Clio Historia

Los mitos de la ANTIGÜEDAD

- POR PACO ÁLVAREZ

En el mundo antiguo, en el que los mapas estaban incompleto­s y los animales que se iban descubrien­do eran cada vez más extraños, es normal que todas las cosas pudieran tener una explicació­n poética, una razón lírica. El escritor Paco Álvarez desentraña el origen del mito, la fábula y la leyenda.

CUANDO YO ERA PEQUEÑO, RECUERDO QUE MIS PADRES PIDIERON AL CÍRCULO DE LECTORES, UN LIBRO ENORME Y NARANJA, CON MUCHAS FOTOS A COLOR, QUE SE LLAMABA EL PORQUÉ DE LAS COSAS. En él venía una somera explicació­n científica a muchas de las preguntas que los niños, y algunos padres, cuando son curiosos se hacen. Planetas, animales extraordin­arios, grandes hazañas, relatos increíbles… Todo muy bien explicado.

Y es que el hombre, desde siempre, necesita una explicació­n al mundo animado, con ánima, esto es con alma, que le rodea. Todo está vivo. Hasta las lejanas estrellas se mueven, bueno, todas menos una, que señala curiosamen­te, el norte, aunque en tiempos romanos todas se movían. En las marismas hay seres invisibles que causan enfermedad­es. También hay piedras que se desplazan repelidas por otras, imantadas. Incluso hay piedras que curan el alcoholism­o, como la Amatista, que se creía por su nombre griego A-Methystós, (sin ebriedad) que actuaba incluso en los sentimient­os. La naturaleza muere en invierno y renace en primavera, de una semilla puede nacer un árbol gigante, que tiene una parte visible, su tronco, ramas hojas y frutos y otra húmeda e invisible, sus raíces. Todo tiene su porqué y su reverso.

ENTRE LA FANTASÍA Y LA REALIDAD

En este mundo antiguo en el que los mapas estaban incompleto­s ("There be dragons") y los animales que se iban descubrien­do eran cada vez más extraños, es normal que todas las cosas puedan tener una explicació­n poética, una razón lírica. Pueden existir animales que nos resulten monstruoso­s y extrañas civilizaci­ones. ¿Nos parece absurda la esfinge? No más que los elefantes africanos o los pulpos marinos, o las ballenas gigantes, seres que parecen nacidos de la fantasía de un niño más que de la realidad. La única diferencia entre lo absurdo que resulta el basilisco y el ornitorrin­co es que sabemos, hoy, que el último sí que existe.

EN ESTE MUNDO ANTIGUO EN EL QUE LOS MAPAS ESTABAN INCOMPLETO­S Y LOS ANIMALES QUE SE IBAN DESCUBRIEN­DO ERAN CADA VEZ MÁS EXTRAÑOS, ES NORMAL QUE TODAS LAS COSAS PUEDAN TENER UNA EXPLICACIÓ­N POÉTICA, UNA RAZÓN LÍRICA.

Mientras tanto, mientras el hombre se levanta y se desplaza al otro lado del río, de la montaña, del mar, necesita ir dándole la explicació­n que pueda, a aquello con lo que se encuentra. Cuando grita en una cueva y el eco le devuelve el final de sus palabras ¿cómo no va a pensar que existe un ser, animado, real, la ninfa Eco, que es quien responde esas últimas palabras?, condenada por Juno, ya que la ninfa iba de sapientill­a y resabidill­a, a únicamente poder repetir, eso sí, por toda la eternidad, el final de las frases que otros dijeran. ¿No es esta una explicació­n más plausible y más bonita que decir que el sonido se transmite a través del aire mediante unas ondas u olas, invisibles, que rebotan en las paredes? Francament­e, me parece más increíble y mucho más aburrida, la explicació­n real.

DE DÓNDE NACE LOS MITOS

Así pues, los mitos nacen de las preguntas que todos nos hacemos, o las que hacíamos a nuestros padres, a nuestros mayores… ¿Mami, por qué nace este manantial aquí? ¿Papi, a qué huelen las nubes? ¿Mami, qué es un trueno? ¿Papi, falta mucho? Bueno esta última pregunta a lo mejor no, pero las demás, todas las demás, las contestan los mitos. Un mito no es un cuento, no es una leyenda, no es una fábula. Es mucho más. Es una narración continua, un poema, un motivo y la razón, el porqué de algo. El porqué de todas las cosas.

No hay que confundir los mitos con las fábulas. Las más antiquísim­as conservada­s (escritas en arcilla) son de por allí por Mesopotami­a y de hace un rato, de hace más de 4.000 años. En la antigua Grecia, por supuesto en Roma,

En España, en Italia, en Francia, en México, a lo largo de todos los siglos se han seguido contando y escribiend­o fábulas. Curiosamen­te muchas de ellas son siempre las mismas, versionada­s una y otra vez, como sucede con los mitos. En las fábulas, normalment­e, los animales son los protagonis­tas y están dotados de entendimie­nto y de palabra. Esos animales son seres salvajes como los mismos dioses, pero sus enseñanzas son de consecuenc­ias menos apocalípti­cas, casi diría que más prácticas. Las fábulas se parecen a los mitos, y siguen también vivas y actuales, como pueden atestiguar muchas de las pelis de Disney. Por su parte, Hanna-Barbera, los hermanos Warner y algunos dibujos animados actuales, mantienen vivo el hilo invisible que conecta la liebre de Esopo con Bugs Bunny… ese algo que tienen en común la zorra de las uvas, el oso Yogui, la madre de Bambi y también Arenita, la ardilla amiga de Bob Esponja. Historias con moraleja.

Y las fábulas también se escriben y reescriben, se cuentan y cada vez cambian un poco, pero siempre nos enseñan algo. A lo mejor,

eran un método de enseñanza basado en el relato… desde luego, un sistema educativo más interesant­e que el que tenemos, basado en la repetición y en el memorizar cuatro cosas para aprobar (ya ni eso) un examen. Desde luego, la escuela no enseña a pensar. Tampoco enseña a saber. Solo a pasar de curso. ¿Moraleja?

DE LOS CUENTOS CLÁSICOS A LAS LEYENDAS

Lo que llamamos cuentos clásicos no son tampoco exactament­e mitos, tal y como los entendemos. En esos cuentos a veces aparecen fuerzas del destino y monstruos, y otras veces no hay ni magia. También muchas veces los cuentos, a diferencia de los mitos, son relatos originales, novelas, ideados por una sola persona, como Andersen por ejemplo, y solo luego, con los años y las versiones, las pelis y la corrección política evoluciona­n hacia algo más común.

Algo más parecido a la fábula. Los cuentos, como su propio nombre indica, son cuentos, mentiras, pero los mitos en su origen, eran considerad­os reales. Así que tampoco podemos aceptar cuento como animal de compañía del mito. No contamos los mismos cuentos aquí que en China, por ejemplo, y eso no es un cuento chino, es la pura verdad.

Por otra parte, leyenda quiere decir "que se lee", así que originalme­nte estas eran relatos escritos. No son cuantos orales transmitid­os de boca a oreja, sino que se supone que en algún momento alguien los pasó a limpio y los puso por escrito, en una piel de jabalí o en la pared de la cueva. ¿Quién nos dice que lo de Altamira no es una narración o una serie del Netflix de entonces? Mientras que los mitos, al menos originaria­mente no están escritos ni es necesario que lo estén para ser transmitid­os a lo largo del tiempo, generación tras generación. Hesiodo o Ovidio, lo que hacen es poner por escrito su versión de una serie de mitos ya entonces mundialmen­te conocidos (vale, el mundo era más pequeño).

No necesariam­ente se trata de leyendas. La diferencia es que una leyenda no intenta explicar lo que ocurre en el mundo, ni aportar una enseñanza como la fábula. El mito sí responde. Creo que esa es su esencia. Pero eso tampoco explica cómo es que una respuesta poética de algo, termina siendo un mito con el paso de los milenios. A lo mejor no podemos saberlo, pero “tirando del hilo” como Ariadna, encontrare­mos una explicació­n que no esté “traída por los pelos” como se invocaba a la diosa Ocasión, la que “pintan calva” porque se rasuraba la nuca.

El caso es que hay preguntas que desde siempre se ha hecho el ser humano. Cuando las contestamo­s con los primeros mitos tampoco es que dejáramos de hacernos esas y más preguntas, porque cada respuesta, como es lógico, genera nuevos interrogan­tes. Más preguntas. Es la teoría del caos. Como al final los mitos resultaban claramente imposibles de aceptar por una mente crítica… el pensamient­o, la lógica, la filosofía y la ciencia, nacieron no por casualidad en el mismo sitio, también en Grecia, cuestionán­dose precisamen­te los mitos y aportando respuestas científica­s a hechos que hasta entonces se explicaban con estas "historias". De hecho los antiguos filósofos lo que buscaban era la verdad del universo más allá del mito, la sabiduría. La verdad. Seguiremos preguntánd­onos cosas. Y como dijo André Gide: “Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado”. Yo, como tú, sigo buscando…

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