Los VIRREINATOS españoles en América
LA CORONA ESPAÑOLA SE VIO CON LA NECESIDAD DE CONTROLAR A DISTANCIA LOS TERRITORIOS DESCUBIERTOS EN EL NUEVO MUNDO. PARA ELLO CREÓ UN NUEVO MODELO DE GOBIERNO QUE SE BASABA EN VARIOS VIRREINATOS, MUCHOS DE LOS CUALES SE MANTUVIERON EN EL TIEMPO. ¿CÓMO FUN
La corona española se vio con la necesidad de controlar a distancia los territorios descubiertos en el nuevo mundo. Para ello creó un nuevo modelo de gobierno que se basaba en varios virreinatos, muchos de los cuales se mantuvieron en el tiempo. ¿Cómo funcionaban? ¿quiénes eran los virreyes?
MÁS DE CINCO SIGLOS DESPUÉS DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA EL MAPA LATINOAMERICANO SIGUE EXHIBIENDO UNA MARCADA HERENCIA CULTURAL HISPANA, DESDE LA TIERRA DEL FUEGO HASTA LOS CAÑONES DEL RÍO BRAVO. Basta un simple vistazo al mapa político actual para preguntarnos por qué la América española se fracturó en tantos países, mientras que la América portuguesa permanece prácticamente igual que en la época colonial. Una de las causas es, sin duda, la administración de los territorios conquistados por sus respectivas metrópolis. En el caso de las colonias españolas se crearon cuatro grandes virreinatos, cada uno de los cuales respondían a la Corona, pero tenía escasos vínculos con los otros.
EL ALTER EGO DEL REY EN AMÉRICA
El virreinato fue la máxima expresión territorial, política y administrativa que existió en la América española, estaba encaminado a garantizar el dominio y la autoridad de la monarquía en las tierras descubiertas.
Esta institución estuvo presidida por la figura del virrey, el representante personal del monarca, una especie de “alter ego” –el otro yo–. En los primeros momentos su nombramiento era vitalicio y hereditario, posteriormente se limitó a tres años y, finalmente, se extendió hasta los cinco.
El virrey pertenecía a la nobleza española cercana al monarca y ejerció la autoridad suprema dentro de su jurisdicción, siendo el jefe civil y militar. Y entre sus atribuciones estaban, por ejemplo, nombrar a la mayoría de los funcionarios coloniales menores, laicos y eclesiásticos.
Los virreyes disponían de trono, corte, guardia de cincuenta alabarderos “con su correspondiente capitán, para su ornato acompañamiento”, tenían prohibido por ley ser recibido bajo palio y su tratamiento era de Señoría.
Una vez finalizado el mandato, el virrey debía someterse al llamado “juicio de residencia”, en el que la Corona evaluaba su actuación y, especialmente, si se había enriquecido de forma injustificada durante su gestión administrativa.
Se llamaba de “residencia” porque el virrey, para facilitar la investigación, debía permanecer –residir– en el lugar en el que ejerció el cargo hasta que fuese absuelto o condenado, mientras tanto una parte de su salario era retenido para garantizar el pago de la multa en el caso de que tuviera lugar.
Este tipo de auditoría era de obligado cumplimiento para todos los funcionarios públicos, desde virreyes hasta alcaldes, pasando por capitanes generales, corregidores y jueces.
CAPITANÍAS GENERALES
Adscritas al virreinato se encontraban las Capitanías Generales, gobernadas por un Capitán General, que ejercía funciones militares contra la piratería y las tribus aborígenes rebeldes. Había cuatro capitanías generales:
Capitanía de Caracas: en la práctica se independizó del virreinato de Nueva Granada.
Capitanía de Guatemala: se encontraba en el virreinato de Nueva España.
EL VIRREINATO FUE LA MÁXIMA EXPRESIÓN TERRITORIAL, POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA QUE EXISTIÓ EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA, ESTABA ENCAMINADO A GARANTIZAR EL DOMINIO Y LA AUTORIDAD DE LA MONARQUÍA EN LAS TIERRAS DESCUBIERTAS.
Capitanía de Chile: alejada del virreinato de Perú.
Capitanía de Cuba: incluía las islas del Caribe.
En el supuesto de que, por determinadas circunstancias, la autoridad del virrey o del capitán general no llegase, era ejercida por el presidente de la Audiencia. Por tal motivo, se establecieron tres presidencias: Quito (entre los virreinatos de Perú y Nueva Granada), Cuzco (al sur de Lima) y Charcas (Bolivia).
Además, la metrópoli se valía de una serie de leyes y un complejo aparato burocrático para mantener el orden en las colonias americanas, de esta forma se crearon las Leyes de las Indias, La Casa de Contratación y el Consejo de las Indias.
CRISTÓBAL COLÓN, EL PRIMER VIRREY
Con el nombre de Virreinato Colombino o Virreinato de las Indias se conoce a la serie de títulos y derechos que los Reyes Católicos otorgaron a Cristóbal Colón sobre las tierras descubiertas y por descubrir. De esta forma, el almirante se convirtió en la primera persona a la que se otorgó el título de virrey.
Tras su muerte, su hijo mayor –Diego Colón– heredó los derechos de su padre en América, entre los que se incluía el virreinato. Sin embargo, Fernando el Católico le negó todos los derechos y, únicamente, le concedió el título de gobernador de La Española (1508). Diego inició una serie de demandas contra la Corona –Pleitos Colombinos– y en 1511 se le reconocieron sus derechos como virrey, si bien, con una jurisdicción limitada a los territorios que fueron descubiertos oficialmente por Cristóbal Colón.
En 1526, tras su fallecimiento, el derecho al virreinato fue heredado por su hijo –Luis Colón y Álvarez de Toledo–, sin embargo, fue agraciado con diferentes marquesados y señoríos a cambio de poner fin a su Virreinato de las Indias.
VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA
La negativa experiencia del gobierno de Cristóbal Colón hizo que durante unos años la institución desapareciera, siendo nuevamente creada por Carlos V en 1535 a partir de otras experiencias gratificantes en los virreinatos mediterráneos. De esta forma se creó el virreinato de Nueva España. El nombre se tomó a partir del término que utilizó Hernán Cortés para referirse a las tierras conquistadas en el nuevo continente: “la nueva España del mar Océano”.
Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, que estableció la capital en Ciudad de México, la antigua Tenochtitlán. El virreinato abarcaba desde el norte de Guatemala hasta el oeste y el medio oeste de los Estados Unidos actuales, una extensión difícil de controlar y que se encontraba dividida en tres provincias y doce intendencias.
Su ocaso llegó en 1821 frente a las fuerzas insurgentes de Agustín Iturbide y Vicente Guerrero, que instaura
CRISTÓBAL COLÓN SE CONVIRTIÓ EN LA PRIMERA PERSONA A LA QUE SE OTORGÓ EL TÍTULO DE VIRREY, GRACIAS A LOS TÍTULOS Y DERECHOS QUE LE OTORGARON LOS REYES CATÓLICOS.
ron el Imperio mexicano con el primero en el trono.
VIRREINATO DEL PERÚ
El segundo virreinato más destacado, tanto en extensión como en importancia, fue el del Perú, que se extendía por la costa americana del Pacífico, tenía su capital administrativa en Lima –fundada por Francisco Pizarro con el nombre de Ciudad de los Reyes– y se encontraba subdividido en ocho intendencias.
Fue fundado en 1542 y disuelto en 1824 cuando Pío de Tristán –su último virrey– reconoció la independencia del Perú tras la batalla de Ayacucho.
VIRREINATO DE NUEVA GRANADA
La necesidad de la Corona Española de concentrar el poder y ejercer un control más efectivo, así como el interés de los borbones en asegurar el puerto de Cartagena, desde donde salía el oro hacia España –que era constantemente atacado por piratas y corsarios– provocó la aparición del virreinato de Nueva Granada, también llamado virreinato de Santafé o Nuevo Reino de Granada.
Fue creado en 1717 por Felipe V y se escindió del virreinato del Perú, fijando su capital en Santa Fe de Bogotá. Este virreinato comprendía los futuros países de Panamá, Colombia, Venezuela y Ecuador, y se encontraba dividido en ocho provincias administrativas.
El virreinato de Nueva Granada se suspendió seis años después por problemas financieros, restaurándose en 1739 hasta que el ejército rebelde
comandado por Simón Bolívar entró en Santafé de Bogotá (1819), tras derrotar al ejército realista.
VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
Como parte de las Reformas borbónicas encaminadas a modernizar el Estado español e incrementar el control de los territorios ultramarinos, Carlos III creó en 1776 el Virreinato del Río de la Plata, nombrando a Pedro de Cevallos, como primer virrey.
Este nuevo virreinato, al igual que en anterior, se escindió del virreinato del Perú, estableciendo su capital en Buenos Aires y ocupando geográficamente el actual Cono Sur (Argentina, Uruguay y Paraguay) así como parte de Bolivia.
La apertura del puerto de Buenos Aires facilitó, en gran medida, la salida de la plata de las minas de Potosí hacia la península, al tiempo que permitía la exportación de los productos ganaderos que se producían en la región.
El virreinato comenzó a disgregarse a partir de la Revolución de Mayo de 1810, aunque mantuvo su autoridad, no reconocida por todo el territorio, durante cuatro años más.
CAMINANDO HACIA EL NUEVO MAPA AMERICANO
A pesar de la división administrativa colonial a la que hemos hecho mención hay que tener presente que en aquella época el concepto de frontera era distinto al de los actuales estados modernos, hasta el punto que en ocasiones la jurisdicción se sobreponía.
Como hemos visto el fin de los virreinatos llegó con la independencia. A partir de 1820 los nuevos estados sudamericanos y sus gobiernos fueron reconocidos por Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, con los que comenzaron a establecer relaciones comerciales.
El 22 de enero de 1826 se puso fin al Imperio español en América del Sur, tras perder la Fortaleza del Real Felipe, que guardaba el puerto de Callao (Perú) y el archipiélago de Chiloé, que sería anexionado al territorio chileno. A pesar de todo, la Corona Española no rechazaría sus intenciones de reconquista hasta 1833, con el fallecimiento de Fernando VII.
COMO PARTE DE LAS REFORMAS BORBÓNICAS ENCAMINADAS A MODERNIZAR EL ESTADO ESPAÑOL, CARLOS III CREÓ EN 1776 EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA, NOMBRANDO A PEDRO CERVALLOS COMO PRIMER VIRREY.