EL OCASO DE LA DINASTÍA

CON AKENATÓN, INICIALMENTE PROCLAMADO AMENHOTEP IV (HIJO DE AMENHOTEP II, EL MAGNÍFICO), COMIENZA EL PERÍODO DE DECLIVE DE LA XVIII DINASTÍA. FUE AKENATÓN UN FARAÓN QUE PODEMOS CALIFICAR DE EXCÉNTRICO, AL ATREVERSE A CAMBIAR LAS TRADICIONES RELIGIOSAS

DEL IMPERIO. HACIA EL 1346 A. C., SU PRETENSIÓN DE REEMPLAZAR EL PANTEÓN DE DIVINIDADES EGIPCIAS PRESIDIDAS POR AMÓN, POR UN CULTO MONOTEÍSTA AL DIOS SOLAR ATÓN, PASÓ POR TRANSFERIR LA CAPITAL DE IMPERIO DESDE TEBAS A LA ACTUAL AMARNA (BAUTIZADA ENTONCES COMO AKHETATON U “HORIZONTE DE ATÓN”). ESTE REVOLUCIONARIO CAMBIO RELIGIOSO Y DE CAPITALIDAD GENERÓ LA FUERTE OPOSICIÓN DE LOS SACERDOTES DE TEBAS, QUE LO INTERPRETARON COMO UNA SERIA AMENAZA A SU ESTATUS Y PRIVILEGIOS. POR FORTUNA PARA EL CLERO TEBANO, ESTE CAMBIO DE CAPITALIDAD (CONOCIDO COMO PERÍODO AMARNIENSE) NO CONTINUARÍA TRAS LA MUERTE, DESPUÉS DE TREINTA AÑOS DE REINADO, DE AKENATÓN.

MÁS ADELANTE ASCENDERÍA AL TRONO TUTANKAMÓN, FARAÓN DE

ESCASA RELEVANCIA HISTÓRICA SI NO FUERA POR LA IMPORTANCIA QUE LE CONCEDERÍA EN LA CULTURA POPULAR EL HALLAZGO ARQUEOLÓGICO DE SU TUMBA EN 1922. AL “FARAÓN NIÑO”, QUE NO DEBIÓ GOZAR DE BUENA SALUD FALLECIENDO A LOS DIECIOCHO AÑOS, SUCEDERÍAN COMO FARAONES, NO EMPARENTADOS EN EL LINAJE MONÁRQUICO. SE TRATA DE LOS GENERALES AY Y HOREMHEB, QUE ANTES HABÍAN EJERCIDO SU GOBIERNO COMO GENERALES Y CONSEJEROS DURANTE LA MINORÍA DE EDAD DE TUTANKAMÓN.