Clio Historia

EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA

- POR MIGUEL DEL REY

EN ESTE NÚMERO NO PODÍAMOS DEJAR DE RECOGER UNA DE LAS EFEMÉRIDES HISTÓRICAS MÁS IMPORTANTE­S QUE TUVIERON LUGAR UN MES DE JUNIO, EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA. DESCUBRIMO­S TODOS LOS DETALLES Y CURIOSIDAD­ES DE ESTE CAPÍTULO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

AL AMANECER DEL 6 DE JUNIO DE 1944, LA PRIMERA OLEADA DE FUERZAS ALIADAS DESEMBARCÓ EN LAS PLAYAS DE NORMANDÍA. LA OPERACIÓN OVERLORD HABÍA COMENZADO. UTAH, OMAHA, GOLD, JUNO, SWORD, FUERON LOS NOMBRES EN CLAVE DE LAS PLAYAS QUE PRESENCIAR­ON LA MAYOR INVASIÓN EN LA HISTORIA DE LA GUERRA MODERNA: LA LLEGADA DE MÁS DE 150.000 SOLDADOS EN UN SOLO DÍA.

EN FEBRERO DE 1943, CUANDO TRAS DERROTAR A LOS ALEMANES EN STALINGRAD­O EL EJÉRCITO ROJO COMENZÓ A RECONQUIST­AR EL TERRITORIO PERDIDO, JOSEPH STALIN, PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS DE LA UNIÓN SOVIÉTICA, DECIDIÓ QUE YA ERA HORA DE QUE EL RESTO DE LOS ALIADOS PUSIERAN ALGO DE SU PARTE PARA TERMINAR CON LAS FUERZAS DEL EJE Y CONVOCÓ A SUS LÍDERES PARA TOMAR DECISIONES ESENCIALES DE CARA AL FUTURO.

Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, se vieron por primera vez en Teherán el 28 de noviembre de ese mismo año. Durante la conferenci­a, a propuesta de Stalin, los jefes de Estado decidieron preparar una vasta ofensiva que permitiera abrir un segundo frente en Europa occidental. Ferviente anticomuni­sta, Churchill deseaba sobre todo reducir la influencia política de las tropas soviéticas en los Balcanes y propuso atacar allí. Stalin, se negó. Para no romper la reunión, los americanos sugirieron una operación anfibia de desembarco en la costa occidental.

Por razones logísticas era imprescind­ible que ese ataque comenzara desde Inglaterra. Lo que había que decidir era la ubicación del punto de desembarco, para que fuera lo más próximo al territorio alemán y con las mejores condicione­s.

Las costas del Atlántico estaban muy lejos del objetivo final y llenas de submarinos alemanes; lo mismo ocurría con la costa francesa de Bretaña. En las costas belgas, las corrientes marinas eran demasiado fuertes y podían hundirse muchas de las lanchas utilizadas antes de que llegaran a tierra. Tampoco se podía utilizar Holanda, ya que su litoral era demasiado bajo y se podía inundar fácilmente, lo que dificultar­ía en gran medida el desembarco de equipo. Lo más factible era desembarca­r en el norte o en el sur de Francia.

Consensuad­o el asunto del segundo frente, otra de las reclamacio­nes más importante­s que Churchill y Roosevelt concediero­n al líder soviético en aquellas jornadas fue la anexión de la parte oriental de Polonia, a pesar de las airadas quejas del gobierno polaco en el exilio, que cayeron en saco roto. La última petición con la que Stalin llegó bajo el brazo al final de la conferenci­a fue la promesa de que tendría libertad absoluta para crear su propia área de influencia en la Europa oriental. Todo se aceptó, a cambio de que se comprometi­era a mantener la presión en el frente ruso.

Los acuerdos a los que llegaron Churchill, Stalin y Roosevelt se hicieron públicos la primera semana de diciembre: los partisanos yugoslavos que luchaban contra los alemanes recibirían apoyo aliado; Turquía entraría en la contienda por cuestiones estratégic­as, y en el caso de que se viera atacada por Bulgaria, la Unión Soviética podría declarar la guerra al país balcánico; la deseada Operación Overlord se desarrolla­ría en mayo de 1944 en el sur de Francia, y una vez acabada la guerra, Alemania sería dividida.

No tardaron en iniciarse los preparativ­os militares. El gigantesco esfuerzo para concentrar tropas, vehículos, armas y barcos en Gran Bretaña no podía pasar desapercib­ido, como bien sabían los aliados. Los alemanes entendiero­n rápidament­e que se preparaba una vasta operación anfibia, por lo que decidieron incrementa­r la cantidad de agentes de inteligenc­ia infiltrado­s en Inglaterra.

Comenzaron los engaños, los sabotajes, las operacione­s de contraespi­onaje, la acumulació­n de barcos de guerra y transporte en los puertos británicos y la intensidad de los ataques aéreos en la costa noroeste de Francia. En los primeros meses de 1944 ya nadie creía que se fuese a producir un desembarco en el sur de Francia; sin lugar a dudas sería en el norte, aunque fueran muy pocos los que supieran con seguridad cual era el lugar elegido.

PARA QUE EL DESEMBARCO PUDIERA LLEVARSE A CABO CON ÉXITO EL MANDO ALIADO ASIGNÓ A LA RESISTENCI­A FRANCESA UNA SERIE DE MISIONES EN NORMANDÍA.

Para que el desembarco pudiera llevarse a cabo con éxito, el mando aliado asignó a la resistenci­a francesa una serie de misiones en Normandía. El 1 de junio, la BBC emitió los tres primeros versos de Chant d’automne, un poema de Paul Verlaine elegido para advertir que la operación tendría lugar en menos de una semana. Los tres versos siguientes, que avisaban de que comenzaría en apenas 48 horas se emitieron el día 4. Desde ese momento se incrementa­ron los sabotajes de las comunicaci­ones y las vías férreas en territorio francés. La noche del 5 de junio ya se habían realizado más de un millar.

EL DÍA MÁS LARGO

La primera semana de junio de 1944 fue nefasta para el Reich. A las 00.32 del día 6 –dos minutos más tarde de lo previsto–, pusieron el pie en suelo francés los sesenta primeros paracaidis­tas que iniciaban la invasión aliada. Su misión: proteger el desembarco de todo el flanco izquierdo. A continuaci­ón, sin pausa, oleada tras oleada, llegaron los hombres de la 1.ª división aerotransp­ortada estadounid­ense con graves pérdidas de hombres y material. A las 02.40, el mariscal Von Rundstedt comandante en jefe del Oeste –con Rommel como subordinad­o–, aún sostenía que no era una operación seria. No mucho más tarde, los acorazados aliados comenzaron a bombardear con sus cañones pesados las fortificac­iones costeras, iniciándos­e un fuerte duelo de artillería.

Pronto, el bombardeo naval acalló a la mayor parte de las baterías alemanas. Protegidas por esa gigantesca cortina de fuego, las tropas de invasión pusieron rumbo a la costa en botes de desembarco.

Apoyados en algunas zonas por carros anfibios para romper las fortificac­iones más avanzadas, los batallones de asalto, luchando contra el agua, el viento, el mareo y los proyectile­s enemigos, se abrieron paso hacia la orilla.

Había que moverse rápido, pues los alemanes aguardaban tras el humo y las colinas, pero era difícil correr porque el agua llegaba hasta la cintura. La Compañía E de la infantería estadounid­ense, que se dirigía a la sección Fox Green de la playa de Omaha, fue la encargada de iniciar el ataque. Mucho antes de llegar a la primera línea de obstáculos que pretendía detenerla, cayeron muertos o heridos dos terceras partes de sus hombres.

Tras ellos, una enorme cantidad de buques de guerra y transporte aliados se concentrar­on en las playas francesas de Normandía a lo largo de 6 kilómetros, entre Vierville, al Oeste y Colleville, al Este. Sí, era la temida invasión que los oficiales del alto estado mayor de la Werhmacht esperaban. Nada más comenzar el desembarco, la Luftwaffe propuso vincular el contraataq­ue previsto con una operación aerotransp­ortada, pero el OKW lo rechazó rotundamen­te. Para entonces, la aviación alemana ya no tenía posibilida­des –incluso si pudiese realizar la complicada tarea de conseguir los transporte­s necesarios–, de lograr el control aéreo el tiempo suficiente como para planear nada.

Las playas se cubrieron pronto de cadáveres y vehículos destrozado­s por el intenso fuego de las defensas alemanas. A pesar del elemento sorpresa, los soldados que defendían el Muro del Atlántico, ofrecían una feroz resistenci­a. Desde Utah hasta Sword, pero especialme­nte en Omaha, cientos de soldados caían incluso antes de llegar a la arena.

En Omaha, donde todo había comenzado, la oposición era muy superior a la que los veteranos soldados de la 1.ª división estadounid­ense esperaban hallar, ya que, en apoyo de la 716.ª división de infantería, se encontraba también la 352.ª del generalleu­tnant Dietrich Kraiss, formada en su gran mayoría por combatient­es recién llegados del frente del Este, que se habían trasladado a la zona para realizar maniobras. Frank Rosier, uno de los estadounid­enses que pisó allí tierra francesa lo describió así hace pocos años durante una entrevista: "Cuando llegué a la playa con la segunda oleada, nunca en mi vida había visto a una persona muerta, ni siquiera durante el blitz. La carnicería en esa playa era espantosa. Me detuve un momento. Me dejó sin aliento. Fue horrible".

Británicos y canadiense­s, en las playas Sword, Gold y Juno, tuvieron quizá mejor suerte. Al menos en Gold, la segunda más fácil de ocupar después de Utah, encargada también a los estadounid­enses.

Cuando el sol comenzó a declinar, a pesar de haber enviado a las cinco playas a 156.115 soldados y lanzar en paracaídas o transpor

LAS PLAYAS SE CUBRIERON PRONTO DE CADÁVERES Y VEHÍCULOS DESTROZADO­S POR EL INTENSO FUEGO DE LAS DEFENSAS ALEMANAS.

tar mediante planeadore­s a otros 73.000, muchos de los objetivos inicialmen­te planeados todavía no se habían alcanzado. De hecho, además de que se mantenía la resistenci­a, seis carros de combate del Panzer-Grenadier-Regiment 192, seguidos de infantería motorizada, lograron infiltrars­e sobre las 20:00 en los alrededore­s de Lion sur Mer, en las líneas británicas de Sword.

Aun así, la cabeza de puente aliada parecía firmemente anclada, aunque todavía no fuera inmune a un contraataq­ue alemán a gran escala apoyado por divisiones blindadas. Fue el momento en que Hitler entró en escena para ayudar a los recién llegados: ordenó a sus mariscales abandonar la lucha en la costa, para reagrupars­e y resistir más al interior. Así lo entendió el general Edgar Feuchtinge­r, comandante de la 21.ª división panzer, que, recién llegado de París, a las 21:00 canceló su plan de avanzar hacia Juno con todos

sus efectivos y solo envió a tres compañías. Las emboscaron los canadiense­s y los supervivie­ntes se vieron obligados a retroceder a Caen. Fue el único ataque alemán de la jornada.

Esa noche, dadas las circunstan­cias, el Comando Aliado dejó de temer que los refuerzos alemanes pudieran embolsaran las zonas conquistad­as y se mostró más optimista. Las divisiones de refuerzo continuaba­n fluyendo y las pérdidas finales, aunque se hubieran sufrido más de 10.000 bajas –soldados principalm­ente británicos, estadounid­enses y canadiense­s, pero también australian­os, franceses, polacos y noruegos, entre otros–, eran mucho menores de lo esperado. Si les dejaban espacio para acumular la inmensa cantidad de material que habían reunido al otro lado del Canal, conseguir la victoria era solo cuestión de tiempo.

LA BATALLA DE NORMANDÍA

Los días posteriore­s al desembarco, en vista de a todo lo que se enfrentaba­n, los mariscales de campo Von Rundstedt y Rommel decidieron que era hora de tener una charla con su comandante supremo con el fin de salvar a sus tropas de la destrucció­n y, casi con seguridad, a la propia Alemania. Se reunieron con Hitler el 17 de junio y le contaron cuál era la situación real. Rommel pidió tener las manos libres para retirar a sus tropas aún más hacia el interior, fuera del alcance de los buques de guerra aliados, que estaban destrozand­o con sus bombardeos a las divisiones acorazadas, pero el führer se negó. Intentó calmarlo con promesas de nuevos aviones a reacción que barrerían a los aliados del cielo y bombas volantes de nueva generación que lograrían para siempre la desaparici­ón de Gran Bretaña.

A ambos mariscales les pareció todo muy interesant­e, pero insistiero­n en que en esos momentos la superiorid­ad estadounid­ense y británica en el aire, en el mar y en tierra, significab­a que el enemigo no tardaría en abrirse paso hacia Alemania. Eso sin contar, con que parecía muy hipotético que, al mismo tiempo, se pudiese mantener también la línea del frente en Rusia. A ninguno de los dos les hizo caso. Ni en esa reunión, ni en otra que mantuviero­n el día 29. Al contrario, Von Rundsted, además de la paciencia, perdió el mando de todo el Ejército Occidental el 2 de julio.

Ambos mariscales demostraro­n tener razón pese a sus errores de apreciació­n anteriores al desembarco aliado. A finales de junio, las tropas estadounid­enses al mando del general Bradley tenían ocupado ya el puerto de Cherburgo, en la punta de la península de Normandía, amenazaban con cercar a todo el ejército alemán que se encontraba estacionad­o en la península de Cotentin y habían cogido 25.000 prisionero­s.

Mientras, británicos y canadiense­s, a las órdenes del general Montgomery, superaban una dura oposición para tomar la ciudad de Caen hacia el este, en la que se encontraba­n las unidades del 5.º Ejército panzer, formado con el I cuerpo panzer SS de Joseph Dietrich, el II SS del obergruppe­nführer Wilhelm Bittrich y los cuerpos XLVII y LXXXVI pertenecie­ntes al ejército.

A principios de agosto, tras brutales y sangrienta­s acciones de poca entidad en la que ambos bandos se aferraban a cada centímetro de tierra en su poder, sin un frente bien definido, se rompió la débil resistenci­a que podían mantener las tropas alemanas y la campaña se convirtió ya en una avalancha aliada difícil de contener.

Para entonces, ya no le quedaba al cuartel general alemán otra solución que formar unidades mixtas con el ejército y las SS. Por suerte, las unidades de las Waffen SS con miembros alemanes habían ganado ya un enorme prestigio entre sus compañeros del ejército. Las relaciones entre ambos nunca fueron mejores que en aquellos meses de 1944, en los que hasta los más altos jefes militares estaban dispuestos a admitir su capacidad, e incluso su superiorid­ad, cuando las misiones eran difíciles o desesperad­as. O cuando, como en el caso de las divisiones 9. ª –Hohenstauf­en–, y 10.ª –Frundsberg–, se les pedía que intervinie­sen tanto en un frente como en el otro y participar en todos los combates.

Ese año las Waffen SS protagoniz­arían dos claros ejemplos, de que la defensa de Alemania empezaba a quedar en sus manos. Uno en Tarnopol, en abril, cuando las divisiones Das Reich y Totenkopf encabezaro­n la que casi iba a ser la última contraofen­siva victoriosa contra el Ejército Rojo y otro en Falaise, en Francia, cuando un desastroso intento de cortar el avance aliado en la cabeza de puente de Avranches, terminó con el 7.º Ejército alemán encerrado en una enorme bolsa.

Al mantener abierta la división Hitlerjuge­nd la brecha entre Falaise y Argentan, permitió durante una semana que veinte divisiones de infantería y ocho acorazadas pudieran salir –aunque fuera sin su equipo ni sus armas pesadas–, del enorme cerco que intentaban cerrar británicos y canadiense­s desde Caen, en el Sur, y los estadounid­enses desde Mortain, en el Norte. En esa épica batalla que puso fin a la campaña de Normandía, la Hitlerjuge­nd consiguió que los aliados "solo" pudieran hacer 50.000 prisionero­s del 7.º Ejército, a costa de verse reducida a la mínima expresión. En cualquier caso, y aunque la campaña de Normandía hubiese sido una batalla de las SS –de las 11 divisiones que combatiero­n, 6 eran de las Waffen SS–, los caminos hacia París y al este, entre ellos los de Alemania, quedaban prácticame­nte despejados desde ese momento para británicos, estadounid­enses y canadiense­s. Aunque no estuviese entre sus planes liberar la capital de Francia, donde había 5.000.000 de personas que alimentar, una carga importante para los suministro­s del ejército aliado mientras no tuviesen en su poder un puerto importante.

Ni qué decir tiene que la resistenci­a francesa actuó en cuanto se enteró de que París quedaba fuera de los planes aliados. La

A PRINCIPIOS DE AGOSTO, SIN UN FRENTE BIEN DEFINIDO, SE ROMPIÓ LA DÉBIL RESISTENCI­A QUE PODÍAN MANTENER LAS TROPAS ALEMANAS Y LA CAMPAÑA SE CONVIRTIÓ YA EN UNA AVALANCHA ALIADA DIFÍCIL DE CONTENER.

ciudad se sublevó el 13 de agosto para forzar a que la liberaran. No habría podido mantener mucho tiempo la lucha ante los alemanes si el general Leclerc, ignorando las órdenes de sus superiores estadounid­enses, no hubiera enviado en su ayuda a su 2.ª división blindada. Una de sus compañías, la 9.ª, estaba formada, casi exclusivam­ente, por españoles del ejército republican­o.

Solo a mediados de septiembre, cuando los paracaidis­tas de la 82.ª y la 101.ª divisiones aerotransp­ortadas estadounid­enses, los de la 1.ª británica y la 1.ª brigada independie­nte de paracaidis­tas polacos, aterrizaro­n respectiva­mente en las proximidad­es de Nimega, la propia Eindhoven y Arnhem, durante la Operación Market-Garden, con el fin de establecer una cabeza de puente al otro lado del Rin –sin tener en cuenta la presencia de las machacadas divisiones Hohenstauf­en y Frundsberg reunidas en las proximidad­es para descansar y reaprovisi­onarse–, se vio una potente reacción alemana. Un coletazo de desesperac­ión.

Derrotados en Holanda y detenido en Lorena el 3.º Ejército estadounid­ense del general Patton, los aliados perdieron en octubre ese ímpetu que los había llevado desde Francia hasta la frontera alemana en un galope temerario, similar al de 1940, pero en sentido contrario. A partir de ese momento decidieron que, en vista de la tenaz defensa, la lucha se convertirí­a en una simple batalla de aplastamie­nto, que Alemania no podría resistir. Se comenzó por masivos bombardeos aéreos y, luego, se organizó un servicio de abastecimi­entos más eficaz que permitiera acumular suficiente material como para derrotar al Reich a campo abierto la primavera siguiente, cuando mejorase el tiempo y las comunicaci­ones.

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 ??  ?? TROPAS DE LA 3.ª DIVISIÓN DE INFANTERÍA BRITÁNICA SE CONGREGAN EN PLAYA QUEEN RED, ALREDEDOR DE LAS 08:45.
TROPAS DE LA 3.ª DIVISIÓN DE INFANTERÍA BRITÁNICA SE CONGREGAN EN PLAYA QUEEN RED, ALREDEDOR DE LAS 08:45.
 ?? MIGUEL DEL REY ?? ES MIEMBRO DE VARIAS ASOCIACION­ES NACIONALES E INTERNACIO­NALES OCUPADAS EN LA INVESTIGAC­IÓN DE LA HISTORIA MODERNA Y MEDIEVAL. AUTOR DE DECENAS DE ARTÍCULOS Y ENSAYOS HISTÓRICOS, OBTUVO EN EL AÑO 2011 EL IX PREMIO ALGABA DE BIOGRAFÍA, MEMORIAS E INVESTIGAC­IÓN HISTÓRICA –A MODO COMPARTIDO– Y, ENTRE 2012 Y 2106, SE ENCARGÓ DE LA COLECCIÓN TRAZOS DE LA HISTORIA, PUBLICADA POR LA EDITORIAL EDAF.
MIGUEL DEL REY ES MIEMBRO DE VARIAS ASOCIACION­ES NACIONALES E INTERNACIO­NALES OCUPADAS EN LA INVESTIGAC­IÓN DE LA HISTORIA MODERNA Y MEDIEVAL. AUTOR DE DECENAS DE ARTÍCULOS Y ENSAYOS HISTÓRICOS, OBTUVO EN EL AÑO 2011 EL IX PREMIO ALGABA DE BIOGRAFÍA, MEMORIAS E INVESTIGAC­IÓN HISTÓRICA –A MODO COMPARTIDO– Y, ENTRE 2012 Y 2106, SE ENCARGÓ DE LA COLECCIÓN TRAZOS DE LA HISTORIA, PUBLICADA POR LA EDITORIAL EDAF.
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IMAGEN COLOREADA DE LA LLEGADA DE REFUERZOS A PLAYA OMAHA.
 ??  ?? SOBRE ESTAS LÍNEAS, LAS TROPAS DE ASALTO ESTADOUNID­ENSES SE APIÑAN DETRÁS DEL ESCUDO DE UNA LANCHA DE DESEMBARCO QUE SE ACERCA A LA PLAYA UTAH.
SOBRE ESTAS LÍNEAS, LAS TROPAS DE ASALTO ESTADOUNID­ENSES SE APIÑAN DETRÁS DEL ESCUDO DE UNA LANCHA DE DESEMBARCO QUE SE ACERCA A LA PLAYA UTAH.
 ??  ?? SOBRE ESTAS LÍNEAS, SOLDADOS ALEMANES CAMUFLAN CON MALEZA UN PANZER VI TIGER EN LAS PROXIMIDAD­ES DE VILLERS-BOCAGE, EN NORMANDÍA.
SOBRE ESTAS LÍNEAS, SOLDADOS ALEMANES CAMUFLAN CON MALEZA UN PANZER VI TIGER EN LAS PROXIMIDAD­ES DE VILLERS-BOCAGE, EN NORMANDÍA.
 ??  ?? SOBRE ESTAS LÍNEAS, TROPAS IRLANDESAS ENSAYAN EL DESEMBARCO EN UNA PLAYA BRITÁNICA ANTES DEL DÍA D.
SOBRE ESTAS LÍNEAS, TROPAS IRLANDESAS ENSAYAN EL DESEMBARCO EN UNA PLAYA BRITÁNICA ANTES DEL DÍA D.
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 ??  ?? SOBRE ESTAS LÍNEAS, UNIDADES CANADIENSE­S DESEMBARCA­N EL DÍA D EN EL PUNTO ASIGNADO EN PLAYA JUNO.
SOBRE ESTAS LÍNEAS, UNIDADES CANADIENSE­S DESEMBARCA­N EL DÍA D EN EL PUNTO ASIGNADO EN PLAYA JUNO.
 ??  ?? ARRIBA, MÉDICOS ESTADOUNID­ENSES ADMINISTRA­N LOS PRIMEROS AUXILIOS A SOLDADOS HERIDOS EN LA PLAYA UTAH. ABAJO, PARACAIDIS­TAS ESTADOUNID­ENSES DE LA 101.ª DIVISIÓN CONDUCEN EL DÍA D UN KUBELWAGEN ALEMÁN CAPTURADO EN CARENTAN.
ARRIBA, MÉDICOS ESTADOUNID­ENSES ADMINISTRA­N LOS PRIMEROS AUXILIOS A SOLDADOS HERIDOS EN LA PLAYA UTAH. ABAJO, PARACAIDIS­TAS ESTADOUNID­ENSES DE LA 101.ª DIVISIÓN CONDUCEN EL DÍA D UN KUBELWAGEN ALEMÁN CAPTURADO EN CARENTAN.
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 ??  ?? SOBRE ESTAS LÍNEAS, EL PRIMER BATALLÓN DEL 16.º DE INFANTERÍA ESTADOUNID­ENSE COMIENZA EL DESEMBARCO A LAS 07.30.
SOBRE ESTAS LÍNEAS, EL PRIMER BATALLÓN DEL 16.º DE INFANTERÍA ESTADOUNID­ENSE COMIENZA EL DESEMBARCO A LAS 07.30.
 ??  ?? ABAJO, LOS ACANTILADO­S DE LA COSTA DE NORMANDÍA BOMBARDEAD­OS EL 6 DE JUNIO POR AVIONES A-20 DE LA 9.ª FUERZA AÉREA ESTADOUNID­ENSE.
ABAJO, LOS ACANTILADO­S DE LA COSTA DE NORMANDÍA BOMBARDEAD­OS EL 6 DE JUNIO POR AVIONES A-20 DE LA 9.ª FUERZA AÉREA ESTADOUNID­ENSE.
 ??  ?? ABAJO, FOTOGRAFÍA AÉREA TOMADA EN JUNIO DE 1944 DE LAS DEFENSAS ALEMANAS EN LA PENÍNSULA DE CHERBURGO.
ABAJO, FOTOGRAFÍA AÉREA TOMADA EN JUNIO DE 1944 DE LAS DEFENSAS ALEMANAS EN LA PENÍNSULA DE CHERBURGO.
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