A LA SOMBRA DE EINSTEIN
EL 10 DE DICIEMBRE DE 1922, ALBERT EINSTEIN RECIBÍA EL PREMIO NOBEL DE FÍSICA POR SU EXPLICACIÓN DEL EFECTO FOTOELÉCTRICO Y SUS CONTRIBUCIONES A LA FÍSICA TEÓRICA. PERO, ¿Y SI LOS LIBROS DE TEXTO ESTUVIERAN OCULTANDO LA VERDAD, Y ESTE NOBEL FUERA INMERECIDO? EINSTEIN PUDO HABERSE APROPIADO DEL TRABAJO AJENO DE SU ESPOSA PARA CONSEGUIR EN SOLITARIO EL PREMIO NOBEL. ESTA ES LA VERDADERA HISTORIA DE UN NOBEL QUE DEBIÓ TENER NOMBRE DE MUJER…
EL 10 DE DICIEMBRE DE 1922, ALBERT EINSTEIN RECIBÍA EL PREMIO NOBEL DE FÍSICA (1921) POR SU EXPLICACIÓN DEL EFECTO FOTOELÉCTRICO Y SUS CONTRIBUCIONES A LA FÍSICA TEÓRICA. PERO, ¿Y SI LOS LIBROS DE TEXTO ESTUVIERAN OCULTANDO LA VERDAD, Y ESTE NOBEL FUERA INMERECIDO? IDENTIFICADO COMO EL ICONO DE LA CIENCIA DEL SIGLO XX, EINSTEIN PUDO HABERSE APROPIADO DEL TRABAJO AJENO DE SU ESPOSA PARA CONSEGUIR EN SOLITARIO EL PREMIO NOBEL. ESTA ES LA VERDADERA HISTORIA DE UN NOBEL QUE DEBIÓ TENER NOMBRE DE MUJER…
EL HECHO DE QUE LAS APORTACIONES DE MILEVA QUEDARAN RELEGADAS AL OLVIDO HAY QUE ATRIBUIRLO A LA PERSONALIDAD EGOCÉNTRICA Y MACHISTA DE EINSTEIN, Y AL CONTEXTO SOCIOCULTURAL DE LA ÉPOCA.
SI PREGUNTAMOS ENTRE EL GRAN PÚBLICO EL NOMBRE DE UN CIENTÍFICO, PROBABLEMENTE LA RESPUESTA INMEDIATA MÁS MAYORITARIA SERÍA LA DE ALBERT EINSTEIN (1879-1955). Los libros de texto nos han enseñado que fue Einstein quien “descubriera” la teoría de la relatividad que revolucionaría el paradigma del conocimiento científico. Pero, ¿y si esto no fuera cierto? ¿Y si detrás de esta icónica imagen de la genialidad cuya imagen, como la del Che Guevara, ha estampado camisetas y merchandising, se ocultara otra realidad diferente? ¿Y si la teoría de la relatividad tuviera otro nombre, el de la esposa de Einstein, Mileva Maric (1875-1948)?
¿ARTÍCULOS FIRMADOS POR MILEVA MARIC?
El eminente físico ruso, de origen judío, Abraham F. Joffe (1880-1960) –también transcrito como Ioffe–, que perteneció a la Academia de Ciencias de la URSS y recibiendo las máximas condecoraciones soviéticas, es uno de los testigos que se mencionan para respaldar la coautoría de Einstein-Mileva para la teoría de la relatividad. En 1905, Abraham Joffe era alumno “cum laude” y asesor de Wilhelm Röntgen (1845-1923), físico e ingeniero alemán de la Universidad de Wurzburgo y miembro del consejo editorial de Annalen der Physic, la revista donde Einstein firmaría los cuatro textos –conocidos como artículos Annus Mirabilis por ser publicados en el mismo año de 1905, significando un cambio de paradigma en la Física–.
La profesora serbia de física y matemáticas Desanka Trbuhovic-Gjuric (1897-1983), autora de la primera biografía escrita sobre Mileva Maric, A la sombra de Albert Einstein (1988), aporta suficientes datos como para cuestionar la exclusividad de Einstein en la autoría de los artículos publicados en 1905. Parece ser que Abraham Joffe habría tenido oportunidad de ver los manuscritos originales antes de su publicación y pudo comprobar que en ellos aparecía la firma de Einstein-Maric (en concreto la firma que aparecía era Einstein-Marity, siendo este último una variante en serbio del apellido Maric). Este hallazgo significaría que los artículos habrían sido realizados en coautoría con su esposa. Misteriosamente, estos manuscritos originales… ¡han desaparecido! Fueron destruidos por el propio Einstein el mismo año de 1905, una vez que sus artículos fueron publicados. Algo que resulta paradójico en alguien que nutría su ego de la notoriedad pública que alcanzaban sus descubrimientos. ¿Por qué destruyó entonces unos documentos que el tiempo revalorizaría de manera incalculable? De hecho, el New York Times ofreció en febrero de 1944 una recompensa de 11,5 millones de dólares de la época a quien pudiera presentar dichos textos originales a la Biblioteca del Congreso en Washington.
La doctora en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense Esther Rubio Herraéz (1944) defiende la hipótesis de la coautoría intelectual de los artículos atribuidos exclusivamente a Einstein. En Mileva Einstein-Maric, ¿por qué en la sombra? (2006) se pregunta: “¿Por qué esa firma Einstein-Marity en los manuscritos? ¿Por qué se produjo ese cambio de los manuscritos originales a los artículos publicados firmados solamente por Albert Einstein? ¿Cómo es posible que hayan desaparecido unos documentos tan importantes y significativos? ¿Existe algún interés no declarado? Permanece, así, la perplejidad ante el enigma de la desaparición de unos documentos tan relevantes tanto para la física como para la historia de la ciencia e, incluso, este ha aumentado cuando se han realizado exposiciones en las que se exhiben los sucesivos manuscritos firmados por Einstein, excepto estos de 1905”.
DESAPARICIÓN DE DOCUMENTOS
Sin embargo, parece que el testimonio de Abrahan Joffe, difundido sobre todo a través del libro de Rbuhovic-Gjuric, podría estar confundido y deberse a una mala traducción del texto original: un artículo publicado por el propio Joffe en un periódico soviético coincidiendo con el obituario del genio de la ciencia y que lleva por título Erinnerungen
an Albert Einstein (Recordando a Albert Einstein, 1955). Según advierte Allen Esterson (1936), académico británico y profesor de Física en La historia de Mileva Maric, publicado en la revista Métode (2019): “Joffe no dijo que hubiera visto los manuscritos originales, ni que estuvieran firmados como ‘Einstein-Maric. Él indicó explícitamente que los artículos eran obra de un burócrata de la oficina de patentes, concretamente Albert Einsein. La confusión posterior surge del hecho de que Joffe se refirió a Einstein como ‘Einstein-Maric’, explicando entre paréntesis que (como pensaba) en Suiza el marido incluye el apellido de soltera de su mujer en su apellido de casado”.
Sin embargo, este argumento que desacredita la supuesta aparición de la firma de Mileva carece de suficiente solidez. Tal y como advierte Mercedes González Moreno en Mileva: la madre olvidada de la teoría de la relatividad, publicado en la revista Clepsydra (2006): “Se pretende contrarrestar la prueba alegando que en Suiza existía la posibilidad de que el marido uniera su apellido al de su mujer y viceversa, fórmula que, en todo caso, habría de acordarse en el momento del matrimonio. Sin embargo, en el acta matrimonial él figura como ‘Albert Einstein’ y ella como ‘Mileva Einstein-Marity’. Con independencia de la información aportada por Joffe, no existen artículos a Einstein firmados como ‘Einstein-Marity’, por el contrario, Mileva sí utilizaba esta fórmula en todos sus documentos”.
Asimismo, parece que el físico y filósofo de la ciencia John Stachel (1928), que inicialmente negaba cualquier contribución de Mileva al corpus de teorías de Enstein, habría matizado con el tiempo su opinión, llegando a afirmar, en declaraciones pronunciadas en 2015: “Es muy probable que Mileva hubiera hecho aportes en el papel (…). Es justo decir que Mileva posiblemente podría haber contribuido al primer artículo suyo”.
CARTAS DE AMOR... ¿Y CIENCIA?
Otro de los testimonios que se mencionan para respaldar la hipótesis de una coautoría Einstein-Maric se encuentra en la correspondencia epistolar que ambos mantuvieron entre 1897 y 1909. Durante muchos años hubo dificultad para acceder a estos documentos que podrían aportar alguna pista que confirmase la influencia de Mileva Maric en el desarrollo de la teoría de la relatividad especial. Parte de esta correspondencia no trascendería públicamente hasta la segunda mitad de la década de 1980, cuando la viuda de Hans Albert Einstein (1904-1973), la neurocientífica Elizabeth Roboz (1904-1995), permitió la difusión de su contenido. El contenido de alguna estas cartas –en el que se hace patente la actitud machista de Einstein–, contribuyó a que, a partir de los siguientes años, empezara a desmitificarse al genio científico al tiempo que comenzó a debatirse acerca de las aportaciones de su esposa a sus principales teorías.
Aparte de prodigarse rendidas palabras de amor –que el tiempo se encargaría de borrar en el caso de Einstein–, la pareja intercambiaba impresiones sobre cuestiones de Física y Matemáticas. Tal y como apunta María Djurdjevich en su artículo El homenaje a Mileva Einstein-Maric, publicado en Cuadernos de Investigación Histórica (2008): “En sus vidas, amor y ciencia iban cogidos de la mano. De esa época temprana, no obstante, durante mucho tiempo se supo muy poco, porque en su autobiografía Einstein apenas menciona a Mileva en una frase, en la que se refiere a ella como a su primera persona. Según algunos comentaristas, él borraba sistemáticamente las huellas de Mileva del trabajo que habían realizado conjuntamente, ante la perplejidad de quienes conocían los hechos y observaban en silencio cómo se tejía el mito sobre el gran genio”.
Entre esta correspondencia, llama poderosamente la atención una carta que el científico remitió a su esposa cuando este se encontraba en casa de sus padres en Milán, con fecha del 27 de marzo de 1901 –cuatro años antes de publicar su teoría de la relatividad especial–. En ella, tras prodigarle las más empalagosas muestras de cariño, Einstein escribe: “Qué feliz y orgulloso estaré cuando, juntos
EN LAS PALABRAS ESGRIMIDAS POR EINSTEIN EN UNA CARTA A SU MUJER ENCONTRAMOS LA PRUEBA IRREBATIBLE DE QUE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL FUE, EN REALIDAD, UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN CONJUNTO ENTRE AMBOS.
HAY UN ELEMENTO QUE NOS PERMITE SOSPECHAR QUE FUE MILEVA, Y NO EINSTEIN, QUIEN FORMULÓ LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD: LA RÍGIDA CORTINA DE SILENCIO IMPUESTA POR LOS DEPOSITARIOS DEL LEGADO INTELECTUAL DE EINSTEIN.
(sic), hayamos culminado con éxito nuestro trabajo sobre el movimiento relativo”.
Estas palabras han sido esgrimidas como una prueba irrebatible de que la teoría de la relatividad especial fue, en realidad, un proyecto de investigación conjunto entre ambos, aunque la Historia solo haya reconocido la autoría de Einstein. Hay, sin embargo, quienes consideran este testimonio como una simple anécdota. El académico Allen Esterson prefiere desinflar la importancia de esta carta, contextualizándola en el largo período de dieciocho meses en el que la pareja se vio obligada a vivir en diferentes ciudades, situación que habría generado una enorme sensación de angustia en Maric. Para Esterson, dicha frase debe considerarse una “cortesía romántica”, ya que “aparece inserta en un párrafo en el que Einstein trata de tranquilizar a Maric sobre el amor que sigue sintiendo por ella, y en un momento en el que seguía teniendo la esperanza de que pudieran tener un futuro conjunto en la investigación científica”.
No obstante, en la correspondencia de Einstein, el físico deja bien clara la distinción entre lo que él consideraba que era “su” trabajo y lo que era producto de la colaboración con otros. Además, parece aventurado negar el valor de esta carta si se tiene en cuenta que, gran parte de la documentación epistolar que nos permitiría despejar dudas… ¡también ha desaparecido!
¿UNA CORTINA DE SILENCIO?
Otra carta de Einstein a su esposa, remitida desde Winterthur (Suiza), a finales de mayo de 1901, sugiere que la pareja realizaba un trabajo conjunto de investigación cuando este escribe: “¿Qué tal cariño? ¿Qué hace el niño? –Mileva se encontraba entonces embarazada de su primera hija, Lieserl (1902-1903), que fue dada en adopción y pudo
haber fallecido en el primer año de vida–. ¡Qué bonito será cuando volvamos a poder crear juntos sin que nadie nos moleste!”. Mientras que, en otra carta fechada el 28 de diciembre de 1901, Einstein la manifiesta a la que entonces era su novia: “Cuando seas mi querida mujercita haremos trabajo científico celosamente los dos juntos para no convertirnos en viejos burgueses”.
Pesea a que estas palabras no constituyen un testimonio concluyente acerca de la participación de Mileva Maric en los hallazgos científicos atribuidos a Einstein, lo cierto es que son piezas de un rompecabezas… que “alguien” se ha encargado de hacer desaparecer. El hecho de que los logros científicos de las mujeres fueran minimizados en aquella época, que los manuscritos de Anales de Física de 1905 –en los que se rumorea que había aportaciones de Mileva– fueran destruidos por el propio Einstein, y que Mileva fuera una persona especialmente discreta y sin ningún afán de protagonismo –en contraste con su marido– son algunas de las circunstancias que impiden conocer la verdad sobre este asunto.
Hay, sin embargo, un elemento que nos permite sospechar que fue Mileva, y no Einstein, quien formuló la teoría de la relatividad: la rígida cortina de silencio impuesta por los depositarios del legado intelectual de Einstein que consiguió relegar a Mileva al olvido. Así lo advierte Mercedes González Moreno: “Durante décadas, los albaceas de Einstein pusieron impedimentos a cualquier tipo de publicación sobre Mileva en la que se recogieran palabras de Einstein, sobre cuya propiedad tenían todo el poder legal. La consecuencia más grave de esta medida fue que no se pudiese entrevistar a los testigos directos, entonces aún vivos, que rodearon en vida a la pareja”.
Desanka Trbuhovic señala cómo parece haber habido una deliberada estrategia por relegar al olvido la figura de Mileva Maric y que su nombre no aparezca en los libros de texto, siendo sustituido por la imagen, ya iconográfica, de Einstein: “Todo lo que hizo Mileva con tanto esfuerzo parece haber sido relegado al olvido intencionada o, en cualquier caso, inmerecidamente. Ni siquiera conocemos el título de su tesina de licenciatura, que fue muy elogiada por el profesor Heinrich F. Weber (1843-1912)”.
En 1958 –tres años después de la muerte de Einstein– Friedad Knecht la primera esposa de Hans Albert, escribió un libro sobre Mileva incluyendo varias cartas suyas. Los albaceas de Einstein llevaron a juicio a la familia y lograron que el manuscrito nunca viera la luz. Años más tarde, un libro de la editorial suiza Origo acerca de Einstein y Mileva por parte de Julia Niggli, escritora que habría conocido a la pareja, nunca llegaría a ser publicado “por impedimentos jurídicos”.
EINSTEIN NO SABÍA MATEMÁTICAS
En contraste con la imagen de genio superdotado que se nos ha inculcado desde los libros de texto escolares, lo cierto es que Einstein no tenía conocimientos suficientes en Matemáticas, requisito indispensable para que pudiera formular sus revolucionarias teorías (y esto no tiene nada que ver con el mito vinculado con la mala interpretación que, durante décadas, se hizo de sus notas escolares). Su propio profesor de Matemáticas en el Politécnico de Zúrich, Hermann
Minkowski (1864-1909) no reprimió su perplejidad cuando tuvo conocimiento de los artículos publicados por Einstein, y así se lo expresó al célebre físico Max Born (1882-1970): “Fue una tremenda sorpresa, ya que, en sus días de estudiante, Einstein había sido un auténtico gandul. Jamás había mostrado interés por las matemáticas”.
De igual manera, en sus años de juventud que culminarían con los famosos cuatro artículos publicados en 1905, existen indicios que sugieren que Einstein –absolutamente inepto para los números– fue asesorado con los profundos conocimientos en matemáticas que le brindó Mileva para poder culminar sus formulaciones teóricas. Desanka Trbuhovic recoge varios testimonios del círculo familiar y de amistades de la pareja en que se destacaban las sobresalientes actitudes de Mileva para las matemáticas y como estas habrían permitido catapultar a Einstein. Unos escritos atribuidos al doctor Ljubomir-Bata Dumic, amigo de la pareja, destacan la genialidad de Mileva: “Nosotros sabíamos que ella era la base sobre la que Albert se apoyaba, y que su fama era debida a ella.
EN CONTRASTE CON LA IMAGEN DE GENIO SUPERDOTADO QUE SE NOS HA INCULCADO DESDE LOS LIBROS DE TEXTO ESCOLARES, LO CIERTO ES QUE EINSTEIN NO TENÍA CONOCIMIENTOS SUFICIENTES DE MATEMÁTICAS, REQUISITO INDISPENSABLE PARA QUE PUDIERA FORMULAR SUS REVOLUCIONARIAS TEORÍAS.
LLAMA LA ATENCIÓN QUE LA ÉPOCA MÁS FRUCTÍFERA DE EINSTEIN COINCIDA CON SU RELACIÓN SENTIMENTAL CON MILEVA, CUANDO ERA UN SIMPLE FUNCIONARIO DE LA OFICINA DE PATENTES.
Ella era quien resolvía todos los problemas matemáticos, en especial los concernientes a la teoría de la relatividad”.
Allen Esterson, quien prefiere desacreditar la supuesta aportación de Mileva Maric, argumenta que el nivel de matemáticas exigido para formular sus teorías no estaba fuera del alcance de Einstein. Aunque reconoce que, antes de publicar sus artículos, intercambió impresiones con sus compañeros de trabajo de la oficina de patentes, como el ingeniero Michele Besso (1873-1955).
Sin embargo, resulta significativo que, tras separarse de Mileva, Einstein tuviera que recurrir a una plantilla de colaboradores, todos ellos expertos en Matemáticas (y ninguno físico) para poder publicar sus siguientes trabajos. Uno de ellos fue Marcel Grossmann (1878-1936), compañero de estudios de su juventud y quien sí firmaría como coautor algunos de los artículos de Einstein. En una carta remitida a Grossmann, cuando Einstein estaba trabajando en el problema de la gravedad, reconoce: “Tengo ciertas dificultades matemáticas que no puedo superar. Te ruego que me ayudes, porque, si no, puedo volverme loco”.
CIENCIA ¿SE ESCRIBE EN FEMENINO?
En un simposium celebrado en la Universidad de Novi Sad (Serbia) en 1994 para reivindicar la figura de Mileva se llegó a la conclusión de que “existe evidencia, prácticamente material de su participación (en el desarrollo de la teoría de la relatividad), una evidencia que puede ser demostrada incluso con los métodos de los exámenes de carácter judicial”. De hecho, llama la atención que la época más fructífera de Einstein –que culmina con sus artículos publicados en 1905– coincide con su relación sentimental con Mileva, cuando era un simple funcionario de la oficina de patentes. Tal y como advierte María Djurdjevich:
“Llama la atención el hecho de que, después del divorcio con Mileva, Einstein ya no fuera capaz de continuar sus investigaciones. Durante treinta años intentó sin éxito postular ‘la teoría unitaria de campo’ para dedicarse finalmente al pensamiento político (sionismo, pacifismo) y la popularización de la ciencia”.
El hecho de que las aportaciones de Mileva quedaran relegadas en el olvido hay que atribuirlo a la personalidad egocéntrica y machista de Einstein (ver cuadro) y al contexto sociocultural de la época. Tal y como muy bien señala Mercedes González: “La insuficiente valoración atribuida al trabajo de Mileva Maric se explica en el contexto general de los valores de la época en los que se situaba a la mujer al margen de la ciencia y de la investigación y cuando se producía alguna contribución excepcional, esta tendía más a reconocerse en el ámbito privado que en el oficial. En los momentos actuales, y desde una interpretación prejuiciada de la realidad del trabajo científico, se tiene la inevitable impresión de que cualquier reconocimiento oficial a la figura de Mileva Maric parecería sentirse como un ataque frontal al mito. Razones similares podrían explicar la ocultación y desaparición de documentos…”.
Fue así como Mileva Maric terminó condenada al ostracismo, para morir en la miseria: atormentada por continuos estados depresivos, amenazada por órdenes de desahucio y rodeada de cincuenta gatos a los que alimentaba todos los días. Pocos años después de su fallecimiento, Albert Einstein escribía: “A mí me va bastante bien, pues he sobrevivido tanto a la época nazi como a dos mujeres”.