MÚSICA y PROPAGANDA
El poder atribuido a la música como una forma de magia la asocia a determinados rituales orientados a generar efectos beneficiosos en reyes, faraones o emperadores. Pero, ¿existen herramientas para que cualquier gobierno pueda introducir mensajes en su tejido social a través de ella? ¿Puede la música ayudar a controlar a un país?
LA HISTORIA DEL USO DE LA MÚSICA COMO HERRAMIENTA DE CONTROL DE POBLACIÓN PODRÍA, SIN DUDA, REMITIRNOS AL PRINCIPIO DE LA HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN. EL PODER ATRIBUIDO A LA MÚSICA COMO UNA FORMA DE MAGIA LA ASOCIA A DETERMINADOS RITUALES ORIENTADOS A GENERAR EFECTOS BENEFICIOSOS EN REYES, FARAONES O EMPERADORES. PERO, ¿EXISTEN HERRAMIENTAS PARA QUE CUALQUIER GOBIERNO PUEDA INTRODUCIR MENSAJES EN SU TEJIDO SOCIAL A TRAVÉS DE LA MÚSICA? ¿PUEDE LA MÚSICA AYUDAR A CONTROLAR A UN PAÍS?
EN LA ANTIGUA GRECIA PENSABAN QUE MEDIANTE LA MÚSICA ERA POSIBLE INFLUIR SOBRE LOS INDIVIDUOS Y TAMBIÉN SOBRE LA SOCIEDAD EN SU CONJUNTO. Según Platón, la música podía influir en una ciudad o estado si sus gobernantes elegían correctamente las melodías que debían escucharse en espectáculos públicos y escuelas. Así, una ciudad podía difundir ciertas canciones guerreras para reforzar su hegemonía, pero también era capaz de dulcificar posibles revueltas en momentos críticos. El filósofo opinaba que los gobernantes debían decidir qué instrumentos musicales debían interpretar los jóvenes de la polis y cuáles eran óptimos para su audición en público. Aristóteles, en su Política, defendía que los educadores eran los que debían elegir para sus alumnos las escalas musicales en función de sus temperamentos y personalidades. En la antigüedad, la discusión sobre el uso de la música como elemento de control sobre el alma y el cuerpo fue tratado por autores como Heráclides del Ponto, Aristógeno o Diógenes de Babilonia. Filodemo pensaba que la melodía es irracional en su esencia, pero que podía influír en los individuos mediante la combinación del contenido de las palabras cantadas y las emociones.
Aunque no seamos conscientes, el mundo de la política utiliza la música para fijar sus ideas a través de los mensajes emocionales de los mítines. Las melodías pegadizas refuerzan la idea de pertenencia a un colectivo al igual, que lo hace un ideario común. Podríamos pensar que solo en aquellos regímenes políticos autoritarios o dictatoriales se produce un control de la población mediante todo tipo de herramientas, incluida la música. De hecho, una de las primeras asociaciones que inevitablemente hacemos es la que relaciona la música con la propaganda nazi entre 1930 y 1945, especialmente a través de la figura de Joseph Goebbels. En este tipo de gobiernos totalitarios, la única música que interesa es aquella que no contradice al régimen. Normalmente acaba por ser música "nacional", controlada por el estado mediante la represión encubierta de artistas y creadores. Pero la realidad es que, incluso, en sistemas aparentemente más libres como las democracias pueden darse formas sutiles de control. Los gobiernos pueden actuar sobre la producción comercial mediante subvenciones o con medidas legislativas, lo que determina el flujo comercial y sus consecuencias sociales. Lo único que puede regular la libertad en el más amplio sentido de la palabra son la independencia económica e intelectual de los individuos y la educación crítica de la sociedad.
MÚSICA Y AGENCIAS DE PROPAGANDA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Pero para observar un verdadero poder de comunicación musical sobre las masas tenemos que retroceder en el tiempo hasta la Primera Guerra Mundial. En esta guerra, los Estados Unidos de América crearon agencias como el Comitee on Public Information (CPI, 1917), cuya función era la demonización de los alemanes, especialmente a través del uso de canciones que llevaban incluidos mensajes patrióticos, tanto gráficos como musicales.
Entre otras medidas, se incentivó la difusión de partituras de música patriótica con el fin de estimular a la población civil y militar, pero también del reclutamiento de los soldados. Esta agencia contrató a unos 75.000 oradores, conocidos como los hombres de cuatro minutos (four-minute men) para que diseminaran por todo el país mensajes favorables a la guerra, especialmente en lugares de grandes concentraciones de gente, estadios, iglesias, auditorios, colegios.
También utilizaban canales de difsuión como la Tin Pan Alley, un sindicato de compositores, editores y productores afincados en Nueva york desde 1885, que habían fundado la asociación de editores de música de los Estados Unidos (Music Publishers Association of the United States) con la intención de obligar al gobierno a regular las leyes de copyright.
PARA OBSERVAR UN VERDADERO PODER DE COMUNICACIÓN MUSICAL SOBRE LAS MASAS, TENEMOS QUE RETROCEDER EN EL TIEMPO HASTA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
En las guerras, las denominadas "canciones de victoria" siempre minimizaban el efecto negativo de la opinión pública. Planteaban un escenario ideal donde los enemigos siempre huían despavoridos sin que se tuvieran que gastar más que unas pocas balas en el intento. En pleno desarrollo de la Primera Guerra, entre 1914 y 1918, el conflicto se convirtió en un terreno abonado para numerosos compositores que encontraron una posibilidad de trabajar en pro de sus países de origen o de acogida. Se compusieron unas 36.000 canciones patrióticas y se publicaron unas 7.300. La verdad es que la mayor parte de las canciones compuestas durante este período de guerra no eran representativas de los horrores que se vivían en el campo de batalla, más bien, sus mensajes incidían en la impresión positiva de pensar que la guerra estaba cercana a su finalización.
Y todo este aparato de propaganda se basaba en su difusión a través de la impresión de partituras en soporte de papel, que se vendían a un coste muy bajo, para que todo el mundo pudiera acceder a su interpretación. Los mismos editores predicaban con el ejemplo publicando partituras en formatos más pequeños de los habituales para ahorrar papel. Y los autores renunciaban forzosamente a su derechos de autor y royalties en pos del bien común. Podemos imaginar, por tanto, el papel de editores y compositores trabajando en colaboración con
los gobiernos en la difusión de estos mensajes “necesarios”. No solo con los de corte militarista, sino también con ciertas proclamas que incentivaban el ahorro de cualquier tipo, el uso racional de la comida o la cooperación con el Estado. Lo contrario te convertía en antipatriota.
A los mensajes de los textos de las canciones había que añadir el contenido gráfico de las portadas, que reforzaban el patriotismo y el odio al enemigo. Mostraban imágenes del Tío Sam, de la bandera nacional o de multitud de soldados jóvenes marchando hacia tierras lejanas, así como motivos en alusión a las madres, mujeres y novias de los que partían.
LA RADIO Y EL CINE: LOS NUEVOS SOLDADOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En la Segunda Guerra Mundial el valor ya no se encontraba en la edición de partituras en papel, sino en su capacidad de difusión a través de un nuevo soldado que sería crucial para el desenlace de la guerra: la radio. Un invento de finales del siglo XIX, que había desarrollado sus primeros prototipos entre 1898 y 1910, en un momento en que no todo el mundo podía poseer un receptor. Esta tecnología acabó por ser de extrema utilidad en guerras posteriores como una inmejorable forma potencial de transmisión de ideas, en combinación con un sistema de comunicación de noticias encaminado a la globalización, al que hay que añadir el potencial de difusión de la música a través de otro nuevo formato propio del siglo XX: el cine.
La música, una forma de arte práctico al servicio de la guerra, será de ayuda para cosas como, elevar la moral de los civiles y las tropas; o para minar la moral de la población civil enemiga. Los soldados encontrarán en la música una compañera de marcha o una excusa para cantar alrededor del fuego, pero también una forma de encontrar el coraje olvidado, de acompañar las batallas cuerpo a cuerpo o como recordatorio de las victorias. Por eso además de la anteriormente citada agencia CPI y del famoso Ministerio de Ilustración Propaganda de Goebbles, me gustaría citar en este artículo otras oficinas que tuvieron su ámbito de actuación en otras guerras más informativas como la Guerra de Vietnam. Un conflicto que serviría de soporte para la creación de organizaciones de información como la United States Information Agency o U.S.I.A., o la Joints United States Public Affairs Office, conocida como J.U.S.P.A.O., que tenían como cometido filtrar los datos a la opinión pública, incluyendo la música que sonaba en los aparatos de radio.
LOS CONCURSOS DE COMPOSICIÓN Y LOS GRUPOS DE PRESIÓN
Las guerras trajeron consigo una notable reducción de los artistas profesionales en los teatros urbanos, que vieron mermada su capacidad de entretener. La imaginación tuvo que trabajar para conseguir nuevas formas de entretenimiento, como los concursos de composición. Ya desde el siglo XVIII se habían establecido estos concursos de canciones para incentivar la dinamización de estos mensajes de exaltación de valores nacionales. Abraham Lincoln decía del compositor George F. Root acerca de su obra Battle cry of freedom (Llanto de batalla por la libertad, 1862): "Su música ha hecho más que cientos de generales y miles de oradores". Una canción que sería cantada por los unionistas y adaptada en solo unos años por los confederados. Finalmente, Lincoln la utilizaría como música de campaña en su elección como presidente.
Algo parecido le ocurriría a una canción como Lili Marleen (1938), compuesta por Norbert Schulze, un compositor alemán que utilizó un poema de Hans Leip de 1915. La primera versión de esta canción, grabada por Lale Andersen no tuvo un éxito desmesurado, pero comenzó a hacerse muy popular entre los soldados del Afrika Korps. A Goebbels no le gustaba demasiado el aire melancólico de la canción, que podía invitar a los soldados a desertar, por lo que ordenó que la grabara la sexta división acorazada con un estética más “militar”. Curiosamente, Lale Andersen sería detenida por la Gestapo, acusada de mantener contactos
EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EL VALOR YA NO SE ENCONTRABA EN LA EDICIÓN DE PARTITURAS EN PAPEL, SINO EN SU CAPACIDAD DE DIFUSIÓN A TRAVÉS DE UN NUEVO SOLDADO QUE SERÍA CRUCIAL PARA EL DESENLACE DE LA GUERRA: LA RADIO.
con artistas judíos en Suiza. Pero como la radio no podía ser filtrada en el desierto africano, acabó por ser tan conocida en el bando alemán como en el ejército aliado, por lo que se acabaría grabando una versión anti-Hitler, que cantaría Lucy Mannheim en la BBC.
En estos entornos bélicos, y en todos los bandos, y se componían canciones de todo tipo gracias a a la participación patriótica de los compositores y letristas. Entre ellas, destacan las de preparación psicológica para la entrada en conflicto, de reclutamiento, de ridiculización del enemigo, de llamada a las armas, de exaltación de la “hombría”, de diversidad cultural o incluso de recaudación monetaria para los exentos del servicio militar. Pero también era necesario sensibilizar a las madres o a las mujeres de los soldados, como forma de justificar su ingreso en filas. Muchas de las canciones de los musicales de esta época utilizarán la expresión "nosotros" como una estrategia para incentivar en el público una conciencia colectiva de responsabilidad hacia el conflicto armado.
El famoso autor de White Christmas, Irving Berlin, obtuvo numerosos beneficios de la música que compuso en contra y a favor de la guerra. Soldado en 1917, acabó componiendo un show que trataría de recaudar una cifra de 35.000 dólares para un centro de servicios del ejército. En 1918 estrenaría un musical llamado Yip, Yip, Yaphank, de la que Berlin escribió todo, incluidas las coreografías. El
éxito fue enorme y llegó a los 250.000 dólares de recaudación, de los que Berlin no recibió uno solo, aunque sí percibió sus derechos de autor correspondientes, una vez terminada la guerra.
Ejemplos similares de estos concursos de composición tendrían lugar durante la Guerra Civil española, en la que gran parte de los cancioneros populares se crearon con la participación de compositores. En términos musicales, la Guerra Civil española no fue muy diferente de otros conflictos bélicos, y la música se utilizó como otra arma, considerada útil frente a una población en gran parte analfabeta. Su uso estuvo enfocado hacia fines prácticos: crear conciencia de grupo, incidir sobre el ánimo de tropas y población y reforzar mensajes ideológicos. Durante los años previos y en el enfrentamiento armado, unos y otros tomarían como referencia canciones preexistentes, que en algunos casos llegaban de países como Estados Unidos, Alemania, Francia o Rusia, adaptándose al público español.
Tomando como modelos los fascismos del momento, rápidamente se adoptaron en España los métodos europeos, tales como el control progresivo de los medios de comunicación o la organización de revueltas populares de carácter violento. Podemos hablar por tanto de una verdadera "pedagogía" de la canción, que pretenderá crear cancioneros para cada momento del día y en que el quedará codificado todo un sistema moral y de creencias. Por supuesto, se eliminarán de los cancioneros aquellas melodías y textos que se salgan del mensaje necesario para los intereses de cada bando. Canciones de unos y otros, o de otros y unos, que ojalá solo se hubieran compuesto para festejar la alegría de la convivencia y no el dolor de la diferencia.
Ya a finales del siglo XX, uno de los ejemplos más curiosos y bastante desconocido de agencias creadas para “velar” por la aplicación de una correcta moralidad de los contenidos musicales es el de el Parents Music Resource Center o P.M.R.C., un lobby de presión formado originalmente en 1985 por esposas de políticos importantes en Estados Unidos. En la génesis del grupo se encontraban la mujer de James Baker, secretario del Tesoro, y la mujer de Al Gore, Tipper Gore. Su objetivo principal era crear un espacio legal que controlara el contenido de las canciones en discos que podían ser considerados "peligrosos". La apertura a la libertad de expresión que recoge la primera enmienda de la constitución norteamericana les permitió únicamente crear un espacio de debate, después de que sus denuncias hicieran analizar a una comisión del Congreso una lista de quince canciones "indecentes". Finalmente, la Asociación Discográfica Americana (RIAA) aceptó poner una etiqueta en los discos con el aviso aviso para padres (parental advisory) calificando el contenido sexual o explícito de las letras del disco. Pero no calcularon que los discos que llevaban la etiqueta vendían mucho más que los que no la llevaban.
Piénsenlo: Una sociedad solo puede defenderse ante este tipo de control mediante el pensamiento crítico, la educación y el conocimiento.
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA NO FUE MUY DIFERENTE DE OTROS CONFLICTOS BÉLICOS, Y LA MÚSICA SE UTILIZÓ TAMBIÉN COMO ARMA, YA QUE ERA CONSIDERADA ÚTIL FRENTE A UNA POBLACIÓN EN GRAN PARTE ANALFABETA.