La MUJER, ese mito
La mitología griega está plagada de incontables referencias a la mujer. ¿Cómo era vista por aquella civilización? ¿Qué conceptos y simbología nos queda de ella en torno a la figura femenina? El escritor Paco Álvarez nos acerca y contextualiza los mitos que nos han llegado hasta hoy sobre la mujer.
LAS MUJERES, A PESAR DE QUE SU PROTAGONISMO Y PRESENCIA ERA ÍNFIMA EN LA SOCIEDAD GRIEGA (NO TANTO EN LA ROMANA) AL MENOS SI SALEN BASTANTE EN LA MITOLOGÍA. No solo hay diosas; poderosas, celosas y vengativas, protectoras, enamoradizas… También hay mitos e historias de hetairas o incluso de ninfas, caprichosas y perseguidas, cazadoras y cazadas. En la mitología también se habla de monstruos que son mujeres, mitos que sin duda reflejan el miedo de la civilización primitiva a la mujer "distinta" a la que no sigue las leyes o los estándares de la sociedad.
Otra versión de la mujer en la mitología es la que la invoca como una fuerza de la naturaleza; madre de todos; la Tierra. Y además de todas estas cosas, la mujer puede representar en mitología lo que para los antiguos, era antinatural. Por ejemplo, una sociedad dirigida por mujeres como la de las amazonas, era una sociedad guerrera, salvaje y peligrosa. No en vano, etaba formada por hembras capaces de amputarse el seno, su característica femenina más visible, para poder utilizar el arco con mayor facilidad. Capaces de travestirse para poder luchar.
Pero la mujer en los mitos también es botín de guerra, secuestrada y cosificada, motivo de desgracias como la Guerra de Troya y víctima propiciatoria como Ifigenia o Andrómeda. Y es que la mujer era presa de deseo irrefrenable, como Pasifae escondiéndose dentro de una vaca para ser penetrada por un toro…
LA HISTORIA EN FEMENINO
No obstante, no solo estas mujeres pueblan los relatos mitológicos, también los mitos son historias de otras féminas que a lo mejor no hunden barcos ni retan a diosas, pero que tienen su historia… y a veces la historia de las mujeres, no está en la Historia. A veces está en los mitos.
LA PRIMERA MUJER, SEGÚN LA MITOLOGÍA, FUE PANDORA. SABEMOS QUE FUE OBSEQUIADA CON UNA CAJA O JARRA CERRADA, QUE RECIBIÓ CON INSTRUCCIONES ESTRICTAS DE NO ABRIR NUNCA.
La primera mujer, según la mitología, fue Pandora. Sabemos todos que fue obsequiada con una caja o jarra cerrada, que recibió con instrucciones estrictas de no abrir nunca. La curiosidad femenina hizo el resto, y un día Pandora abrió la caja, donde resulta que estaban encerrados todos los males –como la enfermedad, la vejez, el trabajo, el hambre, hacienda, la guerra, etc.–, que salieron volando, porque los vientos también estaban encerrados en esa maldita caja. Dándose cuenta enseguida de la maldición y de la fatalidad, Pandora cerró la caja lo más rápido que pudo, pero dentro quedó solo la esperanza, lo único que mantiene en pie a nuestra pobre raza humana. Ya que la esperanza fue lo último en quedar guardado, todavía decimos que "es lo último que se pierde".
Pandora fue creada por Vulcano y Júpiter les pidió a los dioses que la dotaran de todo tipo de premios. Venus le otorgó belleza y gracia. Minerva, el dominio de las artes y de las artesanías, incluyendo el uso del telar, pero en secreto, a Mercurio le encargó que la hiciera inconstante y seductora, con carácter cambiante como la luna. De esta manera se justifica que la mujer sea el origen o la portadora de todos los males, en una sociedad tan misógina como lo era la de la Grecia antigua.
MITOLOGÍA BÍBLICA
La primera mujer en la “mitología bíblica", Eva, si te fijas, es también, según esto, es la causante de todos los males, habiendo caído en la tentación y probado el fruto prohibido. No en vano, es la que provoca el “pecado original” y la expulsión del Paraíso. Esto hace que termine haciendo para el cristianismo necesaria la venida de Dios encarnado en hombre, para sacrificarse y lavar ese pecado cometido por la primera mujer.
Pandora y Eva, mitos similares en distintas orillas. Se les prohibió solo una cosa: probar el fruto o abrir la caja. Una prohibición que encerraba una trampa. Una condena. La mujer, la primera mujer, sería así el motivo "mitológico" por el que el hombre sufre "penalidades", pero, por muy machistas o misóginos que fueran los que escribieron las antiguas leyendas y mitos, se les escapó que la mujer también es la razón por la que el amor vive. Como dijo el dramaturgo asturiano Alejandro Casona (1903-1965): "No hay nada que un hombre no sea capaz de hacer cuando una mujer le mira". O como dijo el poeta americano Roman Payne (nacido en 1977), en sus preciosos versos sobre la mujer: “Cuando toqué su cuerpo,/ Supe que ella era dios.
En la Epopeya de Gilgamesh, el relato épico más antiguo que se conserva, de hace unos 4.500 años mal contados, se habla de una primera mujer anterior a la Eva de la Biblia, Lilith, que sobrevive en la tradición judía y es una mujer que Dios crea igual al hombre y por
LA PRIMERA MUJER EN LA "MITOLOGÍA BÍBLICA", EVA, ES LA CAUSANTE DE TODOS LOS MALES, HABIENDO CAÍDO EN LA TENTACIÓN Y PROBADO EL FRUTO PROHIBIDO.
tanto es anterior a Eva, creada esta de la costilla de Adán. Se la menciona en la Biblia en Isaías, pero san Jerónimo tradujo su nombre como Lamia, con lo que la tradición se perdió en el cristianismo, no así en el judaísmo.
LA PRIMERA MUJER
Resulta que esta Lilith, para la mitología judía, es peor todavía que Eva, ya que se consideraba igual al hombre y, por ejemplo se negaba a ponerse debajo de Adán cuando mantenían relaciones, apelando a esta igualdad. Harta de que Adán le pidiera rollo todo el rato, dijo Lilith el nombre secreto de Dios y volando llegó a orillas del mar Rojo, donde se apareó con los demonios que allí vivían, con quien tuvo infinidad de hijos. Dios mandó a sus ángeles a buscarla, pero ella se negó a obedecer y fue castigada eternamente con la muerte diaria de 100 de sus criaturas demoniacas.
Según los comentarios cabalísticos de Praga sobre el Pentateuco, la historia de Lilith es esta: “Yahvéh formó entonces a Lilith, la primera mujer, del mismo modo que había formado a Adán. De la unión de Adán con esta hembra, y con otra parecida llamada Naamá, hermana de Tubalcaín, nacieron Asmodeo e innumerables demonios que todavía atormentan a la humanidad. Muchas generaciones después, Lilith y Naamá se presentaron ante el tribunal de Salomón disfrazadas como rameras de Jerusalén”.
Ni idea de quienes son Naamá ni Tubalcaín, ni que Adán fuera padre de demonios. Ni que Lilith fuera inmortal. Francamente, prefiero los mitos greco-romanos. Son menos truculentos.
Se sigue estudiando cómo, partiendo de unas sociedades en las que la mujer era la madre, la fecundidad y la naturaleza, como lo son para los romanos Ceres, diosa de los cereales y su hija Proserpina, la primavera, se llega a estas leyendas, seguramente posteriores, en los que la mujer, la primera mujer, resulta tener la culpa de algo, o incluso de todo.
DIOSA MADRE
Sabemos que Lilith en Gilgamesh es por ejemplo, un añadido acadio-asirio al original sumerio. Cibeles, que era una diosa de Frigia, en Turquía, fue importada a Roma porque precisamente nos faltaba una diosa madre. Los romanos la llamaban Magna Mater y para poder adorarla hubo que ir a Turquía, en plena guerra púnica, la piedra negra (seguramente un meteorito) que la representaba.
Cuando por fin el barco llegó a puerto en Italia, no podía desembarcarse la piedra porque hacía falta para bajarla un romano sin tacha. Escipión Nassica fue el encargado, pero el barco se atravesó en el Tiber, como pasó en el Canal de Suez con aquel enorme carguero, y no había forma de moverlo. Mientras, en Roma se había acusado a la virgen vestal Claudia Quinta de impureza y la chica pidió a la diosa Vesta que la dejaran ir a desencallar el barco probando así su inocencia, a pesar de que se había intentado por todos los medios liberar el barco.
Claudia ató la maroma a su cinturón ceremonial y caminando desencalló el barco y lo arrastró corriente arriba hasta el puerto de Roma, lo cual salvó a la ciudad y, de paso, a la dignidad de la vestal falsamente acusada. Así se ejemplifica que si en algunos mitos la mujer puede ser causa de males, también es su remedio. Por eso es un mito, por eso los hombres, solo intentamos sin éxito, entenderla. Y seguiremos intentándolo mientras exista el amor…