HELIOGÁBALO
EL EMPERADOR MÁS CONTROVERTIDO
EMPERADORES ROMANOS EXTRAVAGANTES Y LUNÁTICOS HUBO UNOS CUANTOS, COMO CÓMODO, AL QUE LE GUSTABA EJERCER COMO GLADIADOR; NERÓN, QUE QUEMÓ GRAN PARTE DE ROMA; Y CALÍGULA, QUE, ENTRE OTRAS EXCENTRICIDADES, NOMBRÓ CÓNSUL A SU CABALLO. PERO LA PALMA SE LA LLEVA, SIN LA MÁS MÍNIMA DUDA, HELIOGÁBALO, QUE ASUMIÓ EL TRONO CON TAN SOLO QUINCE AÑOS, Y LO PERDIÓ, AL IGUAL QUE SU CABEZA, CON DIECIOCHO. EN LA OBRA "HISTORIA AUGUSTA", UNA RECOPILACIÓN DE BIOGRAFÍAS DE LOS EMPERADORES ROMANOS DESDE EL AÑO 117 HASTA EL 284, LO CONSIDERAN EL PEOR EMPERADOR DE ROMA. NO SORPRENDE SI SE CONOCE SU HISTORIA.
SE LLAMABA REALMENTE VARIO AVITO BASIANO Y NACIÓ EN EMESA –LA ACTUAL HOMS, LA TERCERA CIUDAD MÁS IMPORTANTE DE SIRIA– HACIA EL AÑO 203. Era hijo de Sexto Vario Marcelo, que pertenecía a la orden ecuestre romana y que llegó a ser senador, y de Julia Soemia Basiana, prima del emperador romano Caracalla (188-217), de la dinastía Severa. Su abuela por vía materna, Julia Mesa, era cuñada del emperador Septimio Severo. Además, su tía materna era Julia Mamea, que fue la esposa del aristócrata Marco Julio Gesio Marciano, y el hijo de ambos fue su primo y posterior sucesor Alejandro Severo. Es decir, formaba parte de una familia noble posicionada en la cúspide del poder del Imperio romano.
Fue nombrado emperador con tan solo quince años, en junio del año 218. Lo curioso es que hasta ese momento ejercía como sumo sacerdote de una deidad siria llamada El-Gabal, Heliogábalo en latín, la particular versión del dios cananeo El de la ciudad de Emesa –etimológicamente hablando, significa "El, de la montaña"–. En el templo consagrado en su honor se veneraba una piedra sagrada, un meteorito negro con forma cónica que era reco
nocido como el símbolo de aquel dios. Vario Avito Basiano asumió el rol de sumo sacerdote porque su familia tenía derechos hereditarios para ejercer el sacerdocio de esta deidad. Su bisabuelo, Julio Basiano, también lo había sido.
UN GOBIERNO EXTRAVAGANTE
Llegó al poder gracias a una conspiración orquestada por su abuela, la todopoderosa Julia Mesa. Tras el asesinato del emperador Caracalla, orquestado por un tal Julio Marcial, pero dirigido en la sombra por el prefecto de los pretorianos, Marco Opelio Macrino, este último se hizo con el poder de forma poco clara. Para legitimarse, tenía que acabar con la dinastía de los Severos, a la que pertenecía el finado, así que los envió a todos al exilio, a Emesa, donde tenían importantes posesiones.
Desde allí, Julia Mesa comenzó a urdir una trama para que su nieto, Sexto Vario Marcelo, ocupase el poder. No dudó en difundir el rumor de que era hijo ilegítimo de Caracalla, lo que, de alguna manera, obligaba a los partidarios de Macrino a renunciar a esto. Tanto el joven como su madre aceptaron la farsa.
Lo primero que consiguieron los conspiradores fue el apoyo de Tercera Legión, la Gallica, asentada en Raphana, Siria. El comandante de esta, Publio Valerio Comazón Eutiquiano, declaró emperador al joven el 16 de mayo de 218, que asumió el cargo con el nombre de su supuesto padre, Marco Aurelio Antonino, aunque ter
minaría siendo conocido como Heliogábalo (Elagabalus).
Mancrino, contrariado, envió a Siria unas tropas bajo el mando de Ulpio Juliano, prefecto de pretorio, para acabar con los conspiradores. Pero no le salió bien la jugada, ya que la mayoría de estas tropas se terminaron uniendo a Heliogábalo. Mancrino intentó apelar al Senado, y consiguió que los cónsules se uniesen a su causa y declarasen la guerra a los Severos. Todo parecía ir bien para él, pero la terrible derrota que protagonizó durante la batalla de Antioquía, el 8 de junio de 218, le obligó a huir rumbo a la Península itálica disfrazado de mensajero. No llegó a Roma: le cogieron en Calcedonia y le ejecutaron en Capadocia. Y su hijo, Diadumeniano, que había huido al Imperio parto, corrió la misma suerte.
Así, Heliogábalo dio por hecho que el día de la victoria en Antioquía había comenzado su reinado, y eso que aún no contaba con la aprobación del Senado, que tampoco tardó mucho en claudicar y reconocerle no solo como emperador, sino como hijo de Caracalla. Este, además, fue deificado, y la abuela y la madre del nuevo líder, Julia Soemia, fueron declaradas augustas. Por si fuera poco, Mancrino y su hijo fueron condenados a la damnatio memoriae, lo que implica que su memoria quedaba maldita y que se eliminase todo lo que de alguna manera guardase relación con ellos, desde las monedas a las estatuas. Numerosos emperadores romanos fueron condenados a este curioso castigo, como el propio Heliogábalo unos años después…
Fue el comienzo de un reinado tan extravagante como breve, tanto por las creencias religiosas del emperador como por su estilo de vida y sus actividades sexuales.
Su abuela, que gobernaba en las sombras, intentó que el pueblo romano asumiese lo mejor posible lo extraño que resultaba que su nuevo regente fuese un sacerdote de un culto extranjero. Así, entre otras cosas, ordenó que se instalara un retrato de Heliogábalo en el Senado, justo encima de la estatua de la diosa Victoria, obligando así a que los senadores le rindiesen pleitesía. Además, el emperador tardó cerca de un año en instalarse en la capital, lo que hizo que aumentasen las dudas y el descontento popular.
De hecho, en el interín, varias legiones romanas se levantaron, instigadas por algunos senadores indignados, para intentar que no llegase a ocupar el trono. No lo consiguieron y sus líderes fueron duramente reprimidos.
Heliogábalo y su corte llegaron a Roma en el otoño del año 219. Rápidamente colocaron a sus fieles en los principales puestos, aunque también concedieron amnistías a varios antiguos enemigos. Pero pronto comenzaron a realizar algunas cosas que irritaron tanto al pueblo como a clase política. Por ejemplo, el primer día que el Senado celebró su rutinaria asamblea, ordenó que su madre asistiera, que ocupara un lugar junto al escaño de los cónsules y que estuviera presente en la redacción del decreto del Senado. Y no solo eso: tanto a su madre como a su abuela les concedió títulos senatoriales.
UN NUEVO DIOS
Como vimos, Heliogábalo había sido sumo sacerdote del dios sirio El-Gabal. Resultaba complicado introducirlo sin una justificación clara en el amplio panteón romano, así que el emperador, con el apoyo de su abuela, decidieron identificarlo con otra deidad que desde un tiempo atrás se había hecho bastante popular, el Sol Invictus.
Pero fue demasiado lejos. Al poco tiempo reemplazó al dios Júpiter, el principal del panteón romano, por esta deidad, siendo él el sumo sacerdote, y obligó a los altos cargos del Gobierno a que participasen en los ritos religiosos. Además, nombró a las diosas Astarté, Minerva y Urania como esposas del nuevo dios; y se trajo desde Emesa el sagrado meteorito, que fue instalado en un templo que construyó en el Monte Palatino, el Elagabalium. Asimismo, hasta allí, en su peligroso intento de unificar la religiosidad romana, trasladó algunas de las reliquias más importantes, como el fuego de Vesta, los Escudos de los Saliares y el Paladio.
Su afrenta a las tradiciones religiosas romanas no quedó aquí. No solo se hizo circuncidar, sino que obligó a los senadores a contemplar el ritual, que terminaba con una inquietante danza sagrada ante la piedra sagrada de El-Gabal en el Elagabalium.
Además, durante las festividades del dios, que se celebraban entre el 22 y el 25 de diciembre, durante el solsticio de invierno, colocaba a su dios-piedra en un carruaje adornado con oro y joyas y le hacía desfilar por toda la ciudad, mientras él iba delante mirando a su dios y andando hacia atrás.
ESCÁNDALOS SEXUALES
No era un hombre de relaciones estables, claro está. Aunque con su auriga, un bello esclavo rubio llamado Hierocles, sí que estuvo casi toda su corta vida. Según el historiador Herodiano, no dudaba en reconocer que estaba "encantado de ser llamado la amante, la esposa, y la reina de Hierocles", y que disfrutaba recibiendo palizas de él y mostrando los moratones que le causaba. Además, en su Historia Romana añadió que el emperador le había ofrecido mucho dinero a los médi
HELIOGÁBALO REEMPLAZÓ AL DIOS JÚPITER, EL PRINCIPAL DEL PANTEÓN ROMANO, POR UNA NUEVA DEDIDAD, SIENDO ÉL EL SUMO SACERDOTE, Y OBLIGÓ A LOS ALTOS CARGOS DEL GOBIERNO A QUE PARTICIPASEN EN LOS RITOS RELIGIOSOS.
cos de la corte para que le dotaran de genitales femeninos, algo que, como imaginarán, no llegó a suceder.
Dion Casio, por su parte, asegura que también se casó con un atleta de Esmirna, famoso por el tamaño de su pene, llamado Aurelio Zotico, y además, en un acto público celebrado en la capital, para mayor escándalo del Senado; y que se maquillaba, especialmente los ojos, se depilaba como las mujeres y solía vestirse con ropas de mujer para ejercer la prostitución en los prostíbulos romanos e, incluso, en el palacio imperial, donde llegó a preparar una sala para tal fin, a la que no dudó en llevar a un buen número de prostitutas y prostitutos.
Por otro lado, este autor también destacaba que realizaba sacrificios de jóvenes vírgenes ante la piedra sagrada de El-Gabal.
A todo esto hay que sumar otras tantas costumbres bizarras, como beber únicamente en vasos de oro, que usaba solo una vez, o criar personalmente leones y leopardos, que luego azuzaba a modo de broma en las fiestas que organizaba. Llegó a construir una torre repleta de joyas y oro desde la que tenía pensado suicidarse, llegado el momento, para que incluso su muerte fuese costosa y lujosa.
Su comportamiento provocó el rechazo de la Guardia Pretoriana y del Senado, así como del propio pueblo romano, hartos ya de las maneras licenciosas y poco honorables del emperador. Hasta su abuela, Julia Mesa, se terminó hartando y decidió que
tanto Heliogábalo como su madre debían ser destituidos. Así que comenzó a conspirar con la intención de que su nieto Alejandro Severo, hijo de su otra hija, Julia Avita Mamea, que tenía solo trece años, ocupase el cargo. Consiguió convencer a Heliogábalo para que lo adaptara y le nombrara heredero, pero pronto se dio cuenta de la jugada y ordenó a sus fieles que acabasen con su vida. No lo consiguió, así que revocó todos sus títulos.
La Guardia Pretoriana, cada vez más enfurecida con la actitud del emperador, se levantó en armas y, en un acto público celebrado el 11 de marzo del 222, aclamaron a Alejandro como emperador. Su primo, Heliogábalo, intentó parar el motín y ordenó la ejecución de todos los traidores, pero los pretorianos hicieron caso omiso. Llo capturaron, junto a su madre, y le dieron muerte. Ambos fueron decapitados, y sus cuerpos desnudos fueron arrastrados por caballos por las calles de Roma. El cadáver del joven terminó en el río Tíber.
Alejandro Severo, ya como emperador, pero siempre siguiendo los pasos marcados por su abuela, revocó los cambios religiosos que había instaurado su primo, ordenó la ejecución de todos sus colaboradores, incluido su viudo, Hierocles; y ordenó al Senado que se decretase la damnatio memoriae sobre Heliogábalo.
Curiosamente, aunque ha pasado a la Historia como uno de los más perturbadores y controvertidos emperadores romanos, que ya es decir, con el Romanticismo y la llegada de las vanguardias se exaltó su figura desde diversas perspectivas. Los decadentistas de finales del siglo XIX le consideraron como el paradigma de un hombre libre y adelantado a su tiempo.
Para concluir, no deja de resultar llamativo que en el diccionario de la RAE el término heliogábalo signifique "hombre dominado por la gula"…
JULIA MENA COMENZÓ A CONSPIRAR PARA DERROCAR A HELIOGÁBALO CON LA INTENCIÓN DE QUE SU NIETO ALEJANDRO SEVERO, HIJO DE SU OTRA HIJA –JULIA AVITA MAMEA–, QUE TENÍA SOLO TRECE AÑOS, OCUPASE EL CARGO.