CASSANDRA, UN GRITO FEMINISTA
FLORENCE NIGHTINGALE SUFRIÓ EN SU PROPIA PIEL LAS
DESIGUALDADES SOCIALES POR RAZÓN DE SEXO. Su condición de mujer le impedía escoger su destino y ser responsable de su propia vida. En cierta ocasión escribió que las “mujeres no se consideran como seres humanos. No hay un dios, un pueblo, un deber, excepto la familia”. Las mujeres de su tiempo y de su condición social no podían aspirar a nada más que convertirse en esposas y madres. Pero cuando alguna de ellas, como fue el caso de Florence, deseaba fervientemente ser alguna cosa más en la vida, se topaba con regios muros de incomprensión.
En 1852, cuando llevaba años luchando contra la incomprensión de los suyos y no encontraba la manera de salir del injusto laberinto en el que se encontraba, escribió un libro para volcar en él todas sus frustraciones como mujer y denunciar su situación y de la muchas otras. Cassandra es la historia de una chica con una vida aparentemente apacible pero oprimida por las estrictas normas de conducta de la moral victoriana.
En la obra describió la vida absurda y aburrida de las mujeres cuya falta de estímulos vitales les llevaba incluso a sufrir físicamente: “La acumulación de energía, el no hacer nada durante todo el día, hace sentir cada noche, cuando van a la cama, como si fueran a enloquecer. El vacío y aburrimiento de su existencia se enmascaran bajo un falso sentimiento”.
Cassandra era ella en realidad, en un grito desesperado por salir de aquella opresiva sociedad que le negaba desarrollar su talento como enfermera igual que había negado y negaría los sueños de miles de mujeres por el simple hecho de serlo. Cassandra no salió a la luz inmediatamente pero varias copias se imprimieron de manera privada. Publicado décadas después, se consideraría un texto feminista.