SANGRE GLADIATORIA EN EL ANFITEATRO
dos a cuatro caballos, por lo general, tirados por fogosos aurigas que gozaban en mayor o en menor medida del favor del público. Su propia naturaleza exigía para él un gran solar alargado, extramuros por lo general (Tarragona es una excepción), y con muy pocas gradas (a veces incluso sin ellas) podía congregar a una multitud numerosa. Los más importantes (Mérida, Toledo…) contaban con un graderío levantado sobre arcos, una lujosa tribuna y una rica decoración de estatuas y adornos diversos. El de Tarragona, del siglo II, contaba con asientos para 27.000 espectadores.
De los seis que se conocen en la Hispania romana, hay dos que pueden calificarse de obras populares, carentes de toda ambición arquitectónica. De ellos, el más sencillo es el de Mirobriga (Santiago do Cacém, en el Alentejo portugués): apenas consiste en un simple espacio acotado como arena, rodeado por un tosco muro. El circo de Saguntum es mucho más perfecto, con su spina ya sesgada y sus aditamentos en correcta situación. Por desgracia, hoy se ha perdido casi por completo, quedando solo restos de una puerta. Lo curioso es que ambos edificios, pese a su pobre concepción, son los más tardíos de nuestros circos (entre los siglos II y III).
Los verdaderos hallazgos a nivel de ingeniería han de buscarse en los cuatro circos de estructura abovedada, o, por lo menos, en los tres que se pueden estudiar. Los circos de Augusta Emerita, Toletum y Tarraco son como tres hitos en su género a lo largo del siglo I. Más que el teatro, más que las luchas de gladiadores, sabemos que los espectáculos del circo mantuvieron su popularidad hasta bien entrado el siglo IV.
También el anfiteatro sacaba fuera lo peor de los espectadores, al contemplar la sangre de los gladiadores en
LOS VERDADEROS HALLAZGOS A NIVEL DE INGENIERÍA HAN DE BUSCARSE EN LOS CUATRO CIRCOS DE ESTRUCTURA ABOVEDADA, O, POR LO MENOS, EN LOS TRES QUE SE PUEDEN ESTUDIAR: LOS CIRCOS DE AUGUSTA EMERITA, TOLETUM Y TARRACO.