Inglaterra –en este contexto se sitúa la célebre derrota contra la flota inglesa en la batalla de Trafalgar (1805)–. Ya por aquel entonces, en Francia gobernaba Napoleón Bonaparte (1769-1821), hábil estratega con pretensiones de extender su imperio por toda Europa…
Las relaciones entre España y la Francia napoleónica estuvieron mediatizadas por un oscuro personaje: el ministro Manuel Godoy (1767-1851), conocido como El Choricero, al que la desidia de Carlos IV transfirió todos los poderes. Fue Godoy quien cayó en la trampa tendida por Napoleón cuando, en virtud del Tratado de Fontainebleau (1807), mordió el anzuelo de quedarse con un tercio de Portugal si autorizaba el paso del ejército francés, a través de territorio español, para su conquista. Godoy no se percató de que las tropas francesas entraban en España… para quedarse.
La indolencia de Carlos IV, la corrupción de su gobierno, las derrotas con Inglaterra y la sibilina invasión de los franceses –unido a una perentoria situación económica– incrementaron el descontento general entre la población. En marzo de 1808 la crispación de ánimos terminó encendiendo la mecha del “primer golpe de Estado” del siglo XIX: el motín de Aranjuez. Esta revuelta precipitó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII (1784-1833), entonces conocido como
LA INDOLENCIA DE CARLOS IV, LA CORRUPCIÓN DE SU GOBIERNO, LAS DERROTAS CON INGLATERRA Y LA SIBILINA INVASIÓN DE LOS FRANCESES INCREMENTARON EL DESCONTENTO GENERAL ENTRE LA POBLACIÓN.
“el Deseado” pero al que la Historia atribuye el mejor calificativo de “el rey felón”.
Sin embargo, Napoleón parecía tenerlo todo perfectamente planeado. Convirtiéndose en auténtico árbitro de la monarquía española, y con la excusa de limar asperezas entre padre e hijo, Napoleón se reunió con ellos en Bayona (Francia). Al término de este encuentro, la corona de Fernando VII fue finalmente cedida al hermano del emperador: José I (17681844), despectivamente apodado Pepe Botella.
Huérfanos de monarquía, la sociedad española se sublevió contra la invasión de las tropas napoleónicas: fue el famoso levantamiento del 2 de mayo. La represión desplegada por los franceses a través de los mamelucos (jinetes mercenarios traídos de Egipto) y los fusilamientos del día después fueron dos de los temas inmortalizados en sus lienzos por uno de los más grandes genios de la pintura universal: el aragonés Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828).
¿PINTÓ GOYA LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO?
“Yo lo vi” es la leyenda con la que el genio aragonés encabeza sus célebres grabados de Los desastres de la guerra, que pretendía convertirse en la más fiel crónica gráfica de los tumultuosos años de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿realmente Goya vio lo que luego reflejó a través de sus pinceles?
Los fusilamientos del 3 de mayo (también conocida como "Los fusilamientos en la montaña Príncipe Pío") está considerada hoy una de las obras artísticas cumbre en la pintura del arte contemporáneo. Aunque no siempre fue así: el pintor José de Madrazo (1781-1859), quien fuera director del Museo del Prado, dudaba incluso de su autoría, argumentando que el lienzo era de una ínfima calidad artística si se comparaba con otras obras del genio aragonés… Hoy nadie alberga dudas de que "Los fusilamientos" fue pintada por Goya, aunque hubo que esperar hasta casi finales del siglo XIX para que los expertos en arte reconocieran el carácter vanguardista de este lienzo. En palabras del historiador británico Kenneth Clark (1903-1983) en "Looking at Pictures" (1960): “Esta es la primera gran imagen que se puede llamar revolucionaria en todos los sentidos de la palabra en estilo, en sujeto y en intención; y debería ser un modelo para la pintura socialista y revolucionaria de la actualidad”.
El lienzo, donde predominan los colores oscuros, representa a un grupo de rebeldes españoles que cae rendido ante un pelotón de fusilamiento. Al escuadrón de soldados franceses que descarga sus arcabuces, no se les ven sus rostros, formando un bloque deshumanizado como si se tratase de una “máquina de matar”. Es el contraste de luces el que cede improvisado protagonismo a una de las víctimas, que viste una resplandeciente camisola blanca que lo convierte en foco de la escena. El hecho de extender sus brazos, como si estuviera colgado de una cruz, ha llevado a identificarlo con el mismo Cristo en el huerto de los olivos que Goya dibujara un tiempo después. Incluso no faltan unos pretendidos estigmas que se desdibujarían en las manos del fusilado acentuando este paralelismo.
La identificación de la escena con un episodio real, conduce inevitablemente a evocar a un Goya, como si se tratase de un reportero del siglo XIX, siendo testigo de los dramas de la guerra. Refugiado en algún lugar próximo, nos imaginamos al artista abocetando en carboncillo lo que más tarde inmortalizó con sus pinceles. Sin embargo, esta imagen romántica de un Goya reflejando lo que él vio con sus propios ojos… dista mucho de ser auténtica.
Si bien el artista se encontraba en Madrid cuando acontecieron estos sucesos, lo cierto es que él no presenció
AUNQUE ESTOS SUCESOS TUVIERON LUGAR EN 1808, GOYA NO TERMINÓ SU LIENZO HASTA SEIS AÑOS DESPUÉS. POCO ANTES QUE ÉL, OTROS ILUSTRADORES HABÍAN REFLEJADO LOS DRAMÁTICOS EPISODIOS.
“en directo” ni la famosa carga de los mamelucos contra los españoles frente a la Puerta del Sol, ni los fusilamientos que se sucedieron después como consecuencia del alzamiento del 2 de mayo, aunque él mismo se encargara de forjar esta leyenda con su mítica frase “yo lo vi”. Y es que su “inspiración” para reflejar tales escenas no está tanto en el “yo lo vi” como en las ilustraciones que hicieron otros artistas antes que él…
ALLANAMIENTO DE MIRADAS
Aunque estos sucesos tuvieron lugar en 1808, Goya no terminó su lienzo hasta seis años después. Poco tiempo
antes que él –y cuando las tropas francesas ya habían abandonado territorio español–, otros ilustradores habían reflejado los dramáticos episodios de la guerra a través de estampas y grabados que circularon por aquel entonces. Es más que probable que el artista aragonés se inspirara en dos de estas ilustraciones…
"Los cinco religiosos fusilados en Murviedro" (1813) es un aguafuerte del dibujante Andrés Crua (1780-1835) y el grabador Miguel Gamborino (1760-1828), ambos valencianos –que actualmente se conserva en el Museo del Prado–. Describe la muerte, a manos de los franceses, de los mercedarios y dominicos Pedro Pasqual Rubert, Josef de Xérica, Faustino Igual, Gabriel Pichó y Vicente Bonet el 18 de enero de 1812 –al que se añadiría once días después la ejecución del presbítero Juan Bautista Casañs– en Sagunto (Valencia). La litografía sirvió para ilustrar la primera hoja de un opúsculo de treinta y dos páginas ("Memorias históricas de la vida y muerte de los padres fusilados por los franceses") de José Tomás Nebot, editado en 1813, precisamente con el objetivo de recaudar fondos “en alivio” para las víctimas de la guerra “que yacen en los hospitales entre la miseria y desnudez, después de haber prodigado sus vidas en nuestra defensa. Cuadro horroroso, que debe cubrirnos de vergüenza si tenemos algún rastro de gratitud y patriotismo”.
En 1981, la historiadora de arte francesa Jeannine Baticle (1920-2014), conservadora del Museo del Louvre y especialista en pintura española fue la primera en dar a conocer las sospechosas similitudes –no atribuibles a la mera casualidad– entre el aguafuerte de los valencianos y el lienzo del aragonés en su artículo “Luz y tinieblas: Goya, entre la leyenda y la verdad”. La posibilidad de que Goya se inspirase “de manera directa e irrefutable” en la estampa de los grabadores valencianos sería confirmada pocos años después en un trabajo publicado en 1986 (“Un grabado valenciano como fuente de el Tres de mayo de 1808, de
Goya”) por el historiador de arte David Vilaplana Zurita, de la Universidad de Valencia. El hecho de que hasta el perfil del cerro que aparece en el fondo de la escena sea literalmente idéntico en ambos dibujos, lleva a Vilaplana a concluir que: “Las extensas polémicas surgidas en torno a la identificación del escenario de los fusilamientos de Goya, de los cuales han derivado la hipótesis, bastante generalizada, que inscribe los hechos en la colina del Príncipe Pío, vemos que se disuelven en una pura especulación carente de base real”. Pero, además de estas casualidades: ¿tenemos constancia de que Goya pudiera haber tenido conocimiento de la existencia de esta litografía hecha en Valencia?
En 1996, un rastreo por la prensa de la época investigando el comercio de estampas en Madrid, permitió a Jesusa Vega, catedrática de Historia del Arte de la Universidad Autónoma, ubicar el opúsculo valenciano a la venta en una librería de la madrileña calle de Alcalá, frente a la iglesia del Buen Suceso, al menos desde octubre de 1813. Hoy, los historiadores de arte no tienen inconveniente en reconocer que la litografía de los valencianos muestra suficientes semejanzas con "Los Fusilamientos del 3 de mayo" como para deducir que esta debió ser conocida por Goya y que se sirvió de ella en la composición de los personajes que aparecen en su pintura.
PINTANDO... LO QUE VIERON OTROS
El grabado de "Los cinco religiosos fusilados en Murviedro" no es la única fuente en la que Goya pudo haberse inspirado para reflejar los dramas de la guerra en su célebre lienzo. Otra de las ilustraciones que también parece integrar la iconografía inspiradora de los "Fusilamientos del 3 de mayo" es la de los madrileños Zacarías González Velázquez (1763-1834) y Juan Carrafa (1787-1869) al que acompaña la siguiente descripción: “Horrible sacrificio de inocentes víctimas con que la alevosa ferocidad francesa empeñada en sofocar el heroísmo de los madrileños, inmortalizó las glorias de España en el Prado de Madrid en el día 2 de mayo de 1808”.
Este grabado formaba parte de la imaginería popular de la época, en lo que se conocía entonces como aleluyas (en Cataluña reciben el nombre de aucas): ilustraciones que, a modo de viñetas, se acompañaban de una serie de versos explicativos. La estampa de González y Carrafa, que se distribuía en Madrid desde abril de 1814, comprime varias escenas numeradas que ofrecen un relato narrativo de los distintos episodios que se sucedieron durante las cargas desplegadas por el ejército napoleónico en Madrid. Una de estas escenas – número tres– lleva por título “Fusilando a los inocentes”: en ella se contempla, en lo alto de un terraplén, a un grupo de hombres de rodillas que son arcabuceados por un pelotón de soldados. La composición es también tan sospechosamente similar a la empleada por Goya en su lienzo –incluso una de las víctimas alza sus brazos
EL GRABADO DE "LOS CINCO RELIGIOSOS FUSILADOS EN MURVIEDRO" NO ES LA ÚNICA FUENTE EN LA QUE GOYA PUDO HABERSE INSPIRADO PARA REFLEJAR LOS DRAMAS DE LA GUERRA EN SU CÉLEBRE LIENZO.
en cruz– que no cabe pensar en una simple casualidad. Fue el hispanista inglés, especializado en la obra de Goya, Nigel Glendinning (1929-2013) el primero en advertir –en un artículo publicado en 1976– las estrechas similitudes entre la composición de la litografía de González y Carrafa y el lienzo del genio aragonés. En este caso, la fecha de la difusión de esta estampa (abril de 1814) no permite situarla lo suficientemente temprana cronológicamente como para deducir que Goya la “plagiara” para su lienzo… pero parece una hipótesis bastante probable.
En la ficha del catálogo de exposición elaborado por el propio Museo del Prado, y según se desprende de documentos del Ministerio de la Gobernación de la época, Goya habría aceptado el encargo de realizar sus obras ("La carga de los mamelucos" y "Los fusilamientos"…) el 25 de febrero de 1814. Como quiera que las facturas para la manufactura de los marcos fueron firmadas el 29 de noviembre de 1814, se considera que fue a partir de esta fecha cuando los lienzos debieron exhibirse en el Palacio Real –aunque no existe ningún documento que así lo confirme–.
De momento, la posible inspiración que la estampa de González y Carrafa en la más iconográfica de las pinturas goyescas es todavía un asunto no zanjado entre los historiadores de arte… En cualquier caso, la posibilidad de que Goya realizara un “corta y pega” de ilustraciones ajenas para documentarse, no resta un ápice de genialidad a su inmortal obra.