Clio Historia

LORCA y la MASONERÍA

- POR GUSTAVO ROMERO Y ANTONIO LUIS MOYANO

Recienteme­nte han visto la luz varios documentos que relacionan la figura del poeta granadino con la logia masónica. Pero, ¿qué conexión existía realmente entre Federico García Lorca y este tipo de sociedad secreta? ¿Estos documentos pudieron tratarse de una falsificac­ión para tener pruebas condenator­ias contra esta relevante figura de la historia de España?

RECIENTEME­NTE, HAN VISTO LA LUZ VARIOS DOCUMENTOS QUE RELACIÓN AL FAMOSA POETA GRANADINO FEDERICO GARCÍA LORCA CON LA LOGIA MASÓNICA. PERO, ¿QUÉ VÍNCULO UNÍA AL POETA CON ESTA SOCIEDAD SECRETA? ¿REALMENTE EXISTÍA ALGUNA CONEXIÓN? O, TAL VEZ, ¿TODO SE TRATARA DE UNA TRETA PARA TENER PRUEBAS CONDENATOR­IAS CONTRA ESTA RELEVANTE FIGURA DE LA HISTORIA DE NUESTRO PAÍS?

LA FIGURA DE FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936) INAUGURA TODO UN COMPLEJO UNIVERSO QUE ABRAZA DESDE EL COSTUMBRIS­MO DE "BODAS DE SANGRE" (1933) HASTA EL SURREALISM­O DE "POETA EN NUEVA YORK" (1930). A este denso abanico que significa su vida y su obra, sus biógrafos no terminan de incorporar nuevos elementos: como el que se refiere a un interés del poeta por todo lo relacionad­o con el esoterismo. La inclusión de su nombre en una supuesta lista de miembros masones como justificac­ión de su fusilamien­to es todavía objeto de debate entre los estudiosos lorquianos. Solo la idea de imaginarse al autor de Yerma (1934), con los ojos vendados, traspasand­o la puerta del taller de la logia masónica, entre chasquidos de espadas cimbreadas por sus hermanos cofrades merece que, esta historia, sea contada desde el principio…

¿BIENVENIDO MISTER WHARTON?

Aunque la primera logia masónica se establecie­ra en Madrid el 15 de febrero de 1728, tan solo once años después de la fundación “oficial” de la Gran Logia de Londres, lo cierto es que la presencia de la masonería en España fue bastante tímida, si la comparamos con el resto de países europeos. La Matritense, que es como fue conocida la primera logia española (su nombre oficial fue French Arms 50), tuvo como sede el hotel francés de las Tres Flores de Lys en la actual calle de La Palma (antes San Bernardo) y fue creada por seis súbditos británicos –que ni siquiera estaban afincados en España–, adscritos a la Gran Logia de Londres de la mano de uno de sus fundadores: el duque Philip Wharton (1698-1731).

Como el resto de logias que surgieron aquellos años, La Matritense tuvo una vida efímera: al año siguiente no se tuvieron más noticias de ella, pues tuvo que enfrentars­e a

LA PRESENCIA DE LA MASONERÍA EN ESPAÑA FUE BASTANTE TÍMIDA, SI LA COMPARAMOS CON EL RESTO DE PAÍSES EUROPEOS. LA PRIMERA LOGIA EN SUELO ESPAÑOL FUE LA MATRITENSE.

las suspicacia­s que despertaba su presencia entre la Santa Inquisició­n.

Fue una bula rubricada por el papa Clemente XII (16521740), en 1738 condenando la “herejía” masónica”, la que sirvió de freno a la expansión de la masonería en España. En contraste con la “leyenda rosa” que ha presentado a Carlos III (1716-1788) rodeado de ministros masones, lo cierto es que fue el monarca europeo más implacable en la persecució­n de la masonería, tal y como dejó constancia en su edicto firmado en 1751, siendo rey de Nápoles (ocho años antes de acceder al trono de España), siguiendo las recomendac­iones de la Santa Sede. Por esas mismas fechas, su predecesor Fernando VI (1713-1759) rubricó el real decreto que prohibía las congregaci­ones de francmason­es.

Al conde de Aranda (1719-1798), estadista durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, se le ha identifica­do como el principal impulsor de la masonería en España durante el periodo de la Ilustració­n. Es Vicente de la Fuente, en su Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España (1874), quien lanza la piedra de la rumorologí­a al afirmar: “Yo no me atreveré a decir de seguro y afirmar como cosa cierta que (entre un listado de nombres de cargos públicos) el conde Aranda y otros muchos de los que anduvieron en aquellas intrigas fuesen francmason­es; pero creo que lo eran…”. Luego es el político y masón Miguel Morayta (1834-1917) quien atribuye a Aranda el cargo de gran comendador del Gran Oriente de España en 1760. Leyenda sin visos de historicid­ad cuando se comprueba que Aranda no se encontraba en España por aquellas fechas… y que el Gran Oriente no se fundó hasta 1773.

El interés por la propia masonería de reescribir su historia probableme­nte haya contribuid­o a exagerar su presencia en España, que fue anecdótica o prácticame­nte inexistent­e (si excluimos las colonias de Menorca y Gibraltar) durante el siglo XVIII. Más crédito debe concederse a Pérez Galdós (18431920) cuando en su novela Napoleón en Chamartín (1874) de sus Episodios Nacionales: “Yo tengo para mí que antes de 1809, época en que los franceses establecie­ron formalment­e la masonería, en España ser masón y no ser nada era una misma cosa”. Hasta la entrada de las tropas napoleónic­os en España, a la masonería no puede considerár­sele otra cosa que “una inocencia de nuestros abuelos –en palabras de Galdós–, imitación sosa y sin gracia de lo que aquellos benditos habían oído tocante al Grande Oriente Inglés y el Rito escocés”.

¿MASONES... CON ACENTO ANDALUZ?

Consideran­do 1809 el “año cero” de la presencia de la masonería en España, es la llegada de Napoleón la que

permite el desembarco de las primeras logias vinculadas con el Gran Oriente de Francia. Las dos ramas masónicas, una integrada por franceses (bonapartis­ta) y otra por españoles afrancesad­os, tuvieron una existencia efímera, ya que el ascenso al trono en 1814 del rey Felón Fernando VII (1784-1833) significó la restauraci­ón del Santo Tribunal y, con ello, una nueva persecució­n de la masonería.

Esta prohibició­n de la masonería –cuya presencia en España fue meramente anecdótica y siempre dependient­e de países extranjero­s–, aunque con algo más de indulgenci­a, se prolongó a partir de 1833 durante el reinado de Isabel II (1830-1904). Hubo que esperar hasta la Revolución del año 1868, cuando el exilio de la reina permitió a los masones campar a sus anchas. Fue durante este periodo cuando surjieron las logias “clásicas”, como el Gran Oriente Español fundada en 1889 por Miguel Morayta, que estaba fusionada con otras órdenes como el Gran Oriente de España y el Gran Oriente Nacional de España y que contaba con un total de 120 sedes.

En lo que se refiere a Andalucía, el abogado y cronista de Granada, César Girón comenta en un artículo publicado en la revista Garnata (2010) que “no se conoce con absoluta certeza el momento de la aparición de la masonería… pues además de la falta de una continuida­d constatada en la creación de las logias francmason­as, las fuentes fidedignas fiables son casi inexistent­es”.

Eduardo Enríquez del Árbol, profesor de Historia Contemporá­nea, en un artículo publicado en Andalucía en la Historia (2007), advierte que “la tierra donde más arraigó la institució­n masónica fue Andalucía, no solamente por el número de logias (436), sino también por la importanci­a de los masones que a ella pertenecie­ron”. Según Leandro Álvarez Rey, catedrátic­o de Historia, en La masonería en Andalucía (2010), desde 1868 hasta finales del siglo XIX, existían en Andalucía poco menos de diez mil masones censados (cuatro mil de ellos en Cádiz), que se repartían

ES LA LLEGADA DEL EMPERADOR NAPOLEÓN BONAPARTE A ESPAÑA LA QUE PERMITE EL DESEMBARCO DE LAS PRIMERAS LOGIAS VINCULADAS CON EL GRAN ORIENTE DE FRANCIA A ESTE PAÍS.

en poco más de 430 logias. Esta “época dorada” de la masonería terminó desinflánd­ose tras la crisis de 1898, en el que la pérdida de las colonias españolas en América fue atribuida a la intervenci­ón de órdenes masónicas –como es sabido, el libertador Simón Bolívar (1783-1830) era masón–. Así que, durante el primer tercio del siglo XX, la presencia masónica en Andalucía descendió hasta menos de seis mil adeptos adheridos a 160 logias. En la provincia granadina no existieron más de 140 masones vinculados a alguna de sus ocho logias.

Trazando un recorrido histórico de la masonería en Granada, César Girón menciona a Alcalá Galiano (1789-1865), ministro de Fomento en tiempos de Isabel II. Masón confeso, Alcalá Galiano relató en sus Memorias (1886) que, desde 1817, la cabeza de la masonería –identifica­da en la logia del Gran Oriente de España– no se encontraba en Madrid… sino en Granada. “A finales del siglo XIX –comenta Girón–, los masones de Granada hubieron de enfrentars­e a la abierta cerrazón de la sociedad granadina tradiciona­l y en el XX a la sinrazón de la Guerra Civil que en Granada se cebaría especialme­nte con ellos”. Es en este contexto en el que debe situarse la supuesta vinculació­n de Lorca con la masonería y su pretendida iniciación en una de estas logias…

UNIVERSO LORQUIANO... ¿Y ESTÉTICA MASÓNICA?

El fusilamien­to de Federico García Lorca en agosto de 1936 extinguió para siempre la voz y el genio de una de las figuras literarias más notables de su generación. La teoría más extendida achaca el asesinato a su adscripció­n política republican­a; siendo su orientació­n sexual quizá otro motivo accesorio. Su muerte pudo ser un daño colateral entre las disputas de dos bloques enfrentado­s dentro del bando nacional: la CEDA (Confederac­ión Española de Derechas Autónomas) y la Falange. También se atribuye a rencillas familiares, cuyos rescoldos prendieron de nuevo durante la Guerra Civil, tesis desarrolla­da por autores como Miguel Caballero o Gabriel Pozo. Por último, hay quienes plantean que el poeta pudiera haber sido fusilado por su pertenecía a la masonería…

García Lorca mantenía una estrecha amistad con Fernando de los Ríos (1879-1949), ministro de la República y catedrátic­o de Derecho de la Universida­d de Granada, en la que fue su profesor. El político solía referirse a Lorca como su “hijo espiritual” (Francisco, hermano del poeta, llegaría a casarse en 1942 con la hija de don Fernando, Laura de los Ríos Giner). Aunque es probable que ese apelativo de “hijo espiritual” tuviera otras connotacio­nes si se tiene

en cuenta la pertenenci­a de Fernando de los Ríos a la masonería...

Hay otros dos motivos que permiten barajar la hipótesis de un Lorca vinculado a la masonería. El primero de ellos es de naturaleza estética: la fastuosida­d y solemnidad de las tenidas o asambleas masónicas –con la exhibición de espadas y trajes ampulosos decorados con rosetas, collares o mandiles– debieron cautivar al genio de Lorca. En 1918, según relata Eduardo Molina Fajardo en Los últimos días de García Lorca (1983), en la terraza del Polinario, en el corazón de la Alhambra, el poeta realizó una interpreta­ción dramatizad­a de La historia del tesoro. Las fotografía­s conservada­s nos muestran a un Lorca ataviado con majestuoso­s ropajes árabes, que finge estar muerto y que, habiéndose llevado sus secretos a la tumba, sujeta una daga entre sus manos. Sus asesinos, con vestimenta­s similares, se inclinan ante él sosteniend­o un gran libro y musitando una letanía de plegarias. Ismael Ramos, doctor en Historia, cree que esta pequeña obra –con guion oral de Lorca– puede interpreta­rse como la recreación de un ritual de elevación a la maestría masónica.

El otro motivo es de corte ideológico. García Lorca no encajaba en el perfil de ningún partido político: era hombre de ideales, pero no de dogmas, por lo que los principios masónicos de fraternida­d, exaltación de los derechos individual­es o librepensa­miento laico debieron cautivarle. Los testimonio­s de quienes estuvieron implicados en los acontecimi­entos que llevaron a Lorca a su fusilamien­to parecen confirmar su adhesión masónica. Es el caso del político derechista Ramón Ruiz Alonso (1903-1978) o Miguel Rosales (de la familia a la que pertenecía el escritor Luis Rosales, y vinculada con la Falange, que trató de proteger a Lorca). Este último aseguró a su hermano Gerardo, en conversaci­ón privada, que en la cofradía de Santa María de la Alhambra le habían comentado que el poeta pertenecía a la masonería.

Asimismo, Lorca acompañó a Fernando de los Ríos en un viaje, a instancias de amigos masones de este, por el Protectora­do español en Marruecos –documentad­o por Miguel Caballero–, lo que se ha considerad­o como una prueba más de la posible adhesión del poeta a la masonería. Se conservan también una serie de documentos que relacionan de manera explícita al poeta con la masonería, aunque su contenido plantea serias dudas a los investigad­ores: son demasiado distantes a la fecha de su muerte, por lo que su aparición resulta un tanto sospechosa.

LOS TESTIMONIO­S DE LOS QUE ESTUVIERON IMPLICADOS EN EL FUSILAMIEN­TO DE GARCÍA LORCA PARECEN CONFIRMAR LA ADHESIÓN DEL POETA A LA MASONERÍA.

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RETRATO DE FEDERICO GARCÍA LORCA | C.C.
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IMAGEN DE FEDERICO GARCÍA LORCA EN LA HUERTA DE SAN VICENTE. / FOTO: FUNDACIÓN FGL.W

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