LA BATALLA DE STALINGRADO
LA BATALLA EN TORNO A LA CIUDAD DE STALINGRADO (ACTUALMENTE LLAMADA VOLVOGRADO) SE RECONOCE COMO EL EPISODIO BÉLICO MÁS SANGRIENTO DE LA HISTORIA. HITLER, AUN SIN HABER DERROTADO AL REINO UNIDO, SE LANZÓ A LA CAMPAÑA CONTRA LA URRSS CONVENCIDO DE SU DEBILIDAD, COMENZÓ EL AVANCE SOBRE LAS TIERRAS RUSAS, EL DÍA 26 DE JUNIO DE 1941.
LA BATALLA EN TORNO A LA CIUDAD DE STALINGRADO (ACTUALMENTE LLAMADA VOLVOGRADO) SE RECONOCE COMO EL EPISODIO BÉLICO MÁS SANGRIENTO DE LA HISTORIA. HITLER, AUN SIN HABER DERROTADO AL REINO UNIDO, SE LANZÓ A LA CAMPAÑA CONTRA LA URRSS CONVENCIDO DE SU DEBILIDAD, SUPRAVALORANDO, ADEMÁS, LA CAPACIDAD DE LAS FUERZAS ALEMANAS; UN EJÉRCITO NAZI QUE SE EXTENDÍA DESDE EL NORTE DE EUROPA HASTA EL MAR NEGRO, CONFORMADO POR UNOS TRES MILLONES DE SOLDADOS, MÁS CERCA DE UN MILLÓN DE OTRAS NACIONALIDADES (RUMANOS, HÚNGAROS, CROATAS E ITALIANOS), COMENZÓ EL AVANCE SOBRE LAS TIERRAS RUSAS, EL DÍA 26 DE JUNIO DE 1941.
UNOS SEIS MESES DESPUÉS, LAS COSAS NO ESTABAN SUCEDIENDO TAL Y COMO HITLER LAS HABÍA PLANEADO: MOSCÚ NO HABÍA SIDO CONQUISTADA Y CIUDADES CLAVE COMO SEBASTOPOL Y LENINGRADO SE MANTENÍAN INCÓLUMES. Por si fuera poco, la firma entre la URSS y Japón de un pacto de no agresión, permitía a la primera destacar un mayor contingente humano y armamentístico en el frente occidental. Ante esta situación y la cada vez más apremiante necesidad de abastecimiento de carburantes para tanques y demás vehículos, las directrices del Führer cambiaron drásticamente, redirigiendo sus ejércitos hacia el Caúcaso, con el objetivo principal de hacerse con los pozos de extracción de crudos y las industrias de transformación petrolíferas de la zona. Con esta acción comenzaba la llamada Operación Azul (Fall Blau).
Si bien el Ejército del Sur estaba actuando con gran éxito en Ucrania, Hitler realizó sucesivas divisiones de sus tropas, de suerte que, finalmente, se reservó solamente al 6º ejército
–comandado por el general Paulus– para abordar la toma de Stalingrado; el resto debía ayudar en la campaña del Caucaso. Mientras tanto, los soviéticos se habían hecho fuertes en la ciudad. Stalin, por su parte, lanzó una orden –la 227– conocida como “ni un paso atrás” con base en la cual, si algún soldado intentaba retroceder, debía ser fusilado sumariamente en la retaguardia; asimismo, había prohibido la evacuación de la población civil y había integrado masivamente a las mujeres entre los combatientes.
La ciudad contaba en esos momentos con unos 600.000 habitantes. Extendida en una franja de apenas 10 km de anchura y una longitud en torno a los 23 km, se situaba principalmente sobre la orilla derecha del rio Volga, sin apenas población en la margen izquierda y sin puentes que comunicaran ambos lados, si bien, en invierno, se helaba el río hasta el punto de poder atravesarlo con vehículos pesados. Stalingrado representaba un gran interés geopolítico, tanto por ser nudo de comunicaciones ferroviarias y fluviales, como por las grandes industrias con las que contaba: la factoría Krsni Oktyabr (Octubre Rojo), que producía tractores pero que, cuando fue necesario, se reconvirtió para la fabricación de tanques; la fábrica de cañones Barrycadi (Barricadas); y la harinera Gerhardt, paradógicamente de familia alemana. Y por si fuera poco, Hitler tenía un interés especial en la toma de esta ciudad: en primer lugar, porque decía que sus habitantes eran absolutamente comunistas y peligrosos, en consecuencia, “mataría a todos los hombres y deportaría a las mujeres y los niños”; en segundo, porque el mero hecho de su nombre ya tenía un peso político y propagandístico, por lo cual resultaría un gran golpe de efecto que fuera conquistada por la Werhmacht.
HITLER TENÍA UN INTERÉS ESPECIAL EN LA TOMA DE ESTA CIUDAD: CONSIDERABA QUE SU NOMBRE YA TENÍA UN PESO POLÍTICO Y PROPAGANDÍSTICO, POR LO CUAL RESULTARÍA UN GRAN GOLPE DE EFECTO.
El ataque alemán a la ciudad comenzó el día 23 de agosto de 1942, permaneciendo cercada hasta el 31 de enero de 1943. La batalla fue encarnizada y terrible pero decisiva, ya que inclinó la balanza de la II Guerra Mundial en
contra del III Reich. El combate, que se había iniciado con la táctica alemana de la blitzkrieg (guerra relámpago), se convirtió finalmente en la llamada rattenkrieg (guerra de ratas), puesto que las condiciones urbanas de la contienda llevó a que la lucha se estableciera, prácticamente, cuerpo a cuerpo, dentro de trincheras y pasadizos horadados entre las ruinas de los edificios y las cloacas.
Aunque hasta un 80% de la ciudad llegó a estar en manos germanas, siempre hubo focos de resistencia, en los que los soviéticos, atrincherados, permanecieron inamovibles durante todo el asedio. Quizás el momento de mayor penetración fuera en torno al finales de octubre, ya que no podían recibir por el río (las barcazas eran un blanco fácil para la Luftwaffe) refuerzos y avituallamiento, circunstancia por la que sus fuerzas decrecieron substancialmente y solo pudieron conservar una franja de, a penas, 15 km de longitud por 4,5 km de anchura. En este contexto de destrucción, las defensas soviéticas se instalaron en donde buenamente pudieron: tanto en edificios civiles –de los que es ejemplo la casa Pávlov–, como en los espacios industriales anteriormente comentados.
Tras muchos meses de lucha encarnizada en los que las banderas se alternaban, casi día a día, en los diferentes sectores urbanos; en los que las bajas diarias pasaban de 4.000 en el frente soviético y en torno a los 2.000 en el alemán; en los que, en muchos casos, la victoria se lograba gracias a los francotiradores; y en los que la atmósfera se había vuelto irrespirable debido al hedor de la descomposición de los cadáveres insepultos… Las fuerzas de ambos contrincantes habían llegado a sus mínimos. Los soviéticos pensaban que ya era irremediable la derrota, pero lo que no sabían es que los alemanes estaban aún peor, ya que no habían recibido la necesaria ayuda solicitada a Berlín y estaban atenazados por el frío propio de estas latitudes en invierno.
El 30 de enero, Friedrich Paulus fue ascendido al rango de mariscal por el Fürer, quien comentó: “En la historia de la guerra no se registra ningún caso en que un mariscal de campo haya aceptado caer prisionero…”. Realmente, el ascenso fue un regalo envenenado, ya que iba aparejado a una orden de suicidio. Ante tan funesta alternativa, Paulus contestó: “No tengo intenciones de dispararme por este cabo bohemio [en alusión a Hitler]”, prohibiendo hacerlo a el resto oficiales.
Al amanecer del 31 de enero, Paulus se rindió a los altos mandos soviéticos y el 2 de febrero, las tropas al mando del general Schrenck –que aún combatían al norte de la ciudad–, se entregaron también. Técnicamente (en realidad hubo bolsas de soldados alemanes que siguieron combatiendo hasta marzo), la batalla de Stalingrado había finalizado. La urbe presentaba un aspecto fantasmagórico al quedar totalmente destruida, arrasada. Eran muy escasos los edificios que se mantenían todavía en pie, y estos se hallaban en precarias condiciones. El proceso de reedificación fue largo y costoso pero, hoy en día, la ciudad presenta
LA PERTURBADORA VISIÓN QUE LOGRÓ CAPTURAR DE LA FUENTE BARMALAY FUE TAN IMPACTANTE, QUE SE CONVIRTIÓ EN EL PARADIGMA DE LA RESISTENCIA RUSA FRENTE A LOS NAZIS.
el aspecto propio del urbanismo reciente. No obstante, algunas de estas construcciones, emblemas de la luchadora Stalingrado, se han mantenido, musealizadas, en el lamentable estado en el cual quedaron tras la guera, como testigos mudos, pero elocuentes de su trágica historia.
LA CASA PÁULOV
Se trataba de un bloque de pisos de cuatro plantas de altura que, durante la batalla, fue defendido por el joven sargento Yákar Páulov, de quien ha tomado su nombre (dom Páulova). Para cuando llegaron las tropas del Ejército Rojo, los civiles que la habitaban habían conseguido mantenerla en su poder, encontrándose heridos muchos de ellos en los sótanos.
El grupo, formado solo por 25 personas, fortificó el perímetro del edificio mediante minas y alambre de espino. Asimismo, afianzó su posición situando ametralladoras y armas anti-tanques en las ventanas. Con una magnífica posición estratégica, puesto que se enclavaba en el centro urbano –junto a la plaza "9 de enero"– y al lado del Volga, lo más dificultoso para Páulov y sus hombres era conseguir suministros y mantener las comunicaciones con el exterior: para lograrlo, reestructuraron el edificio al interior y excavaron trincheras subterráneas, a través de las cuales conectaban con los grupos de resistencia del exterior.
Los ataques alemanes sobre la casa se sucedían día y noche (en su cartografía figuraba como edificio fortificado), siendo sistemáticamente repelidos por este exiguo contingente durante más de dos meses. Finalmente, cuando el 25 de noviembre de 1942, tan pertinaces defensores fueron remplazados por un cuerpo de tropas, solamente habían sobrevivido 4, entre los que se encontraba el propio Páulov. Este, después de finalizada la guerra y ser condecorado con Héroe, participó activamente en el Partido Comunista y, según su biografía, terminó retirándose a un monasterio, en Sergievo, a pasar allí el final de su vida.
La casa quedó casi totalmente destruida por el fuego alemán (fue reconstruida posteriormente manteniendo algunas de las características originales), no obstante lo cual, se conservó como recordatorio de los dramáticos momentos vividos en ella, a manera de memorial, una esquina del inmueble edificada con antiguos ladrillos. En ella se ha fijado una la siguiente inscripción: "En este edificio están las hazañas heroicas unidas de la guerra y del trabajo. Defenderemos/construyan vosotros, querido Stalingrado!" Como dato anecdótico mencionar que la patriótica acción de la casa Páulov ha trascendido ampliamente a través de literatura, films, etc. incluso, de videojuegos específicos sobre este caso.
LA FUENTE BARMALEY
En la segunda década del siglo XX, el conocido escritor ruso Korney Chukovsky comenzó a escribir cuentos y rimas para niños, siendo uno de los más conocidos “Cocodrilo, cocodrilo, ¡cocodrilovich!”. Esta obra surgió en 1916, cuando Maxim Gorky –notorio literato de la primera etapa soviética–, le pidió, debido a su popularidad, que realizara un poema infantil para incluirlo en una colección que tenía previsto editar. El caso es que Chukovsky consideraba que había que remediar la visión tan triste que se transmitía a los niños a través de los cuentos, de suer
te que comenzó a idear una literatura diferente, más dinámica y atrayente; y fue así como surgió el poema sobre el cocodrilo llamado Barmaley, de tan extraño contenido: un enorme saurio que llega a Rusia a por un árbol de Navidad y que hace muchas fechorías ¡incluso tragarse al Sol! Finalmente, tras remediar las maldades que había cometido, vuelve a África con su mujer e hijos cargado de regalos, incluido el árbol. La historia se hizo tan popular, que en 1939 se inauguró, en la Plaza Roja de Stalingrado, una fuente que tenía como temática dicho cuento. Esta representaba a un corro de 6 niños bailando entono a un enorme cocodrilo, rodeados por 7 ranas que hacían de surtidores.
Chukovsky no era del gusto de los políticos (a Nadezhda Krupskaya, la y mujer de Lenin, le desagradaba profundamente), pero sí lo era del pueblo (especialmente de los niños), así que Stalin permitió no solo la comercialización de sus libros, sino también la instalación de la fuente en tan emblemático lugar. Y, cosas de la Historia: la fuente terminó convirtiéndose en el icono del heroísmo de Stalingrado.
Inicialmente llamada Khorvorod (baile redondo), esta fuente se emplazaba en un punto neurálgico de la ciudad (junto a la estación de trenes), de manera que el mismo día 23 de agosto de 1942, en el primer ataque alemán, la Luftwaffe efectuó un bombardeo masivo con aviones Heinkel y Junkers, a cargo del general Richthofen (el mismo comandante de escuadrón que atacó Guernica) con unas 1.000 tm de bombas, causando unas 5.000 bajas civiles y gravísimos daños a edificios y monumentos.
Fue entonces cuando Emmanuil Evzerikhin, corresponsal de guerra para la agencia “Fotokhronika TASS”, realizó una arriesgada travesía del Volga, con una barcaza perforada por infinitud de proyectiles y sin saber si podría volver… y todo ello en el intento de tomar instantáneas de una Stalingrado devastada por las bombas. Evzerikhin obtuvo muy buenas tomas y, también, una severa amonestación, ya que los editores, siguiendo directrices gubernamentales, no querían publicar noticias que transmitieran la idea de un ejército perdedor, ni de una ciudad en llamas. Sin embargo, la perturbadora visión que logró capturar de la fuente Barmalay fue tan impactante, que salió a la luz fuera del propio ámbito de la contienda, convirtiéndose rápidamente en el paradigma de la resistencia rusa frente a los nazis; no había revista, ni publicación extranjera que no
abriera las noticias con esta fotografía. Y esa fascinación que despertó la inquitante imagen de los niños de la fuente bailando alegremente en medio de las llamas y la muerte, se mantuvo durante bastante tiempo, de manera que se ha utilizado recurrentemente en diferentes medios de comunicación y visuales, entre ellos películas, como es el caso de “Enemigo a las Puertas”.
La fuente Barmaley fue restaurada, pero en la década de 1950 se retiró de su lugar. A pesar de ello, posteriormente se rehizo y ubicó en la zona ajardinada del Museo-Panorama de la Batalla de Stalingrado. Además, el 23 de agosto de 2013, coincidiendo con el 71º aniversario del terrible bombardeo, se realizó una copia –poco fidedigna–, que volvió a situarse en la Plaza Roja.
LA FÁBRICA GERHARDT
Hacia 1899, Alexander Gerhardt decidió montar, en lo que hoy es Volvogrado, una industria harinera. Esta, que contaba con un molino y demás instalaciones para la transformación del trigo (también incluía el procesamiento de aceite, panificadora y ahumado de pescado), se levantó rápidamente y pronto (en 1901) comenzó su producción. Lamentablemente, tras un feroz incendio ocurrido en 1907, la fábrica prácticamente desapareció, de suerte que hubo de reedificarse enteramente, comenzando de nuevo a operar en 1908. Sin embargo, en esta reconstrucción se utilizaron materiales mucho mas duraderos y a prueba de incendios: gruesos ladrillos, hormigón armado y hierro, con muros que llegaban, casi, al metro de espesor; esto le confirió una edilicia y arquitectura muy novedosa para su época. La maquinaria también se distinguió por su alta tecnología, destacando la instalación de un generador propio –que permitía la continuidad de funcionamiento al margen de posibles interrupciones del fluido eléctrico–, así como la implementación de transportadores mecánicos, gracias a los cuales se aumentó grandemente la productividad. Aunque nacionalizada a partir de 1917, continuó funcionando hasta 1942, cuando cayó sobre el techo una bomba que mató a muchos de los trabajadores; los restantes se hicieron fuertes en el edificio que, además de ser tremendamente sólido, estaba situado idóneamente para controlar los movimientos de tropas en las orillas del Volga. Más tarde, la división de combatientes del teniente Chervyakov tomó la defensa del edificio, teniendo lugar una de las confrontaciones más
ESTE AÑO SE CONMEMORA EL 80 ANIVERSARIO DEL CERCO A STALINGRADO. LA BATALLA SE COBRÓ 1.200.000 VÍCTIMAS MORTALES EN EL BANDO SOVIÉTICO, Y UNAS 750.000 ENTRE LAS FILAS GERMANAS.
cruentas de toda la batalla: la resistencia duró 58 días, momento en el que, debido a una nueva operación en la cercana colina de Mamayev Kurgan, se distendió el asedio de la harinera Gerhardt; la inmensa mayoría de las personas que la defendieron –civiles y militares– habían muerto y, solo en quitar las minas enterradas por los alrededores, se tardo casi un año. Este edificio, que es el único en toda la ciudad que se conservó prácticamente completo, se musealizó en tal estado, como recordatorio de la valentía de sus defensores.
EL MUSEO DE LA RENDICIÓN DE PAULUS
Ante la penosa situación que se vivía en Stalingrado, el Alto Mando y los principales miembros del 6º ejército alemán, tuvieron que buscar un lugar provecto para protegerse. Este escondite lo encontraron en unos túneles cuasi fortificados construidos bajo los almacenes Univermag, que se ubicaban en un punto crítico de la ciudad; en estos sótanos, donde vivieron por bastante tiempo e, incluso, celebraron la Navidad de 1942, se decidieron los últimos días de la contienda y fue de allí desde donde el recién nombrado mariscal Friedrich Paulus, salió para entregarse al Ejército Rojo, mientras algunos de sus subordinados se inmolaban –a pesar de su expresa prohibición– antes de caer prisioneros del enemigo.
El caso es que los sótanos-refugio de Paulus se conservan en gran medida tal como estaban en aquellos dramáticos momentos, convertidos en museo de sitio (Museo de la Rendición de Paulus) que puede visitarse. Entrar en las profundidades de esos interminables pasillos llenos de tuberías y cableados y encontrarse con las estancias, escasamente iluminadas, que mantienen en gran parte el mobiliario y enseres originales, produce la impresión de transportarse en el tiempo a tan siniestros días. Además de un amplio elenco de material armamentístico, de comunicaciones y gran variedad de uniformes y pertrechos, algunas de las salas están dispuestas recreando escenas de aquel momento: atendiendo a un herido en una improvisada enfermería, la mesa y los adornos de la cena de Navidad de 1942… y el lugar desde donde Paulus salió detenido para entregar sus capitulaciones ante el coronel general Rokossovsky.
Este año se conmemora el 80º aniversario del cerco a Stalingrado. La batalla se cobró en torno a 1.200.000 víctimas mortales directas en el bando soviético y unas 750.000 entre las filas germanas. En 1945 se la denominó como “Ciudad Heroica” y ese mismo año recibió, de manos de Winston Churchill por encargo del rey Jorge VI del Reino Unido, una espada forjada y grabada haciendo honor a la valentía de sus habitantes. En 1950 se le cambió su nombre al actual, hecho que no gustó a muchos de sus habitantes; bajo estas circunstancias, en 2013 se ideó que todos los años, por espacio de 5 días, volvería a llamarse Stalingrado, como forma de honrar a los que dieron sus vidas para que la ciudad no cayera en manos nazis.