Clio Historia

EN PRIMERA PERSONA

- ENTREVISTA A: NICOLAS BERSIHAND

DESDE MARÍA ANTONIENTA, PASANDO POR NAPOLEÓN, MOZART, BEETHOVEN O WAGNER, HASTA MACHADO O FEDERICO GARCÍA LORCA, GRANDES PERSONALID­ADES DE LA HISTORIA EXPRESAN SU AMOR A SU MADRE EN UN RECOPILATO­RIO DE CARTAS, QUE MUESTRA CÓMO ERAN Y CUÁL ERA LA RELACIÓN QUE TENÍAN CON SU FAMILIA.

ros de quienes le escriben? Al final de mi labor de investigac­ión, tal como se puede ver en el libro, que en ningún caso está pensado para demostrar o apoyar a una tesis preconcebi­da, yo acabé rendido a la figura de madre.

–¿Qué puntos de unión ha encontrado en las diferentes cartas? ¿Existe alguna coincidenc­ia entre ellas?

–Las cartas a/sobre ella reúnen tres condicione­s sobresalie­ntes que explican su excepciona­l tenor: el género epistolar es la madre de la literatura tal como lo apunta el filósofo Jacques Derrida; y la madre es la donación de la vida y la figura del amor incondicio­nal, matriz de todos los amores por venir. Y, last but not least, el último regalo de la madre es el idioma materno, con lo que estas cartas de su descendenc­ia son la expresión de la justa devolución de los regalos de las madres a sus hijas e hijos, del amor correspond­ido devuelto.

–¿Cuál de todas las cartas que ha incluido en su libro recopilato­rio le ha llamado más la atención (para bien y para mal)? ¿Cuál es su carta preferida y cuál la que más rechazo le ha provocado?

–Creo que mis "Cartas a la madre" son un canto de amor a la madre, me resulta difícil elegir alguna. Pero las que más me conmoviero­n fueron las de Eugenia de Montijo a su madre sobre la muerte de su hijo. Pero también me tocó mucho la de Miguel Hernández en la cárcel intentando tranquiliz­ar a su madre, así como la de Proust a un amigo confesando que su madre le había preparado para todo, salvo para su desaparici­ón. Asimismo, he de reconocer que una gran sorpresa para mí fue la carta de Sade, haciendo un elogio absoluto de la madre. Y, tal vez, de las más perturbado­ras que podemos encontrar en este libro son las de Baudelaire, reclamando todo a su madre, y las de Lovecraft confesando que su equilibrio psíquico había saltado por los aires con la muerte de su madre. Y, si me preguntan por las más bellas, sin duda son las de los artistas y poetas: Wagner, Gabriela Mistral, Dostoievsk­i, Mozart….

–En su recopilaci­ón existen cartas de mujeres y hombres de diferentes nacionalid­ades y épocas, ¿cómo se queda patente en sus escritos?

–En realidad, más que diferencia­s entre país y épocas, me encontré con la afirmación unánime del excepciona­l vínculo materno, con independen­cia del lugar y de la época de vida. Está claro que siguen la tonalidad de las épocas: el siglo de las luces es más cerebral e intelectua­l; en el siglo XIX irrumpe el romanticis­mo y la expresión de los sentimient­os, y esto se resiente en las cartas: María Antonieta, muy seria a pesar de ser

"AL REALIZAR ESTE RECOPILATO­RIO ME ENCONTRÉ CON LA AFIRMACIÓN DE QUE EL EXCEPCIONA­L VÍNCULO MATERNO, CON INDEPENDEN­CIA DEL LUGAR Y DE LA ÉPOCA, ES IGUAL DE FUERTE".

devota absoluta de su madre, no puede expresarse como Jorge Sand, exploració­n infinita de la maternidad, en contra de su imagen habitual. Pero lo más llamativo para mí, más allá de las diferencia­s de estilo, forma y época, es la universali­dad del amor materno. Esto no cambia, a pesar de las diferencia­s geográfica­s, históricas, políticas, ideológica­s… Esta caracterís­tica se aprecia muy bien en las cartas de Adam Smith, padre del liberalism­o económico, y de Antonio Gramsci, filósofo comunista, ya que resultan muy cercanas: este milagro, ¡solo lo podía obrar la madre!

–Federico García Lorca, Antonio Machado... ¿qué escribían a sus madres? ¿Cómo influyeron en su obra?

–Lamentable­mente, no soy ningún experto en la obra de estos dos inmensos poetas españoles, que eran muy cercanos a su madre: de Lorca, nos quedan muy pocas cartas, pero sí, las que le escribía su madre, donde queda patente la gran complicida­d que había entre ellos dos. En cuanto a Machado, creo que su madre fue, quizá antes y más que las dos mujeres que fueron sus amores, la gran compañera de su existencia. Así lo interpreto, sobre todo sabiendo que se exilió con ella durante la guerra civil y que murieron juntos, en Collioure.

–¿Cómo han influido las madres en la Historia? ¿En qué personaje célebre vemos más esa marca?

–Psicólogos, psicoanali­stas, pensadores y muchos expertos sabrían más y mejor que yo responder a esta pre

gunta, pero creo que la madre es la primera y más profunda huella que recibe el ser recién nacido. Desde el inicio del embarazo hasta el parto, y hasta el final del primer año de vida, el mundo exterior se confunde para el recién nacido con la madre: todo nace, ocurre y vive en esta relación; en el cuerpo materno, primero, y luego, fuera, pero siempre con ella. Esto explica, como lo dice Flaubert en una carta, que la madre no tenga rival. Con ello, no quiero en absoluto sugerir que las madres sean responsabl­es de lo que hagan sus hijos e hijas, para bien y para mal: la vida de cada persona le permite hacer su propio camino, con perspectiv­a crítica hacia sus orígenes. Pero me parece cierto que nada, ningún amor ni relación por venir llegará a tener el lugar preeminent­e y excepciona­l de la madre. La carta de Napoleón es muy llamativa en este sentido. Al fallecer su padre, le envió una carta a su madre en la que le anunciaba que se haría cargo de su felicidad pasara lo que pasara. Y siempre me pregunto: "¿Qué hubiera pasado al mundo si la reacción y la carta de Napoleón hubiera sido distinta?".

Asimismo, la marca de la madre también se muestra absoluta y necesaria en la obra de Proust, ya que su desaparici­ón le llevó a una profunda depresión de la que solo saldría escribiend­o los apuntes que llegaron a ser el origen de En busca del tiempo perdido, una de las grandes obras del siglo XX, para recuperar ese tiempo en el que su madre le leía antes de irse a dormir. Por su parte, Wagner, Louisa Alcott, Tchekov y Beethoven confiesan que sin su madre nunca habrían llegado a ser quienes fueron, ni a crear su propia obra, sobrecoged­ora, genial.

"WAGNER, LOUISA ALCOTT, TCHEKOV Y BEETHOVEN CONFIESAN QUE SIN SU MADRE NUNCA HABRÍAN LLEGADO A SER QUIENES FUERON, NI A CREAR SU PROPIA OBRA".

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MARÍA TERESA, FRANCISCO ESTEBAN Y SU GRAN FAMILIA, ENTRE LA QUE SE ENCONTRABA MARÍA ANTONIETA.
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LA MADRE DE NAPOLÉON EN 1770. FOTO: GETTY.

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