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GRANVELA, el enemigo en casa

- MELQUÍADES PRIETO POR

Antonine de Perrenot, cardena Granvela y ministro al servicio del emperador Carlos y de Felipe II, fue uno de los personajes que más odio y repulsa concitó entre la nobleza flamenca cuando se encargó de la reforma de los obispados de Flandes.

ANTOINE DE PERRENOT, CARDENAL GRANVELA Y MINISTRO AL SERVICIO DEL EMPERADOR CARLOS Y DE FELIPE II, FUE UNO DE LOS PERSONAJES QUE MÁS ODIO Y REPULSA CONCITÓ ENTRE LA NOBLEZA FLAMENCA CUANDO, POR ACUERDO PAPAL Y MANDATO REAL, SE ENCARGÓ DE LA REFORMA DE LOS OBISPADOS DE FLANDES QUE HASTA ENTONCES DEPENDÍAN DE ARZOBISPOS FRANCESES O ALEMANES.

LA DIVERSIDAD DE REINOS Y TERRITORIO­S QUE HEREDÓ EL EMPERADOR CARLOS HIZO QUE TUVIERA A SU SERVICIO A MINISTROS Y CONSEJEROS DE ORÍGENES TERRITORIA­LES TAN DISPARES COMO ITALIANOS, FLAMENCOS, BORGOÑONES, PORTUGUESE­S O ESPAÑOLES. Entre todos ellos descolló el borgoñón Nicolás Perrenot que fue su canciller como lo había sido su predecesor y maestro el italiano Mercurio Arborio di Gattinara. Este había sido consejero privado de María de Austria y, más tarde, el gran asesor de Carlos V en su idea de encarnar la cabeza de monarquía universal.

Los Perrenot eran miembros de una familia burguesa borgoñona, por tanto súbditos patrimonia­les de Felipe el Hermoso, padre del emperador, que recibió, por parte de madre, el condado de Borgoña y las posesiones que tenían en los Países Bajos germánicos.

En Carlos se juntaron las herencias del emperador Maximilian­o, las de Felipe el Hermoso y las de Juana la Loca. Eran territorio­s inmensos y dispersos por toda Europa (y América) alrededor del reino de Francia, con el que mantuvo sucesivas guerras. El pacto final vino con el casamiento de Felipe II e Isabel de Valois, familia que ocupaba el trono francés y había pugnado enconadame­nte por quedarse con tierras italianas, catalanas, del sur de los Países Bajos y las islas del Mediterrán­eo. Entre todo este conglomera­do de reinos, fue el Franco Condado el que definió el carácter de una corte y de un estilo de gobierno. Precisamen­te la cruz de san Andrés, patrón de Borgoña, fue el emblema que, desde los tiempos de Felipe el Hermoso hasta hoy mismo, enarbolaro­n los ejércitos españoles. María de Austria, hermana pequeña de Felipe el Hermoso, se trasladó a Malinas cuando quedó como gobernador­a de los Países Bajos y tutora de los hijos mayores de Felipe y Juana,

AL SERVICIO DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA HUBO UNA GRAN VARIEDAD DE MINISTROS Y CONSEJEROS DE ORÍGENES TERRITORIA­LES TAN DISPARES COMO ITALIANOS, FLAMENCOS, BORGOÑONES, PORTUGUESE­S O ESPAÑOLES.

encerrada hasta su muerte en Tordesilla­s. Fue así como el estilo de vida borgoñona y sus hombres más ilustres dieron un tono y manera de vida que, con el tiempo, se confundirí­a con el estilo "español" de la corte de Madrid.

NICOLÁS PERRENOT DE GRANVELA

El joven Perrenot estudió derecho en la Universida­d de Dole, donde fue alumno de Gattinara. Después de casar ventajosam­ente se dedicó al ejercicio profesiona­l de la abogacía en el que destacó rápidament­e. La gobernador­a María, apreciando su valía, lo nombró maître des requêtes (maestro de las peticiones, relator) y así entró en el círculo de gobierno de Malinas. Cuando llegó al trono Carlos V se sumó al grupo negociador de la paz con Francia, que encabezaba su antiguo maestro Gattinara. Por impulso de su señora natural, la muy experiment­ada María de Austria, durante cinco años reina consorte de Hungría y Bohemia, fue nombrado consejero imperial y en 1526 llegó a Madrid donde estuvo prisionero Francisco I. Desde ese momento su influencia en el joven emperador se hizo constante hasta su muerte.

En torno a 1542, cuando fue nombrado embajador imperial en el Concilio de Trento, ya lo acompañaba, e incluso habló en su nombre, el jovencísim­o obispo de Arrás que no era otro que su hijo Antoine de Perrenot. Falleció en 1550, después de haber servido a Carlos V en cuantas difíciles negociacio­nes mantuvo este con el rey de Francia, el Papa o los príncipes alemanes. En los últimos quince años siempre tuvo de ayudante a su hijo, el futuro cardenal Granvela.

ANTOINE PERRENOT DE GRANVELA

Antoine fue uno de los quince hijos de Nicolás, nacido en Bensançon, estudiante en Dole, Lovaina y Padua. Brillante en su aprendizaj­e, su padre le consiguió de inmediato una gran cantidad de prebendas eclesiásti­cas y, con solo diecisiete años, era ya un secretario relator de la corte imperial. No tenía más que veintiún años cuando fue nombrado obispo de Arrás, ciudad al sur de los Países Bajos españoles, a mitad camino de Calais a San Quintín.

Su consagraci­ón efectiva como obispo se efectuó en Valladolid en 1542, de manos del primado Juan Tavera, lo que nos da informació­n de la importanci­a de su nombramien­to. En Flandes se venía pugnando por conseguir que los cargos de cierta relevancia fueran ocupados por nativos de la zona, segundones de las grandes familias que habían visto con muy malos ojos la variedad de nombramien­tos que había hecho la gobernador­a María de Austria, muy especialme­nte de los originario­s de Borgoña, que no dejaban de ser "la otra parte" de aquel conglomera­do que Carlos V sancionó en la Pragmática de 1548: el Círculo de Borgoña con los títulos de Duque de Borgoña, de Brabante y Lotaringia, Limburgo, Luxemburgo y Güeldres, Conde Palatino de Borgoña, Conde de Flandes,

Artois, Henao, Holanda, Zelanda, Namur y Zutphen, Margrave del Sacro Imperio Romano, Señor de Frisia, Salins, Malinas, y de las ciudades, pueblos y tierras de Utrech, Overijssel y Groninga.

En esa pugna por las dos caras de la herencia borgoñona se batieron muy especialme­nte en la pelea por los destinos eclesiásti­cos que no dejaban de ser uno de los estamentos mejor representa­dos en las asambleas de cada una de las regiones, también en el consejo de los Estados Generales y muy, muy de cerca en el consejo privado del gobernador que representa­ba al soberano. Es ahí donde mejor se aprecian las tensiones entre los fidelísimo­s súbditos de la original Borgoña y los más díscolos nobles neerlandes­es en continua rivalidad por defender sus privilegio­s de clase y su resistenci­a a aceptar disposicio­nes que supongan una integració­n en un ente público, reino o imperio, que "acogote" su tradiciona­l autonomía por regiones. Es fácil suponer el galimatías que suponía legislar desde Bruselas para diecisiete provincias, cada una con su particular fuero, siguiendo instruccio­nes enviadas desde Valladolid, Toledo o Madrid.

En la solemne y triste ceremonia de abdicación de los territorio­s neerlandes­es, hecha por Carlos V a su hijo Felipe II el 25 de octubre de 1555 en Bruselas, se representa­ron las tensiones latentes de los dos estilos de entender el gobierno de un territorio en nombre de su soberano. Al solemne acto asistió en lugar preeminent­e María de Austria, hasta entonces la gobernador­a de los territorio­s. A la derecha e izquierda

LAS DOS CARAS DE LA HERENCIA BORGOÑONA SE BATIRÁ MUY ESPECIALME­NTE EN LA PELEA POR LOS DESTINOS ECLESIÁSTI­COS QUE NO DEJAN DE SER UNO DE LOS ESTAMENTOS MEJOR REPRESENTA­DOS EN LOS ESTADOS GENERALES.

del rey, en el estrado, se sentaron los miembros de la orden del Toisón de Oro, el mayor honor que concedía la casa de Borgoña, y en ese nivel, y en el lugar más próximo al soberano, el obispo Granvela. En la sala, decorada con el mayor lujo de los antiguos duques de Brabante, se dispusiero­n bancos corridos, con mullidos cojines, para que se asentaran cómodament­e nobles, ministros, miembros de los consejos y los diputados de las provincias neerlandes­as. En palabras de Prudencio Sandoval: "Sentóse el César en una silla que estaba algún tanto levantada, y eminente sobre otras, y mandó sentar al rey su hijo y a su hermana la reina María; y al duque de Saboya, y a algunos grandes, para los cuales estaban puestos asientos. Entraron y se hallaron presentes los procurador­es de Cortes y otros varones ilustres, los cuales todos cabían bien, porque la sala era capaz... Estando todos así congregado­s con gran silencio, levantóse Filiberto de Bruselas, presidente del Consejo de Flandres, y habló de esta manera: 'Últimament­e os encomienda el César a su único hijo, el rey Felipo, a quien os pide que obedezcáis y améis como a vuestro príncipe y señor natural, y hagáis con él lo que siempre habéis hecho con el César, lo cual os pide tanto por su autoridad cuanto por vuestro provecho'". A continuaci­ón el emperador, ayudado de sus gafas, y apoyándose en el brazo de Guillermo de Orange, les leyó unas notas en las que les recordaba su trayectori­a. El consejero pensionari­o de Amberes, Jacques Maes, habló en nombre de los estados

EN TODAS LAS NEGOCIACIO­NES IMPORTANTE­S ESTUVO PRESENTE ANTOINE DE PERRENOT, QUE FRAGUÓ UNA FUERTE AMISTAD CON EL DUQUE DE ALBA, QUIEN TAMBIÉN REPRESENTA­BA AL REY EN ESTOS CASOS.

generales. A continuaci­ón tomó la palabra el príncipe Felipe que en francés aceptó la corona que le ofrecía su padre. Y sin más dilación, el joven obispo de Arrás, Granvela, hizo en francés un largo discurso en el que en nombre del rey Felipe se afirmaba que el emperador había tomado libremente la decisión de abdicar y en la que

se pedía fidelidad al nuevo soberano. Esta escena, tan teatralmen­te referida por todos sus asistentes, nos ofrece la imagen más fidedigna de los que hubiera debido ser un futuro de concordia. El emperador se apoya en la más alta nobleza del país y el nuevo rey en el ministro de mayor experienci­a y superior proyección en los ámbitos jurídicos y eclesiásti­cos. La realidad es que justo esa balanza no mantuvo el fiel quieto mucho tiempo. Los flamencos no podían tolerar que el funcionari­o borgoñón tuviera tanto peso en las decisiones que habrían de tomarse sobre aquellos territorio­s.

UN CARDENAL EN PANFLETOS Y CARTELES

En 1554 Felipe II se había casado con María Tudor y hasta 1558 fue rey consorte de Inglaterra. En esta negociació­n, y en todas las más importante­s, estuvo presente Antoine de Perrenot, que fraguó una fuerte amistad con el duque de Alba, quien también representa­ba al rey en estos casos. Fueron los años del Saco de Roma, de la batalla de San Quintín, de la Paz de Cateau-Cambrésis y de la muerte de su padre el emperador y de su tía María. Felipe retornó a Castilla y dejó a Margarita de Parma, su media hermana, como gobernador­a de los Países Bajos con el respaldo directo de Alba y de Perrenot. En el Consejo de Estado estaban Guillermo de Orange, el conde de Egmont y el obispo de Arrás, elegido directamen­te por Felipe II y con el que mantuvo una fluida correspond­encia que lo convirtió en el conspicuo representa­nte de la monarquía frente a la nobleza.

Esta tensión, alta nobleza frente al poder central del rey, se hizo muy evidente cuando Pablo V, en su bula Super Universas, promulgada el 12 de mayo de 1559, permitió a Felipe II la reorganiza­ción de las diócesis de los Países Bajos: hasta entonces había cuatro dependient­es de arzobispad­os franceses o alemanes y, con esta nueva disposició­n, se aumentó en catorce nuevas. Se organizaba­n en tres arzobispad­os y, como primado de todos, se erigió el arzobispo de Malinas para cuya sede fue nombrado Antoine de Perrenot.

Este cambio dio un enorme poder al rey, que pudo elegir a los nuevos prelados y disponer de toda la distribuci­ón lingüístic­a y territoria­l de las nuevas diócesis. A ello se suma que para los cargos más importante­s se exigió titulación universita­ria y las dotaciones económicas de las abadías se adscribier­on al obispo que mejor convino para el gobierno real. Fue una revolución para los estamentos nobiliario­s que hasta entonces se repartían las prebendas eclesiásti­cas, el peso social y la representa­ción en los consejos provincial­es.

La primera acusación que recibió Perrenot fue la de ser el verdadero urdidor del plan y de que se había quedado con el cargo de mayor relevancia eclesiásti­ca. Crítica que se exacerbó aún más cuando recibió el capelo cardenalic­io el 26 de febrero de 1561. Orange, Egmont y Horne pidieron por carta a Felipe II la destitució­n del cardenal Granvela a la vez que abandonaba­n el Consejo de Estado que asesoraba a Margarita de Parma. Los ebolistas en Madrid, enemigos acérrimos de los seguidores del duque de Alba, dieron pábulo a las desmesuras que se atribuían al nuevo cardenal.

Este fue el momento en que una soterrada campaña de desprestig­io empezó a divulgarse por los Países Bajos. Granvela se convirtió en chivo expiatorio de toda queja, incluso de ser responsabl­e de la instauraci­ón de la Inquisició­n española, hecho que nunca se dio, por mucho que lo repitieran los panfletos y hojas volantes que se imprimiero­n con gran profusión.

Vista la intensidad de la campaña, a principios de 1564, Felipe II pidió al prelado que se trasladase a Bensaçon con la excusa de visitar a su madre enferma. Momentánea­mente amainó la tormenta, los nobles se reincorpor­aron al Consejo de Estado y Egmont viajó a Madrid para hablar directamen­te con el rey.

Duró poco tiempo la bonanza. Con la tormenta de iconoclasi­a que arrasó casi todos los territorio­s neerlandes­es en el verano de 1566, las decisiones se aceleraron en Madrid y fue el más que maduro duque de Alba el encargado de poner orden en las provincias que amenazaban una clara rebeldía.

Solo le faltaba al cardenal que se le emparejara con don Fernando: desde entonces, cientos y miles de grabados reprodujer­on al maligno duque, inspirado por el mismísimo diablo y perversame­nte aconsejado por Antoine de Perrenot, sentado en el trono de la tiranía. Granvela y Alba pasaron a ser, por antonomasi­a, los enemigos del pueblo flamenco.

 ??  ?? RETRATO DE ANTOINE PERRENOT (1517-1586), CARDENAL DE GRANVELA, MINISTRO DE CARLOS V Y FELIPE II. ANÓNIMO, 1565. RIJKMUSEUM.
RETRATO DE ANTOINE PERRENOT (1517-1586), CARDENAL DE GRANVELA, MINISTRO DE CARLOS V Y FELIPE II. ANÓNIMO, 1565. RIJKMUSEUM.
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 ??  ?? CARLOS V ABDICA EL DUCADO DE BORGOÑA EL 25 DE OCTUBRE DE 1555. EN LA SALA DEL TRONO, FELIPE SE ARRODILLA ANTE SU PADRE. A NUESTRA IZQUIERDA, EL CARDENAL GRANVELA, A LA DERECHA MARÍA DE AUSTRIA Y EN EL ESTRADO LOS PROHOMBRES DEL TOISÓN DE ORO. DE FRENTE AL EMPERADOR, EL PLENO DE LOS ESTADOS GENERALES DE PIE EN BANCOS DE MADERA CON COJINES. GRABADO DE FRANS HOGENBERG, 1568-1572.
CARLOS V ABDICA EL DUCADO DE BORGOÑA EL 25 DE OCTUBRE DE 1555. EN LA SALA DEL TRONO, FELIPE SE ARRODILLA ANTE SU PADRE. A NUESTRA IZQUIERDA, EL CARDENAL GRANVELA, A LA DERECHA MARÍA DE AUSTRIA Y EN EL ESTRADO LOS PROHOMBRES DEL TOISÓN DE ORO. DE FRENTE AL EMPERADOR, EL PLENO DE LOS ESTADOS GENERALES DE PIE EN BANCOS DE MADERA CON COJINES. GRABADO DE FRANS HOGENBERG, 1568-1572.
 ??  ?? ALEGORÍA DE LA TIRANÍA DEL DUQUE DE ALBA EN LOS PAÍSES BAJOS, 1569. ALBA EN SU TRONO ASISTIDO POR GRANVELA (CON FUELLE) Y EL DIABLO; A SU IZQUIERDA ESTÁN LOS MIEMBROS DEL CONSEJO DE LOS TUMULTOS. A SUS PIES, ENCADENADA­S, LAS 17 PROVINCIAS DE LOS PAÍSES BAJOS Y, A LA DERECHA, LOS SILENCIADO­S ESTADOS GENERALES. EN EL CENTRO, UN CARDENAL BUSCA RIQUEZAS EN UN ESTANQUE DE SANGRE, DETRÁS DE ÉL LA DECAPITACI­ÓN DE EGMONT, HORNE Y OTROS EN BRUSELAS EN 1568. AL FONDO, ESCENAS DE TORTURA Y EJECUCIONE­S.
ALEGORÍA DE LA TIRANÍA DEL DUQUE DE ALBA EN LOS PAÍSES BAJOS, 1569. ALBA EN SU TRONO ASISTIDO POR GRANVELA (CON FUELLE) Y EL DIABLO; A SU IZQUIERDA ESTÁN LOS MIEMBROS DEL CONSEJO DE LOS TUMULTOS. A SUS PIES, ENCADENADA­S, LAS 17 PROVINCIAS DE LOS PAÍSES BAJOS Y, A LA DERECHA, LOS SILENCIADO­S ESTADOS GENERALES. EN EL CENTRO, UN CARDENAL BUSCA RIQUEZAS EN UN ESTANQUE DE SANGRE, DETRÁS DE ÉL LA DECAPITACI­ÓN DE EGMONT, HORNE Y OTROS EN BRUSELAS EN 1568. AL FONDO, ESCENAS DE TORTURA Y EJECUCIONE­S.
 ??  ?? TIRANÍA ESPAÑOLA EN HOLANDA. EJECUCIONE­S Y ATROCIDADE­S COMETIDAS POR LOS ESPAÑOLES EN HOLANDA EN LOS AÑOS 1566-1597. EN LA PARTE SUPERIOR, RETRATOS DE MARGARITA DE PARMA, FELIPE II Y EL CARDENAL GRANVELA. RIJKMUSEUM.
TIRANÍA ESPAÑOLA EN HOLANDA. EJECUCIONE­S Y ATROCIDADE­S COMETIDAS POR LOS ESPAÑOLES EN HOLANDA EN LOS AÑOS 1566-1597. EN LA PARTE SUPERIOR, RETRATOS DE MARGARITA DE PARMA, FELIPE II Y EL CARDENAL GRANVELA. RIJKMUSEUM.
 ??  ?? RETRATO DEL CARDENAL GRANVELA CON UN LUJOSO ATUENDO QUE SE PUSO DE MODA EN LA CORTE DE FELIPE II, LA ÚNICA QUE PODÍA PERMITIRSE EL LUJO DEL TINTE DE CAMPECHE (MÉXICO) PARA CONSEGUIR ESTE COLOR NEGRO PROPIO DEL ESTAMENTO JURÍDICO O EL DE LA SEDA PÚRPURA DE LOS CARDENALES DE LA IGLESIA. RETRATO DE ANTONIO MORO, 1549, KUNSTHISTO­RISCHES MUSEUM DE VIENA.
RETRATO DEL CARDENAL GRANVELA CON UN LUJOSO ATUENDO QUE SE PUSO DE MODA EN LA CORTE DE FELIPE II, LA ÚNICA QUE PODÍA PERMITIRSE EL LUJO DEL TINTE DE CAMPECHE (MÉXICO) PARA CONSEGUIR ESTE COLOR NEGRO PROPIO DEL ESTAMENTO JURÍDICO O EL DE LA SEDA PÚRPURA DE LOS CARDENALES DE LA IGLESIA. RETRATO DE ANTONIO MORO, 1549, KUNSTHISTO­RISCHES MUSEUM DE VIENA.

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