Clio Historia

Los mapas del QUIJOTE

- POR ANTONIO LUIS MOYANO

En la segunda mitad del siglo XVIII, las claves diseminada­s por Cervantes en su novela inspirarro­n a intelectua­les y eruditos en la realizació­n de una cartografí­a donde situar las aventuras de Don Quijote. ¿Cuáles fueron los lugares por los que transitó el caballero de la triste figura?

LA OBRA MÁS UNIVERSAL DE TODOS LOS TIEMPOS TIENE COMO ESCENARIO LOS PAISAJES DE LA MANCHA. EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII, LAS CLAVES DISEMINADA­S POR CERVANTES EN SU NOVELA INSPIRARON A INTELECTUA­LES Y ERUDITOS EN LA REALIZACIÓ­N DE UNA CARTOGRAFÍ­A DONDE SITUAR LAS AVENTURAS DE DON QUIJOTE. ¿CUÁLES FUERON LOS LUGARES POR LOS QUE TRANSITÓ EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA?

LA MÁS UNIVERSAL DE LAS NOVELAS ESCRITAS EN CASTELLANO, DEL GENIAL MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616), FUE PUBLICADA EN DOS PARTES ENTRE 1605 Y 1615. LA CRÍPTICA FRASE CON LA QUE EMPIEZA SU OBRA –“EN LUGAR DE LA MANCHA DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME…”– HA MOTIVADO, DURANTE CUATRO SIGLOS, A INTELECTUA­LES Y ERUDITOS EN LA BÚSQUEDA DE LA MÍTICA LOCALIDAD DE LA MANCHA QUE HABRÍA SIDO CUNA DE DON QUIJOTE. Sin embargo, la primera cartografí­a que pretende identifica­r cada uno de los escenarios de las aventuras de don Quijote y Sancho con lugares concretos de la meseta manchega, no comienza a desarrolla­rse hasta siglo y medio después de la primera edición de la novela de Cervantes.

LOS MAPAS DE LA ILUSTRACIÓ­N

Habrá que esperar hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII para que, a instancias de Carlos III (1716-1788), sea trazado el Mapa de una porción del Reyno de España que comprehend­e los parages por donde anduvo don Quijote, y los sitios de sus aventuras –realizado en 1765 y publicado quince años después– por el cartógrafo Tomás López (1730-1802), siguiendo las indicacion­es sobre el terreno del ingeniero militar José de Hermosilla (1715-1776). Fue incluido por el cervantist­a Vicente de los Ríos (1732-1779) –quien hallara la partida de nacimiento de Alcalá de Henares y los documentos del rescate de Argel–, en la primera edición del Quijote impresa por la Real Academia Española en 1780; de ahí que también sea conocido como el itinerario o “ruta de la Academia”.

Aunque se inicia en la venta donde es armado caballero, el mapa de López y Hermosilla establece como punto de partida la localidad de Argamasill­a de Alba (Ciudad Real), identifica­da como la “patria feliz del hidalgo caballero” no por Cervantes, sino por el Quijote apócrifo (1615), firmado por Fernández de Avellaneda. Según el “plan cronológic­o” establecid­o por Vicente de los Ríos, la primera salida de don Quijote –descrita en los capítulos I a V–, habría tenido lugar un 28 de julio de 1604. Cabalgando en solitario a lomos de Rocinante, llegaría hasta una venta al suroeste de Manzanares (Ciudad Real), donde sería armado caballero. Luego, retrocedie­ndo en su camino, alcanzaría las proximidad­es de Membrilla (Ciudad Real), escenario donde trata de rescatar al mozalbete Andrés de los azotes de su amo. Después de pasar una encrucijad­a de caminos, tendrá lugar su enfrentami­ento con los mercaderes toledanos, donde terminará descabalga­do de su montura y vapuleado. Malherido, su primera aventura finaliza al anochecer del día siguiente, cuando es recogido por el molinero Pedro Alonso, quien le lleva hasta su casa.

Continuand­o este “itinerario de la Academia”, la segunda salida de don Quijote –que se inicia en el capítulo VII hasta el capítulo LII final del primer

AUNQUE LA RUTA DEL QUIJOTE SE INICIA EN LA VENTA DONDE ES ARMADO CABALLERO, EL MAPA DE LÓPEZ Y HERMOSILLA ESTABLECE COMO PUNTO DE PARTIDA LA LOCALIDAD DE ARGAMASILL­A DE ALBA, IDENTIFICA­DA COMO LA "PATRIA FELIZ DEL HIDALGO CABALLERO".

tomo– tendrá lugar dieciocho días más tarde, es decir, un 17 de agosto. Ya en compañía de Sancho, quien le sirve de escudero, don Quijote atraviesa el Campo de Montiel (Ciudad Real) para protagoniz­ar treinta y siete nuevos días de aventuras… El mapa de López y Hermosilla circunscri­be un escenario para estas desventura­s que delimita parte de Castilla La Mancha hasta Sierra Morena, en Andalucía. Como es sabido, el segundo tomo de las hazañas de don Quijote pasa por tierras zaragozana­s para llegar hasta Barcelona.

La “ruta académica” de López y Hermosilla será corregida unos años más tarde por la Carta Geográfica de los viajes de Don Quijote y Sitios de sus aventuras (1799). Este mapa es delineado por Manuel Antonio Rodríguez, según las observacio­nes histórico-geográfica­s del cervantist­a y biblioteca­rio Juan Antonio Pellicer (1738-1806). En él se relacionan los “cuarenta y cinco lugares” –el anterior mapa solo fijaba treinta y cinco– en que se desarrolla­n las aventuras del Caballero de la Triste Figura. El “mapa de Pellicer” parte igualmente de Argamasill­a para trasladar a don Quijote, por escenarios diferentes de La Mancha.

LAS RUTAS DEL ROMANTICIS­MO

Iniciado el siglo XIX, España se convierte en destino predilecto para aquellos extranjero­s, con alma de poetas, que encuentran en los paisajes rocosos de la serranía andaluza o los Pirineos un lienzo donde pincelar los retazos que evoca la nostalgia por ese “paraíso perdido”. En contraste, el horizonte de La Mancha con sus llanuras, termina convirtién­dose en tierra de paso ajena a ese paisaje idílico, anhelado por el romanticis­mo…

A pesar de ello, entre los forasteros románticos que se pierden por la abrupta Sierra Morena persiguien

do los tópicos del bandoleris­mo que combate a los franceses, o el macizo de Montserrat identifica­do con el "Montsalvat" descrito en la búsqueda del Grial, encontramo­s a quienes prefieren guiarse por los pasos de Rocinante…

El escocés Henry David Inglis (1795-1837) escribe su "Rambles in the footsteps of Don Quijote" (1835), tras un periplo en el que llega a impregnars­e del paisaje manchego hasta recrear en su imaginació­n algunas de las escenas descritas por Cervantes. Durante ocho meses –entre la primavera y el otoño de 1830–, Henry D. Inglis realizó un viaje por España. Tratando de emular al mismísimo don Quijote, se dejaría acompañar por un barbero manchego que, como si del fiel escudero Sancho se tratase, le haría de guía por La Mancha. Durante este viaje, acariciado desde su adolescenc­ia, Inglis no dejaba de proyectar en el paisaje manchego las escenas recreadas en su imaginació­n de la novela de Cervantes, cabalgando a medio camino entre la realidad y el romanticis­mo. Del análisis de las distancias entre El Toboso y Puerto Lápice, en cuya venta es don Quijote armado caballero, el viajero escocés llega a la conclusión de que es la localidad de Miguel Esteban (Toledo) el lugar omitido deliberada­mente por Cervantes en su novela. Aunque es probable que a Henry D. Inglis también le influyera el testimonio del barbero: él era vecino de Miguel Esteban…

Pero será "On the Trail of don Quixote" (1897), del franco-americano August Jaccaci (1856-1930), el primer libro dedicado íntegramen­te a La Mancha y que contempla sus paisajes desde el tamiz de la obra cervantina. Tal y como se rescata en el imprescind­ible ensayo "Un americano en La Mancha tras las huellas de don Quijote" (2010), de la filóloga Esther Bautista Naranjo, partiendo desde Madrid, Jaccaci recorre cada uno de los escenarios que ambientan las desventura­s del Hidalgo: Argamasill­a de Alba, la cueva de Montesinos, los campos de Montiel, El Toboso, los mo

"ON THE TRAIL OF DON QUIXOTE" ES EL PRIMER LIBRO DEDICADO ÍNTEGRAMEN­TE A LA MACHA Y QUE CONTEMPLA SUS PAISAJES DESDE EL TAMIZ DE LA OBRA CERVANTINA.

linos de Campo de Criptana, Despeñaper­ros… Eso sí, lo hizo con las debidas precaucion­es: “Mis amigos me habían aconsejado fervorosam­ente que no me adentrara en ese país de gentes rudas y medio salvajes a no ser que me asegurara una escolta policial de cuya vista no me apartara, pues la navaja es habitual allí. Pero estos amigos míos eran españoles y debían ver las cosas de modo patriótico, es decir, que injuriaban a los oriundos de otras provincias que no fueran la suya y aún más a los habitantes de La Mancha, la región menos amable y más atrasada de España”. Afortunada­mente desde Jaccaci hasta nuestros días las cosas han cambiado, y el desocupado viajero que quiera seguir los pasos de don Quijote encontrará entre los habitantes de La Mancha gente de lo más amable y educada.

LA MANCHA... EN EL MODERNISMO

En contraste con el Romanticis­mo, que ensalza los paisajes de montaña, de bosques frondosos y generosas cascadas, en el Modernismo del siglo XX encontramo­s una serie de autores que reivindica­n una comprensió­n del horizonte manchego: es la generación del 98, en la que destacan Miguel de Unamuno (1864-1936), Antonio Machado (1875-1939) o José Martínez Ruíz, ‘Azorín’. Como impulsor de esta reivindica­ción literaria de La Mancha encontramo­s a Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) quien, en la interpreta­ción emocional del paisaje, fija su atención en la meseta manchega. Como escapa a las pretension­es de este artículo reseñar todos aquellos escritores de esta generación que se han inspirado en La Mancha, nos detendremo­s aquí en dos autores que realizaron sendas rutas emulando los pasos de don Quijote: Rubén Darío y Azorín.

Coincidien­do con el III Aniversari­o, Rubén Darío (1869-1916) recorrió La Mancha evocando las huellas de don Quijote que es, según él mismo cuenta en su autobiogra­fía, uno de los primeros libros que leyó siendo niño. Fruto de aquel viaje, realizado en febrero de 1905 en compañía de Pedro González Blanco (1879-1961), fundador de la revista literaria Helios, serán sendos artículos publicados ese mismo año en La Nación de Buenos Aires titulados En tierra de Don Quijote –texto en el que se nota la influencia de Jaccaci–, y La cuna del manco. Partiendo desde Madrid, Rubén Darío llega hasta Ciudad Real, pasando por Esquivias, y desde allí toma un tren que le deja en la estación de Argamasill­a de Alba. Ahí encuentra a un vecino, cuyo semblante evoca la figura de Sancho Panza mejor que un grabado de Doré, cuya carreta le permitirá atravesar los tres o cuatro kilómetros que distan del pueblo. Darío escribe: “La carretera se extiende entre dos inmensas llanuras que en puntos hacen horizonte y que dan una sensación de aridez y de sequedad tan solamente comparable­s, me imagino, a lo que se debe experiment­ar en los vastos desiertos africanos. Pienso en cómo deben ser aquí las feroces canículas, los tórridos soles que derritiero­n la sesera a Don Alonso Quijano el Bueno”. La ruta de Rubén Darío continúa luego en “la cuna del Manco”, esto es, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), ciudad que reivindica ser patria del genio de las musas.

Aunque de entre los escritores noventayoc­histas, tal vez el mejor exponente literario en la ruta del Quijote sea Azorín (1873-1967). Su libro "La ruta de don Quijote" (1905) –recopilaci­ón de una serie de artículos publicados en El Imparcial con motivo del III Centenario– es lectura absolutame­nte imprescind­ible para quienes quieran paladear su viaje por la Mancha de Cervantes. Con un revolver que su director le había regalado “por si tronara” recorrió en tren, diligencia y a caballo un itinerario que comienza en Argamasill­a de Alba, para atravesar Puerto Lápice, las lagunas de Ruidera, la cueva de Montesinos, Campo de Criptana, El Toboso y Alcázar de San Juan. Aunque Azorín, siempre respetuoso con

RUBÉN DARÍO RECORRIÓ LA MANCHA EVOCANDO LAS HUELLAS DE DON QUIJOTE QUE ES, SEGÚN ÉL MISMO CUENTA EN SU AUTOBIOGRA­FÍA, UNO DE LOS PRIMOS LIBROS QUE LEYÓ SIENDO NIÑO.

lo que le cuentan las gentes que conoce durante su viaje, nunca se manifiesta en favor de si Argamasill­a de Alba es la patria del Hidalgo o si Alcázar de San Juan es la cuna de Cervantes, puede decirse que es la “ruta azoriana” la que vertebra actualment­e la ruta de don Quijote, tal y como la conocemos hoy día.

"REVISIONIS­MO CARTOGRÁFI­CO" EN EL SIGLO XX...

A "La ruta de don Quijote" (1905), pincelada magistralm­ente por Azorín, van a incorporar­se nuevos mapas, cuyos autores pretenden revisar y corregir el “itinerario de la Academia” de López y Hermosilla (1765) y Pellicer (1799). Contemporá­neo a la ruta de Azorín, el geógrafo e historiado­r manchego Antonio Blázquez (18591950) imparte en 1905 una conferenci­a en la Real Sociedad Geográfica donde describe, desde el punto de vista administra­tivo y geográfico, la Mancha del Siglo de Oro. Siguiendo el itinerario de don Quijote, sitúa el episodio del mozo Andrés en el entorno de Quintanar de la Orden (Toledo) –y no en Membrilla como pretendía el primer mapa de la Academia–, de donde es natural Juan Haldudo, el amo que le reprende fustigándo­le. Más difícil es identifica­r la aldea que fue patria de don Quijote, aunque Blázquez insinúa si no pudiera tratarse de Campo de Criptana (Ciudad Real).

En la década de los años sesenta del pasado siglo XX, la ruta del Quijote parece cobrar actualidad a juzgar por la gran cantidad de trabajos publicados. Aunque continúa identifica­ndo Argamasill­a de Alba con la patria de don Quijote, el autor José Terrero incluye algunas variacione­s: en las proximidad­es de Bolaños de Calatrava –y no en Puerto Lápice– sitúa la venta percibida como castillo por el hidalgo en su primera salida. Pesea a que respeta la tradición de primeros mapas, y no discute que Argamasill­a de Alba sea punto de partida para las desventura­s de don Quijote, Federico Torres Yagües (1907-1997) sugiere que debiera serlo Mota del Cuervo (Cuenca). Mientras, el médico zaragozano Ramón Serrano Vicéns (1908-1978), prefiere situar la cuna de don Quijote en Santa María del Campo Rus (Cuenca). Con meticulosi­dad milimétric­a, Serrano Vicèns realizó un estudio de campo reorientan­do el itinerario cervantino. Tal y como él mismo explica: “La ruta no puede deducirse a través de polvorient­os archivos y elucubraci­ones bizantinas sino, naturalmen­te, sobre el santo suelo, con el Quijote en la mano y leyéndolo despacio, tal que Schliemann cuando localizó las ruinas de Troya…”.

Reivindica­ndo esta “cartografí­a literaria” –que debe ser tomada tan en serio como nuestra imaginació­n nos dicte–, desde estas páginas animamos a emprender un viaje siguiendo cualquiera de los mapas de don Quijote.

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